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Channel: Gay – Relatos Eroticos
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Más allá del cielo

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Desnudo como estaba me senté sobre el, permanecía en la misma posición con la respiración todavía agitada y bastante sudado por haber acabado.

Puse mis manos en su cuello para después lanzarme a besar sus labios gruesos de nuevo.

El movía su lengua dentro de mi boca de una forma salvaje casi no me dejaba respirar pero igual yo seguía excitado con ese machote, esa era su forma. Con una de sus manos masajeaba mi espalda y nalgas, con la otra masturbaba mi miembro. Estaba en el cielo nunca imagine que terminaría de esta forma con Enrique.

No dure mucho, con un grito acabe en su mano y el pecho de mi amante, gozando con aquella crema espesa que salía de mi verga. Aun con la respiración agitada, él llevo su mano a mi boca que tenia mis restos y que con gusto lamí.

El moreno me agarro firme por la espalda y movió su cuerpo de forma tal que quedamos acostado, yo sobre el en el sofá. Nos dábamos besos muy suaves mientras conversábamos de lo bien que había estado todo.

… de repente se abrió la puerta.

-¡Lo sabia! ustedes dos tenían algo estaban muy raros. Era Carlos el dueño de la residencia quien gritaba parado en la puerta de la residencia.

Enrique un moreno atlético, y yo un trigueño mas delgado y más joven, estábamos completamente desnudos en el sofá todavía sudorosos, con la respiración algo agitada y llenos de leche. En segundos ya estábamos parados tapando nuestras partes, avergonzados y con nuestras caras rojas como un tomate, sin poder pronunciar una sola palabra y sin mirar fijamente a Carlos a los ojos.

Él había cambiado la cara de sorpresa inicial por una de risa. -Rique pervertiste a Luisito pero que chévere se la han pasado y no invitan vale-.dijo Carlos de lo mas jodedor.

Solo nos quedo a mi y a Enrique lanzar una sonrisa incomoda, mientras veimos como pasaba al lado de nosotros cagado de la risa diciéndonos que no lo volviéramos hacer en el mueble mientras se dirigía a su cuarto. Yo iba a decir algo pero las palabras no me salieron y quede en nada.

Una mirada entre Enrique y yo basto para recoger nuestras prendas y tomar rumbo a nuestras habitaciones. Una vez que llegue a mi cuarto todavía seguía tenso y mi corazón parecía explotar, le pase seguro a la puerta y me senté en la cama con las palmas de mi mano en la cara. La inseguridad me domino no estaba preparado para que alguien mas lo supiera y menos de esa manera, no pude salir de la habitación cancele los planes del día y no salí.

Al día siguiente madrugue para no encontrarme a nadie despierto y así ir más relajado a la universidad.

A las 10 am Enrique me envió un mensaje.

-“C lo q stas pnsando. No podmos cguir con esto soy hetero y nadie pued sabr lo q hicimos”

No pude contestarle al instante, me invadieron unas ganas de matarlo, se suponía que el fue quien me llevo a todo y esta mas que claro que yo en algún momento lo iba hacer pero fue él quien comenzó y yo lo acepte. ¿Hetero? Él me beso con todas sus ganas, me la mamo aunque estábamos drogados y para colmo me lo dice por mensaje, me cago en la pu…

-“OK!”.

Llegue a las 4 de la tarde a la residencia con un ánimo del demonio. El primero que vi al abrir la puerta fue a Enrique que al verme cambio de cara, evite su abrazo, salude a los demás amigos de la residencia con una leve sonrisa y rápido seguí mi camino a mi cuarto donde no pude evitar cerrar la puerta con bastante fuerza. No podía negar que estaba triste y a la vez molesto pero me dije que la vida era así.

Me llegaron varios mensajes de Enrique disculpándose pero no me sirvieron de nada ya el daño estaba hecho. Maldije a mi adentro por sentir cosas por Enrique y tan rápido.

Sin querer me quede dormido, y al rato me desperto Carlos, que llamo a mi puerta en la noche, tuve que abrirle por tanta insistencia traía una hamburguesa y un vaso de refresco lleno de pepsi.

-Hola Luisito, aquí te traigo algo para que comas.

- Gracias- le dije tratando de fingir una sonrisa.

-¿Qué paso? ¿Qué tienes? Dijo Carlos con una cara amistosa.

-Nada, todo esta bien, la universidad me tiene estresado.

-Yo se lo que tienes, ya Enrique hablo conmigo a solas chamin.

Nuestra conversación duro alrededor de una hora, Carlos se entero de mi versión de todos los hechos hasta los de la fiesta y no pude evitar reírme con sus bromas, él me conto que Enrique no estaba bien tampoco y que en realidad quería hablar conmigo.

No niego que estaba molesto y a la vez decepcionado pero como soy débil al día siguiente fui a la habitación de Enrique para hablar con él y no todo se soluciono, se que lo trataría como un amigo pero ya no como antes. Enrique se disculpo por todo y al final de la conversación me volvió a mencionar lo de “Soy hetero” no pude evitar hacer caras pero maneje la conversación con total diplomacia, al final de la charla le di un pequeño beso en la boca y salí de la habitación.

Era esa pequeña rabia que le tenia que me llevo a actuar de esa manera se que fui un bobo al sentir algo por esa persona en tan poquísimo tiempo lo reconozco pero es que siempre había sentido algo por él y ese ultimo beso lo disfrute.

La semana paso casi normal, las pruebas, el estrés, una peli con los amigos, mas cigarro de lo normal, mas música de lo normal, ahora buscaba otra manera de tratar a Enrique bueno otra mas, Carlos me prestaba mas apoyo y las echaderas de bromas entre todos los de la resi eran como siempre, hasta me uní a los tragos de ron un jueves en la tarde mientras veíamos una peli.

Un día acostado en mí cama viendo el techo blanco con algo de telarañas y escuchando música llego a mi cerebro una idea que no había cuajado, la vez que Carlos nos encontró a Enrique y a mí en el sofá lo tomo de lo mas normal, ni lo menciono en las charlas posteriores y ahora me veía con otros ojos aunque podía ser lo de mi problema con Enrique y que todos me trataban como un chamito mmmm ignore la idea.

Uno de esos días que le tocan estar triste a uno no podía evitar pensar en Enrique y siempre caía en lo de ¿Por qué se miente?, podíamos ocultar lo nuestro yo no era de esos chamos que botan las plumas, simplemente era un chamo que no había vivido mucho de la vida y aun era ingenuo, ¿No soy lo suficiente bueno para él?, y así pasaron pensamientos ridículos, hoy en día lamento haber pensado sendas tonterías.

Un día en el que estábamos todos en la sala viendo tv, Carlos vio que no estaba tan normal.

-¿Qué pasa nene? Alégrate, vive la vida- todo esto lo dijo con tono de burla tipo hippy, todos rieron porque en realidad interpretaba su propio personaje.

-Jajaja tranquilo que estoy bien hermano le dije riendo.

-Esta bien te creo, si quieres te brindo algo para que te relajes y botes esas malas vibras dijo Carlos con total naturalidad.

Como por arte de magia saco un porro y lo prendió.

-Relájate con esto Luisito veras las estrellas- acerco su mano con el joint a mis labios y con cierto nerviosismo empecé a robarle la energía. Iba rodando y aunque había sido el primero en probarlo en aquella oportunidad y que Carlos me obligo a darle dos golpes, tosí como un diablo, cuando llego a José Carlos el último en probarlo yo seguía con tos, fui el centro de las risas juntos con los cuentos locos de Carlos y las últimas novias de José de Carlos, esa noche la pasamos bien, con todo y lo mal que hace un rato estaba. Y destaco que nos quedamos sin provisiones de chatarra y nuestro distribuidor (Carlos) nos regalo otros porros.

Más tarde, ya los ánimos habían bajado considerablemente así que tocaba dormir. Me fui al cuarto, ya había pasado bastante el mareo aunque aproveché el poco efecto que quedaba con el techo y las luces de los carros que pasaban por la ventana y unas canciones setentonas llenas de alucinantes solos de guitarras, de repente entro Carlos sacándome del momento.

El es un flaco de lo mas sexy, su piel es blanca, pelo negro y de ojos color marrón oscuro casi llegando a negro. Siempre me ha llamado esa forma de caminar y gestos tan relajados, como disfrutando el momento. Al verlo reí.

-Chamo, chamo tu cuarto esta en llamas, el fuego vuela ya viene el fénix rió con medio porro en la mano.

-Jajaja no podías dormir sin fumarte algo más ¡que bárbaro!.

-jajaja Disfrutare el panorama contigo, es mejor estar acompañado- Dijo esto sentándose en la cama a mi lado y pasándome otra vez algo para activarme. Acepte el ofrecimiento.

Luego de terminado el porro se levanto de la cama, había salido de la habitación y en lo que pensé que había sido un segundo, regreso con una de esas bolas de colores que al enchufarlas dan vueltas con varios colores y algo que no pude ver. Cerro la ventana, enchufo la bola y apago las luces de la habitación.

Habían sido muy escasos los movimientos que hice sentado en la cama y una vez que me levante para ponerme más cómodo quedando sentado con los pies en la cama fue como si todo se hubiese activado de nuevo. La música empezó a dominarme con sus subidas y bajadas que ya eran parte de mi, todo aquello acompañado con las luces que no me permitían estar aquí ya estaba demasiado lejos demasiado perdido.

-Recuéstate, así se disfruta mejor- dijo un Carlos en su ambiente, en su mundo muerto de la risa por mis reacciones.

Las imperfecciones del techo se convirtieron en nubes que sentía vivas y me quede hipnotizado por la locura de mi cuarto. Todo tan rápido y coordinado, todo hecho movimientos en mi mente, cerré los ojos y sentí como si fuera hacia arriba viajando a una velocidad sorprende aunque todo era oscuridad.

Fui sorprendido por un beso de Carlos, un suave, inseguro y tierno beso que me llevo a abrir los ojos y observar la cara un poco ida de mi amigo. Cerré mis ojos y lo bese con ganas.

Perdí el mando, Carlos dejo la timidez inicial y tomo el control, me empujo hacia atrás y quede en mejor posición en la cama mientras el encima, besaba mis labios y pasaba sus manos por mi pelo haciéndome sentir especies de pequeños pinchazos muy placenteros.

Amaba las sensaciones ya no había forma de pararme, una vez que comienza, así se acabe el mundo nada hará que esto no suceda. Nuestros labios uniéndose ya no era el normal beso era algo mas eran mas acentuados estábamos perdidos en una infinidad de sensaciones nuevas solo para mi supongo, esa especie de cosquillas en mi mano cuando la paseaba por su espalda, sus labios y lengua que no perdonaron ni un rincón de mi cuello y oreja no me quedaba mas que rogarle que siguiera. Mis latidos y gemidos me delataban, tocó el cuello mi punto débil, el frio en mi piel por los restos de saliva que dejaba al besarme, chuparme, morderme, me volvía loco.

Nuestras camisas habían desaparecido y no recuerdo como llegue a estar encima de él, lo besaba como loco mientras una de mis manos tocaba su paquete ya duro bajo la ropa. Me adueñe de sus pectorales y tetillas, los besaba, le pasaba la lengua haciendo círculos y le daba pequeños mordiscos. Olía sus axilas y me las comía también con ganas, quería disfrutar de cada rincón estaba poseído.

Su olor a sudor me invitaba a lamer y a oler ese cuerpo. Sus abdominales no fueron abandonados y los lamí con ganas me gustaba cada parte de su cuerpo, disfrutaba cada una de las cosas que le hice a Carlos.

-¡jaff! Si así Luisito.

De una baje su bermuda con todo y bóxer no podía esperar mas, había retrasado demasiado el momento, había parecido una eternidad.

El acostado en la cama completamente y yo oliendo su verga que parecía reventar, lamí una gota transparente que salía de aquella rajita, permitiendo disfrutar otro sabor diferente al del sudor, el de su verga. Su sabor salado y amargo rápidamente fue absorbido por mi boca la cual pedía más.

-Luis más suave, lento, asi…

Mis ganas de probar no habían dejado ningún sabor escondidos en el glande de aquella verga, una vez agotada la fuente de aquel sabor chupe por todo su tronco pero sin dudas me volví loco con el sabor salado y el olor tan fuerte de sus bolas que quedaron bañadas completamente de mi saliva.

Ese guevo duro, caliente y palpitante se perdía en mi boca que bajaba y subía una y otra vez. Tragármelo completo era un meta así que fui llenándolo mas de saliva y con la temperatura de ese guevo me provocaba tragármelo en serio pero mis limitaciones eran claras, un poco mas allá de la mitad de esa verga.

Mi lengua no se quedaba tranquila en aquel tronco, a medida que me la iba tragando, su sabor y la textura que provocaba mi saliva me hacían centrarme más.

-Que rico la mamas así sabroso- decía Carlos mientras acariciaba mi cabeza.

Lo deseaba realmente lo deseaba, quería tragarme esa verga y no se como sucedió y en una de las bajadas, mis labios tocaron sus pelvis llena de pelos provocándome una arcada que casi me hace vomitar.

-JAAAHH! Demonios que rico luis. No quiero acabar, no quiero acabar quiero seguir disfrutando déjame a mi.

Ahora era yo el que estaba acostado en la cama totalmente desnudo y con las piernas medio abiertas. Carlos agarro mi verga con una mano, masturbándola, mientras que pasaba su lengua por mis bolas y por mis mulos dejando toda esa zona húmeda. Empezó a soplar suavemente sobre las partes húmedas haciéndome sentir sensaciones nuevas y placenteras.

Desde mis bolas fue subiendo su lengua en un solo camino hasta mi glande. Centrándose en mi frenillo con la punta de su lengua, haciéndome unas magnificas cosquillas que con tanta excitación casi me llevan a acabar pero el ya conocía los riesgos así que se fue de nuevo a mis bolas y a la base de mi verga.

-Ufff que manera…. Así…

Subió de nuevo hasta mi glande, sopló ahora sobre él y luego con la punta de su lengua fue recorriendo el borde de mi glande o sea el comienzo de la cabeza y sin ningún aviso, se metió mi verga hasta la mitad haciéndome gritar de la impresión. El sexo con Enrique en la fiesta de julio no se comparaban a la forma de complacerme Carlos, mis jadeos lo demostraban.

Sus labios apretando mi verga, su lengua que no dejaba de moverse y las manos acariciando mi abdomen era lo mas rico que había sentido en mi vida. Sabia que no podía soportar tanto placer sin consecuencias, aquella boca hacia de mi verga el centro del universo, el centro de todas las energías.

Se separo de mi verga y no creía lo que estaba haciendo. Agarro algo de la mesa, al lado de la bola de colores y luego se sentó en mi abdomen, quedando esa verga aun dura y caliente palpitando cerca de mi boca. No aguante aquella tentación y lo empuje hacia mí para probar otra vez aquel guevo que pegaba gritos para ser mamado, mientras tanto el se estaba acariciando la entrada de su ano con lubricante.

Tomando el control de nuevo, saco su verga sin avisar de mi boca dejándome con un vacio pero aquello fue recompensado cuando mi cabeza traspaso aquel anillo. Carlos se estaba clavando mi verga lentamente. Una vez toda esa verga dentro de su culo, fue subiendo y bajando con suavidad, sentía como mi corazón quería salirse, sentía como su culo quería cerrarse pero mi verga no lo dejaba y sus ojos cerrados sumado a una boca medio abierta que soltaba gemidos, hacían el momento mas placentero de este mundo. Un tiempo después subía lentamente y bajaba rápido, soltando jadeos que demostraban lo mucho que estaba gozando con mi verga en su apretado culo.

Lo que antes eran movimientos lentos y controlados, ahora eran rápidos y continuos que junto a mis caderas que levemente levantaba volvían loco a Carlos, nuestros gemidos invadían la habitación, éramos el centro del universo y nada podía evitar que sintiéramos tanto placer.

-Ajajjj afff jam jam

Las energías no solo recorrían nuestros cuerpos de arriba abajo sino toda la habitación, nos nutrían, nos protegían, nos daban más placer.

Carlos estaba salido de si mismo clavándose una y otra vez. Su verga medianamente dura se movía sobre mi abdomen, que de vez en cuando era acariciada por mi, centrándome mas en sus bolas pegajosas y calientes.

No se cuento tiempo habíamos estado así solo se que Carlos no respondía, estaba centrado en cada vez meterse más mi verga pero hubo un momento en el que se quedo paralizado su respiración se escuchaba en toda la habitación.

Lo acosté boca abajo poniendo una almohada en su pelvis, dejándome ese culo parado a mi disposición, ahora seria yo el que tendría el mando.

El estaba demasiado perdido, estaba fuera de aquella habitación, el estaba en un laberinto de placer del cual no quería salir.

Mi verga salía una y otra vez sin contemplación de aquel agujero caliente y apretado. Suaves gemidos salían de su boca pero no abría los ojos su cabeza de lado mostraba el rostro de una persona que recibía un placer infinito.

Mis arremetidas eran cada vez mas fuertes haciendo la cama chillar, la suave corriente de aire junto al placer que me daba ese culo me daban la sensación de que estaba levitando de una manera lenta pero continua, me estaba elevando junto a mi amante. Estábamos volando.

-Aaaahhhhhhh

Y aquella sensación de elevamiento se incremento cuando mi verga fue apretada mucho más por aquel culo una y otra vez. Carlos estaba acabando.

Yo empecé una embestida más rápida, Carlos no dejaba de jadear y yo quería seguir disfrutando de ese culo, pero no soporte más y llegue a un orgasmo que me llevo al infinito. Cada chorro que salía de mi verga era energía que brotaba de mi cuerpo, era la fuerza del universo que era derramado en aquel culo.

Quede descansando en su espalda por unos segundos luego caí boca arriba en la cama quedando nuestras bocas demasiado cerca para no darnos un beso. Y así nos quedamos dormidos.

Casi al mediodía, despertamos uno junto al otro totalmente desnudos, olorosos a sexo y maría.

No nos hablamos solo nuestras miradas nos comunicaban y así quedamos un rato, disfrutando de la cama y la compañía.

Más tarde fuimos a almorzar a la calle estábamos demasiados relajados aunque agallonados como para cocinar. En realidad era una excusa para poder hablar.

Carlos era mi mejor amigo, el primer hombre al que se la metí y el mejor polvo que he tenido. Para los dos fue el mejor polvo de lo que va de vida.

Llegó la noche en la residencia donde nos reunimos todos a ver tv y a cenar.

-De todos los polvos que he escuchado en esta casa creo que el de anoche fue medio alucinante- dijo Miguel -como se nota que gozaron jajaja.

Miguel había sido el único que no había caído como un muerto anoche y escucho todo.

Como la confianza entre nosotros era buena las bromas no se hicieron esperar. Miguel no se corto y lanzaba cualquiera barbaridad para hacernos reír a nosotros.

-Estuve a punto de llamar a la policía pensé que estaban matando a alguien jajaja.

No hubo problemas por lo de mi salida del closet en realidad todos estaban contentos aunque se veían mas sorprendidos por Carlos jaja que tuvo que confesar que era bisexual desde hace tiempo.

En cuanto a la relación de Carlos y yo, solo quedamos en una relación abierta de la cual sacamos muchísimo placer y aprendizaje.

En cambio a Enrique, a veces le daba unos ataques de celos abstractos y algunas insinuaciones que no calaron conmigo, seguimos siendo amigos aunque como dije anteriormente ya nada era igual.

Sobre mi autocontrol, tengo problemas con el de vez en cuando, he aprendido sobre el sexo, he sabido como manejarme y como volverme un animal salvaje en la cama. No soy la persona más feliz por salir del closet pero se que estoy a un paso mas cerca de serlo.

Fin

Gracias por leer el relato, espero que te haya gustado y si quieres conocer más sobre estos amigos, puedes leer: fiesta con los amigos: autocontrol y perdiendo el control con Enrique.

A los que ya habían leído las historias y que imagino que ya no se acordaban solo puedo decir tarde pero seguro jajaja disculpen la tardanza.

Twitter: @luisarimendi85


Ignacio

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1 – Una idea extraña

Aquella mañana fue el profesor el que faltó. Era la excusa perfecta para que nos fuésemos todos al campus a sentarnos a la sombra de un árbol a chismorrear. Y en aquella ocasión, para colmo, no había ninguna chica; así que Jorge se puso a desvariar.

- ¡Venga, tíos! ¡No decidme que no tengo suerte! En el grupo de trabajo de la semana que viene está Alicia… Hmmmmm… Como se ponga a tiro me la follo.

- ¿Y no nos vas a dejar nada? – pregunté bromeando -; en mi grupo no hay chicas.

- ¡Joder, tíos! – protestó Ignacio muy serio – ¡Qué forma de decir las cosas! ¡Me dais asco!

Se levantó del césped y se retiró unos cinco metros de nosotros. Una ráfaga de su perfume penetró mi cerebro mientras lo observaba con disimulo algo alejado, de espaldas, fumándose un cigarrillo. Comprendí que Jorge había sido poco delicado, pero la reacción de Ignacio me pareció desproporcionada.

Había dejado su bolsa junto a mí, así que me levanté con ella para ir a ver qué le pasaba. No lo esperaba y casi me atraganto cuando me acerqué a él para hablarle y vi que caían dos lagrimones de sus ojos. Creí que le gustaba Alicia…

- ¡Eh, tío! – me asusté -; no es para tanto. Es poco fino lo que dice Jorge, sí, pero… ¡No es para ponerse así! ¿Qué te pasa?

No contestó. Levantó los brazos para secarse las lágrimas con las muñecas e intentó disimular.

- No… no pasa nada… – dijo con un hilo de voz -.

- ¿Ah, no? – me acerqué más a él -; hace un momento estábamos bromeando, dice Jorge esa burrada y te pones así ¡Vamos! ¿Qué te pasa?

Pensó durante unos instantes, me miró con infinita tristeza y alargó el brazo para coger su bolsa.

- ¡Oye, tú! – le susurré – ¿Qué pasa? ¿Ya has dejado de ser tan amigo mío como decías? ¡Venga! Dime qué pasa…

Volvió a pensar unos instantes y comenzó a andar sin decir nada. Me extrañó muchísimo su reacción; me dolió. Ignacio era como un hermano y parecía no confiar en mí. Sin embargo, siguiendo ese comportamiento indeciso que le caracterizaba, se paró a pocos pasos, se volvió, y pude ver una mirada que me llamaba. Pensé que quizá había querido alejarse más para confesarme algo; me acerqué lentamente y me puse muy pegado a él; hombro con hombro.

- ¡Te sentirás mejor, Ignacio! ¡Dime qué te pasa!

- ¿Quieres saber qué me pasa? – volvió su rostro despacio -.

- Te lo pregunto porque, si te sientes mal, te sentirás mejor al decírmelo ¿No?

Sonrió sin perder su tristeza ni apartar sus ojos de los míos. Me pareció ver algo en su mirada que no había visto nunca antes. No; no lloraba por lo que había oído decir de Alicia; lloraba por lo que había dicho yo. Nunca pude imaginarme que aquel chico con el que llegué a tener tanta amistad me mirase de aquella forma… aunque tengo que confesar que yo lo había mirado así más de una vez, sin embargo, no se me había pasado ninguna idea extraña por la cabeza. En aquel momento creí que me estaba hablando de «alguna idea extraña».

- ¿Qué haces esta tarde, Carlos? – me preguntó a media voz – ¿Vas a estudiar?

- No lo sé, la verdad – me encogí de hombros dudoso -; mis padres van a una boda, creo, y no tendré a mi padre vigilándome…

- Pues yo tendré que quedarme en casa. Aquello parece un circo. Tendría que llevarte un día para que lo vieras… Somos muy amigos y ni sabes dónde vivo ¿Quieres saber lo que me pasa? – volvió a clavarme aquella mirada – ¿Nos vemos esta tarde como siempre y donde siempre y tomamos unas cervezas?

- ¡Claro! – respiré tranquilo y eché mi brazo sobre su hombro – ¡Eso no se pregunta! También yo debería llevarte a casa un día; lo que pasa es que mi padre es inaguantable.

- Eso sí lo sé ¿A las ocho donde siempre?

- ¡A las ocho! – estrechamos las manos -; la primera la pago yo.

Él se fue caminando lentamente y yo me quedé pasmado mirándolo alejarse y con su perfume aún taladrándome el cerebro. Me imaginé lo que le estaba pasando. Sí. Sencillamente porque a mí me pasaba de vez en cuando. A veces, cuando lo veía descuidado, lo miraba embelesado. No entendía por qué me gustaba mirar a un chico; a mi mejor amigo. Nunca se me había pasado por la cabeza una idea igual, pero tenía que ser sincero conmigo mismo: ya me había hecho dos pajas pensando en él. Me asustó su mirada. Parecía una respuesta a las mías furtivas; a las disimuladas; las ocultas.

Recordé que mi madre siempre me sermoneaba sobre la primera vez que tuviese relaciones con una chica. Le preocupaba que dejase a una amiga embarazada por error. «Usa condones, hijo», me decía de vez en cuando. Y en aquel instante estaba yo pensando en un chico; ¡en mi mejor amigo! Pensé que a Ignacio se le podría estar pasando algo parecido por la cabeza; más o menos eso, pero… ¿conmigo? ¿Y qué coño iba a hacer yo con un tío?

Me fui para casa poco después; iba preocupado sólo de pensar en que se me insinuase. Me paré en seco, vino su rostro con esa mirada a mi mente, su perfume sutil… Sonreí y corrí a casa.

2 – Esas tonterías

Me llamó mi madre a voces para el almuerzo y, cuando entré en el comedor, ya estaba mi padre almorzando. Me senté a su lado y lo saludé con un casi insonoro «hola». No fue mejor su respuesta; levantó la vista del plato un instante, me miró y siguió comiendo.

- No sé qué me dice que has faltado a clase – farfulló mi madre -; has llegado muy temprano.

Creo que le respondí con un «hm» y sin levantar la vista de la mesa. Esperaba otro de aquellos sermones de mi madre sobre mis relaciones… pero no en ese momento; estaba mi padre y ese tema no se tocaba delante de él. Volví a levantar la vista al darme cuenta de que había un largo silencio y me estaba mirando con una sonrisa burlona ¡Qué ingenua! Si hubiese sabido por qué tenía yo aquella cara de idiota pasmado, le hubiese dado algo. Es cierto; no me había dado cuenta de que no podía apartar a Ignacio de mi cabeza. No quería. Sin embargo, pensé que lo peor que me podría pasar sería que el problema que le hizo llorar fuese el mismo que a mí tanto me confundía; sería un problema para los dos.

Seguí comiendo y le seguí el juego a mi madre; después de todo, estaba imaginándose cosas probables.

Ya por la tarde, cuando salieron de casa, me miró mi madre insinuante y levanté una mano mostrándole un condón. Sonrió y cerró la puerta. Sonreí yo; se acercaba la hora de salir de dudas.

Bajé por las escaleras y no precisamente tan asqueado como cuando iba a clase. Me esperaba una tarde, al menos, distraída. Me gustaba estar con Ignacio, charlar, reírnos. Hablábamos mucho y a menudo pero nunca en casa. Prefería todo eso a tener que estudiar. El problema seguía siendo «aquella idea extraña» que se me pasaba por la cabeza. Incluso llegué a pensar que, si no se trataba de lo que yo creía, mejor para mí. Pero no; allí estaba esperándome con esa misma mirada ¡Esos ojos! ¡Me parecieron tan bellos! ¡Muy bellos! ¿Cómo no los había visto antes?

- ¿Qué tal? – golpeé su brazo – ¿Llevas mucho esperándome?

- Sí – contestó como perdido -; más de una hora; me he venido antes sin darme cuenta.

- ¡Vaya! – volví a aspirar ese perfume – ¡Lo siento!

- ¡No, no, Carlos! – le preocupó haber dicho aquello -; he salido de casa demasiado pronto. Es culpa mía.

- Puede – comencé a indagar con astucia – ¿En qué tendrías la cabeza?

- ¿Yo? ¡En nada! – vi una pista en su nerviosismo -; ya sabes que me encanta pasear y charlar contigo.

- Y a mí – fui sincero -; me refería a que, tal vez, estuvieses pensando… – respiré profundamente – …en alguien.

- ¿Y si te equivocas? – miró el reloj nervioso – ¡Lo siento, Carlos! Me gustaría tomar una cerveza ya. Dijiste que invitabas tú a la primera ¿No?

- Sí.

Aquel último monosílabo no era mi respuesta a lo que me preguntaba él, sino a lo que me preguntaba yo. Ignacio había llegado antes porque estaba deseando de verme, pero es que aún faltaba media hora para nuestra cita, así que, al mirar el reloj, supo que yo había ido a buscarlo antes; los dos habíamos ido antes a la cita. Si estaba viendo en mi rostro esa tontería que había visto mi madre, no iba a resultarnos muy difícil hablar con sinceridad.

- ¿No querías saber qué me pasaba? – preguntó serio a la tercera cerveza -.

- ¡Claro, Ignacio! – tragué saliva -; sabes que estoy deseando de escucharte.

- Sí, lo sé – bebió sin dejar de mirarme -, pero lo que voy a decirte… ¡Joder, Carlos! ¡Prométeme que no te vas a enfadar conmigo!

- ¿A enfadarme? – me extrañó su actitud – ¡No somos niños chicos! Sabes perfectamente que puedes decirme lo que piensas ¿A qué vienen esas dudas?

- Es que… – creí que iba salir corriendo – ¡Déjalo, déjalo!

- ¡Ah, no, Ignacio, no! – moví mi mano exageradamente – ¡Evasivas no! Me encanta estar contigo tomando unas cañas y hablando tonterías, por supuesto, pero hoy es distinto; no me vas a dejar con la duda.

- ¡No importa! Ya no tiene importancia.

- ¿Ya no?

Me levanté instintivamente y, no sé si enfadado o desilusionado, lo miré en silencio.

- Perdona… – musitó -.

- ¿Perdona? – caí sobre la silla con la vista perdida -; tal vez lo sienta yo más. Me preocupó verte llorar esta mañana; me preocupó tu mirada… Me preocupas ¿Eso te da igual?

- ¡No, Carlos; no me da igual! – cambió su tono de voz -; no estoy jugando contigo ni estoy ocultándote nada…

Hizo una pausa pensativo mientras comencé a hacerme a la idea de que no iba a hablar de lo mismo que yo estaba pensando. Comenzó la seriedad a asomar a su rostro, le temblaban las manos, bebía cerveza constantemente y en pequeños sorbos… y comenzó a hablar mirando para otro sitio.

- Me he equivocado, Carlos – dijo al fin -; mi reacción de esta mañana fue tan estúpida como la de Jorge. Pensarás que voy a confesarte que lloraba por haber oído aquellas burradas sobre Alicia. Y no es eso, amigo; lloraba porque creo que voy a perderte.

- ¿Qué? – comenzó a preocuparme – ¿A perderme? ¡Dime lo que quieras! Sabes cómo soy. Suelta lo que sea, pero no te calles, por favor.

- Está bien, está bien… – siguió como perdido -; si no te gusta lo que voy a decirte… menos me gusta a mí hablar de ciertas cosas… No voy a dar rodeos. Mándame a la mierda si quieres, pero creo que… me he enamorado de ti.

No pude evitar respirar profundamente mientras intentaba disimular la mezcla de terror y de ilusión que me habían provocado aquellas últimas palabras. No podía – ni quería – mostrarle disgusto, pero no sabía si sería conveniente decirle que estaba viviendo uno de los momentos más deliciosos y misteriosos de la tarde, del día… quizá de mi vida. Respondí por instinto al verlo retener su llanto.

- Me alegro, Ignacio; si llegas a enamorarte de otra persona… no sé qué hubiera hecho.

- ¿Cómo? – me miró espantado -.

No hice ni dije nada. Seguí mirándolo fijamente.

3 – Cartas invertidas

Había caído en una curiosa trampa. No sabía si Ignacio lo había premeditado así pero, diciéndome que se había enamorado de mí y esperando mi reacción (que fue buena), era yo el que parecía estar declarándome a él ¡Acababa de decirle que me alegraba de que se hubiera enamorado de mí! ¿Qué hubiera pasado si me hubiese indignado al oírle decir aquello?

Como si nos hubiésemos puesto de acuerdo, nos levantamos apurando la cerveza y fuimos a pagar. Agarré su mano cuando la llevó al bolsillo para sacar la cartera y lo miré con dulzura.

- La primera la pago yo, ¿no?

Miró mi mano, que retenía la suya pegada a su pierna. No estaba apretándole, pero relajé mis dedos aún más y acaricié los suyos. No se habló nada. Me pareció increíble que un silencio tan largo se estuviese convirtiendo en la más bella de nuestras conversaciones. Ni me paré a pensar que estaba pagando unas cervezas. Aparté mi vista de sus ojos un instante para saber cuánto debía, puse allí unas monedas y salimos despacio del bar.

En ese momento, sabiendo que mi amigo no iba a poder articular una palabra más, fui yo el que hablé como queriendo hacerle ver que, sin decir nada en serio, nos habíamos dicho que estábamos enamorados. Evité usar esas palabras que a todos nos asustan.

- Quizá yo no sea tan expresivo como tú, Ignacio. Me sentí muy mal cuando te vi llorar, pero no creas que no pasó por mi cabeza lo que podía estar pasando por la tuya. Me parece que los dos pensamos lo mismo; los dos hemos hecho lo mismo: mirar y callar. Has sido valiente al ser tan claro… aunque tengas en el cuerpo más de una cerveza.

- No lo sé; no estoy borracho – estaba muy nervioso -; no podía aguantar lo que me pasaba y me lo he jugado todo a una carta…

- Ahora me toca a mí jugar – volví a tomarle de la mano y a mirarlo – ¿Qué hacemos? Yo sé lo que siento, pero no sé qué hacer ¿Tú qué has imaginado mientras sentías eso y callabas?

- ¡Ni idea! – me ocultaba algo -. Muchas noches no he podido dormir pensando en ti. No me preguntes por qué.

- No, no – apreté su mano -, no voy a preguntarte. Ya has dicho lo que querías decir y has visto mi respuesta. Quizá tú hayas pasado algunas noches en vela, pero yo te he mirado a escondidas mucho tiempo.

- ¿De verdad? – se paró mirándome incrédulo – ¿Pensabas en mí? ¡Yo también! No puedo apartarte de mi mente.

No quise seguir aquella conversación ¿Para qué? Sabía que Ignacio había estado pensando en mí. Yo había estado pensando en él, lo había observado a escondidas, me había masturbado, asustado, imaginando que lo tenía entre mis brazos. Estaba seguro de cuáles eran sus deseos; sencillamente porque serían los mismos que los míos.

- He olvidado el dinero en casa y traigo muy poco – le dije -, así que vamos a ir un momento a por más.

Sabía que no iba a decir nada. Ni siquiera puso la excusa tonta de que le tocaba pagar a él. Sabía lo que le estaba diciendo. Sabía que mis padres habían ido a una boda y que íbamos a estar solos. Su silencio era una enorme demostración de confianza en mí y, al mismo tiempo, una extraña manera de decirme que deseaba estar solo conmigo.

Caminamos hacia casa y me puse a hablarle de otras cosas. Me costó mucho trabajo buscar un tema que no nos llevara otra vez a lo mismo. Fuimos dialogando, como si nada hubiera pasado, hasta que llegamos a mi portal. Se paró en seco, miró hacia arriba como asustado y, volviendo a mirarme, movió su cabeza con un claro signo de conformidad. Deseaba lo mismo que yo; y yo no sabía ni lo que deseaba…

4 – Extraño lenguaje

Abrí la puerta de casa contento y le hice un gesto para que entrase. Era la primera vez que iba allí y miró alrededor con curiosidad. Estaba viendo dónde vivía yo. Muchas veces, cuando nos veíamos en la calle, había estado a punto de decirle que me gustaría ver su casa. Quería saber cómo era, dónde comía, dónde dormía. Las miradas de Ignacio, parado en el centro del salón, hubieran sido las que yo hubiera lanzado en su casa. Sabía que querría conocer mi dormitorio y, sin otra intención que enseñárselo, lo llevé despacio por el pasillo y empujé la puerta.

- Aquí duermo – dije -, estudio, pienso, escribo. Es mi pequeño mundo.

- Yo también tengo el mío en medio de un manicomio – pasó – y sé a qué te refieres. No lo imaginaba así.

- Yo no imagino el tuyo – no me separé de él -. He intentado verlo cerrando los ojos, pero caigo en el error de pensar que debe ser como este.

- No, no es igual – respondió pensativo -; te llevaré a verlo, pero te advierto que mis hermanos no te van a dejar tranquilo ni un momento. Ahora no entiendo por qué hemos estado viéndonos siempre en la calle ¿Sabes una cosa? A veces he estado a punto de decirte que viniéramos a tu casa… Me parecía un atrevimiento.

No contesté. Yo había estado haciendo lo mismo. Quizá, a pesar de que me encontraba en mi terreno, fue un arranque por mi parte acercarme a él más de lo normal. Sin llegar a tocarlo, estaba frente a Ignacio mirándolo con total libertad; sin miedo a que alguien pudiera decirme con mofa… «¡Estás mirando a un tío!». Sí. Estaba mirando a un tío, pero no a uno cualquiera para mí; aunque siguiera sin entender por qué hacía aquello.

- ¿No ibas a coger dinero? – me preguntó intrigado -.

- Sí – me quedé pensativo -, iba a coger dinero. Ahora iré a por él.

- Creo… – no se separó -, creo que ninguno de los dos sabemos qué hacer.

- No te equivocas – susurré -. Te juro que no me he visto en otra igual.

- Ni yo – respondió también con un susurro – ¿Qué se supone que deberíamos hacer?

- Se supone… – dudé – que lo normal, es decir, lo que hemos estado pensando a solas, ¿no?

- No soy capaz – bajó la vista -; una cosa es lo que uno piensa y otra cosa es hacerlo… ¡Si hiciéramos todo lo que pensamos!

- ¡Hagámoslo! – me arriesgué -. No voy a molestarme; al revés ¿Tú te molestarías?

- ¿Qué? – aguantó la risa – ¡He pensado en muchas cosas! Ahora que estamos solos… ¡no sé qué hacer! Empieza tú.

- ¡Qué fresco! – puse mi mano en su pecho – ¡Otra vez tengo que empezar yo! Te toca mover…

Mirando mi mano en su pecho, comprendió que yo había dado un pequeño paso más; aunque nada fuera de lo corriente. Pareció darse cuenta de que había sido él el que había empezado todo aquello y, conteniendo el espanto, fue moviendo su cabeza lenta, inapreciablemente, hacia la mía. La fue inclinando y mis ojos descubrieron sus labios acercándose a los míos. Hubo todo un cúmulo de sensaciones juntas: temor, vergüenza, ansias, deseo… Estaba empalmado.

Sus labios cálidos se posaron brevemente sobre los míos. Jamás me había sentido tan afortunado y tan excitado. Retiró su boca en unos segundos, me miró con los ojos entornados y agachó la vista. Levanté la mano que estaba en su pecho y, tomándole la barbilla, fui contundente.

- ¡No! – musité – ¡Ahora no! ¡Sigue! ¡No lo dejes!

Me pareció curiosamente arrepentido de lo que había hecho, así que mi otra mano se levantó hasta su cuello, tiró de su cabeza y se volvieron a unir nuestros labios. Lo había visto en las películas y, aunque no era una chica, comencé a besarlo tal y como me salió del alma; tal como lo había imaginado algunas veces. Y así comenzó nuestro primer beso.

5 – La magia del instinto

Seguíamos de pie en medio de mi habitación y comenzaba a oscurecer. Sus rasgos se fueron difuminando en la penumbra y quise verlo de otra forma. Tomé sus manos y apretó las mías. Tiré de él y dio un corto paso hasta unirse a mi cuerpo. Volvimos a besarnos, pero desesperadamente.

Estaba entrando en algo parecido a un éxtasis cuando se separó de mí.

- Me asusta esto, Carlos – susurró – ¿Y si vienen tus padres?

- ¡No! – le hablé al oído -; volverán tarde de la boda. No tengas miedo. Lo único que debemos hacer es no tocar nada.

- ¿Por qué?

- Lo que quiero decir es que no debemos dejar señales de haber estado aquí. Mi padre me mataría si se da cuenta de que he traído a alguien.

- ¡No me asustes!

- Noooo – suavicé la situación -; lo que quiero decir es que tenemos que dejar todo como está. Me apena que tenga que ser así.

Miré disimuladamente a mi cama pensando y vio mi gesto casi a oscuras.

- ¿Tampoco podemos sentarnos?

Me apenaban aquellas circunstancias. Me moví un poco y pegué mi cuerpo a su costado. Volvió la cabeza despacio sin dejar de mirarme. El dorso de su mano estaba rozando mis pantalones y se movió casi con temor adelante y atrás. Un suave movimiento se convirtió en una suave caricia. Sentí un placer tremendo.

Sin decir nada, como temiendo incluso a ser oído, comenzó a volverse de espaldas y mi vista se posó en su cuello y mis manos se aferraron a su cintura. Echó la cabeza hacia atrás hasta que se posó en mi hombro y apreté mi cuerpo contra el suyo. Me pareció que se retiraba un poco y se movía y, en unos segundos, noté cómo caían sus pantalones al suelo.

Volví a pegarme a él pero sintiendo claramente que estaba en calzoncillos. Fue instintivo. Mis manos se movieron hacia su vientre y bajaron despacio hasta tocar su entrepierna. Era la primera vez que tocaba una polla que no fuese la mía; la suya. Suspiró entrecortadamente; casi sorprendido de que estuviese ocurriendo aquello. Supe que me estaba equivocando. También me retiré un poco de él y abrí mis pantalones aprisa dejándolos caer y volviendo a apretarlo entre mis brazos.

Sentía tanta vergüenza como yo y por eso no hablábamos. Fui acariciando sus slips como si fueran su piel y sus dedos comenzaron a juguetear con mis elásticos mientras rozaba mi bulto por su culo con toda la delicadeza que me transmitía.

- No – dijo -; no puede ser. Tengo miedo de estar aquí. Me gustaría estar en un sitio seguro.

- ¿Prefieres que paremos?

Lo pensó y le costó trabajo contestar.

- ¡No! Hazme lo que quieras. Sólo me importa que seas feliz tú.

Sabía que mis padres tardarían en llegar y, sin embargo, me asustaba la situación tanto como a él. Lo empujé poco a poco, caminando con dificultad, hasta que puso sus manos en la pared. Encontré sus nalgas por el color claro de la tela. Mi habitación estaba ya casi a oscuras. Agarré sus slips y tiré de ellos hacia abajo con mucho cuidado. Se agachó un poco y apretó su culo contra mí.

Comencé a acariciar sus nalgas suaves y, de vez en cuando, mi mano se movía con rapidez hasta abarcarle la polla. No sabía por dónde empezar e Ignacio me lo aclaró. Tiró sin piedad de mis calzoncillos, agarró mi polla y la restregó por su culo varias veces hasta llevar la punta entre sus piernas.

Nunca había hecho aquello y me sorprendió notar que estaba entrando en él. Dolía; no lo había imaginado así, pero apreté poco a poco hasta que le oí quejarse.

- ¡Perdona!

- Calla y sigue, Carlos – musitó -; no podemos perder el tiempo.

Agarré fuerte sus caderas y seguí empujando poniendo atención para no lastimarlo. Cuando me di cuenta, la punta de mi polla había pasado una barrera; estaba dentro de él. Tomó aire y empujó. Así supe que no estaba lastimándolo… y comencé a follarlo. Me daba lástima. Me parecía estar torturándolo. Sólo su rostro, al volverse en la oscuridad buscando mi boca, me estaba diciendo que gozaba.

Seguí moviéndome, pero aquello no era nada parecido a una paja. El placer era infinito; inimaginable. Comencé a follar más y más y nuestros gemidos se fueron mezclando en aquel rincón. Me corrí al poco tiempo empujándolo contra la pared.

- ¡Gracias! – oí -; nunca hubiera imaginado esto.

- Ni yo, Ignacio – contesté sinceramente -; no lo he hecho por placer. Me parece que te quiero.

- ¿De verdad?

Fue separando su cuerpo del mío lentamente y noté algo desagradable cuando mi polla salió de su agujero. Era como si algo la hubiese empujado hacia afuera. Me quedé sobre él.

- De verdad – mordí su cuello – ¿No me crees?

- ¡Sí! – se agachó para ponerse los pantalones -. Te creo porque yo siento lo mismo y sé que no estás aquí conmigo simplemente para…

- ¡No! – le interrumpí -; hoy ha sido así. Tenemos que estar juntos mañana. Siempre.

- ¡Claro! – se movió inquieto -, pero vámonos. Si entran tus padres me muero de vergüenza.

- ¿Y qué vamos a hacer? – me asusté – ¡No tenemos un sitio para estar juntos y solos!

- ¡Vístete! Cuando salgamos te diré qué podemos hacer.

6 – Planes imposibles

Y de noche, paseamos un poco por los jardines que había junto a mi casa. Las farolas comenzaban a dar esa desagradable luz amarillenta que cambiaba el bello color de sus ojos. Le hice un gesto y nos sentamos en un banco cerca de una farola apagada.

- ¿En qué piensas? – pregunté -. Te veo un poco serio y me temo que no te haya gustado…

- Sí – se precipitó -. Ha sido maravilloso. Siempre había pensado en algo contigo y nunca sabía en qué pensar. Ahora es distinto. Cuando me acuerde de esto…

- Lo sé. Creo que me pasará lo mismo. Recordaré estos momentos. Lo que pasa es que no sé cuándo podrán repetirse.

- No me importa – me sonrió -. Con que no me dejes, seré feliz ¡Lo he soñado tantas veces! No es igual sentirlo ¿A que no?

- ¡No! ¡Me ha encantado! La próxima vez lo hacemos al revés.

- Da igual – me miró sonriendo abiertamente -. Casi prefiero repetir eso… si quieres.

- Haremos lo que tú quieras.

- ¡Claro, gracias! Y… ¿dónde?

- Eso ya hay que pensarlo mejor. Como ves, mis padres salen poco a las horas que podemos y, encima, estaremos todo el tiempo temiendo que aparezcan. Me imagino qué pasaría entre nosotros si estuviéramos en un lugar seguro.

- Oye… – pensó brevemente – ¿A ti te dan dinero todas las semanas para tus gastos?

- Sí. No mucho, pero me dan – me toqué los bolsillos -.

- ¿Y si no gastamos nada, lo ahorramos y alquilamos un sitio para los dos? Podemos decir que necesitamos un estudio… De todas formas, con una familia como la mía, es un riesgo. Algunas semanas me dan menos y otras… mi madre le pide prestado a la vecina.

- Está claro – concluí -. Ni tú ni yo hemos nacido en una familia de dinero. Me jode que para estar juntos necesitemos gastar.

- Tengo unos ahorros, ¿sabes? – se ilusionó -. Si alguna semana no me pueden dar dinero, puedo cogerlo de ahí… Pensaba comprarme una moto usada.

- Sé que sería un sacrificio, Ignacio – comencé a dar vueltas al asunto -. Podríamos salir antes de casa y no tomar el autobús. Ahorraríamos mucho dinero al día.

- Sí. También podríamos llevarnos algo de casa para desayunar a media mañana ¿Tú podrías?

- Creo que sí – empecé a verlo claro -. Si ahorramos esos gastos de diario, los dos, podremos reunir algo de dinero.

- Estamos inventando fantasías – agachó la cabeza -. No tendremos dinero nada más que para una habitación de hotel a la semana ¡Quiero estar contigo!

- Déjame pensar – propuse -. Tal vez mi madre suelte guita si le digo que necesito una habitación para estudiar. Sólo insistirá en que use condones. Tendrá que darme más dinero para comprarlos. Mi padre ni se enterará.

7 – Primer día, primer error

Volví a casa contento después de haber podido besar a Ignacio en la media luz del parque. Estaba dispuesto a convencer a mi madre de que necesitaba alquilar una habitación barata y, al sospechar que podría andar llevando a alguna chica, me daría dinero para comprar condones. Todo ese dinero podría ahorrarlo.

- ¡Pasa, anda! – dijo mi madre al verme en la puerta -. No me eches a mí las culpas de lo que diga tu padre. La próxima vez, sé un poco más astuto.

¿Qué había pasado? Tuve mucho cuidado de dejar todo como estaba. Me temía lo peor.

- Pasa, imbécil – me saludó mi padre -. No quiero hablar de estos asuntos. Si me has tomado por idiota, te equivocas. A tu cuarto directamente. No hay cena. La próxima vez que metas a una puta en esta casa, sales con ella ¿Queda claro?

- No seas así con el chico, Manolo – intervino mi madre -. Pueden decirse las cosas de otra manera.

- ¿Ah, sí? – contestó con ira -. Vuelves a defenderlo y te quedas a dormir en el sofá.

Pude ver claramente que a mi madre no le había gustado nada aquella situación. Me encerré en mi dormitorio, me senté en la cama y acabé echando la cabeza en la almohada y llorando desconsoladamente.

No pasó casi nada de tiempo cuando abrió mi madre la puerta – cosa que no hacía jamás -, entró en el dormitorio y se acercó a acariciar mi cabeza.

- Lo siento, hijo – musitó -. No hace falta que te diga cómo es tu padre. Me ha hecho pasar la vergüenza más grande de mi vida ante todos nuestros amigos. Creo que voy a separarme ¿Te importa?

- No tienes que pedirme permiso para tus asuntos, mamá. Me iré contigo.

- Así me gusta. Decide por ti mismo. Lo que tienes que hacer es usar un poco más el ingenio mientras tanto. Nos iremos a vivir juntos a un lugar agradable donde podamos hacer y decir lo que pensemos. Descansa, bonito – me besó -; sabes que siempre me vas a tener de tu parte. La próxima vez que vengas a casa tienes que ser más cuidadoso con lo que haces.

- ¡No, no, no! Nunca voy a volver a esta casa porque no la siento como mía.

- Ni yo – dijo resignada -. Has venido con alguien porque con las prisas olvidaste los veinte euros que te dejé en el cofre. Están ahí.

- ¿Y papá lo sabía?

- No; no sabía ni ha sabido nunca lo que te doy. Eres mayor y necesitas dinero mientras estudias. Tienes muy buenas notas; no puedo privarte de eso.

Se alejó y abrió la puerta para salir y, antes de abrirla del todo, volvió a cerrarla.

- Tu padre es como un sabueso, Carlos. No has dejado ninguna pista, pero al entrar olía claramente a un perfume. No es el tuyo.

- ¡No he traído a ninguna puta, mamá! De verdad.

- Lo sé, hijo. No se parece en nada a una puta. Lo sé muy bien porque conozco ese perfume. Dile a tu amigo que no se lo ponga si va a entrar en esta casa; antes de que nos vayamos de aquí, claro. Dile de mi parte que tiene muy buen gusto para elegir su perfume masculino. Y tú hueles a él…

(Dedicado a Ari, que dejó su perfume pegado en mi nariz para toda la vida)

La cena (I)

Wilhelm

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Vaya! Mucho tiempo ha pasado de mi ultimo relato… muchas obligaciones en mi vida personal me han llevado alejarme de esto y no poder compartir mis experiencias con vosotros, como dirían los españoles.

Pero no así he dejado de vivir experiencias extraordinarias con chicos y con hombres increíbles, entre ellas en su momento, he encontrado el amor, un amor pasajero, bastante breve, pero que ha marcado mi vida. Es un chico el cual nunca voy a sacar de mi cabeza, y de eso se va a tratar mi relato de hoy, mi relato de regreso a todos ustedes, sobre nuestra primera noche de amor. Con él, con Wilhelm.

Todo comenzo una noche de enero allá por el 2010, yo tenía 25 años, estaba en casa aburrido sin más que hacer, estaba viendo información y demás dobre Bonn, ciudad alemana que visité pocos meses después. En todo eso, se me da por entrar a una sala de chat y quedar con alguien de mi ciudad para un poco de sexo rápìdo… pero para mi sorpresa comencé a chatear con un chico de apodo “Will”. Charla va, charla viene intercambiamos direcciones del desaparecido MSN y comenzamos a chatear de manera más amena por ahí.

Resulto ser que este chico no tenía nada más que 18 años, cosa que no me entusiasmo al instante, los pendejos no suelen ser buenos amantes… pueden ser bastante inexpertos o torpes a la hora del sexo, Solamente el hermano de un viejo amigo fue el que logro hacerme ver las estrellas en su momento y luego no he vuelto a conocer un amante de ese estilo con tan poca edad.

Lo unico que no me hizo cerrar su ventana y comenzar a buscar a otra persona, fue que me dijo que era alemán, su nombre verdadero era Wilhelm y que estaba en Uruguay por estudios, pensando en mi futuro viaje y demás, quizás charlar con él podría serme medianamente productivo.

En un momento el me pide que prendamos cam, yo accedo sin dramas, era verano, hacía calor y yo estaba sin remera y con un boxer nada más, rápidamente procedo a ponerme una remera, no quería que Wilhelm pensara mal de mi, ya que la charla venía bien y muy alejada de lo que sería la intencion de un encuentro sexual.

Finalmente la imagen de la webcam aparece, para mi sorpresa no era un rubio ario como podría esperarse de un alemán, era un joven muy delagado, de pelo negro, ojos verdes y tez no tan blanca, más bien como algo bronceada… se podría decir que pasaba más por italiano que por alemán. Pero aún así de rostro angelical y timido. Él si estaba sin remera y se podía ver su delgado y lampiño pecho, comenzó a sonreir… una sonsrisa hermosa y muy blanca. El muy atrevido comenzó a burlarse de que yo estaba vestido, así que opte por quitarme la remera y mostrar lo que el gym había hecho conmigo. Su cara de que le gustaba lo que veía lo decía todo.

Fue en ese momento que la charla comenzo a subir de tono, y su cam misteriosamente comenzo a bajar su imagen hacia su bulto, su boxer azul estaba a punto de explotar, su verga estaba muy dura, la mia se puso a mil al instante, Wilhelm se la acariciaba y se la apretaba sin parar mientras me preguntaba que cosas sexuales me gustaban, que era lo más guarro que había hecho, si me gustaba hacerlo en lugares públicos, etc…

Se bajo el boxer y comenzo acariciarse la pija, se veía rica, no era del todo peludita, me gustan así y de tamaño medio, unos 17 cm tal vez… su mano subia y bajaba lentamente por todo ese tronco que se veía bien gustoso, yo saque me verga para afuera y comence a pajearme para él… nuestros movimientos eran sincronizados… nos tocabamos despacio al principio y luego a medida que la calentura aumentaba nos ibamos pajeando más y más fuerte, Wilhe se acariciaba los huevos con una mano mientras se pajeaba con la otra, yo le emulaba, me pellizcaba las tetillas, me re calentaba hacerlo… el calor de la noche se hacía cada vez más intenso, y verlo a Wilhe me acaloraba más… una sensación de éxtasis comenzaba a invadir mi cuerpo, gotas de sudor caían por mi pecho y por mis piernas, no aguantaba más… tenía que explotar, entregarle toda mi leche a Wilhe, y él se ve que quería acabar en ese momento también, cuando ya estabamos por hacerlo, su webcam se corta…

que pasó? Por qué cortaste tu cam Wilheim?

Jejeje… la lechita te la daré en persona guapo…

No podés hacerme esto!!!

Cuando nos veamos, haremos el amor y te entrego todo lo que quieras…

ahhh que putito sos!!!

él simplemente rió y me insistió para que salgamos juntos, no podía decirle que no… la verdad que este chico me había encantado, definitivamente tenía que salir con él!!

Un par de días después nos vimos, nuestro primer encuentro fue en una conocida Plaza del centro de la ciudad, yo la verdad que estaba muerto de los nervios, no sabía que esperar de él, y ahí estaba… sentado leyendo un libro bajo la sombra de un árbol, alzó su cabeza, me vió y se sonrió, y fue ahí que me acerqué y comenzamos a charlar.

Esa tarde caminamos por todas partes, nos detuvimos en un parador sobre la rambla para tomar algo fresco, su acento alemán me encantaba, era un muy simpático y cordial, sinceramente me tenía atrapado con eso, y la verdad que la torpeza con la que hablaba español me causaba mucha gracia.

Al final de la noche ya casi acompañandolo a su casa, le robe un beso, fué algo rápido y torpe, él no se lo esperaba, la verdad quedó como sorprendido y ya no volvió a dirigir palabra alguna, pensé que lo había ofendido u incomodado de alguna manera… le hablaba y solo me respondía con monosílabos, hasta que llegando a un árbol me empujo hacia él y comenzó a besarme apasionadamente, sus manos recorrían todo mi cuerpo y las mías las de él… hice incapié en su cola, era firme y paradita un verdadero placer tocarla… él besaba mi cuello haciendo que la pija se me pusiera a mil y a punto de reventar mi jeans, descaradamenteWilhe toqueteaba y frotaba mi bulto, yo comenzaba a gemir de placer, él se daba cuenta de lo gozado que yo estaba y lentamente desabotonó mi pantalón… me saco la verga para afuera y comenzó a pajearme, yo quería que me la chupara ahí mismo, pero él se negó… el placer que me hacía sentir su lengua en mi boca y en mi cuello era inexplicable, el éxtasis subía por mi pecho, las piernas me temblaban, el sabor de su aliento me excitaba cada vez más y el aroma de su perfume Givenchy simplemente me encantaba. Seguía besandome apasionadamente mientras me pajeaba bien fuerte… no pude contenerme e inmediatamente acabe derramando todo mi semen sobre la acera y sobre la mano de Wilhelm, él sacó un pañuelo de su bolsillo y se limpió el semen que había quedado en su mano, y luego procedió a limpiarme la verga, mientras lo hacía, comenzaba a jalarmela nuevamente mirándome con cara de pícaro. Pero esta vez, lo detuve y volví abrocharme el pantalón.

Lo acompañe hasta la residencia donde estaba parando aquí en la ciudad y quedamos en vernos nuevamente, y así fue que nuestra relación comenzó a nacer.

Los días pasaban y la pasión aumentaba, Wilhelm era muy apasionado y travieso, él siempre me hacía esas jugarretas como las del árbol, pero nunca podía verlo acabar a él, me decía que se lo reservaba para cuando tengamos nuestra primera noche de sexo, y quería que fuera en un momento especial, en un lugar especial.

Ese momento no se hizo esperar, mis vacaciones de verano habían llegado, y decidí para ello irme a pasar una semana a un balneario tranquilo, sobre la costa este del país, es que mi familia tiene una casa allí. Le pedi a Wilhelm que viniera conmigo, y acepto al instante.

Cuando llegamos, tiramos nuestros bolsos por ahí en el living de la casa, y nos fuimos inmediatamente a la playa, pasamos toda la tarde por ahi, paseando, sacando fotos, besándonos, sin importar la gente que teníamos a nuestro alrededor.

Cuando volvimos a la cabaña nos bañamos y nos pusimos acomodar los bolsos que habíamos tirado por ahí. Acto seguido nos tiramos fundidos en la cama… el sol ya comenzaba a caer, en la habitación no se escuchaba otro sonido que el de las olas del mar de la playa que estaba ahí cerca a pocos metros. Nos quedamos uno al lado del otro mirándonos, él se sonreía, y yo me sonreía también, tomé su mano, me volteé hacia él y comence acariciar su cara, Wilhelm no demoró mucho en comenzar a besarme, esta vez el beso era diferente a como lo hacíamos habitualmente, no era apasionado y desesperado, era más bien lento y romántico, como si ambos quisieramos disfrutar mejor y tranquilos del momento que finalmente se nos estaba dando.

Comence a pasar mi mano a lo largo de su brazo, y seguí bajando hasta su muslo, ahí como siempre dirigí mi mano hacia su cola dura y firme que sentía debilidad por ella, él tocaba mi cuerpo también, se posó enseguida sobre mi sin dejar de besarme en el momento que se detiene, se quito rápidamente la camisa, y yo me quité la remera que traía puesta, Wilhelm, comenzó a bajar y besarme el cuello, indudablemente la pija se me puso re dura. Luego siguio bajando más y comenzo a besar mi pecho, me chupaba las tetillas, eso me ponía más a mil todavía, mientras me chupaba el pecho sus manos me tocaban la verga. Seguía bajando con sus besos por todo mi abdomen, rápidamente me quita la bermuda y mi pija dura salta sobre su cara, comienza a chuparme la verga lentamente, la saboreaba de a poco, subia y bajaba, subia y bajaba, a medida que pasaban los minutos sus embestidas se iban haciendo cada vez más fuertes, su lengua recorría cada centímetro de mi troco duro y caliente, la lamía como si fuera un helado… esa mamada era muy rica.

Yo me incorporé y procedí a a quitarle la bermuda a él, inmediatamente lo puse en cuatro sobre la cama y comencé a chupar ese culo duro que tantas ganas le tenía, su cola a diferencia de su pecho era bastante peluda, al igual que sus piernas. Lo tenía en cuatro frente a mi y mi lengua se introdujo sobre su agujerito, un gemido de placer salio de la boca de Wilheim, tenia un saborcito a cola limpia que me hacía chuparlo más y más, mi lengua se movia en circulos, de arriba abajo, multiples movimientos si parar y Wilhe deliraba de placer, yo estaba tan entusiasmado chupando esa cola que por momentos se me cortaba la respiración. Inmediatamente comencé a jugar con mis desdos en su ano, comencé metiendole un dedo y luego dos. Wilhe ya estaba que explotaba de placer, gemía como nunca lo había hecho, y se pajeaba sin parar, la expresión de su cara había cambiado totalmente, estaba tan excitado que parecía otra persona, el extasis que sentía con el juego de mis dedos en su ano era tan grande que me pedía que parara, ya no lo aguantaba… pero yo lo veía tan excitado que no quería parar, y él daba espamos de placer y gemía cada vez más fuerte.

Yo ya no me aguante y tuve que comenzar a penetrarlo, su cola ya estaba totalmente dilatada así que no tuvimos grandes dramas para la penetración, a Wilhe lo tenia boca arriba con sus pies sobre mis hombros mientras lo penetraba sin parar, sus ojos ya se daban vuelta de tanto placer recibido.

El sudor de mi cuerpo ya se confundía con el suyo, el olor a sexo invadía la habitación, lo cogía cada vez más fuerte y con más ganas, comenzamos a besarnos apasionadamente, mientras le seguía dando bomba por el culo. Finalmente no me pude contener más y acabe dentro de su culo, haciendo que mi leche se escurriera por todo su agujero hacia las sábanas… Wilhe se seguía pajeando, mientras tanto yo le besaba, hasta que finalmente comenzó a eyacular, su leche blanca y espesa, comenzo a saltar en abundancia sobre nuestros cuerpos, nunca había visto una eyaculación tan poderosa como la de él, los dos quedamos bañados en su leche y seguíamos abrazados besándonos, hasta quedarnos dormidos, no sin antes que Wilhelm me dijera suavemente al oído… “te quiero”.

Fin

El, sacerdote… yo, seminarista!!!

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Esto me sucedió en 1987 cuando yo era seminarista en el Estado de México, es una historia 100% real.

Era el primer día de mi tercer año en el seminario, estábamos reunidos en el comedor los mas de 100 seminaristas y como era costumbre cada año, se presentaban los sacerdotes que serian nuestros rectores y profesores, me dispuse a escuchar una aburrida presentación cuando su voz me atrapó por completo.

Buenas tardes jóvenes, soy el padre Martín Juárez, tengo 27 años, seré su profesor de lógica, ecónomo del seminario y su consejero, cualquier cosa que necesiten díganme, les aclaro que no tolero los juegos de niñas, nada de que hoy le hablo a fulano y mañana ya no, ¿De acuerdo? si necesitan hablar con alguien aquí estoy, si necesitan dinero pídanme (cuando dijo esto me desagradó mucho y así le comenté a mi compañero de al lado) y si se quieren dar de golpes pues búsquenme y lo hacemos, estoy para servirlos en lo que sea, ¿Alguna duda?

Usted dice que está para servirnos en todo, ¿ cierto? Pregunté levantando la mano, ¿ incluye lo que sea?

Mis compañeros voltearon a verme y de inmediato comprendieron que mi pregunta estaba cargada de doble sentido.

¿Acaso no he sido claro? Respondió el padre Martin, he dicho que estoy para servirlos en lo que sea.

¿En lo que sea? ¿Está seguro que puede servirnos en “todo”? Repliqué yo poniendo un especial énfasis a la palabra todo.

En todo jovencito, si no entiendes alguna materia solo pregúntame, si tienes cualquier duda o necesitas algo solo dímelo, estoy para servirte en todo, lo que sea, sin excepción, ¿Te queda claro? ¿Cómo te llamas?

Mis compañeros empezaban a reír por lo bajo y yo sentí que me sonrojaba y solo atiné a responder, me llamo Ben.

Pasaron algunos días y yo evitaba la cercanía del padre Martin por dos motivos, el primero porque me era antipático, su aire altivo al caminar y su mirada directa me parecían de una arrogancia fuera de lugar, el segundo motivo, su físico, me atraía terriblemente. 1.75 de estatura, espalda ancha, cintura delgada, cadera estrecha, piel morena clara, pelo negro y rizado, ojos negro azabache, pestañas chinas y largas, nariz respingada, labios regulares, dientes blancos y alineados, se dejaba la patilla hasta media mejilla, el bigote y la barba cerrada se los rasuraba cada tercer día y lo hacían lucir muy pero muy sexi y guapo, vestía durante clases jeans y camisa de manga larga que se doblaba hasta arriba de los codos y se dejaba desabotonada dos botones a través de los cuales se apreciaba un crucifijo plateado que resaltaba mas en el negro y rizado vello que cubría su pecho.

Éramos 14 los seminaristas gays y formábamos una especia de grupo en donde solíamos reunirnos cada semana para platicarnos nuestros secretos, deseos, fantasías e incluso aventuras que se daban entre los demás compañeros que, si alguno de los que se decían heterosexuales sorprendía a algún miembro del grupo comentar con otro su aventura, de inmediato comenzaban a molestarlo, así pues, esas reuniones nos servían mucho y fue en una de esas reuniones cuando el padre Martin se acercó a nosotros.

Yo no lo vi hasta que me dijo Alberto, ahí viene tu adorado tormento, voltee la cabeza y en efecto, el padre Martin se acercaba a nosotros, los demás se fueron retirando discretamente y nos quedamos el padre y yo.

¿Por qué se van tus compañeros Ben? Preguntó el padre.

No lo se padre, respondí yo, deben de estar atrasados con alguna tarea.

No lo creo, dijo el padre, se nota que no les agrado, pero eso no importa, con quien quiero hablar es contigo.

Dígame padre, ¿Hay algún problema? Le dije con voz que trataba de sonar tranquila, su cercanía y el sonido de su voz me ponían nervioso…

Tranquilo Ben, dijo el padre, solo quiero platicar contigo, lo que pasa es que he estado platicando con algunos de tus compañeros y todos me dicen que es mentira que les caigo mal y quisiera saber que estoy haciendo mal, nadie se acerca a mi y todos dicen que tu eres el mas directo y sincero, así que ven, vamos a dar una vuelta por el centro del pueblo y así me dices lo que tu y los demás piensan de mi.

Salimos del seminario y fuimos a comer a un restaurante pequeño que estaba fuera del pueblo, que irónicamente se llamaba “Sotanas” me dijo que se iba a tomar algunos tragos para acompañar la comida pues le gustaba mucho el vino, le dije a grandes rasgos el motivo por el cual a casi todos nos caía mal pero sin mencionar que me gustaba, sin embargo creo que el lo intuía, así pues, entre la comida y trago y trago de vino vimos anochecer y el padre ya estaba muy mareado cuando salimos de lugar, tomamos un taxi para regresar al seminario y al bajar del taxi le dije al chofer que yo me hacia cargo de el…

Antes de entrar al seminario vi que el padre Martin se tambaleó un poco debido a que el aire hizo que se acabara de emborrachar, sacó sus llaves y torpemente quiso abrir la puerta sin éxito así que le quité las llaves y abrí la puerta, lo llevé directamente a su cuarto y vi que en los dormitorios de nosotros los seminaristas, ubicados en el segundo piso, todo estaba oscuro, perfecto, pensé yo, nadie se dará cuenta que llegamos tarde.

Siendo sinceros, yo solo pensaba dejar al padre en su cuarto e irme a mi cama pues estaba cansado pero las cosas no siempre salen como uno las planea…

Nada mas entrar al cuarto del padre lo llevé hasta su cama y se dejó caer pesadamente en ella, estaba por salir cuando me di la vuelta y le dije que si lo ayudaba a quitarse los zapatos, dijo que si pero que también lo ayudara a ponerse su pijama para dormir cómodo, voy a ver al padre en ropa interior, pensé contento para mis adentros, si los demás lo supieran se morirían de la envidia…

Le quité los zapatos, los calcetines y procedí a desabotonarle su camisa y al hacer esto no pude evitar un estremecimiento al rozar con mis dedos su pecho velludo, le quité la camisa y fue cuando empecé a desabrocharle el cinturón para bajarlo, el se recostó en su cama y levantó la cadera para facilitarme el trabajo, al dar el tirón para bajar el pantalón se bajó un poco su bóxer negro y pude apreciar una tupida mata de vello púbico y comencé a temblar…

¿Tienes frío Ben? Preguntó el padre Martín, si quieres puedes quedarte aquí conmigo y temprano te vas a tu cama.

¿Está seguro padre? Yo soy muy loco para dormir, me muevo para todos lados y no lo dejaré dormir, dije sonriendo un poco.

No importa Ben, anda, quítate la ropa, saca de mi buró mi pijama y una para ti y acuéstate conmigo…

Me desvestí y quedé solamente en trusa y me di cuenta que el padre aun tenia el pantalón a medio quitar, así que me incliné sobre el y se lo acabé de quitar.

Deje le subo el bóxer para ponerle su pijama padre, le dije yo, tomando su bóxer con dedos temblorosos.

No me pongo la pijama con el bóxer, dijo el y tomando mis manos las empujó hacia abajo para que le quitara el bóxer.

Apareció ante mis ojos el pene del padre Martín, no pude evitar quedarme quieto como estatua mientras lo contemplaba, era simplemente un pene hermoso, moreno, grueso y el glande cubierto por el prepucio, los huevos que yacían debajo eran grandes y velludos…

Me fue imposible no excitarme ante tal visión y al estar en trusa era mas que evidente mi erección, con una mano traté de cubrir mi pene y con la otra abrí el cajón del buró para sacar las pijamas, fue cuando el padre volteó y se dio cuenta de mi erección.

¿Te excita verme el pene Ben? Preguntó el padre Martín con ojos medio cerrados y voz que denotaba su borrachera.

No, dije yo con voz temblorosa, ¿Cómo puede creer eso?

Vamos Ben, todos dicen que eres sincero y directo, vamos, mírame y dime la verdad, ¿Te gusta lo que ves?

De acuerdo, dije yo, si, si me gusta padre y sin esperar a que dijera algo le agarré el pene y lo empecé a acariciar, fui bajando la piel para dejar al descubierto la cabeza de su pene y con la otra mano le acariciaba los vellos de su pecho, rápidamente su pene comenzó a crecer y palpitaba en mi mano, pronto alcanzó su máximo esplendor, debía medir alrededor de 19 centímetros, Dios, qué pene tan hermoso!!!

Tuve unas ganas enormes de probarlo y mientras lo pensaba creo que el padre me leyó la mente, estiró su mano hasta mi cabeza, me tomó del pelo y la llevó hasta su pene, el solo olor de su pene me enloquecía, olía a hombre, a macho, saqué la lengua y la pasé por la cabeza de su pene, me gustó mucho su sabor y comencé a chupar poco a poco, primero la cabeza, luego bajé un poco mas, descendí hasta la mitad y el padre gimió, me empujó mas la boca y traté de meter todo su pene en mi boca pero no me cabía, empecé a meter y sacar su pene hasta donde me era posible, una mano seguía acariciando los huevos y con la otra jugueteaba con el vello de su pecho.

El padre se movía suavemente empujando su pene dentro de mi boca, su pene se sentía duro y parecía que en cualquier momento iba a estallar, de pronto el padre metió una mano debajo de mi trusa acariciando mi trasero, sentí como una descarga eléctrica cuando introdujo un dedo en mi ano produciéndome placer y dolor a la vez.

¿Te duele mucho Ben? Preguntó el padre

No padre, no me duele nada, mentí para que continuara con su labor.

Sigue así, sigue chupando mi pene, me gusta como lo haces, anda, no pares de hacerlo.

Yo muy obediente me di a la tarea de continuar dando placer al padre, el, luego se estar un rato con su dedo entra y sale de mi ano, pasó su mano hacia adelante, me bajó el trusa y agarró mi pene, lo empezó a acariciar con delicadeza, subía y bajaba su mano en una lenta y sabrosa masturbación, yo estaba que no la creía, todo me parecía un sueño…

Sentí que el padre estaba a punto de eyacular pues en su pene las venas parecían que estallaban, lo saqué de mi boca y decidí solo acariciarlo muy despacio, el seguía con su labor de masturbarme y yo también sentí que en cualquier momento eyacularía así que sin mas preámbulos le solté:

Padre, quiero sentirlo dentro de mi, sentir que su esencia recorre mi interior quemándome por dentro…

¿Quieres que te penetre Ben? Dijo el padre, no quiero hacerte daño y…

No se preocupe padre, dije yo sin esperar que terminara de hablar, yo se lo que quiero y eso es justamente lo que quiero, vamos padre, penétreme!!

Como el padre no se podía poner de pie debido a su estado de ebriedad, decidí llevar yo las riendas de la situación.

Quédese boca arriba padre, yo me encargo de lo demás, le dije al momento que me subía encima de su cuerpo, me puse saliva en mi ano y me monté sobre su pene, al principio me dolió mucho y me costó trabajo que entrara la cabeza de su pene pero poco a poco fui haciendo presión hasta que entró en su totalidad, sentir esos 19 centímetros dentro de mi me ponía a mil, el padre me tomaba de la cadera y acariciaba mi trasero a medida que yo cabalgaba sobre su delicioso pene, era enloquecedor sentir semejante pedazo de carne dura dentro de mi, ese calor me volvía loco y trataba de no gemir muy fuerte para que nadie escuchara.

No aguanté las ganas de agarrar mi pene que estaba duro a mas no poder y el padre al darse cuenta quitó mi mano para masturbarme el mismo, no hace falta morir para alcanzar el cielo pensé yo, me incliné un poco sobre el y con las manos jalé su cabeza hacia mi y pude probar sus labios por primera vez, fue un beso ardiente y corto debido a la posición en la que estaba, regresé a mi cabalgata con mas frenesí pues sentía que el padre no tardaría en eyacular, el a su vez aumentó el ritmo de su mano sobre mi pene y casi al momento que eyaculé arrojando chorros de semen sobre su cuerpo sentí dentro de mi cuerpo como el arrojaba el suyo, una sensación de gran placer me invadió al sentir recorrer dentro de mi ese semen caliente que ardía en mi interior….

Permanecimos quietos durante largo rato, no quería moverme pues deseaba que el pene del padre no saliera de mi ano, inevitablemente su pene comenzó a perder dureza y tamaño hasta que se salió de mi… Me levanté, fui al baño a buscar papel higiénico para limpiar el pecho del padre que estaba lleno de mi semen, el no se había movido para nada y creí que estaba dormido, una vez lo limpié iba a ponerle su pijama, vestirme e irme a mi cama cuando me dijo.

No me pongas la pijama ni te vistas, quiero que te duermas conmigo así, desnudos los dos.

Obedecí, me metí a la cama con el, lo abracé y volvimos a besarnos, su mano comenzó a jugar de nuevo con mi pene que al instante se puso duro de nuevo, toqué el suyo y estaba igual que el mío.

¿Por lo visto no vamos a dormir verdad? Le dije mordiendo suavemente sus labios.

¿Dormir? Se sonrió ¿Quien piensa en dormir si aun nos falta mucho por hacer? Además yo te dije que estaba para servirte en lo que fuera, sin excepción de nada ¿Lo recuerdas? Desde ese día intuí que esto es lo que tu querías así que vamos a continuar.

Como usted mande padre, usted es el sacerdote y yo el seminarista, mi deber es obedecerlo!!!

David y Diego: Una follada casi, al aire libre…

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Bueno, después del capitulo meloso que escribí jejeje les dejaré la siguiente parte. saben que pueden escribirme lo que quieran, no muerdo jaja lo que sea lo leeré, aqui les dejo la siguiente parte que esta…mejor dejo que la lean jejejeje

______________

-Herma no quiero…

-Toño…

-herma, no seas malo…

-¡Toño!

-Déjame…

-¿quieres que te viole?

-¡no! No, no, mira, mira, ya me paré ¡ya me paré!

-eso duele mucho y no quiero cometer incesto contigo, anda, Levántate.

-no…cambie de parecer…déjame dormir…

-entonces le diré a Diego que te viole…

-¿a Diego? No, no, está bien, me levantaré ya, pero…

-Toño…son las 5 y 3 minutos de la madrugada…si no te levantas, llegarás tarde para tu primer día en el bachillerato. Muévete

-lo haré si no llamas al corpulento de Diego

-él no es eso… ¿de dónde sacas tremendas pendejadas? ahora dale, pal baño.

A mi hermanito se le terminaron sus vacaciones. Entrará a primero de bachillerato, eso sería sexto grado de escuela. Estará listo para enfrentarse lo que yo viví cuando entré y estaba en esos 6 años de escuela hasta ese último año donde desfilaron muchas cosas. Entraba al baño con descomedida pereza quitándose la camiseta azul que llevaba y la pantaloneta azul oscura del logo del chulito jajaja. Quedaba desnudo cerrando la puerta mientras iba a la cocina a prepararle el desayuno.

Mis padres no estaban, se fueron de viaje porque necesitaban hacer una entrega a mis tíos de Estados Unidos. Fueron a hacer el trámite y otras diligencias pertinentes, se demorarán como 4 días. Me dejaron a cargo del peli rizado blanquito y susceptible a cargo. Tengo suficiente edad para manejarlo además, me gusta cuidarlo. Ya que dentro de poco llegará a su pubertad. Guiarlo por el buen camino, sin embargo me di cuenta de que no será gay porque-

-Hermaaaaaaaaaaaaaa

-¿¡qué pasó!? – Gritaba desde la cocina, me valía verga que fuera temprano.

-¿en serio llamarás a Diego para eso?

-no pedazo de tonto…tu sabes que el que me viola es a mi jajajaa

-está bien…

-lávate bien el pelo y por el glande

-¡herma! ¡Deja de decirme lo mismo!

-es verdad lo que te digo, límpialo bien, porque te sale una mugre blanca por la cabeza y por el frenillo del pene, eso te causa mal olor.

-¡debiste decirle a mis padres que me hicieran la ‘circunseción’!

Pedazo de pendejo. Dejé el desayuno expedito en la mesa y abrí la puerta del baño. Se aterrorizó tanto al verme que hizo la pose de venus de Nilo en la versión más gay que pueda existir.

-¡¡Hermano!! ¡¡Me estoy bañando!!

-es ‘circuncisión’ pedazo de idiota, ahora lávatelo ya.

-¡pero me estoy limpiando las axilas!

-¡¡lávatelo ya!!

Cerré la puerta con ganas pero precipitándome al suelo cagado de la risa sin importar que el frio mañanero me manoseara las pelotas. Fue tan humorístico jajaja es un niño todavía, merece de cuidados y de saber las cosas, para eso me tiene. En fin, seguí con su desayuno. Dispuse a organizarle el uniforme y asentarle bien la maleta, que con pocas ganas la organizó por entrar a estudiar de nuevo.

Salió del baño en un abrir y cerrar de ojos, dejé que se engalanara. Su camiseta institucional, la que usaba yo antes, el pantalón negro, tenis negros, medias oscuras y algo de loción para que oliera bien. Se veía lindo el bendito pendejo jajaja me pedía que le prestara fijador para que sus rulitos quedaran pulcros y se viera matador, volvió de nuevo con su corte de cabello. Mientras el saldaba y lavaba sus dientes me vestía para aguantar algo el flemático frío. Un saco de capucha azul oscuro, sudadera de hacer ejercicio. Los tenis de deporte y ‘listo Calixto’ podía llevar mi hermano al colegio.

-¿preparado? – veía que se colocaba la maleta en sus hombros.

-¡listo! Nervioso…pero capaz

-jajajaja ¿por con quienes te va a tocar no?

-sí, eso es lo que más inquieta un primer día. Y me toca levantarme temprano. No es por la tarde.

-te acostumbraras, verás que cuando termines de hacer los trabajos, podrás dormir un rato

-eso espero…

Toño, es idéntico a mí cuando mi mamá me llevaba a la escuela. Cuando salía de clase, tenía que hacer tiempo en la entrada para que me recogiera. Creo que fue hasta tercero de bachillerato que hacia eso, porque mis compañeros me importunaban porque no tenía las pelotas para irme solo de aquí hasta mi casa. Y tan solo eran 4 cuadras. Pero bueno, es cuestión de cuidar a tus redentores.

-¿porque no cogiste mi bicicleta Toño? Te hubiera servido

-porque me da miedo que la roben, además no me gusta ponerle la cadena, es complicado.

-bueno está bien, ve mejor caminando para que te aparezca un hombre lobo y te viole

-¿podrías dejar de decirme eso? mi ‘hueco’ se encrespa cuando me dices algo que tenga que ver con la palabra ‘violar’

-jajajajajaja nadie lo va a hacer, que porque yo sea gay no quiere decir que tú lo seas también, tú eres Antonio José Mantilla y eso no te lo quita nadie, además te puedo defender

-¿quién te dijo eso?

-lo leí en un relato que tenía que ver con eso…bueno, no sé, mi tiempo libre, no te metas

-vale…

Seguíamos merodeando por las calles de los arrabales del barrio, veía a más gente llevando a los niños al colegio. Todo esto ya era prominente en mí. Todo admirable, con muchas evocaciones, hermosísimos y desabridos, pero sobresalientes. Mi Toño va a vivir muchas cosas con amigos nuevos y los viejos que tanto lo joden

-¿te verás con Joakim?

-espero que le toque conmigo…no quiero estar solo

-¿no estarás solo vale? Ya casi llegamos

-herma…

-aja

-¿ya le puedo decir a Diego cuñadito?

Mi cara se volvió más roja que una explosión arrebatada, pero fue tanto el afecto a esa pregunta que me puso lo más impresionable posible

-si…puedes

-jajajaja mira tonto te pusiste rojo.

-¿quieres que lo llame? Para-

-ok, ok entendí ya ¿el vendrá en estos días?

-Puede ser…

-¿lo harán?

-Toño! Que curiosidad la tuya carajo.

-invítalo, Diego me cae bien, no es como el tal Richie…

-espera ¿te caía mal Richie?

-no…sino que siempre me miraba feo…

-¡no es cierto! El siempre decía que tú eras yo en miniatura y que eras bien

-yo no tengo los ojos verdes, son miel mira, mieeeel

-Toño…

-no sé, me gusta más Diego ¿y si lo vas a invitar?

-está bien, le diré

-siiiiiiii y jugaremos los tres en el play y en el wii

-¿qué? ¿Smash bros?

-siiiiii los derroto

-jajajaja dale pues

Justamente en la entrada a mi hermanito le vibraban las manos y las rodillas. A la final entró junto con todos esos chicos. Pude observar a los de 16, de último grado…pues, ya las modas han cambiado mucho, las chicas ni se diga, todos rebeldes, con pantalones entubados y peinados alocados con BlackBerry’s en las manos. Lástima, así son las actualidades. No los juzgo, yo también tuve lo mío.

El haberme ido a ese lugar arregló todo en mi mundo, estar solo por unos días fue el boleto para que Diego y yo estuviéramos pertinentes y contiguos. Es lo que más me entusiasma. Me siento el chico más bienaventurado de la tierra. Joven y sin dinero, pero fabuloso. Aunque, la estadía por allá me costó lo que logramos con la banda en dos conciertos. Valió la pena, estoy contento de que Diego esté junto a mí. Es lo que más afecta.

Lo que me puso a pensar mi hermanito es si no le incomodará que tenga a Diego en la casa así sea por dos días. No sabía que le caía mal Richie. Pero bueno…repiqueteaban los timbres, desde afuera se escuchaban y lo que quería era que le fuera bien en el colegio. Me toca recogerlo ahora. Pero si…quiero que Diego sea el cuñadito de mi hermano. Todo ha sido satisfactorio entre los dos desde que nos pusimos de novios de nuevo. No me quitaba mi manilla ni para el baño, conversamos y nos volvemos a tratar como siempre, como los mejores amigos que se saben todo, pero con sexo incluido y sin intimidades. Ya pronto mi chico necesita todo el apoyo del mundo

Mañana es la final de hockey…

///////////////

-¿Listos muchachos?

-¡¡¡Sí!!! – Gritábamos como unos gorilas

-Bien, esos Tigres de mierda son duros de debilitar. Son fuertes, tiene una retaguardia enérgica ya por sus dos defensas subsidiarios, junto con los atacantes. Skiller, Cayetano, ustedes dos en medio de la pista, Federal tu tapa hasta el putas, Renzo y Riascos cubren la retaguardia. Hay que atacar siempre al medio campista en escena, es muy resuelto y tiene fuerza monstruosa ¿¡Estamos muchachos!? Dejar que ustedes hagan a la ofensiva y acometan en buen acrecimiento, los necesito fuertes.

-si entrenador de una – Decía Skiller – yo voy es a matar

-¡con migo pa’ las que sea ´nojoda’! – Cayetano

-el disco no mete hoy entrenador – Federal

-Vamo’a con toda… – Renzo

-¡¡¡ESO!!! ¡PAR DE GOLOSOS DE MIERDA! Esperen…se me olvida alguien- esos ojos de demonio se posaban en mi cuello – ¡Riascos! Hable pues mijo

-ehmmm que… ¿vamos a ganar hoy?

-¡pero con ganas mijo! Que yo sé que usted es un guerrero ¡¡¡con las pelotas puestas!!!

-ahh pero

-YAAAAAAAAA

-¡¡QUE HOY GANAMOS MIERDA!! ¡¡HOY PARTIMOS CULOS!! – grité con un tonito tan desgarrador que la vena de mi cuello casi se estalla de desgano.

-esoooo ¡así me gusta! bueno pues muchachos. A arreglarse que hoy nos ganamos ese trofeo y los quiero ver en el equipo regional ¡¡haber pues!! ¡¡A prepararse!!

Nos mandaba como los terneros o las ovejas en el rebaño como el apacentamiento de un perro. Nos dimos al a tarea de organizarnos y de estar acomodados. Instalaba mis patines con la cuchilla ya filuda e invulnerable. Algo se posaba en mi cabeza, o mejor dicho…alguien me colocaba algo que solo mi pelo percibía.

Lo cogí de mi cabeza y era…un protector bucal verde fosforescente y transparente, a su llegada me hacía compañía en el banco, mi mejor amigo en el equipo, colocándose el también sus patines.

-un regalo…para que esas bestias no te quiebren la mandíbula,

-¿por lo de la otra vez?

-sí, creo te ira bien con él.

-gracias amigo -chocábamos puños con nuestros guantes – y pues…cuando ganemos, si podemos

-vamos a ganar. No me digas que no, porque te parto la cara de niño sexy que tienes

-jajaja ya, si ganamos ¿que harás después?

-¿a qué te refieres?

-digo pues, iras a conformar el equipo regional para jugar con los demás departamentos o… ¿te pondrás a estudiar en la universidad?

-pues…me gustaría seguir con el equipo…y creo que a la vez también que se vea por allá, si hay una chica que me trame o algún tipo bueno por ahí. Matar la rutina, yo para estudiar no es que sea tan dedicado para aprender algo…

-lo haces con el hockey, si puedes con esto, puedes con aprender una carrera

-pues si…pero me iré a entrenar primero, y quien sabe…buscar amor…

-jajajajajaja tan Romeo me saliste

-buscar amor como el que encontraste tú…de nuevo – me daba un codazo por debajo de mis costillas. por el equipo, solo fue un empujoncito

-¡hey!

-¿crees que no te vi la manilita que llevas puesta? Estas es babeando de amor.

-me conoces más que al hermano que nunca tuve.

-¿cómo ha estado todo entre ustedes?

-no sabes como la hemos pasado de bien. Jodemos, salimos por ahí, a veces no hay dinero, pero nos vale, no nos importa, son las mejores vacaciones de mi vida…un buen de semana.

-el ‘algún día’ te llego desde que se reclamaron ser novios

-fue el. Me lo pidió…creo que la primera vez fui yo pero, creo que no fue en sentido de pretenderlo, sino de que fuera ‘oficial’.

-lo importante es que eres feliz…tienes lo que querías.

-Dime Renzo…-tenía que sacármelo del pecho- aun… ¿sientes cosas por mí? – Terminando ambos de ponernos nuestros patines.

-Si… pero como te dije antes amigo…te adoro, pero no quiero ser algo más en tu vida. Solo tu amigo. Lo sé…me conozco muy bien, y sé que la cagaría contigo.

-pero

-David, me caía tan mal como una chinche en el culo. Pero…me he dado cuenta que sabe de tus verdaderas impresiones hacia ti y tu hacia el…y no se…me cae bien el chico ahora, es gallardo, cordial, se interesa por las personas que le importan y…yo lo que quería era que alguien se fijara en ti. Y si nadie no lo hacía, me arriesgaría contigo pasara lo que pasara.

No sabía cómo responder a eso…todo se me complicaba y se hacía un nudo poderoso en mi cerebro cogiendo esos sesos, formando un nudo dejando detenidas las neuronas pensando en lo que ocurría. Me duele no poderle concernir, en su mirada se le nota algo de abatimiento en sus pupilas, pero algo de alteración en sus ojos. Diversificaba lo que faltaba por acontecer.

-Ven pues…no nos amarguemos las caras y…en marcha que nos toca un partido que ganar.

-Renzo…-colocaba su casco blanco ocultando su carita.

-¿ah?

-te amo pedazo de loco

-yo igual…

- vamos – colocaba mi casco con fuerza a lo mero macho como tremendo jugador de fútbol la americano – hoy matamos porque matamos

-¡así se habla!

Al salir de los casilleros junto con él, veía que la gente se amontonaba para ver la final…vislumbrando de cerca mis hostiles naranjas con negro.

///////////////

-Y bien…

-Pues si…

-¿hasta cuándo será?

-no se David, pero de que te visitaré lo haré.

-no… ¿quieres despedirte?

-no…la verdad, solo quería hacer era ganarme tu perdón y terminar lo que me propuse.

-y ka-

-no David…prefiero que Karen no me vea. Ni que se dé cuenta que estaba contigo.

Carlos…Carlos fue a mi casa. Antes de ir al partido, llevaría a Toño para que se entretuviera un rato sin que se quedara solo. Me dijo que se iría por un mes a su tierra natal y quién sabe si volvería, había dejado su trabajo de tramoyista. Llevaba todo su equipaje en una maleta y el resto en una de mano.

-la flota sale a las 2:00 PM tengo que estar allá antes de las 12 y pues…quise venir a despedirme de ti. ‘Don Gunar’ te manda saludos. Que gracias por ayudarle en su caso

-yo…no sé porque siento algo de tristeza en este momento. Tal vez yo…

-no digas nada…estaremos hablando loco. No te preocupes.

Dejo sus cosas en el suelo y sin querer me abrazo lo más fuerte que pudo. Quiero a Carlos como un hermano, así me haya hecho sufrir como un demonio cuando tenía 17. Él era el vivo ejemplo de que los enemigos se pueden volver personas importantes para ti. A este loco lo quiero…lo adoro y fue el que hizo que estuviera con Diego, volverlo a querer tratando de ayudarlo con su caso. Todo surgió de maravillas. Es algo que no olvidaré.

-Gracias Carlos…

-David…me

-que

-¿me dejas? He querido hacerlo por mucho tiempo

Me miraba como gatito tierno, ya sabía lo que deseaba…

-ah…está bien, solo porque te quiero. Y porque-

-ZARQUITOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!!!

Me corrompía en sus brazos con un semblante de muñeco de trapo zarandeándome articulando mis extremidades de un lado al otro. Ya después me dejo en el suelo quebrándome casi las costillas.

-ufff que sacudón

-te amo Davidcito…te quiero mi amigo…-volvió a abrazarme

-yo también Carlos…

-¿te seguiré llamando vale?

-dale, no hay problema

-saludes a tu Diego, chao…

-chao…

Cogía sus maletas saliendo sereno del jardín de mi casa…volteando por el alrededor…guiñándome el ojo como último saludo. Las cosas de la vida, de verdad son las vicisitudes que pasan. Y no se…me daba desánimo dejarlo ir, porque ahora que es una buena persona, sufrió mucho por mi culpa. Y me hace sentir un poco mal. Aunque, como dicen por ahí, de los errores se aprende, te hacen luchar y volver a intentar y no irte por donde el mal te lo desea. Sonó religioso, pero es verdad. Me retiraba mis lágrimas inundadas en mi cara calmándome un poco, estaba ahí parado como un puto sin remedio. Hasta que-

-Hermaaaaaaaaaa ¿nos vamos? ¡Mira que estoy listo!

-dehmm…

-¿Herma estas bien? ¿Qué te dijo tu amigo? Se fue…

-pues… se despidió de mí, que nos veremos pronto- resoplaba con mi nariz. – ven, vamos ya, ¿tienes plata con que tomar algo?

-si

-bien, yo también llevo por aquí – cerrando la puerta, hacia una mañana refulgente.

-ya quiero ver como mi cuñadito va y les pega a esos sujetos pium pium y golpe y golpe

-yaaaaaaaaaaaaaaaa vamos pues.

Aun no sé qué hizo mi novio para que Toño lo quisiera tanto. En fin, Toño iba de bermudas negras con una camiseta blanca de caricaturas que el ve, un gorro rojo de los ‘Angry Birds’ tapándole el cabello. Por mi parte iba de camiseta blanca, Jeans holgados, mis tenis favoritos los cafés, haciendo conjuntos las medias blancas con la camiseta y un gorro negro de para atrás. Llevaba el cel, las llaves y mi billetera.

Listo para ver a mi Dieguito jugar.

////////////////

Todo estaba listo, era el momento para salir a arrollar, dar todo de mí. Someterme a los duros golpazos de los rivales, darán rebato incuestionable ante sus fuerzas pero no tendré compasión tampoco. Sin tanto rodeo mis pies residían en la arena helada de esparcimiento. Particularizando cada discrepante a mi lado. De uniforme naranja con negro, grandotes dinámicos con severa energía. Pero ya saben…tengo habilidades para estar relajado.

Imaginármelos sin ropa…con solo distinguirle los ojos ya podía hacerme una viva imagen de ese hombre más que todo por lo bien formadito que estaría. Apacible y manso. Es placentero conjeturar. ¿Qué hacía yo? Hacerle el amor al enemigo. Lo arrecho salva existencias a veces. Sin llegar a tanta…reincidencia.

No me fije en los demás, sabía que irían y residirían juntos para verme retozar. Aunque solo necesitaba orientarme en mí y en mis cuestiones. Estaba tan arrecho que solo vislumbraba cosas desmoralizadas en mi mente. Llevarme a uno de esos perdigones y desnudarlo, mamarle la polla y sentir como me disciernen sin compasión. Mi pene se sentía dificultoso por el preventivo en mi ropa interior adentro de mis suspensorios. Colocaba el protector bucal en mi embocadura, para prepararme

Skiller como era el capitán iba junto a los árbitros y concebían todo lo necesario para comenzar el juego, de quien atacaba y quien empezaba a dar los tiros, como en un partido habitual de fut. Pero yo estaba ahí ‘comiéndome al enemigo’ si no fuera por tanta gente en el publico me la estaría tocando.

-muchachos, a sus posiciones – nuestro capitán saltaba al acecho y se hacía cerca – recuerden la retaguardia, re-ta-guar-dia. Ofensiva y disparo, ¿listo?

-¡LISTOS!

El pitico de entrada chiflaba.

Todos íbamos y proporcionábamos nuestro mejor estacazo, solo dejar que ese disco rondara como pelota de pinball y aprovechar su bamboleo. La llevaban cerca mientras Renzo y yo traspasábamos hacia el campo contradictorio con nuestros palos zigzagueando dentro. De repente me la franquearon a mí, un pase largo porque constaban acorralados.

La dirigía como sabía hacerlo. Como un pedazo de carbón en la mano alternándolo de mano y mano para no quemarme. Igual con el disco, lo daba de punta en punta con mi palo de hockey mientras uno de ellos iba al guardia del prominente anillo negro. Precisarle la mirada detrás de ese casco negro con rayas de tigre anaranjadas, pero más que todo. Unos ojos negros. Mi imaginación dio rienda suelta a la perversión.

***

Estaba en un banco de los casilleros. Montando serenamente en una verga gruesa, desnudos completamente. De cabello negro y cara de hombre con barba, con un cuerpo bien formado. Oprimiéndome con su verga mi ano, de por encima a abajo con propulsión sin incumbir que me lastimara, solo abrigar el morbo y surtir de mi pene, un orgasmo que no sobrellevara nunca. Sin embargo apetecerlo hasta quedar extenuado.

Cambiar de perspectiva teniendo a ese macho de piel pulida e inserciones magnas con sus pies en mis hombros emergiendo su culo metiéndolo sin moral, sin pensar en su dolor… era apetitoso. Solo distraerme y con ganas de contraer sus paredes anales y verlo sudar. Con un mete-saca subterráneo apresando sus pezones. Un fuerte golpe de mis testículos cerca de los pelos de su hueco pulposo y plácido, jadeando ambos y recrear salvajemente, sin importar nada…arrimarme y besarlo con lengua hasta sacársela de su embocadura y corroerla junto con sus suculentos y ricos labios.

***

Deliberar en eso me hacía estimular a mil…pasaba el disco a Cayetano mientras este se adelantaba mientras otro lo asediaba. Íbamos para el lado contrario porque el redondel iba de nuevo con uno de nuestros contrincantes apurándome un poco hasta rebasar a mi zona. El chico aun me seguía delimitando la mirada y yo no iba a ignorársela. Por suerte pude ver el apellido de su uniforme…’Salamanca’

Grandes regazos, enérgicas manos y con su mecanismo del torso se veía algo grande, como Chris Redfield en esteroides con la mirada de un pakistaní. Esos ojos de gitano ambicioso era lo único que podía estar al corriente de su entelequia… de corromper mí depravada mente en todos los estribos posibles.

//////////////////

-Carajo de nuevo llegando tarde… ¿porque te dieron ganas de comprarte una paleta Toño?

-disculpa…

-¡vamos! ya que deben estar jugando

-¡ya voy!

Toño quiso comprarse una paleta que venía con un juguete adentro. Eso nos hizo desaprovechar más tiempo para ir a ver corretear el equipo de Diego. Estábamos en la acceso, cruzamos las demás pistas y empezamos a remontar escalas metálicas hasta divisar a los demás entre mucha gente. Y ahí estaban. Marg con un gorrito de lana, Javi, Carlo y válgame el cristo ¿esa es Karen? ¿Que se hizo en la cara?

-¿porque se demoraron? ¿Acaso no quieres a tu chico David? Ya van en la mitad del partido – Decía Karen

-perdón es que, no podía dejar a mi hermano solo en la casa, Toño no te quedes callo y se cortés. Saluda

-Holaaaaaaaaaaaaa

-¡Holaaaaaaaaaaaaaaa! – todos al unísono decían. Corriendo cabezas de menor a mayor, saludaban al vivaz niño timorato ocultándose la cara en su paleta.

-Karen… ¿porque tu cara está pintada de dos colores? ¿Vas a ir a la guerra? – preguntaba lameteando Toño

-¡¡¡me pinte así porque estoy animando a Diego!!! Mira Javi tiene una bandera de su equipo

-¿La quieres? – se la pasaba a mi hermano con la otra mano mientras seguía chupeteando

-Gracias, está linda ¿y dónde está mi cuñadito?

Ósea…la cara de todos a escuchar esa frase fue de platos blancos como sus ojos en órbita repudiada a miles de millas lejos de la tierra. Después se enfocaron todos en mí y comencé con mi cabeza a expresarlo…a enunciar lo que se sentía tan obvio ‘si, es mi hermanito y le acabo de decir cuñadito a mi novio’

-mejor…ves el partido ¿vale? – decía Poli mientras lo consentía

-siii ya lo vi, está jugando muy bien.

-¿van cuánto? 0 -0? – preguntaba

-si…-asimilaba que Margie me hablaba – pero están dándose áspero, está reñido

-como partido de selección, che que emoción – emocionado Carlo añadía – ¡que genial!

Solo me senté y comencé a ver a mi chico como jugaba pero, vi que tumbaron a alguien…

/////////////////

Tiraron a Cayetano por parte de uno de ellos. Pero solo hubo pito por el árbitro sin algo inusual mientras continuábamos con el partido. Renzo lo socorría estando yo con disposición a ver a mi enemigo. Varios forjando lo mismo que ellos. Correteaban unos con otros revelando la potencia y el imperio máximo que tienen, pero nos escudamos igualmente. Perdíamos demasiado tiempo

Luego, encaucé al ver al subsiguiente. Esta ver era uno de constitución media, parecido a mí y a Renzo, daba chance de distinguirlo por detrás porque se agolpaba en el medio descollando su espalda. ‘Machado’ en letras negras y relieve. De contextura pálida y ojos grises, de por sí, asemejaba su rostro unas cuantas pecas oscuras. Pero en tono varonil. Unos cuantos mechones de su cabello brotaban por detrás, castaños con negro.

Volvimos a acometer, esta vez iba con el disco y se lo franqueaba a Skiller este iba en sentido noroeste hacia el blanco refractario y después iba el tejo de paseo con Cayetano. Cerca de mi paso ‘Salamanca’ por un instante mientras al lado sin querer, se me había hecho ‘Machado’. Por una ojeada rápida pude puntualizarlo con lujo de detalle… por detrás de su casco, sin parar de verlo y después a la pista. Me había confirmado mis predicciones, tal como lo detalle, así era. Esta vez mi mente y la fogosidad del momento daban por concluida mis figuraciones y seguir con el partido, pero a su ver…comenzar con mi irrealidad indecorosa.

***

Esta vez…daba rienda suelta a soñar con regaderas…agua caliente y un lugar insociable donde solo se escucha el gemir de dos organismos yacentes en vehemencia y excitación. Era yo detrás de Machado con su cuerpo pálido y fresco como la nieve, su pelo mojado tapaba su faz mientras me dejaba hacer de él. Pajearme, besarme de lado por todo mi cuerpo y someterme la entrada con su lengua con algunas roídas fuertes y golpes salivales en mi discernimiento.

Su pene despacio con el refregón del agua y mi culo respingado, empezaba a introducirla usando su arma como una llave inglesa. Engendraba una pujanza monstruosa para metérmela. Sin dejar de pajearme y sin yo despegar las manos de la pared. El calor del agua caliente y ese dolorcito rico me dominaba sentirlo, apreciarlo.

Chocar sus bolas con las mías después de follarme como se debía. Esos cabales impresionantes de sacudir su pelvis mientras con cara de sufrimiento y suspiro, lo disfrutaba plenamente. Un suavecito y exuberante túnel en mi hoyito abrigaba el sabor gustoso de su pene mojado dentro de mí. Sin dejar de gemir. Levanté mi pie derecho para que sintiera más el frote.

***

Tengo una mente poderosa. Conjeturaba dejando notar una erección que gracias a los pantalones deportivos del uniforme, no dejaban apreciar semejante trama entre mis piernas. El disco se aproximaba a mí, después de uno de ellos se lo diera a ‘Machado’. No me quise quedar en lo seguro y me aventure. Salté sin importar el golpe de su palo para llevar el disco y aprovechar para cogerlo yo. Al sentir los pies en el hielo nuevamente cogí el disco y me imagine un palo de golf con una mano, apuntando fuertemente…el golpe fue tan eficaz que iba a gran ligereza. Cayendo en la red contraria.

Habíamos anotado

Bueno, yo metí el punto. El marcador colocaba su calificación mientras que los del otro equipo seguían sin nada. Sin querer sentí unos codazos y empujones de felicidad por parte de los cuatro chicos felicitándome y haciéndome sentir genial en ese instante, había vuelto a meter otra anotación y eso que no soy el que ataca siempre. Los demás celebraban. El público congratulaba y gritaban, otros se quedaban callados. Y por ahí a lo lejos frente a todos los demás, pude ver a mi chico…con todo mi amor trataba de que me mirara y así lo hizo.

////////////////

Notaba como Diego me miraba, de tanta emoción quise mandarle un beso de voladora, para que lo recogiera. Pero solo por los vigores del momento, pude levantarle el pulgar y guiñarle el ojo con todo mi cariño. Sé que se lo tomo bien. Porque hizo también lo mismo. Solo el pulgar. Volvían a su puesto de inicio para continuar con el partido. Ya faltaba poco, era tanto lo que se guerreaban que ya se iba a acabar y yo de pendejo por perderme bastante.

-Oye… ¿viste cómo te miro? –Poli allegaba de reojo mientras le acariciaba el pelo a mi hermanito

-si…jejeje solo pude guiñarle el ojo y levantarle el pulgar

-jajajaja oye Javi – se enfocaba en Javier – ¿cuándo viene la amiga tuya esa?

¿Amiga? ¿De que hablaba?

-ella viene ahora…es más. Creo que ya llegó – se levantaba y alzaba la mano, me volteé para ver quién era la susodicha.

Cuerpo bonito, pelo castaño claro, pestañas rígidas, ojos oscuros, labios normales, una nariz de reina y manos angelicales. Iba vestida con unos shorts de jean y una top rosada con un chaleco de mezclilla, sandalias y su bolso negro. Se saludaban de abrazo, miré un momento hacia el partido y después mire hacia la chica.

-Chicos ella es mi amiga del trabajo, se llama Maya

-mucho gusto a todos –

Su voz era tan pero tan porno que pensé que iba desnudarse después de su saludo

-ellos son David, Karen, el hermano de David Toño, Carlo y Margie

-Holaaaaaaaaa los saludaría como se debe pero…están viendo los demás y no quiero incomodar. ¿Te sientas conmigo Javi?

-si claro – la chica se sentaba al lado mío y Javi a hacia al otro, a este pendejo le brillaban los ojos cada vez que la veía, será que-

-y… ¿quién es tu amigo que juega?

-es el 12 – divisaba mientras ella lo localizaba.

-ooh, Riascos…que fuerte se ve…-esa cara que hacia no me gustaba

-sí, el acabo de anotar para el equipo.

-ooh interesante…

-si mira, y faltan apenas 12 minutos para que se acabe – animada indicaba la chica cocodrilo.

Por alguna razón no se…no me daba buena vibra, bella la chica y todo, pero daba señales de que era una cualquiera. Debe ser que Javi trata de conquistarla o algo parecido. Que sea cosa mío pero…no me agradaba. Me observaba a veces y me sonreía, hacia lo mismo también, pero falsamente. No me cuadraba algo de ella sinceramente, lástima que no sea de confianza para actuar. Me dispuse a seguir el juego ya que se iba a acabar dentro de poco.

/////////////////

Todos andaban de uno en uno estableciendo la retaguardia. Ninguno era competente de buscar algún punto gracias a la táctica del entrenador. Estar los cuatro como un dado marcando el 4 y después hacer zigzag, traspasando Skiller hacia donde estoy yo y o donde está el, Cayetano con Renzo y viceversa si tenemos el disco, si no ir adelante hasta agredir el enemigo.

Faltaba poco, esta vez la llevábamos, de a uno en uno instalados a diferenciar el golpe y pasarla a otro de mi equipo, pero…el destino me hizo una pasada impredecible. Salamanca y Machado estaban a mis lados. No podía pasársela a nadie porque estaba solo. La seguía trasladando sin frenos. De tanto estreñimiento y no dejar que nos embutieran una anotación, tengo que lograrlo. Tengo que seguir y relajarme. Aunque mi circunspección se había teletransportado hacia la cabeza de mi glande porque ese era el que inducía en esos instantes. La ayuda de mis rivales no sería lo más mortífero. Todo lo inverso.

***

Invadido de dos cuerpos deliciosos detrás de la cancha de atletismo cerca a la de natación. Los tres, acabados de salir del partido. Disfrutando de un trio apetitoso. Cogía por las nalgas a Machado mientras este corría su cabello mamando la verga de Salamanca. Con los pantalones abajo desabrochándonos el equipo de nuestro pecho. Metía salvajemente mi verga en su culito pálido como el de un mimo apretando su verga en mis manos gimiendo sazonadamente brotando unos leves gemidos cerca de la verga del barbudo.

Bajaba yaciendo mi pecho en la espalda del pelo lacio agarrando sus tetillas sin sacudir mi pelvis y mis nalgas fundando fricción y conmoción entre sus posaderas y mi polla. La fuerza que le engendraba a su pene de 18 centímetros fue tan adversa que al estirarle su frenillo hasta el tope jalando su cabeza rosada, comenzó a brotar lefa como la ubre de una vaca. De a varios trallazos llegando a la pierna de Salamanca, el resto en la gramilla y las ultimas gotas en mi mano.

El orgasmo estuvo tan placentero que la cara de satisfacción del chico era de ataque. Estremecido y algo rojo por su eyaculación placentera jadeaba con algo de semen en su boca. Lo acomodé despacio entre el pecho del peludo y mi espalda degustando de un beso entre ellos y unas cuantas mordidas y arremetidas de mi parte en esos dos cuerpos. Mezclando el sudor de los pechos provocando un suave calentón por nuestra cara y la elongación de nuestras tetillas en relieve.

***

Tomé acción de descarte y me fui de para atrás dejándolos desaprovechados en su estrategia, porque iban a quitármela. Los gritos de su entrenador eran tan contraproducentes que hasta el nuestro también hacia lo mismo. Iban a salir a la cancha por alguna razón, morían de ganas. Las venas le estallaban al nuestro de tanta gritería. Todo…en mí se tornó lento…

Como en las películas…ese momento crucial cuando los demás se te meten al acecho, y tus compañeros detrás…escuchar a Skiller decirme: ¡¡¡pa-sa-me-la!!! Estar estancado en mi zona. La verga se me iba a estallar al imaginarme tanto morbo conjunto. No era justo. Hago lo que sea para desagraviarme aunque…tengo a un chico con el que me gusta estar. Imaginármelo…quererlo y darle su consentimiento, mi cariño y afecto, no puedo ser el más descarado del mundo y lastimarlo con lo que pienso.

El coraje colapsó en mí y el tiempo dejó de solidificarse. Tirando el golpe del disco como un rayo hacia el capitán de equipo. Este de finalita lo despidió de una sin ninguno al acecho porque los 4 del contrario se abalanzaron en mí, abatido por cuatro mastodontes estuve en el suelo sin moverme. No sabía que me pasaba…

Era estar en mudo como un televisor. No oía nada, estaba en mis pensamientos, templado y sin ninguna devoción de enaltecer. Solo…quedé de rodillas viendo como la gente gritaba, celebraba, se emocionaba. Era lo más emotivo que podía pasar. Un estadio de fútbol…parecía eso. Un recinto con la solemnidad de los hinchas. Aficionados se mantenían vociferando el nombre de nuestro equipo. Como en blanco y negro, todo como las películas vintage del momento. Me paré sin desequilibrarme por las cuchillas de los patines. Estando todos los de mí equipo…reunidos.

Todo volvió a la normalidad después de ser sorprendido por todos. Sacudido. El color a mis apreciaciones había vuelto.

-¡¡¡¡¡¡Mierda!!!!!! ¡¡¡Diego ganamos!!! ¡¡¡Ganamos!!!

-verga no ‘joda Riascos ¡¡¡¡¡la sacaste del estadio!!!!!

-¡bien! Si no fuera por ese pase no hubiéramos anotado ¡¡¡sos un maestro!!!

Todos me felicitaban, mucha gente clamaba, el entrenador también venia por descuido se resbalo y se lastimo el codo, pero así se levantó y siguió para congratular, pero…si Skiller fue el que dio la anotación, solo se la pasé… ¿porque tanto alboroto?

-¡Bien maricón! sabía que podías hacerlo ¡¡¡sabía que podías!!!

-¡¡¡Si Diego!!! ¡Ganamos el campeonato! ¡Lo lograste carajo sos un crack! –Renzo me abrazaba y se dedicaba con amor hacia mí. – Ahora ve y festeja con tu chico…- apartándose de mí. Aun no podía meditar.

-¡Maricas! ¡¡Hoy celebramos por que celebramos!! – Gritaba nuestro líder a la par de un ¡sí! De parte de todos, hasta los de reemplazo.

Yo solo, me aparte…dejar que celebraran juntos y fuerana disfrutar de su copa. Muchos bajaban. Salí de la zona para quitarme los patines y tomar mis cosas. Colocarme mis tenis, quitarme el protector y disponerme a descansar después de todo ese ajetreo del partido. Ni yo sabía porque estaba actuando así. ¿Qué fue lo que sucedió? En un momento quería destrozarlos a todos y almorzarme literalmente al adverso pero. Fue más que todo un suceso inesperado. Que podía hacer…no sé porque me siento culpable y aun con las ganas de satisfacerme manualmente.

-¡QUE PASA PUES! Venga para acá mijo que la estrella merece estar celebrando.- decía el entrenador eufórico.

-voy…ya voy entrenador…

Termina con esto y ya, solo termínalo, salgo de todo esto y me largo, pensaba. Nos llevaban hacia el podio de campeones mientras los demás se reunirán para una foto. Les daba algo de inestabilidad estar todos en patines y yo ser el único con los tenis blancos. Foto conmemorativa, más el trofeo de premiación. Dorado con un jugador de hockey haciendo un lanzamiento alto. Resaltado en letras en relieve: para el mejor equipo del municipio_Los Dragons. Creo que el entrenador o nuestro capitán se quedarían con él.

A la final los Tigers se despedían de nosotros estrechando nuestras manos a cada uno, de los 5 más los dos 3 suplentes, estaba de cuarto. Veía como pasaba cada uno. Hasta encontrarme estrechando palmadas con su capitán. Sin su casco, me lo imagine a la perfección. Pelo corto. Barba pronunciada, una sonrisa de puta madre y su cuello masculino embarnecido por esos vellos. Pero más que todo esa mirada de gitano. ‘Salamanca’

Pasaban dos más y después Machado hacía de las suyas. Digamos que, podía resplandecer el metalero a su alrededor. De cabello largo hasta los hombros, con una mirada penetrante, carita virgen y blanco como un enfermo después de una convulsión. Justo como suponía, me mostraron fue su personalidad por medio de sus miradas y de ahí todo fue de pie con bola. Justo en el momento para apetecerlos como se debía.

Ganamos, podemos ser parte del equipo de las regionales y conformar un gran número de 22 jugadores. Para así ser bien representados por el país y calificar nuestras destrezas. Quizás…pero, no es lo que yo quiero por ahora. Esto fue por pasatiempo. Mi mente esta en mis estudios para ser doctor. Puedo tomar decisiones con antelación. No es motivo para rendirme. A la final todos se metieron a las gradas y a escuchar la celebración del calvo de nuestro entrenador.

Será largo…

______________

-¡Diego! ¡Que alegría! Ganaste hermoso – Marg me daba un abrazo después de haber salido por fin.

-Gracias linda

-Felicidades viejo, lo hiciste muy bien – me decía Javi – mira te presento a una amiga, se llama Maya quiso conocerte después de que le platique sobre ti.

-Mucho gusto Diego – me saludaba de beso y me miraba con algo de picardía – felicitaciones

-gracias…un placer.

Todos ahí me hacían bloquear lo que yo quería en ese momento. Aunque, me sentía mal todavía. ¿Pero porque? Porque putas siento esto de culpa. Me mataba todo esto, y a su vez quería tener privacidad para estar a gusto conmigo mismo. No decía nada, dejaba que todos ellos hablaran por ahí…y solo enfocar mi mirada en

-Herma no quiero ese chicle ¡sabe amargo!

-está bien, me lo comeré yo, no habían de los que a ti te gustaban.

-bueno…¿ me comprarás una paleta después cierto?

-claro que si después de ir por-

Daba alegría verlo…detallarlo y percibirlo de lejos. Con su gorra para atrás, reluciendo los cabellos de su frente. Sonreía como lo más admirable y descomunal que podía haber. Sin pensarlo ni darle vueltas a mis dudas, corrí hasta él. Agarre su mano y sin importarme las miradas de los demás, me lo llevé por un lugar que yo sabía que iba a tener privacidad.

/////////////////

¿A dónde carajos me llevaba? No decía nada, solo trataba de zafarme y que me escuchara, pero el ganador ovacionado del partido no me hacía caso. Iba corriendo con su uniforme sucio y con unas cuantas partículas de hielo por los entrelazados de su uniforme. El apellido de su nombre estaba tan sucio que no se diferenciaba muy bien. Me llevaba hasta las canchas de beisbol. Pasando por una que estaba al aire libre. Hasta llegar a una de dos portones. Dejo de apretarme la muñeca y por fin decirle

-¿se puede saber porque putas nos fuimos así? Quieres decirme algo o-

-¿cállate quieres? ¡No quiero ruido!

-qué fue lo-

-¡que te calles mierda!

Quede en silencio, lo dijo tan groseramente que me exaspere un poco. No me gusta esto de esconder cosas y llegar a más divagaciones uno por uno, me fastidia. Iba a seguir con mi arremetida sin embargo. Cayó un chispazo en la cerradura del portón de la puerta, abriéndola con fuerza. Retornando a arrebatarme de la mano dentro de ese lugar oscuro.

-coño suéltame m-e estas lastimando ¿qué te pasa?

-no me pasa nada…

-¡te pasa algo! ¿Puedes soltarme y decirme que te sucede de una puta vez? ¡Maldita sea!

No me escuchaba. Esto…me hizo acordar de una escena similar con Richie…sin parar de insistir, veía que el lugar cobraba luz. Era…

Una cancha de futbol para practicantes, creía que era solo una.

De tamaño medio, con escalones alrededor, oscura porque era blindada a sus alrededores, pero el sol iluminaba el lugar en toda la mitad del campo estando pacíficamente la zona. Podía distinguirse el cielo azul y las nubes, iluminando varias partes… Así que ese establecimiento abandonado, era una cancha de futbol sin usar…la grama verde con las marcas de tiros algo desteñidas. Estábamos en la zona suroeste después de abrir la reja llena de polvo. Derrumbando su maleta al suelo.

-¿porque me trajiste aquí?…

-te hice una pregunta Maricón ¿porque me trajiste aquí? mierda ¿quieres que me enoje contigo? ¡Puedo hacerlo!

Maldita sea, el cabrón de mierda no me expresaba nada. Empuñaba más sus puños pero a su vez. Temblaba

-¡¡¡DIEGO!!! ¡HABLAME DE UNA PUTA VEZ! ¡BASTA YA! NO QUERO QUEDAR ASI DIME POR-

Fui interceptado por su blando cuerpo, devastados en el pasto…besándome incandescentemente. Quede sorprendido porque yo sin regocijarme de su beso, solo utilizaba mis labios para complacerlo, pero estaba aún sin disfrutarlo, mis ojos no disfrutaban del instante.

-porque… ¿porque haces esto?

-yo…

-porque de repente me traes hasta acá sin respuesta, me tiras, me respondes feo y después ese beso…que…

-discúlpame por no decirte nada…es que…

-que, dime…

-no se…me siento culpable por todo esto…

-¿culpable? – ¿de que hablaba?

-mira…yo estuve todo el tiempo imaginándome cosas acerca de folladas y mamadas con los del otro equipo. Imaginarme todo eso no sé, me hizo dar fuerzas para poder actuar y ganar en el equipo…

-espera… ¿estabas cachondo mientras jugabas?

-si…pues, me siento algo mal por eso, no sé porque, puede que sea muy buenecito e inocente con esta mierda que me acaba de pasar pero…me di cuenta que me siento así es por ti

-por…mi

-porque en vez de estar imaginándome con otras personas…no lo hice…contigo.

Eso ultimo…fue lo más tierno del mundo, lo más cursi y empalagoso que pueda pasar, así como cuando le pedí que volviéramos de nuevo. Ósea, para tanta melosería hay que meterla en un frasco. No lo sabía…de verdad, era algo tan llano y tan poco predecible que la rabia se me quitó. Ni que fuera un pecado saborearse a otros hombres. Lo que puede hacer el morbo de las personas. Miraba para otro lado, pero lo que hice fue besarlo esta vez yo. Percibiéndolo de verdad, esta vez con demasiado cariño.

-Diego jajajaja – de tanto reírme se me cayó la gorra.

-¿qué? No es gracioso…

-puedes imaginar lo que tu quieras, no seas pendejo ¿me iba a enojar por eso? para nada. Es más…me provocó calentura eso.

-¿en serio?

-toca – puse su mano en mi paquete. Este lo amoldaba y lo sentía sabrosamente.

-no sabes cuánto me alegra que se haya despertado.

-aprovechemos el escenario…

-todo lo que vos queras…

Ahora el semblante de mi chico era el mismo, ya no era de tanta mierda y de tanta pendejadas. Esta vez iba a consentirlo como se debía. Besarme con él, tirados en la manga de una cancha de fútbol. Donde el sol trataba de presenciar también lo mismo. Rodando como rodillo para hacer el pan llenándonos de hojas, ramas disfrutando de esos labios que me electrocutaban y me volvían loco. Usando nuestros besos de pato estando cerca de la luz del sol, sin importar lo que se nos pegaba de la ropa.

Y esa fue lo que menos queríamos en ese instante. Mi camiseta iba volando por ahí, su uniforme era de ayuda para acostarnos en el, un zapato por aquí, el pantalón por allá, la hebilla de mi pantalón casi choca con su hombro, su sudadera se la colocaba en su cabeza jodiendo la vida terminándosela yo de quitar de su cabello. Estaba en boxers solamente y el con unos Jockstraps negros bien ricos y las medias del hockey. Lo aferraba como una llave de lucha por sus caderas. Como una especie de pelea agarrándonos los mandos arremetiendo con fuerza nuestros brazos.

No parábamos de reírnos y dejar que nuestros penes se posicionaran con fuerza en nuestras acogidas. Tocaba el bulto del campeón, se sentía mojado, algo húmedo y baboso. Debió haber sido por la imaginación trabada que logro cumplir, debe de tener buenas ilusiones, porque este pene está a reventar…

-¿Queres que te la haga? – hablaba agitado y caliente

-yo quiero es la tuya…-comenzaba a tocarme la mía despegándola hacia arriba.

Retiraba mi bóxer tirándolo cerca de la luz que trataba de meterse por el tejado. Comenzaba a masturbarme rápido pero sutilmente dándole picos en mi glande hasta emblandecerlo con su rica boca, fría al tacto y con unas cuantas lamidas cerca del tronco estirando mis bolas. Lo hacía tan rico que pensaba que me iba a correr en pocos instantes. Me tiré al suelo dejando que él se me montara encima metiendo mis dedos por debajo del elástico del jockstrap. No podía percibir su pene, tocaba toda la mitad de mi pecho. Así que podía jugar con algo que me mataba hacerle…mamarle su culo. Mientras el me la mama.

-afffffffffffff que rico…

Su esfínter dejaba de hacerme esa mueca y se contraía más de lo normal…usaba mi lengua como una especie de dedo tratando de usar la punta para penetrarlo, sin dejar de sentir esa abertura caliente y sabrosa en mi pene. Usaba los dientes a veces palpándolos con mi glande. Sentir esa corrosión me hizo botar algo de precum, llenado su boca de líquido preseminal. Me encantaba.

Estar ahí y mamarle el culito a Dieguito era estar en el cielo. Sentir su sudado cuerpo tocando sus talones con mi cabeza, me ponía más de lo normal…me hacía levantar los pies para buscar mi hoyo. En ese instante, en esa posición podía ver su verga toda lubricada y rica para ser en salivada. Encorve vi espalda un poco y comencé a mamarla mientras el consentía mi culo con arremetidas de baba y morreo.

Estar así por minutos, era sabroso. Cada vez que gemíamos, hablábamos y nos consentíamos, nos lo hacíamos saber. Mi cara y mi cuerpo estaban tan calientes que quería estar apetecido de su verga. De sentirla con mi culo y poder botar todo ese éxtasis adentro. Daba unas cuantas palmaditas en su rico trasero para que se acostara donde yo estaba. Me hice cerca de toda nuestra ropa para no sentir la gramilla, cerca de donde Diego se acostaba.

Dejaba que mi hoyo gracias a su lubricación de ahora, iba delicadamente hacia abajo, pero esta vez se metía entre la sensación más rica del mundo, por sentir ese baboseo sabroso adentro mío. Empezaba a bajar suavemente. Estaba acostumbrado a medir el grosor y el tamaño de su pene, mi esfínter estaba moldeado ya con su contextura, consintiendo mi hueco remontando sin compasión. Un dulce correteo se imponía en mis pies y cerca de mi espalda. Más junto con la sensación de la grama en mis pies, con esas hojitas me cosquilleaban las plantas disfrutando de la penetración.

-Te…te t-¿te gusta?

-me encanta ahhhh que rico…ahhhh

-si David…quero que sufras…grita…quiero que grites

-ah…ahhhhhhhh…ahhhhhhhhhhhhh arghhhh!!!!

-eso…ah! Ahhh sii…oh…siii…grita…grita

-AHHHHHHHHHHHHHH guevon ¡más duro! Aghhh

El eco iba destruyendo mis gritos…estábamos escondidos, necesitaba callarme…

-me correré…David…me correré

-lléname el puto culo de lefa…dale…

-córrete tú también maricón…

El golpe de mis nalgas cerca de su ropa interior reveladora, y sus bolas rozando mi cuerpo, hacían apreciar ese poder de querer y de surtir todo. Los trallazos satisfactorios no se dejaron resguardar. Botaba demasiado. Como un chorrito de agua lleno de delectación. Una leche deliciosa se procreaba en mi culito rebotando ese calor y el olor de cloro y hombría. Me encantaba. Soy afortunado de vivir esto…el lugar más loco donde lo he hecho. No lo iba a olvidar nunca en la vida. Caía en el pasto boca abajo. Mi culo estaba obsesivamente embarnecido en semen. Me estremecía sabrosamente mientras él me miraba como marmota…sereno

-¿qué estás haciendo pendejo?

-jajajajaja nada…que pues…estoy tranquilo ya.

-yo también…necesitaba hacerlo…

-carajo es uno de los mejores que hemos hecho Diego

-no lo niego David

-hahahaha – me acostaba en su pecho mirando el tejado y las nubes pasar…

-felicidades campeón…

-gracias…

-¿piensas irte con los demás? ¿A participar en el equipo grande?

-no creo…eso sería dejarte. No me gustaría.

-oh… ¿en serio?

-no quiero irme

-emmm…

-yo por mí, estar así todo el tiempo. Mirando el cielo…

-podemos hacer eso…

-¿Y cómo?

-salgamos de la ciudad, disfrutemos de estar al aire libre

-estamos al aire libre…casi

-jajajaja lo sé ¿qué te parece?

-estás lleno de buenas ideas David.

No pude aguantarme. Mirarle esos ojos tiernos entre todo ese pasto alrededor y besarlo tiernamente. Sin apartarme de su nariz. Pero no podía quedarme así porque-

Carajo…dejé solo a mi hermano…mierda me van a matar…

_______________

Saludos a todos, espero que les haya gustado esta parte, creo que ya el relato tiene sus dias contados en está temporada jajaja como 6 capitulos faltan. asi que no se, espero los comoentarios abajo, o me dicien sus opinones por correo que siempre las respondo, y por el facebook tambien. soy muy activo ahi jajajaa

un adelanto. D y D estarán en una reserva ambiental e irán a acampar. irán con sus amigos y una que otra personita por ahi. saldran lbien librados en su salida? eso se verá en el proximo.un abrazo grande

Subzi aka zerosubzero

Las largas noches de invierno

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Los inviernos en la mancha son tan largos y fríos que pasas en casa encerrado más tiempo de lo normal.

Si eres un anciano lleno de achaques eso no suele ser un problema, por eso a mi abuela le encantaba el invierno. Pero si eres un adolescente con las hormonas en pura efervescencia, ese largo periodo de aislamiento, es más que probable que acabe logrando en ti comportamientos y conductas que no se darían en una persona que pisara la calle con mucha más frecuencia.

No voy a culpar a mi madre por ello. ¡Ella hacía lo que podía trabajando en ese restaurante de carretera hasta altas horas de la madrugada para poder alimentarnos!. Ella pensaba que dejándonos a dormir en casa de la abuela solucionaba por completo el tema de la atención que mi hermano mayor y yo requeríamos.

Pero mi abuela pensaba que a partir de las siete de la noche en la que la oscuridad reinante en la calle era notable, era la hora ideal para que todos nos acostáramos.

Mi hermano mayor y yo solíamos obedecerla, … al fin y al cabo era ella la encargada de hacernos la cena. ¡Si no le hacíamos caso no comíamos! …¡así que puntuales como un reloj suizo mi hermano y yo aparecíamos en la cocina con el pijama puesto dispuestos a cenar rápidamente para poder irnos a la cama!

Mi abuela estaba encantada con nosotros, …¡jamás había tenido ningún gesto de disgusto por nuestra parte! …¡Cenábamos y nos íbamos a la cama como corderitos obedientes!.

Pero Julián y yo guardábamos un pequeño secreto. Cada noche esperábamos pacientemente a que la abuela se acostara para ir corriendo hasta la sala de estar para poner la tele y estar viéndola hasta que nos dieran las tantas. ¡Al día siguiente no había Dios que nos levantara para ir al instituto, pero ése era un daño colateral que estábamos dispuestos a soportar! …

¡Las películas de Pajares y Esteso tenían la culpa de esa tremenda actividad nocturna!

Se podría hasta decir que esas primeras imágenes de tetas y culos son las responsables de las primeras pajas de mi adolescencia. Pero esas películas, que vistas hoy en día nos parecen hasta inocentes, iban a tener la culpa de todo lo que me acabó pasando después.

Mi hermano y yo devórabamos las imágenes esperando y celebrando con fervor la aparición de alguna teta dispersa que hiciera que nuestra calentura se avivara. ¡Un poco después cuando los dos creyéramos que el otro se había dormido ya, … empezaba la fiesta nocturna que cada noche se celebraba bajo las mantas!

El pijama se bajaba hasta las rodillas haciendo que nuestras pollas, ya duras se rozaran con las sábanas de felpa. Una fugaz mirada al que dormía al lado te garantizaba que tu hermanito pequeño dormía y después de eso …ala …¡a darle al manubrio hasta soltar un lefazo que te dejara dormir como un lirón hasta el día siguiente!

***

Durante esas largas noches de invierno, yo jugaba el rol del hermanito pequeño. Ese que no se enteraba de nada de lo que hacía su hermano mayor cada noche porque dormía plácidamente. ¡por eso no había ningún problema en dejarlo que se quedara a ver esas películas picantes contigo! …¡Yo me dormía nada más meterme en la cama, … permitiendo que mi hermano mayor se pudiera pajear a gusto!

Pero esa noche todo estaba dispuesto a salir mal. Empezando por la película que echaban en la tele. Esta vez solo salía Andrés Pajares. ¡Mal pensé yo mientras empezaba la película! …¡Me gustaban mas las pelis en las que salía también Fernando Esteso! …¡Mi hermano y yo nos reíamos a carcajada limpia con esos dos! ¿El nombre de la peli? …¡Brujas Mágicas! … El argumento, no lo recuerdo muy bien, se que el protagonista era un molinero, y por el nombre debería salir en ella alguna bruja. ¡Brujas no lo se! …¡Pero Tetas, … si que salían! …¡En una de esas escenas el protagonista se metía con tres tias en pelotas dentro de un montón de harina! …¡Yo estaba súper cachondo pensando en el tremendo pajote que me iba a hacer después de que mi hermano se durmiera! … ¡Cada noche después de que mi hermano mayor se corriera, esperaba un par de minutos y al oírlo roncar empezaba yo a pajearme!

***

El resultado es que cada mañana amanecía la habitación con un olor insoportable. ¡Pero lo peor eran esas sábanas de felpa! …¡En ellas las corridas resecas, eran la prueba inequívoca de la tremenda actividad nocturna que se desarrollana bajo las mantas! …¡o mi abuela no se enteraba de nada, …o era la perfecta encubridora ante nuestra madre de que tenía a dos pajilleros por hijos!

***

La putada fue que esa noche nuestra abuela si nos acabó cazando. Mi hermano y yo reíamos a carcajada limpia las ocurrencias de Ozores y la simplez de Pajares, cuando la vimos aparecer con esa redecilla en el pelo que le daba un aspecto todavía más tétrico a la escena

¿Se puede saber que estais haciendo los dos a estas horas? …¿Quién os ha dado permiso para poner la tele? …Dijo ella con el cuarto todavía a oscuras. ¡Fue una suerte que no diera la luz! …¡Si no hubiera visto como sus dos nietecitos queridos se levantaban del sofá y salían rumbo a la habitación luciendo una enorme tienda de campaña bajo el pijama!

***

En casa de la abuela había tres habitaciones. La de ella estaba junto a la salita donde estaba la tele, mi abuela la prefería porque era la que estaba más cerca de todo y no había que atravesar toda la casa para llegar hasta las otras dos habitaciones, se llegaba a ellas después de atravesar la cocina y un pequeño patio en el que hacía un frío de muerte. El único aseo de la casa estaba también en ese patio pero ni mi hermano y yo no lo usábamos durante la noche para mear. ¡El orinal que había bajo la cama era perfecto para no pasar frío!.

Cuando nos quedábamos en casa de la abuela mi hermano y yo dormíamos en la única cama de matrimonio que tenía la casa. Esto no fue siempre así, antes de eso en esa cama dormíamos mi madre y yo, pero desde que empezó a trabajar en la cocina de ese restaurante de carretera y empezó a llegar tan tarde a casa, empezó a sentirse culpable porque me despertaba a su llegada. Al día siguiente no había dios que me levantara por lo que el cambio que nos propuso a mi hermano y a mi era que los dos nos metieramos en la cama de matrimonio y ella ocuparía la que hasta ahora era la habitación en la que hermano mayor se pajeaba bien a gusto cada noche después de ver las películas

A Julián le hizo puñetera gracia el asunto pero al cabo de un mes se acababó acostumbrando a la inquisidora mirada que le daba a su cuerpo cada vez que lo veía desnudarse delante de mí para ponerse el pijama

***

Esa noche ninguno de los dos queríamos dormir, pero no nos quedaba otro remedio. ¡Sabíamos que si volvíamos a la salita para poner la tele noche acabaríamos cobrando, así que llegamos a la habitación sin nada de sueño sin saber que en ese lugar estaba a punto de desarrollarse el desastre!

Mi hermano se agachó y sacó el orinal que había bajo la cama. Sin darse la vuelta para ocultarse se sacó la polla algo morcillona por las imágenes de la peliculita y empezó a soltar el caliente chorro de orina que sonaba metálico al chocar con las paredes del recipiente. ¡yo debía esperar a que el acabara para poder mear, así que no me quedaba otra que mirar furtivamente esa polla que por primera vez le veía a medio empalmar!

Mi hermano tenía solo un par de años más que yo, pero su polla era casi el doble de grande que la mía. Sus pelotas estaban totalmente cubiertas de vello y unos pequeños pelillos le subían por la pelvis hasta rodearle el ombligo

El no apartaba la mirada de mi cara mientras meaba como escrutándome con la miraba. Por un momento pareció que estaba a punto de decirme algo, pero se detuvo. ¡Acabó sacudiéndose la polla de las últimas gotas de orina, y se la guardó bajo el pijama mientras me alcanzaba el orinal!

!Tu turno Juanito! … Y no me la mires tanto que me voy a pensar que eres marica

***

En ese momento me di cuenta de que mi hermano se había dado cuenta de todo. Pero decidí no darme por aludido y dándole la espalda me puse a mear como si nada.

Mientras lo hacía no dejaba de pensar en la visión de la polla de mi hermano. ¡Juraría que al guardársela la tenía aún más empalmada que cuando empezó a mear! Pero eso solo eran imaginaciones mías ¿Cómo iba a ser eso posible?

¡Vamos Juan apaga la luz y métete en la cama! …¡No querrás que la abuela venga a echarnos otra vez la bronca! …

¿Y este repentino interés por que me acostara a que venía?

¡Nada más apagar la luz, supe que las preguntitas de mi hermano mayor todavía no habían terminado!

Me acababa de meter en la cama cuando lo oigo de nuevo …

¿Juan tu eres marica verdad?

¡Y tu eres gilipollas! Le contesté sin dudarlo

¡Venga hombre no te enfades! …¡Solo era una pregunta! Además que sepas que si lo eres no pienso decírselo a nadie. ¡No tengo nada contra los maricas! …¡cuantos mas maricas haya en estepueblo mas tias podré follarme!

¡Yo no soy marica! Le dije más cabreado aún

¿Y cómo lo sabes?

¡Porque lo se!

¿Y porqué lo sabes?

¡Porque si!

¿Sabes una cosa? ….¡Podríamos hacer una prueba para ver si lo eres!

¿Qué clase de prueba? le pregunté, mientras pensaba en qué diablos estaría tramando

¡Mira toca! … Su mano me había agarrado de la muñeca y llevándola hasta su entrepierna hizo que me encontrara con su polla toda dura y totalmente descapullada.

¿Cuando se había quitado el pijama?

Julián tenía que habérselo quitado al meterse en la cama, mientras yo me daba la vuelta para mear en el orinal y evitar que me viera el tremendo empalme que se me había puesto

¿Te gusta?

¡No! …¿porqué iba a gustarme?

Porque no me la sueltas…¡A los maricas les gustan mucho las pollas! ¡Están obsesionados con ellas!

¿Y cómo sabes tú todo eso? Le pregunté mientras se la soltaba con cierto disgusto. ¡Posiblemente no tendría otra oportunidad como esa para poder tocársela!…¡Pero no podía dejar que mi actitud le confirmara lo que ya sospechaba!

¿Y cómo sabes tú tantas cosas de los maricas? Volví a insistirle

¿Yoooo? ….¡Porqué en la pandilla lo hemos hablado algunas veces! …¡Fíjate que en este pueblo hay un montón! …¡Algunos hasta están casados y con hijos!

¿no jodas?

¿no te lo crees? Dicen que a Germán el de la bodega su mujer lo pilló en la cama con dos tíos que trabajaban para él. ¡Échale mano el tiempo que llevarían follándoselo, sin que ella lo supiera!

¡Pero hay más! …A Luís el peluquero dicen que le encantan las pollas mas que los pitis.

¡En ese momento pensé en lo difícil que era eso, ya que cada vez que había ido a pelarme siempre había visto a eso tío con un pitillo en la boca!

… ¡Hasta el Dani lo es!

¿Quién tu amigo?

¡Si puedes creértelo!

¡Pues la verdad es que no! …¿Cómo va a ser marica?, … si esta saliendo con la tía más buena del pueblo

Ya pero por lo visto el año pasado lo vieron subirse a la caravana de unos feriantes.

¡Por eso tenía tantas fichas el cabronazo! ¡Se ve que cada vez que lo enculaban en esa caravana les sacaba algún viaje gratis!

***

¡Aquello me estaba poniendo cada vez más cachondo! Mientras me imaginaba todas esas escenas mi mano jugaba con mi polla que cada vez estaba más dura bajo el pijama

¡Tu también te has puesto cachondo! Me dijo mi hermano mientras me la agarraba y empezaba a pajeármela.

No, … me he puesto así por la peli.

Mi hermano se estaba cansado de tanta tontería y con la mano que le quedaba libre, me volvió a agarrar de la muñeca para volver a colocarla sobre su polla

Instintivamente comencé a meneársela como si se tratara de mi propia polla. ¡Menudo estirón había pegado la jodia! ¡No me cabía en la mano!

¡Si yo creo que tu también eres marica! Dijo con un suspiro.

¡No se porque lo tienes tan claro! …¡Tú también me estás pajeando! ¿Porqué tu no lo eres?

¡Porque a mi no me gusta chuparla! …¡Ya verás como a ti te encanta! … ¡Levántate y dale a la luz! ….¡Quiero ver la cara que pones mientras lo haces! …¡Si pones cara de marica es porque lo eres!

¿Y si viene la abuela qué? …¡Acababa de perder por completo el sentido! …¡No lo cuestionaba por lo que me había pedido, …sino por el hecho de que podían pillarme haciéndolo!

Lo único que tienes que hacer es echar el cerrojo, así la abuela no podrá entrar.

¡Como no me decidía mi hermano apartó las mantas hacía un lado haciendo que todo mi cuerpo se quedara en pelotas! …¡el frío que hacía en esa habitación cuando te destapabas me golpeó haciendo que me encogiera! …¡Pero el siguió insistiendo!

¡Venga! …¿de verdad que no sientes curiosidad por saber qué se siente al chuparla?

¡Vale! …Lo haré, … ¡pero sólo si después tú me la chupas a mi!

¡Venga! …¡Te la chuparé yo a ti también después de correrme pero vamos a darnos prisa que hace un frío de muerte y no quiero acabar resfriado!

***

Los recios calcetines que llevaba puestos no evitaron que se me helaran los pies por completo cuando los deposité en el suelo para caminar hasta la puerta. ¡encendí la luz y mientras los ojos se acostumbraban un poco a ella, vi como mi hermano me miraba desde la cama! …¡Había apartado las mantas totalmente y estaba pajeándose mientras me esperaba!

Con sigilo fui moviendo el cerrojo que bloqueaba la puerta por dentro. Durante años había usado ese cerrojo para librarme de que mi hermano, la abuela o mi madre me dieran alguna paliza por haber hecho una trastada, pero ahora había descubierto definitivamente para que lo habían puesto allí antes.

En los años de la posguerra las casas antiguas de la mancha eran una especie de comuna donde convivían varias familias en un espacio muy reducido. A veces todos los miembros de una misma familia ocupaban la misma habitación. ¡Estoy seguro de que esta era la única forma en la que mi abuelo y mi abuela podrían disfrutar de algo de intimidad para poder follar a gusto!

Cuando corrí hasta la cama mi hermano abrió las piernas haciendo que me metiera entre ellas. Al taparme con las mantas mi cuerpo recuperó rápidamente algo de la temperatura corporal que acababa de perder.Julián se subió un poco hacia arriba mientras apoyaba la espalda contra en cabecero.

¡Tápate, bien y deja solo la cabeza fuera! …¡Es lo único que vas a tener que usar para comerte mi rabo!

¿pero y si no me gusta?

¡Si no te gusta, … me lo dices y volvemos a las pajas! … eso si te gustaba, ¿verdad?

¡Un poco!

¡Vale, … tienes que empezar haciendo lo mismo! …¡con la mano me la pajeas bien despacio y con la lengua le vas dando pequeños lametones! …¡Piensa que estas a punto de comerte un helado! …¡Pero no la muerdas! …

Sin pensarlo le solté un primer lametón que recorrió la base del capullo. ¡Este reaccionó dando un respingo! …¡fué gracioso ver como con solo un lenguetazo esa polla se movía como si tuviera vida propia!

¿que tal sabe?

¡No sabe a nada!

¡Hazlo un poco más despacio y ya veras como notas el sabor!

Volví a intentarlo y efectivamente un regustillo como a salado golpeo mis papilas.

¡Sabe como a salado!

¿te gusta? …

¡Psss, … no se! …¿y a ti?

¡A mi me encanta!

¿te gusta chuparla? …¿a quién…se…?

¡no tontaina! …¡Digo que a mi me encanta, que me la chupes! …¡Vamos sigue!

Engullí el capullo en su totalidad y entonces la mano Julián se depositó sobre mi cabeza. Ligeramente empezó a empujar, quería que me la tragara, pero yo no estaba dispuesto a seguir con eso. Sacándola de la boca le dije, …

¡No te mees! …¡Eso no me gusta!

¡Que no tonto! …¡Tu chupa despacio! …¡Cuanta más saliva le pongas mejor!

Haciéndole caso llené la boca de babas y empecé a deslizarme engulléndome todo el pollón. Sus movimientos alzando la pelvis para meterme su duro rabo aún más dentro de mi boca me animaban a no desfallecer en el intento. Tener que abrir tanto la boca y tan seguido hacía que me doliera un poco la mandíbula.

De vez en cuando mi hermano me pedía que me la sacara, para ello tiraba ligeramente de mi pelo. Entonces yo se la pajeaba lentamente mientras lo miraba esperando que me diera alguna instrucción. La saliva ayudaba a que mi mano se deslizara con mucha más suavidad.

¡Buahhh, no te haces una idea del gustazo que me está dando!

¡Como sigas a ese ritmo no voy a tardar en correrme!

¡Si te corres avísame que me da mucho asco!Le dije mientras me volvía a engullir su rabo hasta la mitad

¡No te preocupes si tú vas a ser el primero en notarlo! … ¡Qué gustazooo dioosss!

¡Me la saqué y volví a insistirle, … acuérdate que luego me lo haces tu a mi!

¡Siiiii te lo prometo pero haz el favor de no parar! …¡Me encanta eso que haces con la lenguaaa!

Mi hermano debía referirse a esos chupetones que le daba al capullo! Y que estaban logrando que su polla y sus pelotas no dejaran de moverse.

Apenas tuve tiempo de apartarme cuando lo oí decirme entre suspiros…

¡Me corrroooo!

¡El primero de los lefazos me entró directamente en la boca! Me aparté para protestar pero fue peor, ya que un segundo trallazo me dio en todo el ojo.

Julián al ver cómo me había olvidado por completo de su polla se la agarró para seguir agitándola mientras la leche no paraba de salir saltando hacia: … su abdomen, …otro a mi cara, …otro a las sábanas, …y el último a mi pelo …

¡Buah chaval, menudo gustazo, …esto hay que repetirlo!

¡Será para ti, …al final no me has avisado y te has corrido en mi boca y por toda mi cara!

¡Es verdad estás hecho un cristo, pero la culpa es tuya por sacártela! …¡Tienes que esperar a que acabe y luego tragártela o escupirla!

¡Tu no estás bien! … ¡Sabe fatal! … ¿Cómo voy a tragarmela? ¡Que ascoooo! …¡A ver cómo lo haces tú ahora listo!

¿Yooooo? …¡No pienso ahorrarme al pilón, como mucho te termino con la mano!

¡Me habías dicho que lo harías tú después!

¡No pienso mamártela porque yo no soy marica!

Mientras me decía esto se incorporó un poco para coger su pijama que estaba junto a la cabecera, para enfundárselo y darse la vuelta dejándome con la cara llena de lefa, … pero con ese sabor amargo en la boca que me remarcaba que acababa de perder la partida.

¡Por lo menos podrías decirme si crees si soy o no un marica!

¡No lo se Juanito, necesito probar algo más! … A los maricas les encanta que les den por el culo, pero ahora mismo estoy tan cansado que creo que lo tendremos que dejar para mañana!

Perdiendo el Control en el sofá

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hola! como estan todos en este feliz sabadooooo :D se que ya paso casi un mes desde el ultimo y no hay palabras para decirles la pena que me da.

pero bueno… lo dije y no me creen que mientras menos estrellas pongan mas tardo en publicar, jajjaa no!!! no es verdad, lo que pasa es que estos dias he tenido una infernal cantidad de trabajo desde el alba hasta el anochecer y no he podido escribir mas que un par de lineas diarias y claro a escondidas…

de cualquier forma espero que les guste este capitulo y que pasen un excelente fin de semana :D

Gustavo sentía que por su garganta una daga de hielo se deslizaba cortándole las cuerdas vocales, todo lo que escapaba de su garganta era un suave gemido, mientras el alcohol en su cerebro le adormecía los sentidos, haciéndole temblar las manos ante la mirada sorprendida de su novio que con una sonrisa tímida se acercaba a él. Adrián retorcía nerviosamente un paño rojo con el que momentos antes limpiaba la barra, como un mudo recordatorio de que se encontraba trabajando. Gustavo se preguntaba ¿cómo había podido ser tan idiota y desconfiado? Sentía que sus mejillas se cubrían de un tenue rubor con cada paso que daba Adrián hacia él, la habitación le daba vueltas y lo hacía temblar de vergüenza, cuando por fin se acortó la distancia que los separaba, en un susurro confidencial comentó Adrián:

- Amor… yo, se lo que vas a decir – inició a decir adrián sintiendo como se extendía un tenue rubor por sus mejillas al tiempo que tomaba asiento frente a él – yo…

- Tú, estas… trabajando de mesero… – dijo Gustavo cubriéndose el rostro con las manos, sintiéndose completamente miserable

- De bar tender en realidad… – añadió con una sonrisa que ilumino su rostro ruborizado – amor, yo quería decirte… pero solo hasta que oficialmente el trabajo fuera mío, Daniela mi jefa me tiene aprueba esta semana…

- Soy un imbécil – murmuró Gustavo interrumpiéndole sin levantar el rostro de las manos. Adrián extendió sus dedos intentando quitarle las manos del rostro, extrañado ante la reacción de su novio y avergonzado por haber sido descubierto.

- ¿Qué pasa mi amor? – preguntó mientras entrelazaba sus dedos con los suyos observando como Gustavo rehuía la confrontación de sus ojos negros. Antes de que cualquiera de los dos dijera algo más, Santiago cruzó las mesas como un huracán hasta donde se encontraban Adrián y Gustavo, parándose frente a ellos ligeramente tambaleante, lo que hacía aún más evidente su estado de ebriedad. Completamente ajeno a todo lo demás se plantó frente a la pareja, pegándose a Gustavo para acariciarle el brazo que no tenía enyesado en un gesto evidentemente sensual que despertó en el interior de Adrián señales de alerta que vibraron en su corazón como las sirenas de alarma en un campo de batalla.

Intrigado miró con detenimiento a Santiago que tenía la camisa desarreglada y el cabello rubio cayéndole seductoramente sobre la cara, su amplio pecho al descubierto subía y bajaba con ligera violencia mientras recuperaba el aliento, ignorando completamente la presencia de Adrián, se dirigió a Gustavo con una voz entusiasta y susurrante que tenía un timbre extranjero que le brindaba cierto aire erótico a cada palabra, logrando con ello que Adrián se pusiera a la defensiva.

- Eh… al fin te encuentro hombre, que manera de salir disparado del hotel – exclamó Santiago con una sonrisa, mientras el aterrado Gustavo tomaba con fuerza la mano de Adrián, cuya mirada intrigada exigía una explicación; sin darle tiempo a Gustavo de contestar, Adrián le pregunto directamente:

- ¿hotel? – dijo sintiendo como en su estómago un nudo de celos le aprisionaba haciéndole retirar las manos de las de Gustavo mientras fulminaba con la mirada la sonrisa coqueta de Santiago. Percatándose del evidente peligro Gustavo de forma conciliadora volvió a tomar la mano de Adrián, dirigiéndose en un tono tan neutro y educado como fue capaz.

- Adrián deja te presento a Santiago un amigo, Santiago él es Adrián, mi novio. – dijo poniendo énfasis en la última palabra y acentuándola con un sutil movimiento del brazo evitando el contacto con Santiago – lamento mucho haber tenido que irme de esa forma, pero tenía el tiempo medido.

- Ah el novio… – murmuró Santiago indiferente ante el rechazo de Tavo y extendiéndole una mano a Adrián, quien lo miraba de arriba abajo con expresión seria – eres aún más hot que como te describió Gustavo… – continuó diciendo Santiago desinhibido por el alcohol, dejando que sus dedos traviesos acariciarán nuevamente el brazo de Gustavo, ese sencillo roce hizo tuvo el efecto impulsor que desencadeno un fuerte acceso de celos en Adrián, que no dejó pasar desapercibido el hecho de que ambos estaban ligeramente ebrios.

Adrián conociendo su temperamento, sabía que era cuestión de tiempo para que dijera algo que terminara por causar un conflicto, y no podía darse ese lujo; tomó aire y observó a Gustavo diciéndole con la mirada que era tiempo de que su amiguito se retirara. Gustavo los miraba sumergido en un silencio enervado sintiendo como si su relación temblara con cada palabra que salía de la boca de Santiago, quien parecía ignorar que estaba siendo bastante inapropiado. Luego de unos instantes que parecieron eternos Adrián respondió.

- Gracias… – le respondió Adrián con pesadez clavando la mirada en Gustavo de forma inquisitiva – Tengo que regresar a trabajar… en un momento te llamó un taxi, amor. – comentó diciendo entre líneas que era tiempo que se retirarán. Gustavo asintió sin estar muy convencido, sintiendo como le temblaba el labio inferior, pero Santiago pareció no notarlo mientras se dirigía a Adrián con voz insinuante.

- Olvida el taxi, guapo, yo puedo acompañarlo a casa… me asegurare de que este muy… Pero muy bien – dijo rodeando los hombros de Tavo que se removió de incomodidad ante la mirada asesina de Adrián, que se levantó de la mesa reprimiendo la pequeña ira que sentía por dentro, sabiendo que si no se retiraban en ese instante terminaría montando un espectáculo en su lugar de trabajo.

- Haz lo que quieras… – exclamó Adrián poniéndose de pie con miras a regresar a la barra. Aguijoneado por las brasas de los celos.

- Está bien, Santiago, no es necesario que me acompañes, puedo tomar un café mientras espero que salga Adrián para ir juntos a casa. – dijo Gustavo con firme y cautelosa voz, separándose de Santiago, logrando con ello, de forma inconsciente que se dibujara una sonrisa en los labios de Adrián, que al escuchar esas palabras en su corazón sintió la caricia de una pequeña victoria contra los celos que le hacían temblar las piernas.

- Amor… No es necesario… toma el taxi, nos vemos en la casa – exclamo Adrián fingiendo una sonrisa que se notó completamente falsa. Al notarlo Santiago reprimió una risita haciendo que tavo llegara al límite de su paciencia haciéndole una seña de lárgate con la mano que no tenía enyesada, este aun reprimiendo una risa salió del local con pasos tambaleantes, en cuanto Santiago se dio la media vuelta, se pusó de pie, ignorando el dolor de la pierna, para tomar a Adrián del brazo con dulzura antes de que continuara alejándose, pero había avanzado con tanta rapidez que ya se encontraba fuera de su alcance, dirigiéndose con pasos firmes hacia la barra, dejándolo ahí de pie con la mirada caída, sintiendo como el estómago se le deshacía en un abismo de preocupación que le helaba la sangre.

Adrián luchaba por controlar el temblor en su labio inferior mientras caminaba, en lugar de dirigirse a la barra, caminó hacia el baño, donde se mojó la cara para tranquilizarse. Confiaba en Gustavo, pero había algo que le despertaba las señales de alerta en su interior, un sexto sentido le advertía que algo no estaba bien. La culpa de la mentira era grande, pero más grande era la decepción de descubrirlo coqueteando con otro chico. Una pregunta saltó en su cabeza ¿Y si se termina hartando de mí? Todo a mi lado son problemas, y más problemas, ha pasado demasiado tiempo desde la última vez en que nos sentimos felices como pareja, entre su tío, el poco tiempo que pasamos juntos, el trabajo y ahora el tal Santiago… parece una carrera de obstáculos, y aunque siempre hemos dicho que lo que sentimos puede con todo mientras permanezcamos juntos… ¿Cuándo es el momento ideal para decir “suficiente”?. Ardía en deseos de salir corriendo, pero tampoco quería llegar a casa, quería un sencillo momento para respirar, anhelaba un solo segundo de paz.

Daniela desde la barra miraba disimuladamente a Gustavo que cojeaba hasta la puerta donde se había estacionado el taxi. Ella había pasado varios minutos aventurando sus especulaciones con una sonrisa pero al ver de reojo el rostro melancólico de Adrián, meneó la cabeza decidiendo no meterse donde no la llamaban en lugar de ello bajó el rostro rozando los dedos de Iza, la mesera rubia que la volteó a ver sorprendida, ruborizándose ligeramente, ya que aun sin palabras pudo entender lo que su jefa quería decirle, se sonrieron en silencio durante un momento y sus dedos se entrelazaron con más fuerza, sin apartar la mirada. El crujido de la puerta que conectaba el bar con la oficina, hizo que Daniela se sobresaltara soltando la mano de la rubia. German, el gerente y dueño salió de la oficina mirando directamente hacia Daniela, que volteó el rostro caminando en dirección a Adrián, murmurándole de forma confidencial Don German está en la barra, regresa a tu puesto.

La prominente barriga de don German se deslizó hasta donde se encontraba Iza, la camarera rubia que frunció los labios al sentirlo cerca mientras revisaba la cuenta que debía entregar a una de las mesas. Tan pronto la tuvo a su alcance, aspiró el tierno olor que desprendía aquel cabello rubio, pasando su mano por los glúteos de la chica aprisionándolos con malicia durante unos segundos, Iza ahogó un grito buscando con la mirada desesperada a Daniela. German aventó a la barra una taza de café vacía para después entrar nuevamente a su oficina, Iza luchando contra el asco y las ganas de gritar levantó la taza sintiendo como dos lágrimas de indignación rodaban por su mejilla, cada vez el maldito viejo llegaba más lejos. Los segundos que tardaron en llegar a la barra Daniela y Adrián se le hicieron eternos, cuando se encontraron frente a frente ella le dirigió una mirada helada y recriminante a Daniela escupiendo las palabras con un filo peligroso en la voz.

- Dany o le dices la verdad a Don German o renuncio …

- ¿De qué hablas…? – le preguntó Daniela arqueando las cejas asombrada, tomándola por los hombros, ambas ignoraban a Adrián que las miraba asombrado con sus ojos negros – sabes que no puedo decirle la verdad… Izy… ¿te hizo algo?

- Sabes que si… Dany, habla con él… o me voy

- Iza no puedo decir la verdad. Tu sabes que…

- Bien… lo entiendo – le contestó Iza bajando la cabeza dejando que los mechones rubios ocultaran sus ojos marrones de la mirada inquisitiva de Daniela, girando el rostro con una voz firme le aventó la comanda a Adrián diciendo – felicidades Adrián, el puesto de mesero es completamente tuyo.

Iza salió por la puerta casi corriendo, mientras Daniela la seguía con el ceño fruncido, llamándola por su nombre evitando gritar para no molestar a los comensales… Adrián se quedó en la barra mirándolas sin comprender nada, sosteniendo la comanda en las manos…

Oficina de Gian

Mensaje escrito hace más de dos horas por Robín para Luis, en la servilleta del restaurante, mientras esperaban la cuenta; lo hizo bolita antes de que Luis pudiera leerlo…

Desearía poder enmarcar esa sonrisa, acariciar para siempre tu mejilla deslizando mis dedos por esa piel ligeramente áspera, desearía que el tiempo dejara de ser tiempo y te quedaras a mi lado dejando que me beba tu aliento; sé que cada instante que tenemos es robado de la realidad que se ciñe sobre nosotros… al final, la medida del amor es amar sin medida.

Tenían varios minutos esperando dentro del vestíbulo de la oficina. Luis le apretó ligeramente la mano dándole confianza deslizando sus dedos entre los suyos en un gesto que cada vez se volvía más natural; Robín asintió dirigiéndole una mirada intensa con toda la belleza de sus ojos aceitunados, su rostro felino se tensó al respirar hondo y tocó la puerta aunque sabía perfectamente que Gian lo estaba esperando. La puerta de ébano se entreabrió dejando salir el frio del aire acondicionado que le acarició la piel haciendo que se erizara. Poco a poco avanzó con pasos temblorosos sin animarse a llegar hasta donde se encontraba él. Pero tan pronto la puerta se cerró tras de ellos, de forma invisible Luis pudo apreciar la transformación de Robín. Su postura cambió, su mirada, su sonrisa cínica… todo. Nuevamente era el mismo diablo en cuerpo de hombre, el que se naturalizaba delante de sus ojos, sintió como cada gesto gatuno reflejaba el hombre que danzaba entre dos extremos, aquellos ojos que lo habían mirado con ternura eran los mismos ojos que ahora parecían frívolos.

Robín sonrió con aquel gesto turbadoramente sensual como si todo aquello fuera un juego, al tiempo que jugaba con un cigarrillo entre los dedos, Gian los observó en silencio mientras le lanzaba un encendedor a robín, él lo atrapó en el aire y encendió el cigarro sentándose con elegancia y soltura en una de las sillas de piel. Luis metió sus manos en los bolsillos del pantalón sintiéndose un espectador frente a una puesta en escena, mordiéndose los labios al preguntarse ¿Qué papel interpretas robín? ¿Finges tu ternura al estar conmigo o tu cinismo al estar con él?

- Adelante Robín, y cierra la puerta – le dijo Gian mientras soltaba el humo de un puro; el cuerpo de Luis se deslizó dentro antes de que se cerrara la puerta, rodeando con el brazo derecho los hombros de robín haciéndole sentir su apoyo y compañía aunque parecía bastante evidente que Robín no necesitaba ningún tipo de apoyo. Gian los observó con aquel gesto inmutable, dejando el puro en el cenicero mientras con la mano le indicaba que tomara asiento – antes que inicies con tus justificaciones quiero recordarte que no hay nada que deteste mas que los dramitas en el trabajo. Se los he dicho siempre… – Robín asintió arqueando una ceja con chulería, como si no tuviera la menor idea de lo que se refería, Luis lo miraba disimuladamente esperando que dijera algo pero robín sentía como las olas de acciones pasadas erosionaban su mente cada que regresaban los recuerdos… había pasado tanto tiempo siendo el verdugo que se le había vuelto indiferente el terror de los acusados, del cual se había hecho consiente en ese instante cuando él era quien ocupaba ese lugar. Gian continuó hablando sin dejar de fumar – ¿me puedes explicar de forma rápida y concisa qué demonios pasó con el contrato de los Oliveri? Entiendo que Damián ha estado teniendo un comportamiento bastante travieso. Robín movió su hombro deshaciéndose de la mano de Luis mientras sacaba el aire en un suspiro de alivio que fue imperceptible para los demás…

- Damián es un niño Gian, se dio cuenta que Gustavo Oliveri esta enamorado de él y quiso jugar un poco para ver a donde llegaba… no algo de lo que valga la pena preocuparse – dijo Robín exhalando el humo por la nariz con un gesto indiferente, que le causó a Luis un terrible escalofrío

- El viejo Oliveri no opina lo mismo, quiere sacar a Gustavo de la mesa directiva y eso no nos conviene… El viejo esta desesperado, o al menos tiene que estarlo para pedirme que intervenga. – continuó diciendo Gian.

- Déjamelo a mi… yo lo tranquilizare. – dijo Robín encogiéndose de hombros – se lo que le gusta al viejo… le puedo enviar algunas amenidades que le encantaran para que tranquilice sus nervios – dijo asentando en el escritorio un pequeño frasquito con píldoras amarillas que Luis miró con un gesto de pánico como si fueran acido corrosivo, Gian tomó el frasco examinándolo con una sonrisa y un brillo demoniaco en los ojos

- ¿son las nuevas? – preguntó mirando a Robín con un dejo de satisfacción. Luis cruzó los brazos sintiendo el deseo de salir corriendo, se había quedado sin palabras.

- y en cuanto a Damián… lo de ellos un enamoramiento de escuela no es motivo de preocupación padrino, no creo que haya necesidad de alterarnos por ello… Pero me alegra que eso le haya traído aquí, tenia tiempo que lo le veía, y moría por ver su cara cuando examinara estas cifras – exclamó mientras le extendía un pequeño USB rojo que Gian conectó en la computadora reprimiendo una risa. Robín miró de reojo a Luis dedicándole un guiño mientras Gian analizaba en silencio el contenido de los archivos. Luis rehuyó su mirada sintiéndose asqueado.

- Robín… ¡valla! me tienes impresionado – exclamó luego de unos minutos – no creí que las cosas fueran a dar frutos tan rápido – comentó mirándolo con aprobación haciendo que robín sonriera apagando su cigarrillo y colocando otro en sus labios. – y ¿Cómo vas con el asunto del club?

- Hoy en la noche tengo una cita con el dueño, mañana a primera hora te doy una respuesta.

- Excelente – Gian sonrió reparando en Luis por primera vez desde que habían iniciado la conversación, se dirigió a él en un tono grave con un toque de hilaridad – espero que estés haciendo un buen trabajo cuidando de este niño, que vale todo su peso en oro. – Luis asintió mirando a Robín deseando salir de ahí lo más pronto posible.

- Más que solo un buen trabajo, Luis ha estado cuidándome intensivamente – dijo guiñando un ojo – aunque las puterías son solo para cuando el trabajo está listo…

- Es lo bueno de cuando haces del placer tu principal negocio… – sentenció Gian y Robín asintió fumando lentamente con una sonrisa cínica en los labios, el humo que salió de sus labios se elevó en una suave espiral que Luis siguió con la mirada cuestionando su propia resistencia mientras aferraba sus brazos musculosos a los brazos de la silla de piel, mientras en su interior libraba una batalla campal.

Casa de Javier

(Car) Nadie persigue por su gusto una utopía. Mucho menos ahora cuando todas las energías utópicas, al parecer, se han desgastado.- El filo de las palabras crueles dichas con amabilidad son de las pocas cosas que de verdad me desgastan… Nunca me había sentido tan humillado como en ese instante, sintiendo los latidos desbocados de mi corazón, percibiendo como la sangre se aglomeraba en mis mejillas dejándolas rojas, y quiero aclarar que nunca me he considerado inseguro, pero las palabras duras de la gente hacia mi persona, tienden abrazarme de forma completa, en algunas cosas me sirven de impulso, otras me son indiferentes, y algunas muy escazas me hacen cuestionarme, es como dice Javier: “te llenan de aire la cabeza”, desde el maldito instante en el que acepte embarcarme en esta locura, no he dejado de preguntarme ¿Qué demonios estoy haciendo? A mis casi 18 años y sin ser nada feo, perfectamente puedo conseguir a cualquier chica o chico, si ese fuera el caso… pero es él. Simplemente es él, con todo lo que para mi representa… su mirada con toda la fuerza de esos ojos verdes, su sonrisa cuando me mira de forma espontanea, su capacidad de hacerme gritar cuando hacemos el amor, y lo estúpidamente feliz que me siento cuando compartimos algo simple; hay veces en que el simple hecho de sentir que me roba un beso en la calle, hacen que todo mi sistema nervioso entre en estado critico, y no puedo evitar dejar de pensar que esto de estar a escondidas es genial porque tiene cierto toque de adrenalina… ¿pero?… como el agua del rio que se estrella repetidamente en una roca, tarde o temprano la despedaza, creo que así es el amor oculto, lentamente despedaza, sin que la culpa sea del agua o de la roca, es simple causa y efecto… solo nos queda crear un nuevo cause para este rio…

Y cuando lo siento así, pegado a mi… entrelazando sus dedos con los míos… pienso “maldito bastardo, te has colado hasta lo mas profundo de mi alma. Eres mio ahora así como yo soy tuyo… con todo lo que eso implica”

- Sin importar lo que pienses, para mi lo mas importante en este momento es tu salud – decía la tía Marcia, lanzando una mirada agresiva a Car y Javier que en silencio observaban a las hermanas discutir, en ningún momento se habían soltado de las manos brindándose mutuo apoyo – aun estas delicada de salud… y es por eso que me parece de muy mal gusto que te calienten la cabeza con sus… cosas, y sobre todo en plena cena de bienvenida.

- No tiene nada de malo que Javier quiera presentar formalmente a su… pareja – afirmó su madre mientras tragaba saliva con la voz temblorosa pero con una mirada que no dejaba dudas acerca de la convicción con la que brindaba apoyo a su hijo. – no me calientan la cabeza, y por el contrario, agradezco mucho a Car que se haya pasado estos días visitándome y apoyando a Javier.

- Si… apoyando. – con unos sutiles y graciosos movimientos tomó su abrigo de la silla, no sin antes desviar otra mirada amenazadora a los chicos – ya sabes que pienso de todo esto, pero no seré yo quien te diga como educar a tus hijos… – afirmó Marcia dándole un beso en la mejilla, mientras se dirigía a la puerta flanqueada por car y Javier.

- Tía Marcia – exclamó Javier abrazándola antes de que ella saliera por la puerta – lamento hacer que te preocupes… como hermano mayor se lo que significa querer proteger a tu hermanita… te entiendo, gracias por cuidar siempre de mi mamá, para mi también lo principal es su salud… por ello es mejor que sepa la verdad, conozco a mi mama y le dolería mas si yo le ocultara algo tan importante… no es un capricho ni una confusión, es la persona a quien he amado desde que tengo memoria… y si te digo esto, no es para que nos justifiques, si no para que nos entiendas y si no puedes tolerarlos, esta bien lo entiendo, no te pido que lo hagas… pero respétanos tía… te lo pido por el gran cariño que te tengo.

Marcia lo miró sin saber que contestarle, esos ojos verdes con toda la imprudencia de la juventud la atravesaban como si se tratara de un velo que se rasgaba ante el filo de una navaja, asintió porque no sabia que responderle y cruzó el umbral con un vacío en el pecho que impedía respirar… un niño que podía hablarle así… con aquella calma, con aquella paciencia en deslizar cada una de sus palabras con sutileza, como perlas en una bolsa de seda…

Departamento de Robín

- ¿me quieres explicar que demonios fue todo eso?, de verdad que no logro comprender como puedes… como finges, ¡que sangre tan fría la tuya! ¡carajo!… me pides que confíe en ti… pero veo esto y siento que venderías tu propia alma con tal de mantener a Gian tranquilo… – explotó Luis, sin lograr ordenar sus ideas, dejando que brotaran de sus labios como una fuga.

- ¿tengo otra opción? – preguntó Robín mirándole fijamente con una sonrisa fría en los labios, parecía un gato a punto de atacar, y la piel aceitunada vibró mientras respiraba pausadamente. – me reclamas… pero es en ti en quien no se ¡si puedo confiar. Te vi ahí adentro, a punto de huir nuevamente… es fácil ¿no? ¡huir de la situación dejando todo al carajo! – dijo Robín con una ira sosegada, sin exaltaciones, cada frase era un corte limpio, sin ambages, sin titubeos, diluyendo su ira con meticulosidad, mientras Luis exaltado, quitaba la camisa secándose el sudor con ella.

- ¡Eso son patrañas y lo sabes! ¡NO hay nada que te pidiera que hicieras que no estaría dispuesto a hacer por ti! – dijo acercándose a él y empujándolo contra la pared, Robín sintió el ímpetu de los poderosos músculos de Luis estrellándose contra su pecho, haciéndolo retroceder contra la pared de la pequeña pieza que era la salita de su departamento. Luis tenía las venas de los brazos marcados y podía verse un hilito de sudor rodando desde su pecho hasta su abdomen, la furia le teñía el rostro de un delicioso tono carmín que a Robín se le hizo exquisito, parecía un toro: Fuerte, viril, peligroso e indómito. Sabia que esas embestidas de ira eran suculentas cuando se trataba de destilar pasión, pero cuando lo que se destila es el veneno de las palabras duras, es fácil confundirse. – ¡Maldita sea Robín, todo esto para ti por lo visto es un maldito juego, un… un negocio, tu solo amas jugar con nosotros y manipularnos a tu antojo.

- ¡eres un idiota Luis!

- ¿Dónde esta el chico dulce y cariñoso que me da un beso en la sien mientras hacemos el amor? – dijo empujándolo con mas fuerza contra la pared, sin que robín moviera un musculo para defenderse – ¿Quién eres en verdad? Finges conmigo o con el. – bramaba Luis empujándolo repetidamente contra la pared, mientras robín con el seño fruncido lo miraba amenazadoramente sin alterarse.

- Con ninguno de los dos – grito Robín dejando de lado su aparente calma y usando el peso de Luis en su contra para hacerlo retroceder. – así soy yo, es mi maldita naturaleza… ya deberías conocerme y si me amas deberías saber que es con pros y contras – dijo con fiereza haciéndole una zancadilla que hizo a Luis perder el equilibrio y caer de espaldas en el sofá. Robín se trepó hincando las rodillas en el asiento, aprisionando a Luis su cuerpo entre su piel olivácea y el respaldo del sofá. La montaña de músculos de su torso, subía y bajaba agitadamente temblando ante la proximidad de Robín – ¿no me pedirías que hiciera nada que no estuvieras dispuesto a hacer por mi eh? Veamos si es verdad…

Luis tardó demasiado en comprender a lo que se refería, en esos momentos de duda Robín se separó de él haciendo que su cuerpo girara quedando con el pecho frente al respaldo del sofá, y fue hasta que sintió sus manos bajándole con rapidez el pantalón deportivo y el bóxer hasta la rodilla que supo a que se refería.

El temor no tardó en llegar a Luis haciéndolo forcejear contra el cuerpo de Robín que aun siendo atlético y marcado era mucho menos musculoso que él, pero estaba en una prisión psicológica, y Robín fungía a la perfección su papel como dueño de sus pensamientos, limitándole significativamente la opción de dudar.

- Te voy a enseñar a amarme… a amarme de forma bifrontal, como se ama el placer y el dolor al mismo tiempo, así me amaras a mi, no con tu amor hipócrita que solo quiere mi ternura, si no con un amor pleno que busca mi dureza y crueldad tanto como mi cariño y dulzura. – Robín le murmuraba aquellas palabras al oído, deslizándolas como mantequilla, Luis notó que tenia la boca seca cuando Robín rozó sus labios húmedos contra su nuca. Sabia que si impulsaba sus brazos con el respaldo del sofá, no le tomaría nada derribar a Robín, ya que era mucho mas fuerte que él. Pero no sabia si eso era lo que en verdad deseaba, bajo la cabeza rindiéndose ante la posibilidad de huir y desorientado por los besos húmedos que bajaban desde su nuca hasta la punta de sus nalgas. Abriéndolas, estrujándolas y dándole pequeñas palmaditas que resonaron con aquel peculiar sonido de piel contra piel.

- Ro… ve despacio… por favor. – murmuró Luis aferrándose con fuerza al respaldo del sofá, sintiendo como Robín le abría aun mas las piernas humedeciéndole con la lengua la hendidura de sus nalgas.

- No te prometo nada – respondió Robín con cinismo y Luis casi pudo imaginarse perfectamente la sonrisa que tendría dibujada en los labios, mientras le comía aquel pequeño agujero. Luis desconocía aquellas sensaciones por lo que jadeaba aferrado al respaldo concentrándose en el placer para poder dejar de lado el miedo. Robín intentaba penetrarlo con su lengua pero Luis estaba tan tenso, poniendo tanta presión en las piernas, que Robín tuvo que reprimir una risa para no herirle el orgullo, era evidente que era la primera vez que se encontraba en aquella situación – Luis, si no te relajas será peor para ti – exclamó dándole un sonoro cachete en la nalga derecha que lo estremeció, haciéndolo que se obligara a si mismo a liberar la tensión que lo hacia contraer los músculos, facilitando en gran medida las acometidas que Robín hacia con la lengua. Luis bajaba la cara, aun sabiendo que Robín no lo miraba, ya que se sentía mas expuesto que nunca antes en su vida.

La lengua de Robín se retiró durante un momento y Luis escuchó el sonido de la hebilla del pantalón tocando el piso, lo que mandó su relajación directo al abismo, tensando cada musculo de su cuerpo. Robín lo notó al volver a colocarse detrás de él, emitiendo un especie de gruñido que bien pudo traducirse en un… “te lo advertí”, con la mano derecha le acarició el cabello a Luis, deslizando sus dedos hasta su mejilla y luego hasta su boca. Luis comprendió humedeciéndole los dedos lo mejor que pudo, esperando sentir entre sus piernas la humedad de la saliva que había brindado, pero se equivocó, en lugar de ello sintió el calor del miembro latiente y duro de Robín abriéndose paso dolorosamente dentro de él. Robín se deslizó dentro de el presionándolo con fuerza ya que Luis estaba tan tenso que era casi doloroso penetrarlo, y casi reconsideró el continuar imaginando que debía ser millones de veces mas doloroso para Luis, pero hasta cierto punto aquel dolor que hacia que la piel de Luis se encontrara tan erizada, lo excitaba como nunca antes.

Luis respiraba hondo intentando controlar su respiración mientras recibía con humildad el miembro que lo abría en dos, aferraba sus dedos al cuero del sofá que se encontraba húmedo de su sudor, mientras sentía su piel abriéndole paso dolorosamente al miembro viril de Robín.

- Por favor

- Por favor ¿Qué? – dijo acariciándole la mejilla con una ternura indescriptible, aunque su voz seguía teniendo ese timbre cruel tan característico suyo – será tan difícil como tu lo decidas, deja de tensarte y abandónate, relájate. – la última palabra era un imperativo que puntualizó dándole otra nalgada. Luis respiró hondo liberando la tensión de su cuerpo una vez más. Tan pronto robín sintió que la resistencia de luis cedía, aprovecho para en un impulso penetrarlo por completo en una rápida y brutal estocada que arrebató de los labios de luis un gruñido gutural que casi se convirtió en grito. Aquello enloqueció por completo a robín que recorría con violencia el cuerpo de Luis, deleitado con la musculatura y la dureza viril que brillaban bajo una leve capa de sudor, respiró hondo con la nariz pegada a su nuca aspirando su olor y percatándose que Luis era considerablemente más alto. Tomo un impulso sacándole la verga hasta la mitad para volver a meterla con más fuerza, comenzó a embestirlo salvajemente, aprisionando aquel cuerpo duro y musculoso contra el respaldo del sofá, asfixiado con la marea de gruñidos que emitía luis y crujidos del sofá deseo tener un espejo para poder verle el rostro.

Aquel estrecho y momentos antes virginal agujero le aprisionaba el glande deliciosamente, mientras bombeaba con toda la potencia de sus caderas aferrando sus manos a sus hombros, acariciando sus pectorales y sus brazos que se aferraban al borde del sofá. Luis arqueó la espalda sintiendo el pecho desnudo y caliente de robín contra él, sintió como sus fuerzas lo abandonaban mientras pensaba “es él… estará bien mientras sea él, con nadie más podría hacer esto” cerró los ojos bajando la cara, dejando que aquellas manos firmes y duras le recorrían la piel, una de ellas se aferró a su cadera para tener mayor impulso con cada una de las colosales embestidas mientras la otra comenzó a estimular su pene, aprisionándolo y jugando con el hasta ponerlo a punto. Su piel estaba erizada, hastiada de sensaciones tanto placenteras como dolorosas, Robín lo notó y saliendo de él suavemente, lo tomó por los hombros girándolo, se puso de pie, mientras Luis se sentaba en el sofá, recuperando el aliento y casi de inmediato se sentó sobre el a horcajadas extendiendo sus brazos alrededor del cuello de Luis,, cuando las miradas se encontraron buscaron sus labios besándose con locura.

Robín tomó el duro glande de Luis guiándolo cariñosamente a la entrada de su ano, cuidando de no bajar de golpe para alargar lo más posible la dolorosa sensación de abrir su carne para recibirlo. Cuando lo tuvo dentro se dedicó a cabalgarlo, moviendo sus caderas con maestría sin dejar de besarlo, Luis lo abrazaba con timidez, entonces Robín se percató de que las mejillas de Luis estaban surcadas de lágrimas y se sintió como un monstruo, aquella montaña de músculos estaba rendida ante sus besos lo que le hacía darse cuenta que, había consentido, porque de querer negarse no le hubiese costado nada reducirlo. Con aquello en mente subió la intensidad de las cabalgadas, haciendo que ambos explotaran casi al mismo tiempo, bañándose de fluidos y sudor. Luis lo abrazaba al terminar besándole el cuello sintiendo como el semen de ambos se escurría entre sus piernas.

- Te amo – le susurró al oído de Robín – bicameral o bicoleidal o como se te de la pinche gana, te amo…

- Bilateral.

- Ridículo…. Como sea… te amo.

espero que les haya gustado! hasta la proxima semana!! no olviden ponerme sus comentarios y gracias por esperarme! sois los mejores

se despide con cariño! su esclava Aliliah


El cuidador de caballos

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El cuidador de caballos

1 – Llegó un viernes…

Hace un tiempo pasé un par de años dedicado al mantenimiento de la red de una empresa importante. Sólo tenía que ir por las tardes, pero en invierno era bastante penoso porque oscurecía antes de las 6 y ya era de noche cuando salía. Cerca de la oficina, en una bocacalle que daba a la avenida, encontré al principio un bar sencillo, humilde y muy acogedor. El matrimonio que lo llevaba era muy agradable y enseguida hicieron muy buena amistad conmigo. Acabé yéndome allí todas las noches, cenando y volviendo a casa para preparar trabajo para el día siguiente hasta altas horas de la madrugada.

Vivía entonces en La Puebla del Río, un pueblecito cercano a Sevilla y, cuando despertaba a media mañana, iba a tomarme un buen tazón de chocolate con churros. Solía darme unos paseos por aquellas calles tranquilas, mirar los escaparates de las tiendas, comprar algunas cosas y esperar a la hora del almuerzo. Como no me gustaba conducir recién comido, me iba antes a la ciudad, almorzaba, volvía a dar unos paseos y acababa tomando café en mi bar preferido antes de entrar a trabajar.

Las semanas se me hacían largas y monótonas. Casi no hablaba con nadie y, las personas que iban al bar tan a menudo como yo, fuimos haciendo amistad. Un señor mayor jubilado, Trinidad, pasaba allí toda la tarde y teníamos largas conversaciones de muy diversos temas. Eso empezó a hacer mi tiempo más ameno… aunque no podía ocultar que necesitaba la compañía de alguien; un chico que compartiese mi vida y con quien hablar de otros temas. En el fondo me encontraba solo.

Al terminar de trabajar un viernes, entré en el bar ilusionado y lo encontré lleno de gente pendiente de un partido de fútbol en la televisión. Me abrí camino y llegué hasta mi lugar preferido en la barra; el que Trinidad llamaba el rincón de la muerte. «Todos los que se sientan aquí horas y horas solos, acaban muriendo. Aprovecha la primera oportunidad que tengas para dejar este sitio», me dijo un día.

Desde aquel rincón no se veía muy bien el partido y estaba tranquilo y, sin embargo, podía tener una visión completa del bar. Había mucha gente que había visto pocas veces y otra que no había visto nunca. Entre esos conocidos que aparecían por allí de vez en cuando, vi a un chico que aparecía, normalmente, los fines de semana por la noche. Me gustaba. Me pedí una cerveza y lo estuve observando.

Después de tomar varias cañas ya había acabado el partido y la gente se fue yendo poco a poco hasta que quedamos tres clientes y se hizo la tranquilidad. Vi entonces a aquel chico al otro lado de la barra, bastante retirado de mí, me saludó con un gesto y le correspondí. Para mi sorpresa, tomó su caña y se me acercó despacio.

- ¡Qué partido!, ¿eh?

- Sí, supongo. Es que no soy demasiado aficionado.

- ¿Y por qué? – tomó un banco y lo acercó para sentarse junto a mí -.

- La verdad… No lo sé. Siempre he preferido una buena tertulia o escuchar música. Mi trabajo me roba mucho tiempo.

Ahí empezó una larga conversación. Me dijo que trabajaba y vivía en el campo y, curiosamente, no muy lejos de La Puebla del Río. Aquella conversación estuvo acompañada por cervezas; una detrás de otra. Juan – que así se llamaba – bebía bastante y muy deprisa.

- Lo siento, Luis – se excusó -. Ya sabes que el último autobús sale a las once. Tengo que irme.

- Espera, espera. Dices que vives cerca del pueblo, así que puedes quedarte un poco más y te llevo a casa.

- ¿Tienes coche? – se alegró -. No me importa llegar más tarde.

2 – Hasta el Camino del Lince

Curiosamente, trabajaba Juan criando caballos en una finca y pasaba allí todo el día y la noche. Decía que no iba nunca a ver a sus padres y no tenía que darle explicaciones a nadie, sino a su jefe. Comenzaron a apagarse las luces y supimos que los dueños querían cerrar el bar.

«Es tarde, Manolo. Vamos a cerrar el bar que estos señores querrán irse», decía siempre Marisa de broma.

- ¿Vamos? – preguntó Juan -; podemos parar en el camino en cualquier otro bar ¿Tienes prisas?

- No. Soy mi jefe y tampoco tengo que dar explicaciones a nadie ni trabajar mañana.

- ¡Jo, qué suerte! – dijo mientras salíamos -. Yo casi no tengo descanso.

Cuando llegamos al coche lo miró, me miró a mí y pareció no comprender.

- ¿Un Mercedes? Debes ganar mucho dinero y si estás solo…

- Se supone. Además necesito un buen coche para mi trabajo.

- Es que este me encanta – lo acarició como a uno de sus caballos -. Nunca lo he conducido.

- ¿Tienes permiso de conducir?

- ¡Claro! – contestó orgulloso -. Mi jefe me necesita como conductor a veces y también uso tractores.

- ¡Bien! Cuando estemos fuera de la ciudad te dejaré llevarlo un rato.

- ¿De verdad?

Se sentó a mi lado mirándome con felicidad en sus ojos y comenzamos a viajar hasta que me señaló unas luces.

- Para en aquel bar – dijo -; es muy bueno y podemos cenar algo.

- Hmmm. Tengo hambre. Bebes demasiado deprisa y hay que comer.

Y paramos, cenamos algo y seguimos hablando. Cuando salimos caía una fina lluvia y la temperatura era muy baja. Corrimos al coche y, al llegar, me puse ante él y le mostré las llaves.

- ¡Llévalo! No hace falta que te diga que tengas cuidado.

- ¡Lo tendré!

Noté que arrancó con soltura y dominaba el volante.

- Te enseñaré la finca – no apartó la vista de la carretera -. Está cerca pero bastante perdida; pasando Isla Mayor.

- No está tan cerca entonces. Mejor si lo llevas tú.

Después de recorrer algunas estrechas carreteras asfaltadas, entramos ya por caminos de tierra. Perdí la orientación por completo y no pude adivinar dónde estábamos. Llegamos a una verja, se bajó del coche corriendo, la abrió y volvió.

- Hace mucho frío – comento restregándose las manos -. Imagino que vienes bien abrigado.

- Sí. No te preocupes ¿Vamos a pasear por el campo de noche y lloviendo?

- Noooo – rio -; en la casa hay chimenea.

Me dejó en el coche muy cerca de la puerta y, cuando abrió la casa, me hizo señas para que fuese.

- ¿Vas a dejar las llaves puestas? – me sorprendió -.

- Sí. No pienses que viene mucha gente por aquí. Ni de día.

3 – Una chimenea en un corral

Cuando entré en la casa no pude evitar asustarme. Era una sola habitación muy grande, de tejado visto muy alto y suelo sin solería; de tierra dura. Algo parecido a un corral, cubierto y agradable. Me asustaba encontrarme en un lugar desconocido, aislado, un tanto alejado y con un chico que conocí unas horas antes. Habíamos serpenteado por unos caminos que no podría recorrer solo si quisiera volver.

- ¡Pasa, pasa! – me tomó de la mano -. Acércate a la chimenea para entrar en calor. Hay mantas, que no hacen demasiada falta, y sólo tengo ese camastro, pero te aseguro que es cómodo.

- ¿Me estás diciendo que duerma aquí?

- Lo siento. He olvidado que este no es lugar para alguien… como tú.

- ¡No, no! ¿Qué dices? – me excusé -. Me gusta el sitio y es muy acogedor, pero no quiero molestarte. Volveré a casa.

- Creo que no – dijo muy seguro -. No vas a salir de aquí con el coche, de noche, por caminos que desconoces y lleno de cerveza hasta el gorro. Ni hablar. Aquí tienes un sitio para descansar. Mañana te acompaño a tu casa.

Comencé a dudar de lo que estaba haciendo y no podía negarme a quedarme porque, sencillamente, Juan tenía razón y me apetecía. Nunca iba a saber salir en aquellas condiciones de aquel lugar que él llamaba El Camino del Lince. Intenté reaccionar y comprendí que tenía que dormir antes de conducir el coche.

Cuando me di cuenta traía en sus manos dos mantas y me entregó una. Se quitó su ropa de abrigo y se echó la suya por encima acercándose a la chimenea.

- Haz lo mismo que yo – dijo -; entrarás en calor enseguida. En cuanto nos fumemos un cigarrillo nos vamos a la cama.

Una simple mirada alrededor mientras me envolvía en la manta, me hizo pensar en montones de cosas. Entre ellas, que iba a dormir en un camastro con un chico que era prácticamente desconocido para mí. Me gustaba muchísimo y me daba una clara sensación de que yo le gustaba.

- Tira ahí tu colilla – dijo arrojando la suya al fuego -; es hora de dormir ¡Vamos!

Seguí todos sus movimientos. Se quitó unas botas de campo muy bien acordonadas sobre una estera que quedaba junto al camastro, se abrió los pantalones y se despojó de todo menos de la camiseta y los boxers. Fui haciendo lo mismo hasta quedar como él.

- Juntos no pasaremos frío. Ya verás cómo sientes calor si te despiertas.

Levantó una capa de mantas bajo las cuales había unas sábanas muy limpias y claramente sin usar. Se metió él y dejó el brazo en alto hasta que me metí a su lado.

- Buenas noches, Juan. Y muchas gracias por ser tan amable conmigo.

- No tienes que darme las gracias por nada. Puedes quedarte siempre que quieras. No puedo decirte que esta es tu casa porque ni es una casa ni es mía. Siéntete como si fuera un lugar tuyo ¿Vale?

Me tapó bien con las mantas – que pesaban bastante – y se volvió a mirarme sonriendo. Acercó su cuerpo al mío hasta enlazar nuestras piernas echando su brazo por encima de mi cuerpo y apretándome a él.

- ¿Estás a gusto? – preguntó en voz baja -. Si notas frío me lo dices.

- No. No noto frío – respondí muy tenso -.

Eché mi brazo sobre su cuerpo y quedamos abrazados cara a cara. Me pareció que torcía un poco la cabeza para que su aliento no viniese a mi cara y pegó su rostro al mío.

- Buenas noches, Luis. Que descanses.

- Igualmente. No te preocupes por mí. Dormiré muy bien así.

4 – Un sueño real

Había cerrado sus ojos y podía sentir su respiración. No quería dormirme sin observarlo un rato a la luz de las llamas. No era un chico objetivamente muy guapo; era un chico de campo con algo especial. Su sencillez al hacer las cosas me había llevado a aquella situación.

Seguí despierto observándolo y me di cuenta enseguida de que su respiración no era la de alguien que duerme. Descansaba abrazado a mí. No quise moverme para nada. Imaginaba que si hacía algún movimiento que le molestase por ciertos motivos iba a verme en una situación muy compleja. Me mantuve despierto con esfuerzo mirando sus pestañas posadas sobre sus mejillas, su nariz redondeada, sus labios sensuales… Todo eso a la luz temblorosa del fuego y, como me dijo, sintiendo bastante calor.

Cerré los ojos sin intención de dormirme; sólo para meditar. No pude evitar un suspiro.

- Estás despierto – susurró – ¿Por qué no puedes dormir?

- Imagino que por lo mismo que tú.

- ¿Sí? – acercó más su rostro – ¿También tú estás pendiente de mí?

- Claro, pero no te preocupes. Estoy muy a gusto contigo y descansaré.

Ya no hubo que decir más. Movió su pierna un poco para colocarla sobre mí y puso su mano sobre mi nalga apretando mi cuerpo contra el suyo. No hablé. Deslicé mi mano por su espalda desde su cintura hasta su cuello y abrió la boca sin abrir los ojos. No me hacían falta más señales. Coloqué mi boca sobre la suya con mucha delicadeza y noté que aún me apretaba más y me pellizcaba la espalda. Se dio la vuelta y me pegó a él. Cuando me sintió en sus nalgas echó el brazo hacia atrás, volvió la cabeza y me besó. Ya todo estaba claro.

- Tienes una piel muy suave – susurré -; da gusto acariciarla.

- Acaríciala – contestó -; nadie te va a decir nada.

- ¿No me vas a decir nada?

Volvió su cabeza para mirarme fijamente y bajó su mirada hasta mis labios.

- Te diré cosas bonitas… si quieres.

- ¡Claro! Me gusta tu voz. Creo que la vida en el campo te ha hecho así.

- El agua fresca suaviza la piel y el aire limpio cuida la voz, ¿no?

- ¡Pero si tú fumas!

- No – contestó seguro -. Ese es el vicio de la ciudad. El último lo he echado al fuego.

- ¿Por qué haces esto?

- ¡Perdón! – se separó algo de mí -. Creo que te estoy molestando. Debes descansar.

Tiré de su cuello un poco y, rozando sus labios, volví a hablar casi sin voz.

- Qué torpe deben ser los humanos que teniendo algo así entre sus brazos se sientan molestos.

- Perdóname – insistió -. No sé por qué he pensado que tú desearías estar conmigo.

- Porque tu vista no se topa todo el día con edificios y con gente contaminada. Es como si esta vida te llenase de belleza y de sabiduría. Estoy seguro de que has visto en mi mirada lo que yo no veía en la tuya.

- Gracias. Me gusta lo que dices. Creo que eres sincero conmigo.

- No lo dudes – lo besé en la mejilla -. Sé que tú tienes mucho más que enseñarme que yo a ti. Mentirte… sería mentirme a mí mismo. No dejes de abrazarme.

- No. No lo haré – apretó mi cuerpo contra el suyo -. Podía haberme equivocado al hacer esto ¿Te imaginas? Creo que he tenido suerte.

- Como yo. Y no creas que te lo digo porque esté muy borracho. No lo estoy. Ya estamos juntos y nadie obliga a nadie. Si esto es lo que quieres, lo tienes. Yo también lo quiero.

Sacó su mano de entre las sábanas y puso sus dedos sobre mis labios. Moví mi mano hasta ponerla sobre su cabeza para tocar sus cabellos y, cuando pude agarrarlos, tiré con cuidado de ellos para acercar más su cara a la mía y poner mis labios sobre su boca. Se sintió seguro, la abrió y nos besamos con pasión. Comenzó a mover sus manos bajo mi camiseta acariciándome por todos lados y una de ellas bajó hasta mi miembro y lo apretó; al mismo tiempo apretó también, aún más, su boca contra la mía y su respiración agitada soltaba chorros de aire por la nariz que podían oírse acompasados en aquel silencio. Nunca había imaginado una cosa así.

Se retiró un instante, me miró y tiró el embozo hacia los pies de la cama. No hacía frío porque su piel cálida me abrasaba. Se incorporó para ponerse de rodillas junto a mí y se sacó la camiseta arrojándola al suelo y tirando de la mía para que me la quitara. Cuando saqué la mía por la cabeza ya estaba completamente desnudo ante mí. Inmenso; de piel tersa, brillante y ausente de vello.

Me moví un poco para quitarme los boxers y sacarlos por los pies sin apartar mi vista de sus ojos y sin que él dejase de mirarme. Ya desnudos, dejé caer la cabeza sobre la almohada con un suspiro y me agarré a su brazo fuerte. Se inclinó sobre mí para besarme más, volvió a incorporarse y recorrió mi cuerpo con su vista como si quisiera memorizarlo rápidamente.

Bastó una leve sonrisa para que echase una pierna sobre mí quedando sentado en mi vientre.

- ¡Lo he soñado tantas veces! – exclamó -. Nunca pensé que podría tenerte algún día. Aunque fuese uno…

- Yo te he observado muchas veces; desde que recuerdo haberte visto por primera vez. Pero no se parece en nada ver tu cara asomar por un abrigo a ver tu cuerpo completo sentado sobre mí.

- Amo los caballos – miró al techo -. Me encanta pasear sobre ellos por el campo mirando las copas de los árboles. Ahora ya sentía la falta de poder cabalgar contigo; tenerte dentro; hacerte feliz…

- Seré tu caballo favorito, Juan. Déjame serlo y cabalga conmigo cuanto quieras.

Echó su brazo hacia atrás, agarró mi miembro y lo fue moviendo hasta el sitio donde lo deseaba.

5 – Cabalgando junto al fuego

Fui notando cómo iba penetrando en su cuerpo muy despacio. Creí que era un experto en lo que estaba haciendo porque, sin darme cuenta, estaba todo dentro de él. Cerré los ojos y soplé cuando comenzó a moverse con cuidado. El movimiento de su cuerpo era perfecto; parecía estar sobre un caballo cabalgando por un oscuro paisaje apenas iluminado por unas llamas. Mantenía un ritmo fijo, suave y enloquecedor. Me doblé hacia arriba como una sardina fresca se retuerce sobre la sartén y me agarré a su miembro con ambas manos sincronizando mis movimientos con los suyos.

No sé cómo pude aguantar tanto. Quizá, el efecto del alcohol fue ese: retardar mi orgasmo sintiendo un placer infinito. Se agachó varias veces a besarme y pasaba la palma de su mano sobre mi pecho como si la pasara sobre la crin de su caballo.

Comenzó a acelerar el ritmo. Aquel trote era como un deseo de llegar antes hasta el final. Aguanté poco. Unos segundos después, cayó sobre mi pecho una lluvia caliente de su semen blanco y cálido como la leche. Apenas lo había tocado y se había corrido conteniendo gritos.

Se dejó caer hasta quedar sentado sobre mí y me miró con una sonrisa mezcla de alegría y de intriga.

- ¿Ya?

- Sí, ya – me agarré a sus nalgas -. Ha sido sensacional.

- ¿De verdad? ¿Te ha gustado así? Dime la verdad.

- No puedo. No la sé. No sé si podríamos hacer otra cosa mejor que esta ¿Tú estás bien?

- Creo que es la única vez que me he sentido bien – inclinó su cabeza a un lado -. Ojalá pudiéramos repetir esto otro día.

- ¿Otro día? – pregunté teatralmente – ¡Siempre que quieras! ¿No te das cuenta de lo que está pasando? Estás haciendo realidad lo que has soñado muchas veces mientras que yo tengo que reaccionar para comprender que esto es cierto. No hace falta hablar más ¿Para qué? Ahora me pregunto cuánto tendremos que esperar hasta la próxima.

- Puede ser luego, ¿no? – me pareció indeciso -. Dentro de un rato.

- ¡Por supuesto! – lo apreté a mí -. No hablaba de eso, sino del resto de los días de la semana. Tú estás aquí y yo estoy allí.

- Tengo teléfono – exclamó -. Podemos llamarnos. Puedes venirte cuando quieras o puedas. Te estaré esperando siempre.

- ¡Claro! No es momento de pensar en eso. Échate a mi lado ¿Quieres?

- Sí – se levantó de la cama -. Voy a limpiarte muy bien. Mira cómo te he puesto.

- Ya. No quiero manchar tus sábanas limpias, si no, preferiría quedarme con todo esto tuyo sobre mi piel.

Trajo una toalla suave y me fue lavando el cuerpo con cuidado y sin dejar de mirarme. En el suelo había dejado un bote con agua de colonia de baño; me lo mostró y me preguntó si quería. Me echó alguna por el pecho y por el cuello untándola como si mi cuerpo fuese algo que tuviera que mimar. De la misma forma, unté su cuerpo acariciándolo y, dejando el bote en el suelo, tomó el embozo y tiró de él para taparnos.

Nunca había visto algo igual. Me tapó con cuidado y estuvo un tiempo colocando bien la sábana y las mantas sobre mi cuerpo.

- ¿Estás bien así? – preguntó -.

- Muy bien. Me faltas tú aquí.

Se acurrucó bien, pegándose a mí, y volvió a abrazarme como al principio.

- Tienes que dormir, ¿vale? Cuando descansemos veremos las cosas de otra forma.

- ¿De otra forma? – me extrañé – ¿A qué te refieres?

- Estamos cansados. Cuando despierte prepararé café y unas tostadas. Cuando despierten nuestros sentidos, recordaremos esto mucho mejor; para que nunca se nos olvide.

6 – Extraños en la mañana

Ni siquiera recordaba haber soñado al abrir los ojos y ver los maderos del techo, a mucha altura. Dejé caer mi cabeza a la izquierda y vi a Juan vestido, agachado frente a la chimenea y trasteando. Un delicioso olor a pan tostado y café inundaba aquella enorme estancia. Siempre me había gustado el invierno por esos momentos tan acogedores, tranquilos y de recogimiento.

Miró atrás y sonrió al verme despierto.

- Puedes seguir en la cama un rato, si quieres. En cuanto prepare el desayuno te vistes mientras pongo la mesa. Espero que te guste lo que te estoy preparando.

- ¡Claro! Estoy seguro.

Eché a un lado todas las mantas sin recordar que estaba completamente desnudo justo cuando volvió a mirarme. Noté su sorpresa y cómo volvía la cara para no verme. Parecía darle vergüenza. Busqué mi ropa y la encontré muy ordenada sobre un taburete rústico de madera; junto a la cama.

- Te he puesto ahí la ropa, Luis. Ya puedes irte vistiendo ¡Vamos a comer!

No dijo nada sobre una ducha ni me parecía que en aquel lugar la hubiera. De todas formas, no tenía otra ropa que ponerme. Eché abajo los pies y tiré rápidamente de mis boxers para taparme. No me hubiese importado nada estar desnudo con él mientras desayunábamos, sino que tenía claro que a él no parecía gustarle. Terminé de vestirme en pie y me acerqué hasta él, que seguía agachado frente a la chimenea. Observé que miraba con disimulo cuando me pegué a su espalda. Puse mis manos en sus hombros, me agaché y lo besé en la cabeza.

- ¡Vamos, venga! – se incorporó nervioso -. Esto se enfría.

Nos sentamos a una mesa que más bien parecía otro tipo de mueble viejo adaptado. Sobre él, había un mantel blanco, impecable, muy bien planchado, con varios platos y un par de vasos de café y otro de agua.

- ¿Lo pones siempre así para desayunar tú solo?

- Mmmm. Sí, sí – contestó dudoso -. A veces…

- Gracias, Juan. Sé que lo haces por mí. Todo lo que haces me gusta. Era verdad lo que decías; por la mañana veo las cosas mucho más bonitas. A ti también te veo más bonito.

Carraspeó nervioso y mantuvo su vista agachada.

- Lo siento. Creo que estoy molestando.

- ¡No, no! – dijo apresuradamente -. Verás… No estoy acostumbrado a hablar de eso. Me da vergüenza.

- Lo sé. No volveré a comentar nada si no quieres.

- Sí, sí quiero – se tocaba inquieto -; es que no estoy acostumbrado… Pero…

No quería hacerle pasar un mal rato, así que decidí no hablar más del asunto ni insinuar nada.

- Hmmmm – cerré los ojos -. Esto sí que son pan y café. Y el aceite es delicioso.

- Es todo de mi jefe – aclaró -. Lo hace y lo vende en el pueblo.

- ¡Pero es fresco…!

- ¡Claro! Lo trae de madrugada el panadero. Sabe que me acuesto tarde y me lo deja allí. Es como un torno.

Miré con curiosidad a un lugar de la pared cercano a la puerta. Había algo parecido a una alacena cerrada. Me di cuenta entonces de que ya alguien había visto mi coche en la entrada.

- ¿Has hablado con él? – seguí comiendo -. Habrá visto mi coche en la puerta…

- ¡No, no! – dijo seguro -. Cuando te dormiste me levanté y lo puse ahí al lado. Hay una cuadra vacía como cochera.

- Todo aquí es delicioso, Juan. No quiero que te sientas mal, pero no puedo callarme al ver estas cosas.

- No importa. Vamos a desayunar y daremos un paseo. No está mal la mañana. Te llevaré por el camino del Coto. Te gustará dar un paseo por un sitio que no conoce casi nadie. No está permitido llegar hasta allí.

- ¿El Coto? – me asusté – ¿Te refieres al Coto de Doñana? (Ver aquí)

Asintió sin dejar de comer y me sonrió pícaramente ¡Era tan bella su mirada de día…!

- ¡No pensaba que estuviéramos cerca del Coto! – aclaré -. Anoche perdí por completo la orientación. Podría decirte que no tengo ni idea de dónde estamos.

- Muy cerca del pre-parque. A unos pocos kilómetros de aquí comienza la zona protegida. No todo el mundo puede entrar.

- ¿Y piensas que entremos en coche? ¡Nos van a multar!

No pudo contener la risa y tuvo que taparse la boca para no echar fuera el desayuno.

- No puedo creer que seas tan ingenuo, Luis. Iremos a caballo, no en coche.

- ¿A cab…? – no podía hablar -. He montado dos veces y no sé.

- Te asustas al verte tan alto, ¿verdad? Tengo a Aire para que te lleve. Es muy dócil. Y siempre voy a estar a tu lado. No vas a pasarlo mal.

- Creo que si es contigo… – dije lo que pensaba -, iría a cualquier parte.

- Y yo contigo. Esta vez yo hago los planes; la próxima tú me llevas donde quieras, ¿vale?

Asentí mientras me limpiaba la boca ensimismado. «¡Yo a caballo!».

7 – Juntos a caballo

No quiero recordar los momentos en que me enfrenté a Aire y tuve que montar. Disimulaba cuanto podía porque observaba una sonrisa contenida en Juan. Entonces yo era un animal de ciudad, un perro de casa lujosa y de vida tranquila; un hombre-máquina que se había olvidado de que existían las cosas naturales; sin contaminar.

Pasear junto a él a caballo comenzó, en pocos minutos, a ser algo más que deseable para mí. A veces, cuando nos acercábamos más, le tomaba la mano y la acariciaba. Él sonreía azorado y se retiraba algo de mí hasta que se soltaban nuestras manos. Le faltaba ruborizarse; ponerse rojo como un tomate por algo tan simple.

Seguimos cabalgando despacio entre la arboleda cada vez más espesa y cruzamos por una zona de marismas donde el aire estaba perfumado como el del mar. Llegados a un lugar más salvaje, apareció ante mis ojos una pequeña laguna de aguas limpias y habitada por muchas aves como garzas. Me ayudó a desmontar y aproveché el momento para gozar del roce de su cuerpo y pegar mi mejilla a la suya. No dijo nada.

- ¡Hemos llegado! – se dirigió a las aguas – ¿Qué te parece?

- Tan bello como todo lo que estoy viviendo desde anoche. Tardaré mucho tiempo en acostumbrarme a sentir tanto placer. Esto es hermoso.

- Si quisieras… – dejó de hablar -.

- ¡Dime! Si quisiera… ¿qué?

No hablaba y me acerqué a su lado para poner mi brazo en su cintura. No se movió.

- ¿Qué ibas a decirme?

- Nada… Bueno, sí ¿Sabes que si quieres puedes quedarte conmigo para siempre?

- ¿Qué? – no entendía por qué decía aquello – ¿Quedarme para siempre? ¡Tengo que trabajar!

Me miró pensativo, tiró de mi brazo y caminamos hasta una pequeña meseta cubierta de hierba húmeda. Cruzó sus piernas y se dejó caer despacio hasta sentarse. Hice lo mismo para no perder ni un detalle de sus gestos.

- No te he mentido, Luis. Hay cosas que no te he dicho. Ahora pienso que debes saberlas y después pensar lo que te proponga.

- Dime – me intrigué -. No temas a decir nada. Olvida por ahora tus temores.

Se dejó caer sobre la hierba y puso su cabeza sobre mis piernas mirándome con dulzura sin parpadear. Agaché mi cabeza y nos besamos levemente varias veces.

- Verás… – comenzó indeciso -. Mi jefe… es mi padre.

Tuvo que notar mi sorpresa. No pude decir nada.

- Nunca nos vemos. Hemos llegado a un acuerdo difícil de resumir. Digamos que… toda esa finca que has visto, los animales, todo eso… es mío. Mientras viva tengo trabajo y luego todas esas cosas serán mis propiedades. No me deja administrar dinero… aunque no me falta para lo que necesite. Me gusta vivir así, pero no solo.

Se incorporó nervioso se restregó la cara y siguió hablando.

- No tendrías que trabajar en tus cosas. Ni siquiera tendrías que trabajar aquí.

Hubo un corto silencio y se levantó.

- ¡Déjalo! Son locuras mías. Estoy intentando cambiar tu vida.

- ¿Qué? – me había perdido -. No estás intentando cambiar a nadie. Comprendo tu deseo de tenerme aquí para siempre. Lo que no entiendo es eso de que puedo quedarme… Ojalá. Tengo compromisos y mi vida es de ciudad. Puedo venir siempre que queramos. Si me quedo, no sería más que un estorbo para ti.

- No digas eso – se arrodilló frente a mí -. Yo cuidaría de ti. Puedes traerte tus cosas, tus máquinas… No quiero apartarte de nada. Yo mismo voy a Sevilla todas las semanas.

- Te precipitas, Juan. Debemos conocernos más.

- ¡Eso ya lo sé! No estoy fantaseando. Hablo de que te vengas… una temporada. Prueba esta vida; la compartiremos.

Acercó sus manos, las puso en mi cuello y me besó cerrando los ojos. En un instante, estaba echado junto a mí mirando al cielo; pensativo. No lo dudé. Me volví hacia él y lo abracé.

- Tengo que pensarlo, Juan. Vamos a dejar pasar un tiempo como estamos. Hablaremos por teléfono, irás al bar como siempre y estaremos juntos el fin de semana. Puede ser que acabe viniendo y no volviendo; pero ahora acabamos de conocernos.

Comenzó a mover sus manos y a desabrochar mis botones con un gesto de suma tristeza. Hacía bastante fresco aunque estábamos al sol. Nuestras prendas acabaron volando por los aires y nos revolcamos desnudos por la hierba. Hice por primera vez el amor en plena Naturaleza observados, acaso, por Aire y Viento, que quedaron algo separados de nosotros. Tal vez por algún lince…

No sé si en aquellos momentos no era nada más que puro deseo y sexo. Acabamos riéndonos de nuestra propia sombra y nadando desnudos en las frías aguas de la laguna. Me acerqué a él y lo miré con dulzura recordando las palabras de Trinidad: «Todos los que se sientan aquí horas y horas solos, acaban muriendo. Aprovecha la primera oportunidad que tengas para dejar este sitio» Nos abrazamos y nos besamos bajo las aguas y, al salir de allí, sólo pude decir una cosa:

- Tenemos que volver. Hay cosas que no quiero perderlas. Nos las traeremos.

Gracias Martillo

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Estaba corriendo con miedo, no quería que Martillo causara problemas, lo vi doblar la esquina pero era muy rápido, por fin! Martillo se detuvo y corrí lo más rápido que pude pero no lo alcancé, mi corazón se detuvo cuando vi esta camioneta enorme de color negro que venía a gran velocidad lo cual hizo que Martillo volviera a correr rápido a la camioneta, por instinto cerré los ojos, esperando a escuchar el peor chillido de mi vida, pero lo único que oí fue a un coche chocar contra algo, volví a abrir mis ojos y vi a la misma camioneta pero con la trompa un poco destrozada y a Martillo corriendo hacía mi, me acerqué al lugar para ver si el conductor se encontraba bien.

-Es tu perro?!-Dijo el conductor saliendo del auto y muy enojado.-Ves lo que ha causado??! Pero que?!-Se dijo al ver el daño del auto.- No no no no… pero mira lo que ha causado! -No se había percatado del verdadero daño.- Joder, tu vas a pagar todos los daños causados!

-Yo, yo lo siento, nunca me había pasado algo así, que hacemos?!-Estaba nervioso, hasta que vi una figura muy conocida que se acercaba.

-Hey! Que ha pasado aquí?!-Dijo una voz familiar.

-Vas a hacer algo o que?!-Dijo molesto el conductor, era un hombre, como de mi edad, 20-25 años tal vez, pelo negro, fuerte, con ojos verdes y piel blanca.

-Que ha… que ha pasado aquí?-Dijo Armando, uno de mis mejores amigos, tomando aire.

-Más bien que haces tú aquí?-Le dije mirándolo de arriba abajo.

-Estaba corriendo y te quería visitar pero he oído esto y me he preocupado.

-…si, en esa misma, que? Oh si, por culpa de un perro y se ha arruinado un poco la trompa del carro. Ok señor, lo espero. He llamado al seguro, vienen dentro de unos minutos.

-Pero que ha pasado aquí?-Dijo Armando esperando a que alguno de los dos le respondiéramos.

-Martillo… se escapó y estaba atrás de él cuando vi a la camioneta y Martillo se echó a correr de nuevo y él ha tratado de esquivarlo….

-Y esto pasó!-Dijo aún molesto el chavo.

-Vale, ha dicho que ha hablado a los del seguro… entonces esperemos y a ver que nos dicen.

En ese momento me acordé nuevamente de Martillo tenía que volverlo a meter a la casa.

-Joder, puedes quedarte aquí mientras llevo a Martillo de nuevo a la casa? No me tardo.

-Si… si!-Me decía saliendo de sus pensamientos y viendo el accidente Armando.

-Disculpe, su nombre es…

-Damián, puedo saber a donde va?-Molestó era la forma en la que me miraba, además de sentir cierto rechazo de parte de él.

-Solo voy a meterlo en la casa, no me tardo, de todos modos, mi amigo Armando se va a quedar con usted. Mier… Damián -Me acerqué a él.- tienes una herida…

-Que?!!-Dijo sorprendido y viéndose en uno de los espejos de la camioneta.

-Ahorita te traigo unas curas.-Dicho esto, salí corriendo con Martillo atrás de mi.

Curitas curitas curitas!! Donde demonios se han metido??!! Me dije buscando las maldecidas curitas en mi botiquín. Aunque esté fuera de tema debo admitir que Damián es uno de los chicos más guapos que he visto en los últimos años de mi vida. Ahí están! Las agarre y regresé rápido al lugar del accidente.

-Que?! Pero si ha sido por culpa del perro del otro, el debería pagar todo!

-Primero escuchemos la versión del señor…-Llegué.

-Mario… me llamo Mario.-Le dije casi sin aire.- He… he pues solo que mi perro se ha escapado y el señor Damián ha tratado de esquivarlo pero ha salido en esto.

-Ahora señor Mario, usted diría que el señor Damián iba rápido para esta calle?-Lo voltee a ver para ver su reacción un poco sorprendido.

-Si! Si iba demasiado rápido, lo vi la calle anterior y bueno, si, iba un poco rápido.-Dijo Armando tallándose el cuello sin caerle mal a Damián o crear problemas.

-Vaa joder no me vengas con eso! Tenía prisa, o mejor dicho tengo prisa, tengo que llegar a un lugar importante.

-Bueno, entonces tendrá que pagar parte de las reparaciones que requiera el automóvil.-Me dijo el del seguro.- Dicho esto me retiro, los veo a ustedes señores el 15 de este mes en las oficinas del seguro.

-Excelente, lo que me faltaba!-Dijo con gran sarcasmo (obviamente) mientras el señor se iba, me acerqué para ver de nuevo sus heridas.-Que coño haces?-Me apartó las manos.

-Trato de ver tus heridas.

-No son tan graves, solo es un raspón.-Me dijo más calmado, me acerqué y le moví la cabeza para verlas mejor.

-Si, tienes un raspón un poco visible, es mejor que te lo ponga.-Saqué la curita de su empaque y se lo puse en la frente tomando de la cabeza a Damián en ese momento sentí (aunque se escuche tonto y extremadamente cursi) una corriente eléctrica pasear por todo mi cuerpo y creo que el también.

-Ya!-Me apartó la mano.- Aah… mira este es mi número, si algo pasa… te aviso.-Dijo con este tono entre enojado y sonrojado mientras me daba un papelito amarillo.

-Eh si.-Echó una ultima mirada a su auto y se fue.-Joder…

-Un poco raro el tipo, no crees?-Me dijo Armando.

-Que? Ou si, y un poco guapo además.

-Jajajaja. ¿Que tal si me invitas a tu casa? Está a punto de llover y en verdad no me quiero contraer un resfriado.

-Pues manos… pies a la obra. Y ahora que se tiene que hacer con todo esto?

-Solo tienes que pagarle al seguro del carro cierta cantidad de dinero por reparar la pieza.

-Ya lo capto.

-El vive cerca?… Damián vive cerca de aquí?

-Ehhh no que yo sepa, nunca lo había visto.

Justo cuando llegamos a la casa empezó a llover y nos pusimos cómodos viendo la televisión. Me quedé pensando en Damián, no creo haberme enamorado, tan pronto?! Tampoco creía en el amor a primera vista, era imposible.

______________________________________________________

Como no me iba a enojar? Por culpa de un maldito perro había estropeado uno de los carros de mi hermano… justo en el día de su boda, y mi esposa se iba a enojar conmigo, o más bien todo el mundo, verán, los choques son muy frecuentes en mi vida y siempre por alguna irresponsabilidad mía, y ahora no me iban a creer que fue por esquivar un perro. Mario Mario Mario, por alguna extraña razón no me podía quitar su imagen de la cabeza.

Pensarán que tener una esposa a mi edad es muy temprano pero en su momento la quise mucho… Mmm no es que no la ame todavía, bueno… no tanto como antes, en las ultimas semanas habíamos estado teniendo muchas discusiones y por alguna razón estos últimos días iban bien, como si aquellas discusiones nunca hubieran pasado, el problema era que no sentía lo mismo con ella. Pude ver la cara de mi hermano al acercarme a su casa.

-Pero que…?! Sabes… sabes -Se había enojado pero se calmó.- sabía que no debí prestarte la camioneta, esta vez que fue? Un alien se te apareció en medio de la calle?

-Ehh perdón, esta vez no fue culpa mía, en realidad solo un poco pero es tu culpa, venía de regreso y un perro -Martillo- se me atravesó lo traté de esquivar y termine chocando con un poste de electricidad y como venía rápido al dar el volantazo pues ha resultado en esto.

-No te puedo creer -Decía para calmarse así mismo y no más para mi.- Y ya has hablado a los del seguro? Oye, trajiste lo que te pedí? Además la boda es en unas horas no tenías que preocuparte.

-Si pero me pongo muy estresante en cuanto a horarios y lo sabes. Ehhh, si, el dueño del perro -Mario…- tendrá que pagar parte de los daños; traje tres por que no sabía muy bien cual te quedaba mejor.

-Está bien está bien -Inhaló olvidándose de todo, eso era lo que me hacía ponerlo entre mis hermanos favoritos, a pesar de todos mis errores siempre me hacía sentir bien pero no mimandome.- Vamos a dentro, suerte que la boda es en un salón, si no todo en estos momentos estaría mojado.

Me eché en su sillón cambiando los canales en busca de alguna serie o película que me distrajera. Tengo 6 hermanos, sus edades y sus nombres, del más pequeño al más grande: Martín de 17 años, Arturo de 19, yo Damián de 24, Omar de 26, Leonardo de 29, Joel de 30.

Leonardo es al que se está a punto de casar al que le he chocado la camioneta, Omar se ha divorciado una vez hace dos años pero ahora mismo tiene pareja, Joel es soltero pero con una pretendiente, yo pues me casé temprano y a lo loco, Martín y Arturo… bueno pasan de novias como si fueran ramas.

Somos una familia unida y como podrán notar mis padres de vez en cuando se convierten en conejos y el resultado es ese.

-No piensas ir con Michelle?-Me decía Leo despertándome en calzoncillos y preparándose para vestirse.-Ya solo falta media hora para que empiece la boda.

-No, acuérdate que las damas de honor siempre están juntas… o eso creo. Calma esos nervios, yo ya pasé por esto y es divertido.-Le dijo con gran sonrisa acordándome de lo que antes sentía por Michelle.-Solo tienes que pasar esta gran alfombra para ver a tu hermosa esposa con su gran vestido blanco… después podrás irte de luna de miel con ella.

-Es mi primera vez, como es que tu no te sentías tan nervioso?-Ni yo sabía como, solo me sentía muy feliz de que me iba a casar con esta mujer tan bella.-Por que la amas de verdad.

-Y tu no la amas?-Me dijo parando de hacer todo lo que estaba haciendo.

-Que?!!-Me sobresalté con esa pregunta, como si te avisaran que MJ regresó a la vida y que todo fue una grandiosa publicidad.-Si, la sigo queriendo…

-Siempre hay un pero.

-Pero ya no siento lo mismo de antes, antes la amaba a morir y ahora con los problemas que hemos tenido algo en nosotros ha cambiado y no estoy seguro de si me siento cómodo con ella.-Le respondí perdido mirando mi anillo de compromiso.

-Hay alguien en la mira?-Me preguntó con amenaza incluida en su mirada.

-Obvio que no, es eso nada más OK?!-Aquella pregunta rebotó en mi cerebro estresandome, que tal si estaba enamorado y yo mismo no lo sabia?-Como irritas, solo déjame vestirme.-Me levanté decidido a uno de los cuartos para bañarme y después vestirme.

Mientras me bañaba y pasaba el jabón por mi cuerpo se me vino a la mente como le había respondido a Leonardo y enseguida me sentí mal, me he comportado peor con el pero esto era sin razón alguna, no debí hacerlo, tenía que pedirle disculpas, joder, hoy es su boda y yo cargándosela toda!

-Oye Leonidas -Me recargué en la puerta de su cuarto poniéndose los calcetines.

-Si?

-Perdón por lo de hace un rato, no quería ofenderte, es que yo he estado también un poco fuera de mis cabales.

-No te preocupes, creo que también te debo disculpas, me he pasado un poco.-Le sonreí y me fui a vestir.

Cuando ya estaba todo listo para irnos a la boda nos subimos a otra camioneta que tenía y manejó él, a medio camino me di cuenta que no traía las llaves de mi casa y las de la oficina en la que trabajaba entre otras cosas más, digamos que precisamente no las tenía en mi pantalón cuando llegué a casa de Leo.

-Y que vas a hacer? Estamos a medio camino.-Dijo preocupado.

-Ammmm, cambio lugar con Joel, me llevo la camioneta y el se viene contigo, no me tardaré creo saber donde están… bueno eso espero.-Se estacionó y lo mismo hizo mi hermano Joel que iba detrás de nosotros, me dirigí hacía donde estaba Joel.

-Por que se detienen? Estoy seguro de que todavía falta mucho tiempo para llegar.

-Si si, solo vete con Leo, llego en un rato allá, se me han olvidado unas llaves importantes.-Le dije rápidamente y sacándolo de la camioneta.

Con miedo aceleré para llegar rápido a donde había tenido el accidente y con mucha suerte llegar a la casa de Mario. A tan solo unas cuadras de llegar al lugar donde había tenido el percance me di cuenta que Joel traía un Frapuccino, el y yo tenemos muchas cosas en común en cuanto a gustos…. PEEROOO! Como siempre, el inoportuno de Damián decidió tomar un trago cuando pasé por un bache, podrás imaginarte como quedó mi camisa de vestir de color blanco.

-Miieerrda! En serio?! -Me dije a mi y al maldito envase, lo único bueno es que había llegado al lugar, pero ahora que iba a hacer si no sabía en donde vive Mario?! Me bajé del auto y fui con unas señoras que estaban sentadas charlando.-Disculpen, me llamo Damián, estoy buscando a alguien, este… se llama Mario, es como de mi tamaño y edad, pelo oscuro, ojos grises…

-Ooo, es el único de por aquí con ese nombre.-Dijo una de las señoras sonriendo amablemente.

-Mira, vive a unas cuadras de aquí, te vas derecho hasta topar con la casa de allá y das vuelta a la derecha, después solo tendrás que buscar una casa naranja #54 y habrás llegado a su casa.-Me dijo otra señora que estaba ahí.

-Ok, derecho hasta topar y después doblar a la derecha hasta encontrar la 54, muchas gracias!-Le sonreí a todas, todas las señoras estaban en la 3ra edad pero ni tanto, me subí de nuevo a mi coche ya con algunas gotas de agua en mi traje y antes de cerrar escuché a las señoras decir algo como: “será… novio… algo entre ellos”, no sabía para nada a que se referían pero me pude imaginar lo que decían “serán novios o se traen algo entre ellos”, no le presté más atención y rápido me fui a buscar su casa.

62, 60, 58, 56… 54!! Me estacioné como loco, toqué el timbre varias veces en corto tiempo y abrieron.

-Mario! Joder cuando me he ido…

-Algo anda mal?-Me dijo sin comprender nada.

-Si si!

-Pero ya hemos hablado con el señor…

-No no! Eso no, cuando me he ido se me han caído unas llaves muy importantes y no sé si tu las hayas visto y las hayas recogido….-Dijo impaciente.

-Oh! Si, te hice señas pero no me has visto, ahorita las traigo…-Me dijo mientras gotas de agua no dejaban de molestarme-Que hago -Se dijo así mismo- pasa, te vas a terminar mojando por completo.-Entré con un poco de pena, no nos conocíamos para nada pero ahí estaba yo dentro de su casa.-Si quieres te puedes sentar.

El fue a buscar las llaves y fue cuando me acordé de mi camisa. El estaba de regreso.

-Son estas?

-SI SI SI GRACIAS! Oye… no nos conocemos pero mira, me siento mal al pedirte esto, pero no tienes una camisa que me puedas prestar??? Se me ha caído café encima y estoy en camino a la boda de un hermano y, y, y no puedo llegar así…-Le dije ilusionado mirando le a los ojos.

-Mmm si quieres… creo que somos la misma talla, solo espérame.-Me dijo confuso.

-Si… gracias.-Estaba impaciente, no quería llegar tarde a la boda.

-Tengo estas 2, no sé cual quieras?-Me dijo con 2 camisas en las manos.

-Joder tio eres mi salvación -Se empezó a reír. Me quité apresuradamente y torpemente la camisa que casi la rompo, agarre una de las que tenía en sus manos y me la iba a poner cuando me detuvo.

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No sé ni como diablos había encontrado mi casa pero no sé, se me hizo muy chistosa la situación, no lo conocía pero algo en el me decía que era buen chico.

-Para, no querrás ponerte una camiseta antes?-Damián tenía buen cuerpo por minimizar, por que realmente tenía un muy buen cuerpo, no tan marcados como un luchador y más suaves que los de un modelo.

-Que?!-Se tocó el cuerpo en lo que parecía ser una búsqueda de la camiseta- Aaah -exhaló- me ayudas… de nuevo?-No pude evitar no reírme, le contagie la risa y subí a mi cuarto en busca de una.

-Toma.

-GRACIAAAS MARIO!-Se la puso como loco… pero al revés.

-Eeeh Damián, te la has puesto al revés.-Le dije chistoso.

-Aaah demonios.-Se la empezó a quitar y cuando lo hizo la olió.-Pero que bueno! Cual usas?-Esta vez se la empezó a poner en la buena dirección.

-Es “The Beat”.-Le sonreí.

-Huele muy bien… ahora si -Agarró la camisa y se la empezó a poner- vamos bien…. yyy listo! Joder Mario en serio muchas gracias!… A! Este… si quieres te puedes quedar con mi reloj o algo para que estemos a mano y ya mañana nos arreglamos bien.-Me dedicó una de las sonrisas que más me han hecho sentir cosas en el estomago.

-No te preocupes, con tu camisa está bien.

-Bueno gracias!-Me dijo chistoso, estaba a punto de irse cuando regresó, me imaginaba lo mejor.

-Oye… te debo una disculpa, por lo que pasó en la mañana, no era mi intención gritarte ni ofenderte, he estado teniendo malos días y justo hoy estuve bajo presión, la verdad no sé por que haces esto por mi, pero en serio, te pido perdón y al mismo tiempo las gracias por esto.-Me dijo con la sinceridad pura en sus ojos y me dio un abrazo fuerte.-Mmm otra cosa, te he dado mi número y estoy 100% seguro de que no te puedo llamar si no tengo el tuyo jajaja.

-Si…! Es cierto, te lo anoto en una hoja.-Le escribí el número y se lo dí, nos despedimos de nuevo estaba a punto de irse- Espera antes de que te vayas… toma esto, quien sabe cuando va a parar la lluvia y tal vez lo necesites.-Le di un paraguas.

-Muchas gracias.-Me dedicó hasta ahora la sonrisa más grande, se dirigió a su camioneta y cerró la puerta pero aún así se despidió de nuevo sonriendo por el cristal.

Si, creo que me he enamorado.

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Que buen chaval, sin conocernos y lo que me ha prestado, esta vez me dirigía hacia el lugar de la boda un poco más calmado y con una sonrisa de oreja a oreja sin saber la razón.

-Hasta que llegas, Michelle te ha estado buscando.-Me dijo Arturo entrando al salón.

-Si, es que se me han perdido unas llaves y las he ido a buscar. Que le has dicho?

-Ya, tan importantes eran??-Arturo suele ser muy cabeza dura.

-Si Arturo, tan importantes son -Le dije un poco solo un poco molesto.

-Ya ya. Le he dicho que tampoco sabía y pues se ha ido con la novia a maquillarse.

-Ok, vamos a sentarnos antes de que empiece todo.

Nos sentamos todos los hermanos en las primeras bancas de la iglesia, y todo fue normal, la típica canción de piano y la esposa caminando a través de la iglesia en medio de todos los invitados, con la mirada llena de ilusión hacia el que pronto sería su prometido, Leo.

-Mi amor, hasta que te puedo ver…-Le dije a Michelle terminando la frase con un beso en sus hermosos labios, ella me siguió y empezó a subir la temperatura.

-…amor, sabes… hemos tenido problemas últimamente y… sería genial si termináramos la noche de una forma especial y diferente…

-Si si…-Le dije agarrando nuestras manos y besándola más, después de varios días de no tener nada de acción me empezaba a hacer daños colaterales y algo en mi pantalón empezaba a despertar.-esta noche la acabaremos en la cama entre besos y caricias… te quiero…

-Y yo igual… Vente vamos a la mesa de nuevo.

-Jajaja Yoooo…. es que no puedo dejar que los invitados me vean así….

-Ok, jajaja te quiero.-Me dio un beso en la mejilla.

Todo aquello pasó y ahora todos se iban al salón donde sería la fiesta, algunos solo platicaban alegremente y otros en la alberca, yo mientras el sueño empezaba a dominarme, cuando me di cuenta eran las 1:30 de la mañana.

-Damián te estás durmiendo, por que no te vas al carro.-Me dijo Joel.

-No!-Le dije de sorpresa- Estoy bien, solo… solo…-Volví a cabecear.

Estaba en algún lugar pero lo que sí sabría decirte es el placer que estaba teniendo en mi parte baja, eso y que veía una cabeza subiendo y bajando en aquella parte tan especial y delicada pero no era Michelle, no, ella tendría el pelo café claro con rayos aún más claros y la que estaba viendo tenía el cabello negro y corto… como si fuera un hombre, lo único que escuchaba eran los gemidos entre-cortados que salían como torpedos de mi boca a un volumen no muy agradable para los vecinos, aquel que me estaba mamando estaba a punto de voltearme a ver…

-Damián! Damián!

-Que?! Que…?! Oh, si, lo siento, yo…

-Tomate una cerveza, te va a despertar. Se que no me incumbe pero por lo que he oído no has tenido acción en mucho tiempo jajajaja.-Se burlaba.

-Se ha escuchado?-Dije sin despertar por completo.

-No tienes que preocuparte, has gemido bajo jajajaja. Vete a dormir a la camioneta.

-Pero Michelle…

-Yo la llevo no te preocupes, anda, vete a la camioneta.

-Joder Joel, gracias, te debo una.-Me levanté de mi silla y me dirigí hacía Leo para despedirme, estaba tan cansado que se me olvido despedirme de las demás personas. Me agaché para hablarle al oido.

-Joel tio, lo siento, me muero de sueño y últimamente no he dormido y he estado bajo presión, lo siento.

-Vamos Damián, no tienes que disculparte, vete ya a la camioneta anda.

Apenas entré a la camioneta me acomodé en los asientos y caí completamente dormido, soñe, soñe soñe con… Mario??!

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Este es un nuevo relato, como verán, y pienso continuarlo pero esta vez los quiero hacer largos, espero y les guste, dejen sus comentarios y demás en los comentarios.

Confesiones de Juni

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Aquellos lectores quienes han seguido mis relatos (al menos los pocos que quedan), podrán darse cuenta que los relatos son reflejo de mi forma de percibir y analizar las cosas. Mas no toman en cuenta la opinión o versión de terceras personas. Incluso en mi ultimo relato (perspectivas FINAL) comente sobre la posibilidad de convencer al tan afamado Kiwi a contarnos un poquito de su historia.

Finalmente lo convencí de que se tomara un tiempo para relatar un poco sobre el y que pasaba por su mente acerca de los eventos que ustedes pudieron leer en relatos anteriores. Por lo que invito a los lectores que están familiarizados con la historia, a leer este relatos. Y aquellos que son nuevos, los invito a que lean los relatos pasados para poder entender mejor la historia. (Si quieren)

Sin mas preámbulos, los dejo acá con el relato de Juni (como muchos lo conocen). También conocido como Kiwi.

Ray M. Müller

PD: Yo no he leído aun el relato de Kiwi, es mas. Lo leeré al mismo tiempo que lo leerán ustedes lectores. Lo que me causa cierta emoción pero a la vez nerviosismo.

——— INICIO: KIWI ———–

Bueno, pues finalmente me decidí a contar mi historia. Sinceramente no soy bueno para escribir mis anécdotas, ya que generalmente soy un poco distraído y tiendo a salirme mucho del tema. Por lo que la gente pueda sentirse a veces confundida con mi forma de expresar. Pero hare lo posible por mantenerme en línea de la historia. Ahh y para que sepan, al ser este espacio MIO. Si llevara sexo, sin importar la racha de castidad de Ray en sus últimos relatos. (sorry mi amor, yo se… pero ya sabes como soy).

Siempre admire la forma de escribir de mi rubio, si bien no es un ávido escrito. Es divertido leer sus comentarios y forma de expresar. Especialmente porque facilita la forma en que pueden ustedes imaginar como es el en realidad. Y se los garantizo, tal cual se lo imaginan en los relatos… así es el. Medio gruñón a veces, pero risueño a la vez (mezcla rara lo se), y sobre todo un topo tecnológico. Si bien a mi me gusta la tecnología y la disfruto, el es… muy superior en temas de este tipo. Por lo que siempre tengo a quien acudir cuando tengo problemas con cualquier aparato electrónico.

De cierta forma existe una dependencia mutua entre nosotros. Digamos, el rubio es particularmente científico/matemático. Es decir, para el todo tiene que haber explicación. Todo son algoritmos y ciencia. Aspecto muy particular en los ingenieros o estudiantes de la carrera.

Por mi lado, yo soy mas tirado a lo filosófico. Me encanta leer libros relacionados a la psicología y medicina. Especialmente lo relacionado a la mente criminal. Estudio derecho y psicología. Este ultimo de a pocos, porque es por puro interés/hobbie. Mas derecho es mi principal objetivo. Quizá sea porque tuve mucha influencia de mi padre, que es abogado.

En fin, al ser yo de pensamiento libre me gusta tener a alguien que sustente en materia científica un determinado tema. Ahí es donde entra mi rubio, mientras que el se apoya en mi para el campo de la creatividad. Gracias a esto, podemos desarrollar muy fácilmente conversaciones sin aburrirnos. Aspecto muy importante ya que tenemos una relación que lleva 7 años, donde 5 han sido los años que hemos vivido solos como pareja. Y créanme, que para vivir junto con tu pareja, la conversación es esencial. (Entre otras cosas divertidas por ahí… )

Ya conocen un poco al menos mi lado de intereses. Ahora voy a explicar un poco de mi, ya como persona. Quienes me conocen desde pequeño, saben que soy muy hiperactivo. Sencillamente no puedo estar tranquilo, siempre tengo que estar haciendo algo, lo que sea. Soy bastante social y extrovertido. Me gusta vacilar y salir a pasear siempre que se pueda con amigos y por supuesto con mi rubio.

A diferencia del rubio, yo no puedo decir que naci gay. Veran, esto es aun una interrogante que probablemente nunca podre responder bien. Muchos dicen, que se nace gay… otros dicen que se hacen. Tiendo a inclinarme por la idea de que se nace como tal, sin embargo mi historia me dicta algo diferente (he ahí el conflicto).

Me explico, desde muy muy pequeño fui bastante precoz. Y cuando digo bastante, no exagero. Realmente fui muy alborotado. Era 100% heterosexual. Los tipos no me llamaban la atención para nada. Es mas, me generaba un cierto repudio pensar que dos tipos pudieran estar juntos. No era homofóbico, simplemente no me gustaba la idea de que yo pudiera hacer algo asi. Por lo que mi atención se centro completamente en las mujeres. Me moria por ellas, especialmente las rubias. (Si yo se, tengo un cierto fetiche por el cabello rubio)Me derretían, me moria, iba al cielo y volvia a revivir. Las babas se me caian cuando veía a una de estas tipas pasar cerca mio o inclusive por televisión. Probablemente llegue a enamorarme de miles de mujeres durante mi vida heterosexual.

Mi forma de ser, social y extrovertida me impulso dramáticamente en la conquista de mujeres. Aparte de que, me considero un tipo guapo y en buena forma. Digo buena forma porque siempre fui un tipo delgado, de esos que comen como cerdos y no engordan. Sumado a que practico deportes también. En fin, conquistar mujeres para mi era muy natural. Recuerdo mi primera novia en 3 grado de escuela con quien tuve mi primer beso. Obviamente no llegamos a mas, pero era yo como el pervertido del grupo. Siempre viendo que compañera me gustaba mas para darle un beso. Por esta razón, fui probablemente la peor pesadilla de muchos padres de familia. No caben palabras para describir mi impulso heterosexual que sentía en ese entonces. Dicho sea de paso, el rubio y yo eramos compañeros de clase. Y siempre andaba con el y otros viendo que travesura podíamos hacer.

Gracias a esto me gane muchas peleas con las niñas de mi clase, pues desde entonces ya era medio perro. Si, lo admito. Era un perrazo.

Quiero hacer una aclaración muy importante aquí. Si bien yo era bastante precoz para ese entonces, nunca tuve un impulso sexual. Es decir, obviamente conocía el sexo y me llamaba la atención como a cualquier niño. Sin embargo, el placer que me generaban esas conquistas era precisamente eso… el placer de conquistar. Yo era feliz con el hecho de poder conquistar a las chicas y nada mas. Nunca intente desvestir a una ni nada por el estilo. Todo el asunto era el bendito beso nada mas.

Obviamente con los años, esas prioridades cambian. Sin embargo, a mis 11 o 12 años aproximadamente. Aun no me atrevía a tomar ese paso tan grande, es decir, tener sexo era una cuestión mas de cuidado y podía meterme en serios problemas. Pero al menos la idea ya estaba sembrada, era cuestión de tiempo para poder hacer algo.

Me gustaría decir que mi primera vez fue producto de una conquista. Pero no fue así, en realidad. Todo fue un periodo de vacaciones que tuve y aproveche pasarla donde mi primo (que tenia en ese entonces 22 años) que vivía en New York. El siempre fue el típico chico que figura como un ángel frente a los familiares, pero en secreto era una bestia para las fiestas y el alcohol. Incluso, vivía solo en un apartamento que alquilaba. Yo conocía su estilo de vida y pues tampoco era la primera vez que iba.

Recuerdo que fue una noche, estábamos tomando cerveza en su apartamento junto con varios de sus amigos. Y entre y una conversación, salió este tipo que nos conto que había ido recientemente a un nightclub (no diré su nombre) y que fue atendido por una chica asiática buenota, pequeña de estatura y que parecía como de 16. Pero que en realidad tenia 24. (Ya saben como son las chicas asiáticas). Y nos conto todo lo que le había hecho, sexo oral, anal, vaginal… en fin de todo. En la emoción de la conversación mas lo ebrios que estábamos, me dijo el tipo este que estaba apenas para mi. (pues tampoco es que sea muy alto que digamos) Que si me animaba.

Yo le dije que si, pero que probablemente se iría a molestar por mi edad. Incluso denunciarlos a ellos. Mi primo, retándonos a todos no dijo que ella a fin de cuentas se dedica al sexo. Que por dinero, podía hacer lo que le pidieran. Además, podían llamarla (ya que el amigo de mi primo portaba su numero de teléfono) para un servicio para ellos y que ahí aprovechaban para ofrecerle que me hiciera algo. No muy convencido de que el plan fuera a funcionar, acepte. Pero no me hice ilusiones, aunque admito que estaba nervioso.

Ya la llamaron y que supuestamente podía pero hasta después de las 11pm. Que salía de trabajar. Así que esperamos, mientras seguíamos tomando nuestras cervezas. Mucho de lo que se hablo fue de sexo, hasta que en una ocasión salió el tema mío de nuevo. Me dijo uno de los tipos que esa chica estaba apenas para mi, pues seguramente por mi pene no podía hacer mucho. Lo que me dio cólera, porque era completamente mentira. Siempre considere tener un pene grande para mi edad. Y a mis 12 años no seria diferente. Así que les dije que no sabían de lo que hablaban, nunca me habían visto nada y ya decían que era pequeño. Yo sabia que lo decían para molestar, pero sepan que yo estaba tomado y pues uno tiende a ser de “mecha corta” en cuanto al carácter. No recuerdo bien cuanto me media en ese entonces, no se, probablemente unos 15cm o mas erecto. Lo que si se, es que no estaba nada mal para mi edad.

La cosa es que llego la hora de la verdad, llego la tipa. Muy bien arreglada y todo. Y de verdad parecía una niña la chica esta. Obviamente, se le notaba el cuerpo desarrollado de una mujer, pero de baja estatura y la cara como si nunca hubiera crecido. Se le podía calcular por su cara unos 14 o 15 años. Yo veía desde lejos, medio de reojo por una puerta entre abierta. Estaba el amigo de mi primo conversando con ella. Preguntándole que si podía “hipotéticamente hablando” involucrar a un chico menor de edad. Ella por un momento se quedo pensativa, medio seria, quizá hasta un poco sorprendida. Y respondió que de que edad estaban hablando. A lo que respondió que unos 14 años “aproximadamente”. (para que no se oyera tan feo) Y respondió que si, que estaba bien. Pero que iba a cobrar el doble y por adelantado. El tipo no mas se sonrió y le dio el dinero.

En ese momento, no mas me dio como cierto nervios. Era mi primera vez, con una tipa prácticamente profesional en el oficio. Y por lo que me contaban los demás, toda una tigresa en la cama. Wow… nada mas pensaba.

Veo que le indican la habitación donde me encuentro yo, y la tipa sin pensarlo se dirige a la habitación. No pude hacer nada mas que esperar como idiota de pie frente a la cama con toda mi ropa puesta, no mas descalzo. Entro a la habitación y cerro la puerta. Y cuando me miro, me sonrió y se dio una pequeña risa mientras se tapaba la boca diciendo “oh my god, you’re just a child!! You’re not 14!!… this is so wrong hahaha how old are you boy?”… “13” (mentira, pero no quería extinguir mi oportunidad de perder mi virginidad)… “haha ok ok, wow haha… you’re cute though. Come here, its ok… “

Se acerco a mi y me abrazo por la cintura. Mientras que con su otra mano, se acomodaba su largo cabello y acercaba sus pechos a mi. Nos pegamos bastante y seguidamente me tiro a la cama. Ella de pie comenzó a bailarme en las piernas. Recuerdo como si fuera ayer, ver la forma tan desinhibida y natural en que se acariciaba sus pechos, su trasero y en ocasiones hasta su vagina por debajo de su vestido negro corto. Yo me sentía en el cielo, que mujer mas increíble, pensé. Y era toda para mi. Curiosamente yo no poseía ningún control sobre ella, ella era la que mandaba. Mientras se desvestía lentamente, me pregunto si era mi primera vez, a lo que respondí que si. Ella riendo, no mas parecía que se excitaba mas.

Obviamente mi pantalón exhibía una erección de campeonato. Lo que ella noto muy rápidamente y me empezó a tocar por encima. Y a quitarme la camiseta. Finalmente me quito el pantalón y quedando solo en bóxer, comenzó a tocarme el pene y testículos por fuera de este. Se notaba que le gustaba su oficio, incluso llego a decirme “well well, seems like you are not a little boy down here” mientras que con su mano acariciaba todo el paquete.

Acto seguido, se puso encima mío con su vestido hacia arriba. Dejando al descubierto su vagina y trasero. Mientras comenzaba a besarme (cosa que era lo único que yo podía hacer bien en ese entonces) y agarrando mis manos las puso en su trasero. Ahora iba en serio la cosa. Pues su vagina rosaba fuertemente con mi erección, que aun se ocultaba bajo el bóxer.

Después de un rato de estar así, no mas fue bajando por mi cuello lamiéndome y besando. Hasta llegar a mi pecho y abdomen mientras me acariciaba las piernas. Yo como siempre, boca arriba, acostado en la orilla de la cama. Con mis rodillas flexionadas al borde de esta. Hasta llegar a mi erección. Yo usaba de esos boxers flojos que tienen un botón adelante. Por lo que ella aprovecho para desabrochar el botón y sacar mi pene por la abertura. Y sin pensarlo dos veces, me la empezó a lamer como si fuera un helado. Acto seguido a mis testículos. En cuestión de segundos esa mujer devoraba mi pene como nunca en mi vida lo habían hecho. Increíble sensación me hizo ver las estrellas, instintivamente empecé a gemir como loco. Mis movimientos iban al son de su mamada, todo por instinto. Al ratito de estar chupando como loca, me quito todo el bóxer y me indico que me hiciera mas arriba de la cama. Para podernos acostar bien. A lo que cumplí inmediatamente mientras me tocaba mi pene esperando a su regreso.

Ella termino de quitarse su vestido, pudiendo ver yo un cuerpo impresionante. Era perfecto. Casi parecía que la habían editado con photoshop. Esta vez, me abrió la piernas y comenzó a masturbarme mientras me chupaba los testículos. Todo esto mientras me volvía a ver con una mirada penetrante. Como si telepáticamente me estuviera diciendo “te voy a hacer eyacular como nunca en tu vida lo has hecho”.

No estuvo mucho rato así, hasta que finalmente paro y me dijo “are you ready?”, yo no podía articular ninguna palabra. Estaba como en otra dimensión. Ya no eran nervios, era un completo éxtasis lo que sentía. Mi silencio fue un si para ella, a lo que segundos después procedió a hacerse para atrás. Y con sus pies proceder a masturbarme, la habilidad de sus pies era increíble. Me atrevo a decir, que era mucho mejor que con sus manos. Esto mientras buscaba algo en su bolso, un condón. Habilidosamente lo abrió y se acerco de nuevo a mi… y me lo puso delicadamente. Le dio una lamida mas a mis testículos y se puso sobre mi… esta vez con su mano dirigiendo la punta de mi pene hacia su vagina. Que segundos después termino por metérsela toda. Ya estaba, mi virginidad en manos de una asiática profesional en el oficio mas viejo de la historia de la humanidad: la prostitución. Pero vaya que estaba siendo un buen polvo. Tampoco es que tenia un punto de comparación pero no podía ser malo, en lo absoluto!!!

Me estuvo cabalgando aproximadamente unos 5min, cuando en eso paro y me comenzó a dar consejos para poder durar en el sexo. Consejos que agradezco mucho que me los dijera, pues hoy en día los sigo aplicando y son esenciales para cuando voy a tener sexo y pueda durar bastante. Esa noche, evidentemente no los aplique dado mi naturaleza de novato. Ya que no mas 2 min después de darme los consejos. Eyacule de una forma increíble. Técnicamente dentro de ella, pero obviamente no porque tenia condón. Ella no mas, gemía y me acariciaba todo. Sus movimientos se volvieron lentos hasta que finalmente paro. Me volvió a ver, me sonrió y nos volvimos a besar.

Segundos después, se aparto de mi y me quito el condón. En mi vida había visto que tuviera una eyaculación tan grande como esa, obviamente ya me había masturbado y todo. Pero jamás me había salido tanto semen como esa noche. Quede bastante satisfecho la verdad. Y lo mejor de todo, es que no estaba cansado. Mi pene, era evidente que no tenia intenciones de bajar esa erección. Por lo que ella no mas se reía mientras me veía y me masturbaba. Estuvo haciéndome varias preguntas banales, todo sin dejar de masturbarme y tocarme los testículos. Hasta que de un pronto a otro, no mas bajo y comenzó a chuparme el pene increíblemente. Nuevamente estaba yo con los ojos cerrados, pero esta vez agarre un poco mas de iniciativa y tome su cabeza. Al ratito paro y me dijo que me tenia una sorpresa, que no se lo dijera a nadie. Le pregunte que era, pero no me dijo nada y siguió chupándome sabroso.

Así estuvimos tal vez unos 10min, cuando sentí los deseos de venirme otra vez. Le dije que estaba a punto, pero no me hacia caso. Seguía chupándome como loca, sin despegarse de mi pene y mis testículos. Finalmente intensifico sus mamadas, ya no eran amables ni cariñosas, estaba frente a una mamada clásica de película porno. Hasta que eyacule nuevamente, pero esta vez en su boca. Ella supo de inmediato y paro su faena, pero sin sacarse el pene de la boca. Al contrario, sus labios se cerraron mas para no dejar caer el semen que salía a montones de mi pene. Estoy seguro que tuvo que haber sido una eyaculación similar a la anterior, y si no, al menos muy parecida. Porque no dejaba de sentir como salía y salía semen.

Esta mujer, me volvió a ver. Retiro su boca y pude observar como una substancia blanca inundaba su interior. A lo que acto seguido procedió a tragarse. Yo me quede sin habla, ella no mas me sonrió y me dijo que nunca antes había hecho esto a un cliente. Por temor a contagiarse de algo. Pero que yo le agradaba bastante y que por ser mi primera vez era muy poco probable que tuviera algo con que contagiarla. Y que esa era su sorpresa, pero que no le contara a nadie. No mas quede tendido en esa cama, absolutamente satisfecho. Me sentía pleno, contento. Me sentía todo un hombre.

Relato esta encuentro heterosexual en un relato gay porque estoy seguro que ustedes ya sabrán como termino todo a fin de cuentas. Pero también porque quería darles a saber, como este evento cambio mi vida. Para bien y para mal a su vez.

Gracias a esta mujer, tuve la suficiente confianza para poder tener sexo. Ya sabia lo que era y como hacerlo. O al menos, tenia en mente los consejos sobre como durar mas de los 20min que generalmente dura el sexo promedio. Así que en mi estaba el reto de poder aplicarlos y ver como podía ser yo un profesional en el arte de coger. Como todo lo relacionado a mis conquistas, el sexo tenia que ser lo mejor de lo mejor. Ya no iba con la mentalidad de besar a la chica guapa, ahora iba apostándole todo y tratar de repetir aquella experiencia que tuve con esa mujer. Con cuanta chica pudiera conquistar.

Hablamos de otros tiempos, a los 12-13 años, las chicas ya están un poquito mas desarrolladas y empiezan en su etapa de descubrimiento. Me convertí en un verdadero adicto al sexo. Mis primeras conquistas después de este encuentro no tuve éxito, mas fue cuestión de un par de semanas, hasta que por fin pude cogerme a una compañera de clase. Y así fui cambiando de pareja como cambiaba de bóxer. Yo no me bastaba el reto de conquista, ahora quería llevarlas a la cama y comérmelas todas. Estaba hecho una bestia imparable.

Esto me causo muchísimos problemas. Celos, infidelidad y promiscuidad sobraban. Llegue incluso a hacer mucho alarde sobre el tamaño de mi pene (que repito, hoy en día sigo sintiéndome muy orgulloso de el) y tal descaro llamo la atención de gente mucho mayor que yo. No hablamos de márgenes de edad grandes, hablo de chicas de 15, 16 y 17 años. Quienes de una u otra forma, me caían como moscas. En casi todo lado y en cualquier lugar podía tener sexo. Es increíble la cantidad de veces que me llegue a acostar con varias chicas. Fuera ya a la salida del colegio, en fiestas privadas y visitas regulares a casas ajenas.

Todo esto a vista y paciencia de mi mejor amigo Ray. Siempre supe que el era bastante retraído en cuanto a relaciones se trataba. Notaba que no sentía mucha atracción por las mujeres, pero no le di mayor importancia porque yo me consideraba en ese entonces como en las grandes ligas. Y no podía esperar que otro chico fuera tan abierto al tema. Si debo admitir algo, y probablemente solo lo he dicho una vez… mi amigo Ray siempre fue un chico bonito. Es decir, si bien yo era heterosexual si podía darme cuenta cuando un chico era bonito o no. Eso no hace a nadie gay. Pues lo mismo hacen las mujeres al hablar de otras y decir que son guapas y blah blah. Ray era un chico muy bonito, de esos que podías poner a todos los chicos de la clase en fila y el primer que te llamaba la atención era el de forma automática. No fallaba. Era el típico chico que recibía halagos de las otras madres al decir que niño mas bonito.

Un chico rubio, pero no de esos rubios incandescentes. Sino de ese rubio oscurito bien bonito. Una cara preciosa, como aniñada, delgadito, muy bonito cuerpo, bajito y una sonrisa lindísima que le podía sacar el suspiro a mas de una. Supe de mas de una chica que estaba enamorada de el, pero el nunca hacia nada. De cierta forma me enojaba, pero bueno. No me importo tanto. Y conste, nunca vi a Ray con ojos de deseo o de ningún sentimiento homosexual. Para nada. Nada mas lo veía como mi mejor amigo que pues contaba con muy bonitos atributos.

Después de cierto tiempo, especialmente después de los deportes. Podía notar como alguien mirándome al cambiarme. Es decir, si hubiera sido una mujer probablemente no me hubiera importado. Es mas, muy probablemente hasta le enseñaría el paquete sin temor alguno. (Si, soy medio exhibicionista. No me avergüenza decirlo) Pero me sentía particularmente acosado al saber que se trataban de miradas de un chico. En mas de una ocasión vi a mi mejor amigo Ray observándome bien mientras me cambiaba. Me parecía extraño, así que me apartaba o simplemente entraba en una etapa de negación. O sea, pensaba en mi mismo… es Ray… pfff no puede ser gay, jamás.

Nunca le di importancia al tema, y nunca lo discutí con el. Solo en una o dos ocasiones lo sorprendí al preguntarle que si le gustaba lo que miraba. A lo que solamente me reía y apartaba la mirada. Pero en plan de broma. Hasta que me un día me dijo que sentía cierta atracción por mi, pero no se si fue por mi estado de negación o que, pero no le di mucha importancia. Pensé que seria porque nunca había estado con una chica y pues se sentía algo disperso que se yo. El punto es que no paso a mas esa confesión.

Recuerdo, haber estado en una relación con una chica. Era alemana, rubia castaña, preciosa. Pensé por un instante que seria “mi chica” y probablemente con la única con quien tendría una relación de verdad, fuera del sexo. Que dicho sea de paso, nunca me dejo tener sexo con ella. Muy raro en mi, pues era del que si la chica no me dejaba tener sexo sencillamente la apartaba. Pero esta no, esta era una chica con principios. Preciosa chica… divina. Me volvía loco. Sin duda no merecía estar con un asqueroso como yo. Pero había algo en ella, especial. La atracción sin duda era mutua, por alguna razón. Pensé por un momento que era por nuestro físico. Pero sin duda, nos llegamos a enamorar uno del otro. Desesperado, intente en mas de una ocasión tocarla o acostarme con ella. Y nunca me dejo la cabrona. Repito, que fue una cabrona porque me tenia loco. El punto es que fue la relación mas larga que tuve, hasta que llego la desgracia. Su familia se iba del país de vuelta para Alemania. Eso me destruyo por completo, por primera vez llore por una mujer.

El único que consoló mi tristeza fue mi querido amigo Ray. Que nunca fallaba para animarme. Sin duda este chico era especial en mi vida, pero jamás me imagine cuanto…

Al rato, me hice de otra “novia”, como les dije, nunca me costo. Ella era mayor que yo, pero no me importaba. A fin de cuentas lo que quería era un buen polvo cuando yo quisiera. Y además era rubia, así que mejor. A la vez, notaba como Ray empezaba a disgustarse mas seguido conmigo. Pensé que se debía a mi comportamiento tan errático y que seguramente le decía cosas inapropiadas. Pero nunca toque el tema.

Una fiesta grande se celebro en la casa de un amigo. Su casa era grande, lo suficientemente grande como para poner música a todo volumen y hacer una fogata sin que sus padres se molestaran. Obviamente había alcohol, varias parejas se avistaban. Por supuesto que yo llevaba a mi novia de juguete. Y Ray estaba sin pareja, pero tomaba mas de la cuenta. Le notaba algo disgustado, especialmente conmigo. No entendía porque. Hacia días que se comportaba bien feo conmigo.

Seguí en lo mío, hasta que de la nada vi a Ray a la par mía. Tocándome el hombro, bien serio y me dijo que tenia algo importante que hablar conmigo. Adicionalmente note su aliento a alcohol, este chico había tomado bastante. Pude notar que me llevaba a un lugar bien alejado del resto, a una parte algo oscura.

Yo estaba también algo tomado, así que no recuerdo bien lo primero que me dijo. Y solo llegue a sentir como se abalanzaba sobre mi a darme un beso. Un beso en la boca, al que yo sorprendentemente le correspondí de la misma forma. Al menos por un breve instante, antes de darme cuenta de quien había estado besando era a mi mejor amigo Ray. Me dio una sensación de asco y enojo, pero extrañamente sentí el deseo de mas. Me había gustado… así que lo volví a besar. Esta vez mas apasionado. Y en ese preciso momento, sentí algo que jamás en mi vida había sentido. Una corriente eléctrica que viajo desde mis labios hasta la punta de mis pies. Wow… que es esto?! Que acabo de sentir??

El pánico y el terror se apodero de mi en ese momento… silenciosamente. No podía creer lo que había experimentado, probablemente el mejor beso que jamás me habían dado. No se si fue porque estaba borracho o que… pero en ese momento. Como que me sentí sobrio de nuevo. Poco sabia que ese beso, era el beso que iba a marcar mi vida para siempre. Y que fue la prueba definitiva de que esa era… “mi persona”. En ese momento, no pensé eso, no hay palabras que puedan describir la diarrea de emociones que tuve en ese momento. Solo atine a dirigirnos hacia donde estaba el grupo.

La mirada de Ray era como de pena, como si algo malo hubiera hecho. Yo no lo veía mal, lo veía con otros ojos. No puedo decir que era con ojos de deseo, sino como de confusión. No entendía que me había pasado.

Seguí la noche con mi pseudo novia, quien irónicamente me pidió que me acostara con ella (ella estaba ebria). Y por primera vez en mi vida… rechace la oportunidad. No me sentía con ánimos de tener sexo ni nada. A lo mucho creo que la bese y no lo podía creer… ya no era lo mismo. Que putas me estaba pasando? Ella se enojo y me empezó a decir que si acaso no le gustaba o que… a lo que respondí mandándola a la mierda. Garrafal error haber hecho eso, pues sabia que esta mujer era terrible. De esas mujeres neuróticas. Aparte de que era mas grande que yo y me podía moler a golpes. Por lo que vi con suerte el hecho de que solo me propinara una cachetada que creo que de haberle dado otro ángulo me arranca por lo menos un diente. Lo se porque hasta el cuello me dolió. No era mi primera cachetada, pero sin duda la primera que casi me quiebra el cuello.

Al día siguiente ya no era el mismo. Lo que paso a ser una vida llena de tetas y vaginas… ahora solo me pasaba por la mente Ray. Su linda sonrisa, su cuerpito precioso… pero que estoy diciendo?! No puede ser, me hice gay??!! No no, jamás!! Ese día batalle por recuperar mis emociones, me logre hacer de una chica que sabia estaba enamorada de mi. Así que decidí terminar el trabajo y ver que tal, esa misma tarde mientras la besaba. Me di cuenta que definitivamente ya no era lo mismo, los besos me sabían a nada. Ya no despertaban en mi ese deseo de algo mas allá… por un lado sentí que debía desahogar esto que sentía. Tenia que ver que hacia, por lo que decidí verme con Ray. Yo iba mentalizado de hablar seriamente, incluso hacerme el enojado e indignado. Pero en el instante que entre en ese cuarto, cambie por completo en cuestión de fracción de segundo. Me derretí al verlo y me sentí como en paz… ya hasta se me había olvidado para que había ido. Nunca me costo conversar con Ray, a fin de cuentas lo conozco desde que tengo uso de razón. Pero esa vez, no pude decirle nada de lo que había pasado… y nos volvimos a dar otro beso. Esa electricidad viajo de nuevo por mi cuerpo, me sentí liberado. Ese beso sin duda me llego a lo mas profundo.

Conversamos del tema. Por primera vez di rienda suelta a lo que sentía y pude articular mis emociones. Confesé sentirme enamorado de el, a lo que el simplemente sonrió y me abrazo. A fin de cuentas, tampoco es que fuera un chico feo. O sea, yo podre tener lo mío. Pero Ray es sin duda mucho mas guapo que yo. Quizá por eso es que en múltiples ocasiones llegue a pensar si había sido eso lo que me tenia enganchado de el. Su apariencia. Pero pronto me iría a dar cuenta de eso de la peor forma posible y que hasta la fecha no me atrevería a volver a intentar… creo que a los seguidores de los relatos pasados sabrán a lo que me refiero.

En fin, ese día no se que me paso. Pero todo en el me pareció divino. Quise probar pro primera vez lo que seria estar con un chico. Instintivamente empezamos con un juego de caricias. (Bueno en mi ya no era tanto instinto, ya sabia lo que hacia, pero no con un hombre). Pero Ray lo hacia muy bien. Llegue incluso a pensar que ya lo había hecho anteriormente.

El resto, pues ustedes ya lo saben. Creo que esta explícitamente escrito en el relato de Ray. Para quienes no, pues no entrare en lujo y detalle. Pero esa vez fue la primera vez que recibí sexo oral de parte de un chico. Es increíble la forma en que Ray devoraba mi pene ese día. Nada que envidiarle a las chicas que me lo habían practicado a mi. Pude incluso llegar a conocer una faceta bien oculta de Ray que jamás había visto. Su fascinación por los testículos. (Comprobable hoy en día)

Obviamente ese día fue la primera vez que chupe un pene. Si me hubieran dicho que dentro de un tiempo iba a estarle chupando un pene a un chico, probablemente le hubiera escupido la cara. Pero ni yo mismo me lo creí cuando en ese momento me vi frente a frente con sus testículos en mi nariz. Devorando cada centímetro de carne que entraba a mi boca ese día. Y lo mas curioso de todo es que… me estaba gustando.

Estas sesiones se repitieron varias veces. Hasta un punto que considere ser bisexual. (quería sentirme heterosexual aun)… pero que va, las mujeres ya no provocaban en mi ningún deseo. Ray y yo tuvimos una especie de relación, éramos novios pero a la vez no. No se si me explico, no se si fue por mi estado defensivo… no lo se. El punto es que todo era nuevo para mi. Y de pronto me sentí como empezando de cero. Además, nota curiosa. No sentía atracción por otro chico que no fuera Ray. Es decir, me considere gay… pero por ningún otro chico que no fuera el. Entonces? Como es la cosa?

Esta relación escalo a escenarios un poco mas atrevidos, quizá influenciados por mi adicción al sexo. De alguna forma tenia que soltar la presa que me andaba. Y fue en un viaje a la provincia de Guanacaste. En la propiedad de mi tío, que cuenta con buena privacidad. Nuevamente, ustedes saben lo que paso ahí. Por primera vez en meses, tuve la oportunidad de nuevamente poder sentir la sensación de penetrar a alguien. Solo que esta vez, era un chico. Y lo admito, me encanto que me penetraran a mi también. Al principio quizá no fue la experiencia mas placentera. Pero sin duda le fui agarrando el gusto. De todas formas, si bien somos el rubio y yo bastante versátiles en cuanto al sexo. Nuestra posición dominante generalmente es mía siendo activo y el pasivo. No por ninguna razón en particular, o sea yo también puedo ser penetrado en cualquier momento. Solo que ambos tenemos nuestros roles favoritos.

Esto se extendió por buen rato. Prácticamente cogíamos y nos chupábamos a diario. Los que han tenido la oportunidad de tener sexo a esas edades, saben que siempre es buen momento. Siempre hay energías… siempre hay de todo.

En cuanto a que tan bien congeniábamos como pareja. Todo iba de lujo. En términos personales, nuestra personalidad si bien muy diferente. Se lograba una armonía muy bonita. El es de carácter fuerte y yo mas suave. Yo soy en ocasiones dominante y el mas sumiso. Y viceversa. Congeniábamos tan bien que nos hizo conocer cosas uno del otro que jamás hubiéramos podido conocer de no ser porque éramos novios. Pues una cosa es conocer a tu amigo en plan de amistad y otra es conocer a tu novio.

Y pues para los curiosos (a fin de cuentas se que estoy escribiendo para un sitio de relatos eróticos). Pues si, sexualmente congeniamos muy bien. Ya admití ser un adicto al sexo, pero sobre todo al sexo oral. En planes simples, y para que no haya espacio a malas interpretaciones. Y conste que lo digo de forma general, de forma puramente representativa (aclaro para que después el rubio no me reclame nada)… si no me la chupas, no te la meto. Así de fácil!!

Creo que me di a entender no? Así de serio es mi afición al sexo oral. Lo bueno es que al rubio le encanta mamar y a mi que me la mamen. (Seamos sinceros, a quien no?) Y el ya sabe que yo soy así.

Es mas, fui bastante exigente en tiempos cuando todo estaba de cabeza con Ray. Precisamente cuando me hice de novio con Erick (si has llegado a este punto sin entender una sola palabra de lo que digo, mejor ponte a leer los relatos pasados. Me da muchísima tigra explicar todo. Especialmente porque además, no son recuerdos gratos).

Ahora porque hablo de la relación que hay entre Erick y mi afición por el sexo oral? Bueno, de antemano les explico un poco de Erick. Pude notar que no se habla mucho de el. Pero en su momento fue una persona bastante especial para mi. Lo sigue siendo pues, pero el tiempo se ha encargado de enrumbarnos por caminos diferentes nada mas.

Como sabrán, Erick fue mi novio cuando tuve mis problemas con Ray por buen tiempo. El fue quien me sostuvo cuando no tenia cerca de mi rubio divino. Este chico es tico, sin embargo brota descendencia italiana hasta por las orejas. No voy a negarlo, Erick es un chico GUAPO. Si, con letra mayúscula y todo. Pelo negro, corto, una cara de galán impresionante y un cuerpazo envidiable. Hasta yo le envidiaba su cuerpo, un chico que sin duda sabe cuidarse. Le encanta la descarga de adrenalina al practicar siempre deportes que involucren velocidad y cierta dosis de peligro. Sea ya practicando wind surf en el lago arenal de costa rica hasta practicar en carreras en el autódromo la guacima.

Este chico, tiene la dicha de vivir como un rey. Su padre esta asquerosamente podrido en dinero. Lo que además lo convierte en un chico de papi y mami. (Sorry Erick si lees esto, no es nada personal. Pero sabes que es verdad). Al principio cuando lo conocí, yo no sabia nada de esto. Y fue con el desarrollar de nuestra relación que me entere del cuantioso numero de privilegios que gozaba. En fin, un chico simpático pero con su dosis infaltable de arrogancia. Aun así, llegue a conocerlo muy bien e incluso podría decir que me enamore de el y el de mi. (Ya se que les dije que el sexo oral y Erick y blah blah… espérense desesperados!! Déjenme terminar mi historia primero)

Eso si, me tope con un chico hermético sexualmente hablando. Oh por dios!! No puede ser!! El estaba apenas experimentando todo esto de ser gay y así. Recientemente se que había tenido una relación con una chica. Muy guapa por cierto. Y no quería llevar las cosas muy “rápido”. A lo mucho un par de besos. Al principio yo accedí a este jueguito. No me malinterpreten, yo amaba a este cabrón. Solo que a veces me sacaba de quicio.

Especialmente pues a los meses de nuestra relación. No sabia lo que era verlo sin boxers y francamente eso me impacientaba. Hasta que una vez se me hizo y finalmente pudimos practicarnos sexo oral. (espérense… todavía no)

Sexo oral ya fue toda una odisea, un verdadero logro. Llegue incluso a sentirme orgulloso. Me costo arduamente entender como era posible que Erick fuera capaz de mantenerse mentalmente estable al estar en un poco besuqueo sin camisa y en boxers en la noche, solos… y que no se diera ni mierda mas!! O sea por dios, tengo mis limites señores y señoras!!! Y este es un de ellos!! Desesperante!!!

En especial porque quizá nunca lo comente, pero yo no me masturbe desde la vez que tuve mi primera experiencia sexual. Bueno quizá una o dos veces, pero me sirvió de confirmación de que masturbarme se me hacia muy sin gracia. Y nunca lo hice mas. Me desahogaba con el sexo y mamadas que tenia en mis conquistas. Y esta época con Erick, no era excepción. Así que se podrán imaginar como sufría en el baño en la casa de Erick, al decirme que no era el “tiempo” aun. Hijo de su re puta madre… decía yo en mi mente.

Pero ya no!! Me sentía como el ganador de un premio Nobel. Por fin podía descargar algo de mi con Erick. Y conste que dije “algo” pues “técnicamente” si tuve que violar mi pacto de no masturbarme como en 3 ocasiones. Les explico bien… (aquí empieza… desesperados) Si bien Erick ya había accedido a practicar sexo oral, no quería que le eyaculara en la boca y menos aun tragar semen. Por lo que me advertía que le avisara cuando estaba a punto de hacerlo para poder observar. Pero hasta ahí! O sea, me la mamaba bien rico, porque eso si sabia hacer muy bien. Mamaba espectacular. Pero al sacársela de la boca para regarme, tenia que forzadamente masturbarme para venirme. Por eso digo que “técnicamente” viole mi pacto de no masturbación. Pero bueno, era eso o nada. Yo si en cambio me atrevía a tragarme su semen.

Eso lo hice en 3 ocasiones, al menos que pueda recordar. Dichosamente la tercera me dejo regarme en su pecho, ya eso fue un pequeño premio para mi. (Si yo se, soy bastante morboso. Así soy)

Para la 4 ocasión me canse de ese jueguito. Y decidí hacer trampa, así que me senté en un sillón que tenia el en su cuarto, desnudo con el pene bien erecto y piernas abiertas. Y lo invite a que me la chupara. (Que dicho sea de paso, no podía metérsela toda a la boca, pero no importa). El se acerco, desnudo también. Y empezó a descubrir el glande (siempre fue su fetiche, chupar el glande) y a chuparlo. Para al ratito empezar a comerse todo el pene (no todo, al menos lo mas que podía) mientras que sus dos manos se apoyaban en cada una de mis piernas. Para luego de un ratito, empezar a abrirse campo entre el sillón y agarrarme las nalgas. Yo puedo aguantar bastante una mamada, me encanta ver como me la chupan. Sobre todo si hacen gemidos, pero bueno. La cosa es que me la estaba chupando muy bien, como siempre. Pero esta vez decidí no avisarle cuando iba a eyacular. Sin embargo también se que el no es nada tonto, y sabia que yo me regaba después de 25-30min. Por lo que esta vez lo iba a hacer en menos de 20min para no causar sospecha.

Ya con plan en mano, o debería decir… en el pene? Simplemente me extendí bien en el sillón y le agarre su cabeza que subía y bajaba. Acariciándole el pelo y en ocasiones intentar que se comiera mas mi pene. Incluso en una se me fue un poco la mano y se quejo. Pero no paso a mas, siguió chupando como todo un campeón.

Incluso, algo con que no contaba que hiciera. Se saco el pene de la boca y empezó a chuparme los testículos. Uno por uno y después juntos. Así estuvo buen rato. Que dicho sea de paso me dijo que ya era hora de que me afeitara un poco el vello, y si tenia razón. Generalmente suelo mantener mi zona pélvica y testículos con poco o nada de vello. Pero esa vez me había descuidado un poco. En fin, cero importancia.

Cuando finalmente se incorporo a chuparme de nuevo el pene, me decidí que me iba a regar. Así que como que desconecte mi piloto automático de aguante y me deje llevar. No dure mas de 2min en esa posición, cuando sentí la inminente eyaculación. De forma que me quede callado y sostuve la cabeza de Erick de bajada.

Me vine como siempre, riquísimo. Y sentía los chorros de semen que salían de mi pene dentro de la boca de mi amante. Quien a los pocos segundos se percato del cuerpo extraño que había en su boca y de inmediato se retiro y empezó a escupir. Cuando finalmente se repuso me dijo que era un idiota jajaja. Sinceramente pensé que se iba a poner bravísimo, pero no. Solo puso su cara de disgusto y me dijo que ahora me tocaba a mi. A lo que accedí a hacer de inmediato. A diferencia de el, yo no tengo problema para tragar semen. Así que no me puede hacer nada para vengarse. Se la chupe, y con todo gusto. Incluso hasta repetí la faena que me hizo a mi en los testículos. Quedo fascinado. Como el tiende a cuidar mas de su cuerpo, me garantice un área totalmente libre de vellos. Eso me encanta.

No tocamos el tema sobre mi semen en su boca. Todo transcurrió normal. Al día siguiente, el vino a mi casa. Y me empezó a besar. Por alguna razón andaba bien caliente y quería desahogarse. Y yo con todo gusto. Eso si, le pregunte si le había gustado el semen, por lo menos lo poco que sin duda se que involuntariamente trago. Y nada mas me sonrió y me dijo… “no estaba mal”. Le pregunte si lo quería de nuevo… y me dijo que si. Yo por dentro estaba como SCOREEEEEEE YOU BITCH!!!! (como gesto de alegría nada mas, no porque mamara como tal).

Me tomo segundos quitarme absolutamente toda la ropa de la emoción. Si, así de alegre me pone que me practiquen sexo oral. Todas y cada una de las mamadas son como si fuera mi primera vez, no me canso.

Al ser muy reciente el asunto, no estaba muy erecto que digamos. Pero nada que una boca ansiosa no pudiera arreglar. Con solo quitarse su camisa y poder apreciar su precioso pecho y abdomen (puede ver como ya estoy abiertamente gay). Se agacho donde yo estaba y se metió mi pene flácido. Horas antes me había quitado ya los vellos, por lo que Erick se estaba dando un buen gusto. Mientras que yo de pie era testigo de cómo se intentaba tragar todo mi pene.

Esta vez dure lo que tenia que durar, como siempre lo hago. Y finalmente pude sentir sin remordimiento o preocupación de nada… eyacular libremente en la boca de este chico. Quien esta vez aguanto como buen campeón, haciendo uno que otro gesto de disgusto, pero valiente. No se retiro esta vez, aunque si se le escapo un poco de semen por los labios que rodeaban mi tronco. Para que finalmente se tragara todo poco a poco. No dijo nada, por tragarse lo que tenia en la boca. Me limpio nuevamente el pene de los residuos de semen que habían quedado. Que muy bien se trago también.

Me sentí muy bien por eso. De cierta forma hasta orgulloso. Esa confianza me permitió preguntarle sobre el próximo paso… le dije que cuando podía cogérmelo. A lo que me dijo así sin mas, que después… porque no tenia condones. Su respuesta me sorprendió, no pensé que fuera así de rápido. Pero para su desgracia (en caso de que hubiera tenido intenciones de eludirme) le dije… acá tengo condones. Que tan mal me conoces…

Atrapado en su propia mentira, me dijo que después. Que prometía dejarse, pero después. Le pregunte que cuando… y solo me dijo que ahorita no porque yo acababa de venirme. A lo que le respondo que eso ni siquiera es un problema, en momentos puedo estar erecto de nuevo. Se quedo en silencio y me dijo que tenia cierto temor. Ya tuvimos una platica ahí medio personal, hasta que finalmente lo convencí de tener sexo de verdad.

Comprendo que estaba un poco nervioso, seria su primera vez. Pero le prometí que todo estaría bien. Irónica situación dada la contrastante mamada que me dio media hora antes. En fin, lo puse en 4 en la cama. Con las piernas semi abiertas. Me di un gustazo tremendo viendo sus perfectas nalgas y piernas y contorno de espalda… que me entraron unas ganas feroces por comerme ese ano. (definitivamente soy gay gente, no se porque hay gente que dice que no con semejantes acto)

Inmediatamente hubo reacción de Erick ante mi feroz intrusión de lengua en su ano. Fue un gemido, pero sin duda lo estaba volviendo loco por la forma en que se movía, quizá involuntariamente. Hasta llegue sacarle unas palabras que recuerdo como si fuera ayer “oh por dios… ahh que delicia”. Acto seguido le metí 2 dedos delicadamente, a lo que no hubo absolutamente ninguna queja. A pesar de ser su primera vez se estaba comportando muy bien. Estaba siempre acostumbrado a escuchar quejas cuando quería penetrar a alguien por detrás. (Si hablo de las mujeres con quienes me acostaba) Pero Erick, no decía nada. Al contrario, solo gemidos. Decidí hacerle sentir mas placer al coger su pene y masturbarlo un poco mientras que con mi otra mano trabajaba su ano.

No pensé que fuera necesario tomar mucho tiempo, dada la buena respuesta de Erick ante objetos extraños en su esfínter. Así que decido ponerme bien de pie y dirigir mi potente erección hacia su ano, cuando en eso me dice que si me puse el condón… oh por dios, te tragaste mi semen!!!! Pensé… pero simplemente me limite a dirigirme donde tenia los condones y coger uno. Ya me lo puse en frente de Erick para que lo viera y dejara de joderme. Y nuevamente me puse detrás suyo, dirigí mi pene hacia su ano y empecé con un movimiento circular a meterle la punta. Pensé que me iba a tomar mas trabajo meterle el pene, dado que por experiencia se que una cosa son los dedos y otra cosa es el pene. Todo esta en la mente, la mujer u hombre se acostumbra por un instante a tus dedos… pero al saber que viene el pene como que se ponen tensos. No se, como que piensan que les vas a meter un reactor nuclear en el ano. Haciendo el trabajo mas difícil. Pero esta vez no, entre muy rico. Sin mucha oposición. Ya iba por la mitad del pene y constantemente veía la respuesta de Erick. Le dije que si quería abrirse las nalgas el mismo para que se sintiera mejor (mentira, no tiene ningún efecto mas que mental. es que me encanta ver esa escena) a lo que accedió de inmediato. Yo fascinado ver como se abría sus nalgas para mi, de inmediato comencé a meterle mas y mas mi pene. Hasta finalmente llegar hasta el fondo.

Me sorprendí bastante, porque mínimo espere que me parara o empezara a quejarse. Pero no, lo tenia bien ensartado y cero quejas. Por la confianza que me inspiro mi amante, decidí tratarlo como si ya hubiera sido cogido varias veces. Quería que sintiera una verdadera cogida. De forma que le abrí mas las piernas e inmediatamente empecé a bombearle ese ano. Mi forma de coger consta básicamente de sacar lo mas que pueda el pene para volverlo a meter hasta el fondo. Teniendo el suficiente cuidado de no sacar al punto de que tenga que usar mi mano para volverla a meter. Esto mientras que aprovechando mi tipo de erección recta, decido elevarme de tal forma que ingrese inclinada hacia abajo con un ligero movimiento circular a medio entrar. Con el tiempo aprendí esto y me di cuenta de que vuelve loco a cualquiera. Si no, que lo diga el rubio y las mujeres con quienes practique este movimiento.

También soy de contacto físico, por lo que nalguear y acariciar son algunos de mis fuertes. No hace falta decir que Erick estaba gimiendo como loco, incluso tuve que taparle la boca porque no sabia quien podía estar cerca. Así estuve buen rato bombeando ese delicioso ano, aprovechándome además de cuanto rincón mis manos pudieran encontrar en ese exquisito y perfecto cuerpo de atleta.

Decidí rápidamente cambiar de posición, le di vuelta bruscamente y pude ver su cara de lujuria. Este chico estaba en las nubes, no abrió sus ojos mientras lo movía, estirando sus piernas a mas no poder y yo en medio con mi pene a reventar de lo excitado que estaba sobre sus testículos. Finalmente, cogí de nuevo mi pene y se lo inserte de una vez en su ano hasta el fondo. Lo bombeaba frenéticamente a mas no poder, llevaba buen rato de no coger así de sabroso. Sudaba como cerdo e incluso perdí mi control sobre mis propios gemidos. El cansancio era tremendo, pero no me importaba. Tenia que darle con todo a este chico tan rico. Incluso, era tanta la excitación que tenia… que considere seriamente una violación a mi código de ética personal. No eyacular en ese ano tan sabroso. Es decir, técnicamente si iba a eyacular dentro de el. Pero en un condón a fin y al cabo. Por lo que aprovechando su estado de éxtasis, me acerque a el para besarlo apasionadamente mientras le bombeaba sabroso. Y le pregunte que si me dejaba quitarme el condón… a lo que me respondió de inmediato que si. Creo que ni lo pensó, simplemente reacciono.

Inmediatamente saque mi pene y me deshice rápidamente del condón que tenia puesto. Para segundos después volvérselo a meter hasta el fondo y reanudar el bombeo. No pasaron mas de 3min cuando Erick empezó a gemir mas fuerte y a retorcer su cuerpo. Se estaba viniendo… pude apreciar en primera fila como de su pene salían chorros de semen que iban a dar a su mejilla, pecho y poco a poco conforme perdía presión caían sobre su abdomen. Esto ya fue demasiado para mi, creo que ni teniendo la concentración de buddha podía evitar que mi eyaculación fuera muy pronto. Semejante escena me marco un limite de segundos para venirme… creo que no dure ni 20 segundos cuando sentí que mi pene estaba a punto de eyacular.

Simplemente se la deje ir de a fondo y me quede ahí. Soltando cualquier cantidad de semen dentro del ano de mi amante. Estoy seguro que tuvo que haber sido una cantidad monstruosa, porque pocas son las veces que estoy así de excitado. Mi marca oficial de distancia de eyaculación es de aproximadamente 1,5 metros. Lo sabia porque gracias a las sesiones orales anti-ley de no masturbación con Erick, me permitía eyacular a la libre. Sin embargo, ninguna de esas sesiones le llega a los talones de cuan excitado estaba esa vez, que calcule que si le hubiera sacado el pene para eyacular, mínimo sus buenos 2,5 metros hubiera alcanzado. Pero nunca lo sabré, es solo mi hipótesis. Pero bueno, la cuestión es que caímos rendidos. Poco me percate del escandalo que hicimos. Y francamente poco me importo, esa fue una cogida de campeonato de categoría mundial.

Esto tuvo un efecto rebote bastante incomodo, aun incluso después de haber terminado oficialmente con Erick en aquel entonces. Dado que ya había vuelto con Ray como siempre había deseado desde el principio. (Y como muchos pudieron leer en el relato anterior) Esto porque esa no fue la ultima vez que tuvimos sexo Erick y yo. Erick literalmente se volvió adicto al sexo como yo después de esto, solo que el quería que fuera yo quien le diera. Aun durante mi relación con Ray, el me insistía que saliéramos. (sabiendo perfectamente como es Ray de celoso) Y yo se que esas salidas realmente eran para que terminara en una cogida. Obviamente no pude hacerlo, ya que estoy seguro que amanezco sin pene al día siguiente. Aparte, le tengo demasiado respeto a mi rubio. Y lo amo demasiado. Creo que no hace siquiera falta decirlo, el simple hecho de hayamos y seamos aun capaces de aguantarnos por 7 años de relación. Dice mucho sobre cuanto nos amamos. Sin embargo esto no quiere decir que no nos demos nuestras respectivas muestras de amor como por ejemplo los típicos “te amo” y “te quiero mucho”. Sumado a la cantidad excesiva de besos que nos hemos dado durante nuestra relación. Todos sinceros, aun cuando estemos disgustados el uno con el otro por situaciones que inevitablemente pasan durante una relación de pareja.

Lo de Erick, simplemente no funciono. Mi decisión no se baso enteramente en mi retorno con Ray (aunque si concluyente). La relación se volvió un tanto superficial, al punto que el sexo parecía ser mas importante que la relación en si.

Yo podre ser un adicto al sexo como lo soy y estaré siempre disponible a tenerlo donde sea y como sea. Incluso podre considerar el sexo como el mayor placer del mundo, seguidos por comer (en serio, como demasiado y no engordo) y de tercer lugar dormir. Pero al menos se marcar una línea de respeto que defiendo a capa y espada. Se apreciar a mi novio, próximamente mi esposo, mi rubio. Se disfrutar de su compañía y lo amo con toda mi alma. Se hacerle el amor a mi rubio. Ya no es solo sexo, uso dicha palabra para expresarme nada mas. Y de paso para provocarles una que otra corrida que seguro se habrán dado al leer esto. (No soy estúpido, se que a eso vienen). Y no se si habrá alguna mujer haciéndose el trabajito ahí también leyendo esto, no tengo idea, clásico Butter Finger.

Pero también quiero que se lleven consigo la experiencia de cómo fue que nació tan bonita relación. Que parece sacada de un cuento de hadas (eso no sonó medio mariposon? No se, me parece).

Para lo que se extrañen de cómo hará o reaccionara Ray al leer esto. No se preocupen, el conoce estas historias mas que nadie. Solo que no sabe cuales (en el momento que escribo esto) estoy escogiendo. (me imagino que el sabe que les iba a hablar de sexo, el sabe que soy un aficionado al sexo).

Pero bueno, creo que se me acabo la cuerda. Realmente no puedo prometer volver a escribir mas relatos, al menos de mi parte. Este sinceramente me consumió bastante tiempo. Y lo peor que lo hice de un solo tirón. Aunque descubrí que me gusta escribir de sexo. No me juzguen, es mas, ni siquiera les debería de sorprender viniendo de alguien como yo. Pero bueno… “Im just saying”.

Espero que les haya gustado mi versión de la historia. (y si no, you can suck my dick) Estoy seguro que omití muchos detalles y cuestiones que se abarcaron del otro lado de la moneda en los relatos pasados. Pero estamos hablando que esos relatos tomaron años en ser desarrollados, y en partes. Mientras que yo estoy acá tratando de recordar cuanto detalle pueda en menos de un día.

En fin, hasta aquí llegare con mi escritura de este relato. Muchas gracias a los lectores fieles que nos felicitan y nos mandan sus comentarios. Siempre son bienvenidos. Leemos todos y cada uno de ellos, sin excepción. Si no fuera por ellos, no sacaríamos el tiempo para hacer esto. (Al menos Ray, yo solo hice este)

Especial dedicación a mi futuro esposo, Ray M. Müller. Te dije cabronazo hace 6 años exactamente que algún día me iba a casar con vos. Si bien no tenemos fecha aun, estoy seguro de que será muy pronto. Te amo mi amor, con toda mi alma.

Junito/Kiwi

David y Diego: Perdidos en el bosque

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Me quedó algo larguito, espero que se tomen su tiempo, para leerlo y comentarlo y valorarlo, espero que les guste, si no, vale que no siempre va a ser genial a veces…sin saber el porqué, les dejo la siguiente parte :D

________________

-Ahora me vas a decir que yo soy el puto paranoico… ¿te parece equitativo?

-¡claro! ¡Como yo no soy el caribonito que se la pasa siendo el más visto del mundo! Y uno el arrinconado por ahí

-ah ¿eso es lo que piensas de mí? Claro por lo que pasó David ¿en serio?

-vamos no es tan difícil definirse, el que me digas que no eres gay, tranquilo que yo entiendo, pero no andar de perro como-

-porque putas dudas de mi ¿eh? ¡PORQUE! ¿Acaso te dolió…? ¿Crees que me lo digas a última hora no me hace doler a mí?

-vamos Diego… ¿porque no vas y vuelves a dónde estabas? Para que degustes como ahora ¡porque te debió haber gustado y mucho! segun tu no lo hiciste

-¡maldita sea! ¡Que no paso eso! no puedo creer David… te creía más centrado ¡ponete serio maricón!

-no sabes cuánto me duele que me digas eso…ándate, déjame solo…ándate

-pero-

-¡QUE TE LARGUES! ¡VETE A LA PUTA MIERDA HIJO DE PUTA! Solo piensas en ti…-me ardía el corazón al gritarle…

-ahora soy el que pienso en mis cosas… pues bien, me voy. Malparido, sabía que esto iba a pasar un día de estos

-dale…me puedo defender en esta mierda de bosque yo solo…

-ojala te pierdas…-cogía sus cosas y se iba.

Veía como caminaba sin cesar a lo más recóndito del bosque…la verdad no me concernía. Él se lo busco. Si quería saber la verdad, que la sepa. El engreimiento hace de todo para ser imponente en ese período. Me dolería, me dolería tanto ya no volver a quererte debido a esto…no quedar en puntos suspensivos y no volver a amarlo. Sometí a permanecer de rodillas…sin importar ensuciarme.

¿Pero qué putas hice? nuestra…nuestra segunda pelea, la primera termino casi en tragedia. El aguijón en mi corazón era más duro que la estaca en un vampiro. Quería correr, dejar ese campamento que habíamos hecho los dos y buscarlo. Pero…eran tantos los arboles empinados y la oscuridad sin guía, que parecía película de terror ¿Porque peleamos? ¿Porque le dije todo eso? si residíamos bien. Yo y mis putas demencias…soy un estúpido de la vida…esto puede significar perder a mi chico. Todo estaba bien desde mi casa hasta la salida de hoy…todo paso cuando-

_______________

-¿En serio?

-¡para que veas que sí! Te vencí y no puedes decir que hubo juego injusto, porque fueron dos de tres

-¿¡eres un descarado sabias!? David dile a tu hermano que no use trucos

-Créeme Diego, Toño no usa truco alguno como para vencer al que se le interponga, el siempre gana.

-no me jodas ¿hasta a ti? Pero si eres bueno jugando fútbol y te encantan los juegos de rol…

-vamos loco, estamos viejos ya, hay nuevas generaciones

-¡hazle caso a mi herma!

-cállate enano jajaja

-pendejo

Mi hermano…casi me da la arremetida más salvaje del mundo por haberlo dejado con mis amigos solo, por hora y media. El muy descarado me extorsionó pero cuando le dije la verdad solo me pidió una cosa. Que trajera a Diego porque se aburría conmigo y quería ver una nueva cara contra quien vencer y divertirse. Cumplió a decir verdad Antonio, ha perdido en soccer, muerto en GTA cooperativo, derrotado varias veces en Smash Bros y ni ha podido dominar estilos de motocross estilo libre porque siempre mi hermano es el primero y él es el sexto. Nos hemos quedado así toda la noche, comiendo algunos bocadillos después de la cena que Diego preparó y los hermanos Mantilla le ayudamos.

-¡Bueno Diego! Vénceme esta vez en Call of Duty y ya después hacemos otras cosas

-¡no señor! van a ser las 11:00 PM hemos estado jugando desde las 8. Dame compasión Toño, hoy jugué una final…estoy pasmado

-vale, vale, solo una partida y listo ¿va?

-va

-¿herma también quieres jugar? – me miraba tierno con una carita de ‘por favor’ versión melosa

-no Toño, tengo que guardar los platos, cerrar el patio y apagar todo. Mañana jugamos

-está bien, mira pásame la peli – le decía a Diego mientras apagaba la consola

-¿está?

-si esa mira abres aquí y ves la sarta de pelis que tengo.

Solo con una sonrisa me despedí del sillón en el que estaba buscando cada plato sucio en la mesa para meterlos en el fregadero, ir la lavar uno por uno y organizarlo en los armarios de los cubiertos y los platos. Cerrar la verja del patio, recoger las cosas que estaban tiradas en el pasto, cerrar con llave, lavarme los dientes y ya mi casa estaba lista para recibir otro día nuevo. Hacía un calor bestial, estaba de pantaloneta azul, con una camiseta negra suavecita de tela estirable. A Diego le presté de mi ropa para dormir, pero resolvió elegir lo más raro. Una polo blanca para estar a gusto.

En fin. Quedó parecido a mí y Toño con su ropa de dormir nos la disfrutamos ese viernes sin hacer nada. Solo jugar los tres y a veces yo aliviarme ejercitando los acordes de la guitarra porque ¿adivinen qué? Tocaré pronto de nuevo, pero será la última vez aquí, ya no hubo cupo para varios lugares, debido a eventos importantes que sucederán por aquí. Bueno, somos reconocidos gracias a la idea que tuve de tocar aquí. Estaba con ganas de tocar al aire libre, estar un rato despejado y sosegado por el vasto silencio. Busqué las llaves de nuevo para abrir la reja de nuevo pero-

-David…

-ajam ¿dime? – decía desde abajo

-Toño ya se va a dormir…quiere su buenas noches de su parte.

-¡voy!

Acarreaba mi valorada guitarra en mi mano con fuerza. Fui a su cuarto subiendo las escaleras, lo más raro es que estaba echado como un perrito como niño pequeño para ir a estudiar pronto. Y eso que mañana era sábado. Vaya…

-buenas noches Toño. Que Dios te bendiga y te acompañe los ángeles – le sacudía un poco el cabello

-buenas noches Herma…Diego

-si dime, Toño

-em…gracias por venir…

-cuando quieras chico. Puedes vencerme en todo lo que tú quieras…

-dale jejeje hasta mañana.

-hasta mañana hermanito.

Cerré su puerta ya concluyendo su estadía cerca del mundo de los sueños corriéndose para el otro lado cerca de la pared. Quería irme a mi cuarto para estar soñando pegaditos pero…envidiaba disfrutar del aire que me emanaba el cielo oscuro y las estrellas. Bajaba adelante y por jugarreta del destino, Diego se aprovechaba de mí montándose a caballito a mis espaldas. Carajo, seria tedioso bajar escaleras. El pesa mucho, pero lo hice. Decía siempre: ‘Mi entrenador me hace cosas peores, baja que te ayuda al huevito de la pierna.’ Bah esos 12 escalones me los tenía tan memorizados que era cuestión de brincar el penúltimo. Se bajaba de mi contento hasta llegar al patio, me miraba con cara de ‘adónde vamos’…yo serenamente dije:

-quiero estar un rato por acá…

Sentándome en una banca del patio, estando el a mi lado. Ambos descalzos sintiendo la mugre del piso y el cosquilleo de la hierba. Levantaba sus rodillas apretándolas con sus dos manos con sus dedos de los pies tocando parte del banco.

Comenzaba a consumar algunas melodías variando las cuerdas con mis dedos. Y decir algunos estribillos:

♫♪-And even though the moment passed me by

I still can’t turn away

♫♫’Cause all the dreams you never thought you’d lose

Get tossed along the way

And letters that you never meant to send

Get lost or blown away♫♪

-Wow…te suena chévere…en acústico debe sonar espectacular…piensas, cantarla en concierto o…

-pues…no, solo es una que escuché y…me gustó, pero quien sabe.

-eres muy lúcido David. Ojala yo pudiera tocarla también

-vamos…eres deportista, sabes cocinar, eres inteligente, serás doctor…que más le puedes pedir a la vida, también tienes talentos loco

-yo la verdad…a veces…

-¿qué?

-me gustaría dejar de ser el centro de atención de superficialidad extrema

-¿cómo?

-como me oíste…a veces no me gustaría ser tan ligero como mucha gente piensa. Que soy genial, fuerte, inteligente. Escuchar siempre por parte de las amistades de mi madre, que soy el mejor partido para una mujer. Quisiera que me conocieran no por lo que he hecho, sino…por lo que soy yo.

-Diego…nadie es perfecto en esta vida

-pero la gente cree que si, tú mismo me lo dijiste una vez…y no quiero ser frívolo, o que piensen que tú estás conmigo porque soy el mejor partido.

-eso no es verdad… estoy contigo, de nuevooo si de nuevo, porque me pareces el hombre más bello que he visto en toda mi vida. Pero no fue solo eso. Lo que me enamoró fue…tu, tu ser, tu personalidad Diego, no lo que haces. La paso bien contigo. Es como estar con lo que más quieres. Así como un juego de video como lo hace Toño… el uno para el otro, amor mutuo.

-tienes razón. sin embargo-

-sin embargo nada Dieguito. ¿Sabes cuantos desearían ser lo que tú y yo somos? Muchos de nosotros nos pasamos de burdel en burdel, prostíbulo gay en prostíbulo gay, fiesta en fiesta consumiendo drogas, alcohol sin algún propósito, amargados por la vida. Porque no lograron tener alguna vez la vida que ambicionaban. No tener lo que alguna vez o lo que apaleamos nosotros en este momento… ¿O tú quieres ser malo y estar vagando por la calle sin saber de tu madre?

-no…tienes un punto estratégico en eso.

-hay que alegrarnos por lo que tenemos. Y…tu para mí no eres superficial, pero hay algo que si me encanta y no quiero que cambies.

-¿qué es…?

Me acerqué y algo dificultoso por la guitarra le di un beso corto en los labios.

-esos…

-vale tonto ya entendí jejeje

-bien, pero valió la pena el regaño y la quejadera de mi hermano ¿después de llegar los dos algo desarreglados con los demás no? Disfrutando de ese momento jajajaja

-se notaba a primera vista jajaja no me importa ¿pero si les dijiste?

-claro. Nos iremos de camping, cerca donde estuve yo. Verás que estará súper chévere. Te lo aseguro jajaja que bueno que nos dijeron que sí. ¿Has ido alguna vez?

-nunca…y será bueno ir. Tengo que buscar muchas cosas.

-ven…es tarde, quiero dormir ya – bostezaba

-dale

Volvía a cerrar la reja. Dejaba cerca mi guitarra de ronda a nuestro lugar. En la entrada a mi cuarto…sus brazos hacían fuerza para acercarme a él. Sonriéndole y volviéndolo a besar. Sobreponiendo los dedos de mis pies en los suyos dándonos cariño. Ya sabía el proceso de acostarnos, igual como en su casa. En cucharita o mirarnos recíprocamente hasta permanecer dormidos. Las luces apagadas y acostados en la cama. Esta vez el me abrazaba a mí.

-ya quiero que sea la salida de camping.

-igual Diego…

-hasta mañana…Te amo

-yo a ti…hasta mañana.

A solo esperar y estar tranquilos, quietos disfrutando de la naturaleza. Ansió ese momento.

_______________

-porque… ¿porque le dije eso?

Las lágrimas no paraban de caer, de colisionar con el suelo terrenoso junto con las raíces y la vasta oscuridad sin saber a dónde me tutelaba. Trataba de buscarlo. De verlo por ahí, pero era todo más lóbrego que el firmamento. Lo admitiré, no puedo salir de aquí si no tengo a Diego. Él se llevó todo, solo quede con mi maleta. Él tiene el saco de dormir y las herramientas de supervivencia ¿Qué haré? Soy un puto idiota. Solo por mis putos celos. Pero es que…me rabió que lo hiciera…

-Donde estás…tengo…tengo miedo de perderte

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-Claro…y ahora soy yo el que sufre por todo esto. El tiene la puta culpa…

Es un maldito. No puedo creer que no me crea. Odio cuando me pasa eso. Odio cuando no me creen cuando digo la verdad. No es justo que pase todo esto. Ahora estoy solo…lo tenía a él, pero ahora me siento tan vacío que los espíritus pueden hacer un nido en mi alma. Me valen tres mil mierdas. Me siento tan mal y tan descorazonado de escuchar esas palabras de David. Soy lo que soy. No me gusta subrayarles a los demás lo que soy yo. Ridículo…

Busqué la varita de cobre más el cuchillo de supervivencia mientras buscaba algo de ramas secas junto con hojas y paja con yesca que había por ahí. Empezaba a hacer de nuevo una fogata para soportar el frio que hacía. Pero…se me hacía un nudo en la garganta. Quería seguir echando chispas con el pedazo de cobre y el cuchillo pero. Cayeron relajados en la hojarasca para la hoguera.

-no…no quiero esto… ¿porque te dije eso? yo…no soy así. Mi…mi David…

¿Que nos pasó?…todo está bien…mi plan había fallado inesperadamente. Tenerlo junto a mí. Lejos de los demás…pero me salió el tiro por la culata. Terminamos fue en una puta pelea sin remedio, sin cognición del porqué de la disfunción. Creía que estaba todo en buenas manos. El día estaba tranquilo, hermoso. Todos juntos…

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-¿es este? Che, pero esta hermoso el sitio – feliz Carlo hablaba mirando las ventanas del teleférico.

-acá en esta zona está alejada de la ciudad por diez minutos, si vas en bus te demoras 25 aproximadamente – decía la chica rubia de las gafas rosadas cubriendo su cabello con un gorrito de esquimal rojo.

-genial… ¿ustedes habían venido? – feliz el argentino guapo preguntaba

-yo si…una vez. Con la familia – indicaba David – fue hace dos años, cuando lo inauguraron…creo.

-yo no…es la primera vez que vengo – decía Javi – ¿y tú guapa?

Javi había invitado al a chica esa que me presentó, Maya…la linda, voluptuosa y su cabello despampanante. Como que creo que a Javi le gusta. Éramos ella, yo, Marg, Carlo, Javi, Karen y David. Cabíamos todos en la cabina. Yo estaba cerca de mi chico y Javi junto a ella. A nuestro lado estaban Karen y Marg y al otro Carlo con ellos.

-Pues…si una vez con unos amigos. Pero solo nos quedamos en la entrada comiendo cosas.

-oh ya veo jajaja – al chico se le alegraba la cara…aquí como que habrá noviazgo.

El airecito natural traspasaba por la cabina estaba agradable pero hacia un frio letal. Es por la capa de ozono en esta zona. Nativa y ambientalista. Acá la contaminación no es cáustica en este tipo de espacios. Por eso es que es un buen lugar para venir….y el acampar será mejor por estos lares. Ellos seguían con sus conversaciones riendo y jodiendo pero veía a David algo serio y callado despues de haber terminado de hablar.

-¿te pasa algo?

-es que…creo que el aire me está haciendo daño…como que me acostumbre al calor de aquí y antes que dominaba el frio de Bogotá. Soy alérgico al frio.

-bueno saberlo mira…-sacaba de mi maleta de camping cerca de la bolsa de dormir una cajita con algunas medicinas. Busqué la pastilla contra la alergia momentánea para prevenir la gripa, más una botella de agua junto a un pañuelo.

-tómatela y pásala con un poco de agua….te sacara la alergia por un rato.

-gracias Diego – tomaba su pastilla más un poco de agua y se sonaba un poco.

-verás que estarás mejor…-me devolvía mi gesto con una sonrisa matadora.

-hey chicos, ya llegamos, cojan sus cosas.

-¡Pendeja! – gritaba Karen – mira, me lastimaste la pierna

-deja de quejarte boba.

La cabina paraba parqueándose mecánicamente abriendo las puertas electrónicamente adelantado a ver el paisaje de la reserva ambiental. Un montón de árboles grandes cerca de las tiendas donde venden souvenirs y alimentos naturales y vegetarianos. El cartel grande y el camino para poder transitar el bosque.

-Diego ¿me cuidas la maleta? Voy al baño – me la entregaba David

-dale guapo. Acá te esperamos

-esperameee yo también voy al baño – la seguía Karen.

Me senté en las escaleritas pequeñas de la entrada. El acceso era una grande hoja de color Marrón donde despachan a la gente de ida y venida. Hacia frio, me puse una polo vino tinto que compré junto con mi madre, unos Jeans grises con azul, botas de camping más un chaleco negro de supervivencia. Las niñas estaban igual de la cadera para abajo, excepto Maya, ella usaba una falda de jean. Karen usaba una camisa de cuadros violeta y Margie usaba un suéter blanco con una cara de gato. Javi estaba de camisa verde con un chaleco inflado negro similar al mío. Y David con una camisa Marrón y por debajo una camisilla negra junto con jean beige y las botas de la otra vez.

Carlito si estaba todo formal. Usaba sus jeans más una chaqueta azul grisácea, era como el más deportivo en el grupo, con su pelo crecido. Ellos se iban por ahí entre las tiendas estando yo ahí sentado echándole un vistazo a el cielo despampanante por algunos segundos buscando un buen sitio para almorzar pero-

La maleta de David vibraba por debajo de mis rodillas. Abrí su compartimiento. llevaba ropa y algunas cosas de comida. Por debajo estaba su cel y vi que alguien lo llamaba…era su manager. No podía dejarlo en espera. Contesté rápido

-Aló…

-¡Por los poemas leídos a un caballo! ¡Al fin contestas! Espera…David ¿estás enfermo? Te escuchas algo diferente.

-no jajajaja soy Diego, David está en el baño Ángel ¿cómo estás?

-mil disculpas…creía que era el zángano de David…era para preguntarle acerca de las canciones, pero lo llamaré más tarde…muchas gracias, disculpa por interrumpirte Diego

-no me interrumpes… ah mira- David ya llegaba – mira te lo puedo pasar. un saludo

-gracias igualmente – le pasaba el cel a David con una sonrisa

-es Ángel…

-pendejo…le dije que íbamos a salir y le dije que no llamara gah – empezó a hablar con el

- Dios…-se me había olvidado que tenía que comprar algunas cosas para el almuerzo, llevaba bastante, pero necesitaba también algo de comida – mejor me apuro – cogía las cosas de David mientras me iba al mercado a comprar algunas cosas…

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-todo estaba bien…

Eso me decía siempre…que todo se daba bien esa tarde…la verdad, ni se cómo esa pesadilla fue a destrozarse tan astutamente para dañarme la salida…y lo peor, estar con David. Ahora me debe de estar odiando…no soy capaz de enojarme con él, soy muy empático. No es justo para él. El…solamente protegía lo suyo. Yo soy lo que más añora en este momento. Es algo que no dejaría de querer ni cuando tenga Alzheimer. Guárdate las lágrimas Diego…no, mejor no, bótalas todas…te lo mereces por ser un pendejo y cagarla.

-sin un lugar a donde ir…solo…

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-Mierda…que frio…

Me había dejado sin nada con que abrigarme. Volví de nuevo a mi sitio con la fogata . Cogí mi camiseta y me la puse en mis hombros…tratando de saborear algo de calor en mis extremidades para no congelarme. Era más fugaz que una ventisca el aire. Comenzaba a titiritar…claro Karen me lo había dicho…y yo sabía que iba ser de mala calaña. Me lo dijo en el baño

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-David… me trae mala espina ¿yo que hago?

-no eres la única, a mí tampoco me gusta…

-lo sé…pero a Javi le gusta, la chica es linda pero…no sé, no me atrae…

-lo digo es porque… la otra vez en el partido le estuvo echando ojitos a Diego a lo lejos…y no me gusta

-vale, tal vez es solo sospechas nuestras, no justifiquemos sin saber… ¿listo?

-listo…

Terminaba de esperar a Karen en el baño para así salir ambos y divertirnos un rato. Ella se fue por un lado distinto mientras yo me dirigía hasta donde estaba Diego. Parecía que hablaba por mi celular…alguien debió haberme llamado o me está gastando el plan. Cuando lo vi me pasó el celular amablemente con una sonrisa

-Es Ángel…

-pendejo…le dije que íbamos a salir y le dije que no llamara gah – cogí el teléfono y empecé a hablar con el…

Que, que canciones íbamos a tocar y cuando iba a ser…solo quería que me colgara. Le dije que le preguntaría a nadie y a León que ellos sabían, estábamos ensayando con Carlo. Le colgué para que dejara de molestarme… buscaba a Diego que se había ido a conseguir comida por estos lares. Habitaba en una de las carpas donde nos cubría el sol mientras los demás miraban artesanías y una que otra degustación gratis.

-¿qué vas a comprar Diego?

-están en época de mercado saludable…compraré Chutney

-Chu ¿qué? ¿Y eso con que se come?

-con lo que quieras jajajaja ¿me vende uno señor? – le preguntaba al tendero mientras me explicaba – es una variedad de especias dulces y picantes y la usan mas que todos los vegetarianos y es originaria de la india. Puedes comer lo que quieras con ella, eso sí, no la combines con un ají picante.

-ya veo…entiendo pero…

-le puedes echar al sándwich que te voy a hacer…si con eso es lo que me quieres preguntar – le pagaba al vendedor.

-me quitaste las palabras de la boca

-ven vamos jejeje

Tomaba mi mano sin ningún cuidado, solo iba y se deslizaba por los lados de las tiendas hasta llegar afuera. La bolsita donde facturaba la comida brincaba de un lado para el otro. Allegábamos mas donde estaban los demás marchando

-Chicos ¿saben dónde es el sitio de acampada?

-es por este lado – Margie le respondía a la chica esa – Pero nos toca hacer sendero, miren…tengo un mapa.

-¿y cuánto nos tocara caminar? – preguntaba Javi

-como…una hora y media

-noooo ¡yo no quiero! – Gritaba Karen cerca de una pareja de irlandeses – ¡ya te dije que no quiero! Me hubiera quedado trabajando

-no digas eso poli… ¿quieres irte y no probar lo que cocinará Diego? Valdrá la pena créeme…

-noo David yo lo que- espera queeeeee

-no es para tanto David, solo se me defender

-nooo ¡yo quiero comer algo rico! ¡Así que vamos!

Cuesta abajo íbamos hasta la acceso hacia el insondable y despejado bosque, el lugar tenia calle para llegar en carro o poder transitar en bus, o tomar la red de teleféricos de nuevo. Como Margie tenía un mapa podíamos dirigirnos sin ningún problema, solo era rebuscar el sitio para acampar. Sería una senda sumamente adolorida porque habrán enarboladas cuesta arriba y caídas de para abajo. Justo los 7 en toda la entrada del profundo bosque.

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-Ufff…que cansancio…-no pude soportar tanto y apenas íbamos en la mitad, casi rebasábamos la otra calle

-¿sabes por donde vamos Marg? – Javi cogía el mapa arrebatándoselo primorosamente de sus manos para ver si íbamos en la dirección considerada – ¿según tu…dónde estamos?

-casi llegamos…no te preocupes Javier, podemos llegar hasta la otra parte de la calle y cerca hay un baño.

-yo si tengo ganas de ir al baño…

Miraba a Diego y detrás iba la tipa esa junto con Karen, la chica cocodrilo tiene grande boca para defenderse verbalmente pero, para andar por el bosque es como una tortuga ciega. Todos transpiraban y se daban casi subyugados menos Margie y Javi. No sabía que mi chico se iba a cansar tan rápido. Yo no lo estaba, era más o menos algo de obstinación con la que podía vigorizarme un poco y seguir hasta buscar una zona plana para poder estar.

Pasamos justo la calle hasta llegar cuesta abajo por ese senderito rústico. Estaba los baños cerca de un puesto de mármol.

-esperen, sigan adelante mientras voy al baño. – decía mi chico

-espera, yo te acompaño

-no David…quédate y ayuda a Karen que la veo cansada, no me demoro…- me decia serio

La loca esta sin querer se tiraba en mis hombros como un costal de papas. El cabello tostado me tapaba la cara con algo de recelo pareciendo mi cara a ‘la cosa’ después del periodo.

-Karen! ¡Bájate!

-¡estoy cansada amore mío! ¿¡Me das agüita!?

-¡búscatela sola!

-está en mi bolso Davidcito – me sentaba en el suelo cerca de la calle y el sendero para sacar la botella de agua – vamoooos no seas malo ¿porfi?

Solo le la saque y se la di…absorbía esa agua como un tetero o un vodka

-disculpa…David… estaba sedienta…gracias

-podías haberlo sacado tu sola guapa

-¡David! Porque se demoran tanto – me fije que los demás gritaban por allá lejos.

-voy ¡voy!…

Esperen… volví a ver de nuevo y vi que estaban Javi, Margie y Carlo…mierda, no David, cálmate, relájate que no puede ser lo que yo estoy creyendo… ¿la chica donde estaba? ‘Mella’, ‘Miya’ como se llame ¿que se había hecho? No entres en pánico… tu chico no te hará la salvajada más grande del siglo…no. la desconfianza y la inseguridad viene de pensar cosas que no debo. Confió, confió…

-¡JAVI! Donde está la…-coño no sabía su nombre…-Karen como se llama la amiga de Javi?

-Maya amorcito, pero-

-¿¡¡que paso David!!? – gritaba a lo lejos

-¿¡donde está Maya!?

-¡¡fue al baño!!

Puta…no David, está en el baño de mujeres y Diego en el de hombres…cálmate…Necesito ver qué pasa, tengo que hacerlo… aunque mejor debería, no. ¡Yo voy a ir! siento un alto pérfido ardoroso que me dice que siento que algo malo va a suceder… la percepción se hacía dolorosa y ese baño me estaba concibiendo dar ganas de ser infecundo ante mis putos sentimientos y emociones. Quería pararme pero…

-Karen ¿puedes sola ya?

-si puedo amor, casi no recobro el aire…

-dale pues…voy buscar a Diego y a esa chica.

-pero amore…

Cogí mi maleta me la cargue abruptamente a mis hombros ignorando a Karen… pase rápido la calle cerca de unos bicicrocistas que pasaban rápido por la ruta. No Diego, no puedo pensar en eso. Brinque una, dos tres piedras y varias raíces para llegar a terreno uniforme y buscar con la mirada a mi chico. No…No puede ser…

-¿¡David!?

-pero…

Por poco iba llorar por ser tan paranoico pero solo estaba…

-¿porque tienes los pantalones mojados?

-ehmmm

-dime…

-fue la llave del lavamanos…me mojo todo, porque está descompuesta… ¿porque viniste?

-los demás me pedían que te buscara…

-¿y porque creo que no es verdad? – arremetía contra mis mentiras

Trague saliva…fue fuerte el trago que hasta yo mismo lo escuché

-vamos David…viste a Maya por acá y te preocupaste…

-pero no…

-¿no confías en mí? No lo puedo creer…

-no es eso solo que

-Diego…-Maya salía del baño contrario feliz y coqueta

-eh?

Pasaba a mi lado para darle un beso a Diego…este quedaba con sus ojos prendidos y abiertos descaradamente…la apartaba con fuerza. Mi corazón…empezaba a retorcerse.

-¿¿pero qué putas haces??

-¡vamos! ¡Vuélveme a besar de nuevo! Dale bésame, bésame que la otra vez se sintió tan rico…

De que…estaba hablando…ósea él. No…se volvía lo que me da la vida como un fruto seco oprimiéndose fuerte en mi bizarría con dolencia. Una pesadumbre que tensionaba mis músculos con fervor, precipitando su poderío hasta quedar debilitado. Me secaba las lágrimas porque no valía la pena…Diego me estaba siendo desleal.

-S-suéltame! ¡Ya te lo dije!

-¿y que tiene? Vamos ¡sé que te gustó!

-David espera…-solo lo miraba con maltrato…

-Del em…los dejo solos. Los esperamos afuera…

Salía de los baños atravesando por cada una de las piedras que toqué inicialmente, cruzaba la calle divisando ese sendero cuesta bajo, a los demás sentados en troncos, piedras y árboles caídos.

-hey sigan adelante…ellos ya vienen…

-¿pero están bien? – preguntaba Carlito

-están bien…

-¿te pasa algo David? Te ves pálido – preocupada Marg me tocaba la frente

-estoy bien – sonreía fingido – vamos que no pasa nada…

Oculto en mentiras era lo que estaba. No puedo creer que el hijo de puta este me haya hecho esto… ¡no que era gay pues! Que me quería, que hasta el fin del mundo ¿y todo lo demás? Esa puta manilla la miraba y daban ganas de escupirle ahí mismo. Maldito…y lo peor, con una vieja. Me hubiera dolido más con un hombre pero…desquitarse conmigo con una puta. Como la odiaba.

No quería dañar el paseo…en mi mente quería contarle a Javi acerca de todo para que no la volviera a invitar nunca más en su puta vida…pero. Eso sería luchas entre todos. La ‘dulce parejita’ de mierda descendía mientras los esperábamos. La chica esa pasaba frente mío pero sin mirarme…seria. Con una mirada que era repentina en ella. ¿Qué había ocurrido después de eso?

-hey linda ¿porque te demoraste? ¿Paso algo?

-nada Javi…-la vocetita porno y con toque triste de nuevo…provocaba matarla…

-chicos ya nos tocan los caminos estrechos. – Indicaba la guía estrella – así que Javi va adelante, después yo, después Maya, Carlo, Karen, David y tú de último por si nos pasa algo ¿vale Diego?

-vale…estaremos bien. – solo dijo eso…la representación más reservada que podía existir…

No pasaba nada…la tensión solo la efectuábamos entre nosotros dos. Ellos 5 normal, claro que a esa tipa le iba a valer mierda todo esto ocultándose con mi mejor amigo. Pero se valuaba mal, destrozada…horrorosamente afligida. Y Diego…no era capaz de darle la cara a Diego, por más que quería insultarlo. Percibía los pasos partiendo las hojas secas y el sonido de la tierra en sus botas. La cuerda que llevaba por mis piernas se corría de lado a lado, cruzando esos estrechos caminos dosificando el lugar. Pasábamos por puentes, arroyos. Piedras, suelos pantanosos cuidadosamente. El sol ya daba la cara hacia el horizonte…eran casi las cuatro de la tarde. El tiempo iba en aumento. La camisilla que llevaba por debajo, absorbía todo mi sudor y mi cuello húmedo como una sopa empapando el cuello de mi camisa.

Me calmaba por instantes…si, él se apartaba fue por algo…pero a su vez decía que le diera ‘otro’ ¡otro! No era justo perdonarlo… ¿qué le hice yo? ¿Qué fue lo que había dicho como para que él se pusiera en esas? Y lo peor, hetero… bah

Iba a volcar hacia donde los demás andaban pero…algo me dio la sospecha de que…no avistaba sus pasos y mucho menos sus pisadas o su presencia

-¿Diego?… ¿Diego estas por ahí?

Cagado de miedo…me acordé de las películas de terror donde están en el boscaje y uno de ellos desaparece y después uno por uno hasta que los protagonistas los ven muertos en varias partes…no carajo él no se puede morir…¿!pero que putas piensas David Alejandro!? Estás hablando de tu novio…

Como loco me fui en reversa donde había pasado hasta llegar por un árbol cerca a unos matorrales con algunas ramas y flores por donde pasamos antes. Había visto que algunas hojas se habían traspasado con fuerza volando algunas gracias al viento. La presión era indiscriminada porque no sabía dónde estaba…hasta que. Un pie estaba tratando de luchar para zafarse de algo…pude notarlo bien. Era la bota de Diego

-Diego ¿Diego estas bien?

-¿me ves que estoy bien? – estaba enredado con una raíz bien ponderada en su pierna

-disculpa yo…

-no te disculpes…

-¿porque no pediste ayuda? Ven te ayudo para que salgas de ahí…

Todo era tan incómodo que parecíamos enemigos en ese momento

-pásame el cuchillo. Corta por esta abertura y pasa por este lado

-No hay necesidad – con fuerza de donde no la tenía, arrancaba esa corteza de raíz con algunas manchas y gotas de la rama y su zona blanca de madera. La corteza suave.

-vamos…

El como si nada se iba así no más…se juzgaba infecundo por todo. Con ira colateral que desnudaba mi ser a lo más desprolijo y absurdo que pudiera someter. Me dolía que me tratara así…por, por no confiar en él. Por no saber que pasaba. Todo esto se me hacia sumamente desolador y confundido. Me enojo con él, o me siento mal de que me trate así…no David. tu papá te enseño a no dejarte someter de los demás. Aunque…es mi chico. Maldita sea, esta maricada me estaba fregando la vida. Es como yo con el angelito y el demonio con dos sierras apunto de cortarme el cuello con sus decisiones.

-Diego…

-ahora no, hay que buscar a los demás. – iba tan rápido como podía, intenta evadirme

-pero…

-mierda

Habían tres caminos de diferentes senderos….de trocha inestable trifurcando nuestros problemas…los demás no se veían por ningún lado. Ya me estaba preocupando.

-coño… ¿y ahora que hacemos?

-no se…

-los llamaré – inflaba mis pulmones con fuerza para empezar a gritar – KAAA-

-espera, no grites, ya sé por dónde se fueron. – investigaba en el camino de la izquierda algo por las raíces y la tierra

-¿qué haces Diego?

-pisadas…se fueron por aquí. Sígueme

Era lo más obvio pero bueno…No teníamos nada, ni un mapa, ni una brújula ni la aplicación de estar perdidos para un dispositivo móvil. No sé si confiar en él, solo por unas míseras pisadas. Aunque iba con mayor brusquedad a permanecer lejos y perderme yo también, pero esta vez solo. ¡Coño! bajaba lo más rápido que podía. Cruzábamos por riachuelos y troncos…ya todo estaba tornándose oscuro.

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-Diego espera – los grillos ya sonaban con sus colectividades con el cielo azulado tono oscuro.

-¿qué? ¡Dime una de tus maravillosas ideas!

-¡admite que nos perdimos mierda! ¡Ya no los podemos encontrar! por guiarte por unas putas pisadas…

-¡estás tan afónico de tanto gritar! ¿¡Puedes surgir con alguna idea más interesante!?

-¿vas a seguir tratándome así? Estamos perdidos punto. Los llamaré

-aunque lo intentes no saldrá por dos obvias razones…la primera, no hay señal y mucho peor en anochecida, segundo. ¿Te vas a devolver todo ese trecho tan largo para al fin no lograr nada?

Por mi parte quería irme y dejarlo por cómo me trataba, pero no quería ser carne de carroña para el ecosistema y los árboles. Dependía de Diego y él dependía de mí, para salir de esto. cierto, mi celular no tenia señal…que raro.

-¿dime porque lo hiciste?

-¿para qué quieres saber? – ah, ósea que si lo hizo

-me mentiste Diego…

-no te mentí ¡mierda! ¡Quería hacer algo para saber si aún me amas!

-queeeeeeeeeeeee – quede atolondrado

-no me vas a creer, para que seguir hablando sabiendo que no eres capaz de confiar en mi…

-si yo..

-que

-si yo no confiara en ti, ya me hubiera ido para la puta mierda y te hubiera dejado solo…

La cara que me manifestaba solucionaba todo. Un ‘tienes razón’ de su parte. Su ceño era tan profundo que podía matar hormigas en su cara de tanto apretarlas. Yo tenía que mostrarle mi afecto y mi confianza hacia Diego y poder resolver mi conjunción exacta hacia el cariño que le daba. Tengo que escucharlo para así no perderlo…es lo que no quiero que pase

-dímelo…solo dímelo…

-David a esa chica le dije en el baño mientras tú estabas aparte que, fingiera que la había besado para saber si, si te importaba…obviamente no me besó, el problema es que la tipa estaba tan loca porque…no sé, creo que le gusto…

-Ósea…que farsa tan grande

-¿viste? ¿Viste? ahora no te voy a decir el resto porque no confías en mi mierda, mejor sigamos andando. – con furia se volteaba con fuerza sin dejar que yo terminara de hablar

-¡ni me dejas hablar! porque-

-Cállate David…si no quieres que la caguemos más…no digamos nada.

Solo andábamos hasta quedar en un terreno uniforme lleno de hojas, ramas, tierra, pasto, cerca de varios pinos altos con un laberinto de árboles que era difícil de distinguir si estaba de noche ya… sin decirme nada solo recogía pasto, yesca, y leñas largas… servía más una lata de arvejas que yo en ese momento. Con fuerza sacaba algo de su maleta arremetiéndola en el suelo amarrando con fuerza los palos entrelazándolos y después prendía una fogata a la velocidad de la luz. Me irrumpía la curiosidad…

-puedo preguntarte…

-hago un cambuche lleno de paja y yesca para que no nos dé frio por la noche, una especie de choza para resguardar más calor, ya que no se puede dejar una fogata en medio del bosque

-tenemos la bolsa de dormir – le cogía la de él pero

-tu ahora no quieres nada conmigo, así que me haré esto yo solo…para no joderte duermo en el suelo y no me quejo…puedes usarla, te la dejo

-¿vamos a seguir con esto? no la quiero

-para que pelear…si no me crees en lo que te digo…es como hablar con una puta pared

-soy el definido con mis gustos, así que no hay objeción para esto…

-te duele… ¿te duele que haya hecho eso? mejor muérete más bien

-que paranoico eres…

Y así comenzó todo…

-Ahora me vas a decir que yo soy el puto paranoico… ¿te parece equitativo?

-¡claro! ¡Como yo no soy el caribonito que se la pasa siendo el más visto del mundo! Y uno el arrinconado por ahí

Tanta pelea entre los dos era como para ahorcarse ahí mismo…matarte, destruirte y corromperte. Pero a su vez besarte y decirte que no todo esto es verdad…te amo, no quiero odiarte, no quiero pelear…quiero disfrutar estar junto a ti. Mantenerme frente a ti, estar a tu lado y ceñirte a mí, amarte, besarte, quererte. No soy capaz de vivir sin ti sin tanta pelea. Mi mente quería eso, pero mi boca decía cosas que no apetecía nunca en mi resto de vida…me odiaba por completo. Peleando con el amor de mi vida.

-¡QUE TE LARGUES! ¡VETE A LA PUTA MIERDA HIJO DE PUTA! Solo piensas en ti…

-ahora soy el que pienso en mis cosas… pues bien, me voy. Malparido, sabía que esto iba a pasar un día de estos

Solo terminaba con unas cuantas palabras y se iba, no sabía que exponer, era solo palabrería y pura podredumbre. No estaba al tanto sobre que expresar y platicar. Era solo de peleas y conflictos. Veía como cogía sus cosas y se iba…estaba era desmembrado emocionalmente, muerto en ese lecho de tierra solo…perdiendo con fuerza mis impulsos. Ahora lo había perdido de nuevo…mi vida era ya una completa, sudorosa y cagada mierda. Comenzaba a berrear más que una chica por no tener lo que quiere.

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El solo recordarlo me trae unas lágrimas fuertes a mi cara. Fue tan soberbio el impacto hacia mi cuerpo, que la parte intrínseca de mis pensamientos no me dejaban inducir cono yo quería, como deseaba o como quería lograr. Lloraba a más no poder. Desolado, como la mierda más grande del siglo. No tenía a nadie ahora…el poquito turno que llevábamos, se había ido por la borda…y cuando peleábamos, ya no había marcha atrás porque era terminante para nosotros. Decaer y no seguir más en el intento.

-Diego no…no te vayas Diego…porque soy así… ¿porque dudo? – lagrimeaba y moqueaba cuando se hacía necesario – ¡Diego! ¡Mierda Diego!

-¡DIEGO!

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La voz de David hacía eco en todo el lugar…notaba como lloraba por medio de su vocablo. Estaba tirado en el suelo mirando ese oscuro cielo cerca de las ramas y las hojas que iba a quemar ¿Pero qué mierda hice? ¿Porque peleamos? Si yo amo a este tipo como la que me pario, como el que me dio la mano, como el que me ayuda siempre…David. tengo que ir a buscar a David. Pero gracias a sus palabras amargas me había ido tan lejos como podía. Todo oscuro, no sabía fijar un blanco exacto porque no apreciaba la fogata que había hecho después de haber establecido la choza.

Saque de mi maleta una linterna junto con todas las cosas que llevaba. Corría y corría. Me había colisionado con una rama raspándome algo la cara, pero debía continuar…mi pobre David se sentía infructuoso, solo, abandonado y todo por mi puta culpa y por poner en duda su corazón. Podía escucharlo, gritaba desde su alma.

-¡Perdóname! ¡Perdóname!

Te perdono, te perdono no quiero volver a perderte ¡Mierda!…solo quiero buscarte. Solo quiero estar a tu lado.

/////////////////

No puede resistir más…busqué en mi maleta un abre latas cerca de mis utensilios de supervivencia. Guardaba los compartimientos de abrir enlatados y buscaba el filo de una navaja corta de 8 centímetros… me temblaban las manos. Era una decisión…no había vuelta atrás. Esto era ahora o nunca y estaría mejor sin nada. Sin sentir más dolor en mi pecho después de esta disputa. Caía en la desesperación. Morirme…era lo justo para dejar de ser pendejo y estar ya en paz…sin mi todo sería mejor. Apuntaba la punta de esa navaja de utensilio cerca de la yugular para empezar a meterla profundamente…pero no quiera desangrarme lentamente. Quería que fuera ya, con dolor, de una sin más daños. Justo en este instante para acuchillarme sanguinariamente, ser muerto y comido por lo que el destino rija. Animales, aves, medicina legal. La descomposición de un muerto. Eso…morirme y ya.

Pero no podía…la mano hacia tanto esfuerzo…su poder era tan severo que la dolorosa intervención hacia mi cuello, no iba a ser posible. Por…imaginarme, besos…cariño, afecto…sexo…todo lo que viví con este chico. Con alguien tan espectacular. Montar en bicicleta, estudiando juntos, los besos, hacer el amor, las caricias. Entrelazar piernas. No podía desgarrarme el cuello por eso…por amor.

Gracias a ese amor…sobaban mi pecho sintiendo un pecho caliente sobre mi espalda.

Sus manos frágiles acariciaban lo poco que desplegaba de pectorales. La piel de gallina se plasmaba con el poder de su tacto. Inversamente quería sucumbir y no acordarme de nada… ¿qué pensaba…? sagrados sus toques profundizaban ante su reverdecer magno de abrazarme por detrás soltando el instrumento de mi mano. Era un muñeco de trapo…no podía decir o hacer nada. Porque gracias a Dios y a él destino prevaleciente del momento…lo tenía de nuevo junto a mí.

-no…no pienses hacer eso…no lo vuelvas a hacer…

-David…perdóname por hacerte todo esto…por pelear…odio esos putos instantes de irme para no volverte a ver y dejarte por lo idiota que fui…soy yo el que debería morirse…

Cogía la navaja empalándola con fuerza para apuntarse…pude notar su rostro lagrimeado, raspado por su mentón y sucio por el otro lado…lloraba. Podía ver su expresión de arrepentimiento y ser sanguinario con tal de matarse.

No lo iba a permitir… cogí esa navaja y la tiré hasta donde la naturaleza la esconda. Me sentía más frío como una paleta pero…gracias a Diego pude recobrar lo que era yo…alguien en la vida.

-Perdóname David – la cara del chico se corría en todo mi hombro derramando sus lágrimas llenas de pesares sin parar de rebuznar, de salpicar y de sentirse mal…

-perdoname tu a mi…soy un puto idiota…

-mierda…yo por ser el puto más grande del mundo…casi hago matar a lo que me dio vida todos estos años que te conozco…te perdí…no quiero volverte a perder….y no quiero que sea para siempre.

-yo…tampoco…

-no quiero…no quiero que nada ni nadie nos separe.

Me recostaba en su pecho…ambos con los ojos cerrados con el tacto de nuestras frentes, suspirábamos agitadamente sin querer compartiendo el aire del otro. Deseaba paulatinamente tratando de localizar los bembos que tanto quería y añoraba. Percibiéndolos de a poco. Con la sencillez más grande de la historia. Transmitía su amor por medio de la saliva. El roce de lenguas. El contacto de nuestras comisuras. El golpe de nuestras manos hacia nuestros cuerpos. Besaba a este ángel…a este chico que me invadía todo el placer y la tranquilidad del viento del momento. El mundo gira, aunque se sienta al revés, soy como alguien que vuela de nuevo…y sin pensar en caer…

Un baño, nuestras respectivas camas, un balcón, la cancha vieja de un estadio de futbol…y ahora el bosque…era tiempo

///////////////////

Lo desnudaba…al haber sentido su amor de nuevo sin dejar de distanciarnos. Lo desvestía cuidadosamente, pero con prisa. Tendíamos la bolsa de dormir para que se pudiera acomodar. Iba su camisilla negra primero, sus botas, el pantalón, las medias largas para el frio, su bóxer. Lo tenía desnudo ante mí, pero esta vez tomaba el mando para hacer lo mismo conmigo. El chaleco negro, la camiseta vino tinto, el pantalón, las botas, las medias y el bóxer.

Juntos en la naturaleza como las creaciones de Jesús…desnudos. Esta vez la creación masculina daba frutos entre dos viriles personas. Abierto de piernas, disfrutaba de chocar piel con piel, saboreando su exquisito cuerpo. Tocando por sus tatuajes. Lamiendo sus tetillas, abrazándolo con mis piernas cerca de su culito. Nada de egos…no más…acá somos uno ahora. Nuestros penes hacían contacto entre ellos como un abrazo satisfactorio enfocándose también sus besos llenos de nuestro semen fusionado.

Lamía su cuello. Despeinaba su cabello. Sacudía su esfínter con mi mano rozándolo con fuerza de mis dedos. ‘Nunca soltarte. Te tenía de nuevo y esta vez no quería despegarme de ti ni por lo más mínimo. Agradecerle a la vida de tenerte. De poder añorarte y sentirte pleno. Estar junto a ti’. Se ponía de rodillas manoseando más su pene por mi estómago cerca de mi pecho. Sosegaba su vista con cariño hacia mí. sonreía apartándome de su boca ofreciéndole también la misma índole. Estaba sumamente excitado y encariñado con esto, que el frio que provocaba todo esto, era mínimo con lo que sentíamos entre los dos. El calor más grande de todos.

//////////////////

Diego me acostaba cerca de la cama de dormir… quería que abriera las piernas… palpaba mi culito con su mano empalmada. Cosquilleando con fuerza mi cuerpo y sus reacciones poderosas ante el querer y el poder. Despacio me la metía con ganas besando mi cuello entregándome su respiración agitada y sensual hacia mi oreja. Jadeaba y me metía tanto en el cuento, que gemía intensamente…aparcaba con dolor un poco porque no estaba algo lubricado, pero como había expresado antes. Era solo cuestión de adaptarme porque sería de él y solo de él…nadie más lo iba permitir.

Posaba mis brazos en sus hombros haciendo cadena con mis pies por sus caderas. El bamboleo de bombear mi culo con su rica verga degustaba tanto, que podía besarlo mientras tanto. Comerle los labios. Pelear con nuestras lenguas y descubrir lo que es querer, después de una reconciliación. Bajar y estar a gusto conmigo mismo…no lo podía negar. Me siento incompleto al no pensar prevenidamente. Ahora, puedo amarte más…más y más sin importar donde este y con quien. daba la sensación más rica del mundo de nuevo, sin soltarme de su cuerpo prestigioso, de su linda sonrisa y de su boca. Pero lo más importante, es que nuestros pechos tocaban nuestros corazones uno con otro.

Estaba desnudo en medio del bosque mínimo a media noche después de tanto especular y poder romper en llanto…siento dolor por poner así a prueba a Diego y no confiar en el…lo que no se es porque puso en duda mi amor hacia el… no era momento para preguntarle, me estaba follando rico y no había momento para semejantes babosadas. Aunque

-arrrgh… – batia con fuerza.

-af…af…af…dis…cul…pa… pero

-argh…

-voy a…correrme…

-no…Aguanto…

Fue momentáneo, pero al unísono nos corríamos ricamente. Él se corría dentro de mí de nuevo, mientras yo disfrutaba de romper mi pene literalmente en dos desprendiendo tanto semen que no pude desprenderme de tanto. Solo fueron unas cuantas gotas por no tener la mente en ‘off’.

Dejábamos de tocarnos y poder estigmatizar lo que habíamos hecho, y mirar los reflejos de su cara, gracias al emanante fuego de la fogata.

-Mi David…

me tocaba la cara percibiendo mis ojos verdes, porque también abría la puerta de esos ojos marrones divinos que tiene.

-Prométeme que…

-no volveremos a pelear… ¿vale?

-lo hiciste de nuevo – me besaba de nuevo, pero esta vez eran piquitos – me quitaste las palabras de la boca

-que literal fue eso…

Abrazaba mi cuerpo desnudo para no perder el calor que nos rodeaba. Al oído expresaba:

-mejor vistámonos porque después sufrimos de hipotermia.

-vale…

No nos importó en absoluto el semen de nuestros cuerpos. Ni el mío en mi culito, de nuevo. Me puse a vestirme ya que el frio gobernaba mis extremidades.

//////////////////////

El cambuche estaba listo cerca de la bolsa de dormir que íbamos a compartir los dos. Amarré una pita de hilo amarrado con una lámina de aluminio puesto con un sandwich hecho de jamón con el chutney que había comprado más algo de jugo que llevaba. David tenía hambre. Llevaba puesto mi chaleco negro…cerca del cambuche recostado en un tronco. Estaba dubitativo pensando hacia otro lugar.

-Hey D

-¿ah? – Volteaba a mirarme

-¿en qué piensas? toma, agárralo con cuidado que está algo caliente.

-vale… – cogía el sándwich soplándolo con cuidado para después morderlo…

-¿y?

-esta rico Diego… gracias.

-vamos…respóndeme…dime lo que te acongoja, no te lo guardes – buscaba tierra para apagar la fogata.

-no pensé que fuera a llegar a sui-

-shhhhhhhh nadie quiere saberlo guapo…así estamos bien, nadie tiene que saberlo…

-pero yo…

-no volveré a sacar dudas acerca de ti…lo hacías porque me amas.

-estoy enfermo Diego. en pensar de tratar de quitarme la vida por una mísera pelea.

Al apartarme de la fogata con algo de tierra en las manos, pude detallar sus lindos ojos.

-¿también lo iba a hacer recuerdas? Me detuviste…ambos estamos así por eso, pero ya paso…comete el sándwich, mueres de hambre.

-cierto…

-David…lo que dije del beso… fue porque cuando dormía contigo…

-¿Que…?

-hablabas dormido…

-¿cómo?

-estabas nombrando a Richie.

-¿yo? – Quedaba sorprendido al verme – pero yo

-por eso dude, pero la próxima vez te lo preguntare y no me pondré a fingir besos que no debo…discúlpame.

-yo…te perdono, te juro que no volverá a suceder…ahora ven…duérmete conmigo. – terminando de comerse el ultimo pedazo.

-ja esperaba que me dijeras eso jajaja

Poníamos nuestras maletas frente a nuestras botas. El cambuche daba algo de calor, pero con David junto a mí, estaba caliente…aunque, estaba más dubitativo que antes. Lo apretaba tanto a mí. Que metía mi mano por su camisa y por su camisilla para recibir más calor, interponiendo nuestros pies cerca, para darnos más calor gracias a nuestras medias. Aún seguía con esa mirada.

-deja de pensar…todo esto llegó a algo bueno.

-y…¿que fue lo bueno? Estamos perdidos aun…

-nos tenemos uno al otro. Solos…de nuevo. Me encanta cuando nadie nos molesta…

-terminamos siempre abrazados…

-Y nos gusta…hasta mañana…

-hasta mañana Diego – abrazaba mi mano con las dos suyas metiéndonos aún más en la bolsa de dormir…

Por lo que pasamos…de ahora en adelante, no volveré a hacer más locuras que lleven a problemas.

///////////////////

La mañana surgía de nuevo al instante, los pájaros entonando y algunos ruidos del viento transbordando las hojas por su camino. Daban el apogeo de que la madrugada había tocado la vista a nuestros parpados. O quizás a mi solamente. La bolsa de dormir estaba muy despejada dejando un grande espacio. Diego no estaba…por una parte me quitaba los restos de sueño de mi cara, levantándome quitándome los imperfectos corrosivos de mis lagrimales, estirando los pies junto con mis dedos. Y por otra…lo que había dicho Diego ayer…

¿Soñaba con Richie? Pero si yo…claro, Richie es una de las mejores personas que conozco en esta tierra. Fue el que me dio la mano cual emo compulsivo me mantenía siempre…y ahora, abandonarlo como un trapo sucio si ya estábamos en una relación estable, por solo buscar lo que quería. Lo que deseaba. Que era el chico guapo que juega hockey, maldita inercia, eso sonó tan superficial. Richie, no era el mejor de todos en el sentido de ser romántico pero se defendía de por sí. Y eso era lo que más me gustaba de él, sobre todo percibir su lado tierno. Me pregunto…

-que estarás haciendo Richie…

-¿a quién le hablas?

Por detrás el tarado este me pone a brincar de un susto. Feliz y venturoso con la cara mojada y algo húmedos sus pantalones, estaba descalzo remangado y con un-

-¡mira! Atrape un pescado

-pero…

-hay un arroyo, lo atrape pero me costó. A los pescados de rio cuando quieren descansar, se esconden detrás de los peñascos ya que se alimentan de ahí y toman la sombra. Fue difícil agarrarlo, pero lo conseguí…

-mide como 15 centímetros – bostecé

-aproximadamente creo…

-que harás con él, ¿lo dejaras ir?

-¿qué? ¡Si este es el desayuno! le sacaré los órganos y lo empalare para que lo podamos comer

Buscaba de nuevo el cuchillo con una varita de cobre con varias ramas y hojas y volvía a prender la fogata. En un dos por tres el animalito acuático tenía sus encéfalos al aire libre. Ensartado cerca del calor

-¿acaso radicalmente te convertiste en Bear Grylls o algo por el estilo?

-¿qué tiene? Es supervivencia pedazo de pendejo

-buen punto…con algo de jugo caería bien

-solo tenía para sanduches, pero en serio quieres el pescado. te mueres de hambre…

-comámoslo juntos…

-dale

Lo partía a la mitad y con un pedazo de aluminio sobrante con el que calentó el sándwich me pasaba la parte mía…espero que el pez no esté contaminado o algo parecido.

Espera un momento… ¿dijo arroyo? Bajando hacia el arroyuelo llegamos a la cascada natural cerca de un lago y a 20 minutos a pie llegamos derecho hacia la entrada. No sabemos nada de los demás…nuestros celulares estaban caídos y sin señal. No podíamos contactarnos con ellos ni por señales de tribu, lo más raro porque es la primera vez que pasa esto. Solo era esperarlos en la entrada. Apuesto que ellos pueden pensar lo mismo desde el lugar más cercano donde acamparon.

-¡Diego!

-¿¡qué!? ¿No te gustó el pescado? Ojo con las espinas – masticaba

-no es eso… ¿fuiste por el arroyo cierto?

-te acabe de decir que estaba por allá tontarrón pendejo.

-si lo seguimos cuesta abajo podemos llegar rápido hacia la entrada y tal vez encontrarnos con los demás, he venido al arroyo grande, no estamos perdidos después de todo.

-entonces comete eso de una bendita vez y ¡vamos!

-¡ya voy!

Me comía tan rápido el pescado, botando espina por espina. arreglaba todo para poder salir de aquí. Tomaba algo de jugo, organizaba todo y estaba listo para el viaje y la andada de nuevo, esta vez no era de pelea ni pendejadas. Hacia lo mismo que yo guardando todas sus cosas

-Diego ¿por dónde está el arro-

Me fui deleitando por ese beso de improvisto abriendo más su boca como comensal apetitoso y jugoso intimando chupar mis entrañas apetitosamente. Como un zombie que no quiere sesos o carne, o piel o sangre, quería era un beso dichoso.

-Buenos días…

-buenos días…

Nos fuimos por el caminito donde Diego pescó el pescadito y vimos el arroyo bajando por varias piedras. Otra caminata larga…esta vez

Cogidos de la mano.

_______________

-Mira… ¿es este de aquí?

-sí. es este

Ambos mirábamos hacia el precipicio de la cascadita a tanta profundidad, como de 8 metros, chiquita dónde provenía el lago fuertemente. La gente empezaba a llegar y el lugar iba a ser poblado dentro de poco. Oh no…no señor ¡hace rato no lo hago! no lo iba a permitir.

-¿pero qué haces?

Me quitaba la camisa hasta quedar desnudo del torso junto con los pantalones solo en boxers.

-¿qué crees? Me voy a lanzar

-¿qué? Espera ¡no lo vayas a hacer!

-oblígame

Hacia la pirueta esencial de un clavado, me iba de espaldas, colocaba mis pies a una altura media como un palo de madera, me agachaba con fuerza, bajando mis extremidades con ganas hasta dar una vuelta en el aire y caer hacia abajo con mis manos en flecha siendo invadido por el agua de un chapuzón sumamente delicioso. no me tiraba con un clavado desde hace rato.

Sumergido apreciaba todo el musgo y el agua natural a mí alrededor con algo de profundidad latente, volvía a la superficie flotando como un masmelo en esa agua.

-¡David! ¿¡Querías matarte!? – me gritaba desde abajo

-¿¡y dejar de amarte!? ¡Ni loco!

-jajajajaja

-¡¡¡OIGAN!!!

Alguien nos llamaba. El gritico perturbador yo lo conocía perfectamente, nada más ni nada menos que el sequito de amigos locos…

-¿¡Ustedes donde putas estaban!? ¡David cariño! ¡Tuve que dormir con la zarrapastrosa de Marg y yo quería dormir contigo! no comi la comida de tu amor ¿Estás feliz ahora?

-jajajaja ya voy, espera – con fuerza subía peldaño por peldaño con goticas en todos lados hasta alcanzarlos en ese punto cerca de unas mesas.

-¿Muchachos se perdieron o algo? – preguntaba Marg

Ambos nos mirábamos por inercia. Los dos sonreíamos yo con algo de frio…aunque la respuesta era muy obvia

-Si…fue un accidente.

-¿dónde pasaron la noche? – preguntaba Carlo

-en un terreno plano rodeados por los arboles… No nos pasó nada grave ¿Y ustedes? – decía Diego

-pues…cerca de una de las reservas del lago, el que es pantano lleno de pasto y laguna

-¡¡¡¡y hacia un frio asqueroso!!!! Uich te extrañe bebé

Las niñas y Carlo estaban felices, Karen algo picoteada por mosquitos pero…Javi, Javi se sentía algo apenado. Con cara de desconsuelo…con abatimiento, con penalidad, con poderío amargado. Caí en cuenta…la tipa esa no estaba. Karen me pasaba una toalla junto con mis cosas los demás las acomodaban ayudándole a mi chico.

-Karen…aquí entre nos… ¿qué pasó con Javi…?

-Maya y él se pusieron a hablar y pues…no fue en buenos términos ella cogió el bus que lo lleva a uno a la ciudad y no supimos que pasó…no quiere hablar del tema, así que lo dejamos así.

-ooh…ya veo.

-chicos el servicio de los teleféricos está disponible ahora. Che ya podemos irnos para la casita, fue chévere acampar aquí

-a mi también me gustó Carlo…-concluía Marg feliz y complacida

Será que… ¿mi amigo está de esa calaña por lo que pasó? Será que… ¿lo sabe? fue una confusión tan vándala que ni yo mismo pensé que fuera a ser así de confusa…

Pronto hablaré con el…pero lo que más me inquieta

…es Richie.

A pocos relatos para terminar la segunda temporada…yo solo espero que la sigan leyendo y me digan que les parece, no quiero que se aburran, quiero que sean sinceros conmigo siempre y me digan si me perdí alguna vez o varias…es bueno saberlo para optar por sus sugerencias.

me escriben al correo o me hablan por face por alguna duda que tengan. me preguntaban mucho por Richie…se sabrá de el bastante…y de su querido hermano también

un saludo :D

Skyrim

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Antes del relato me gustaría decir algo.

The Elder Scrolls: Skyrim es un videojuego real que bajo mi punto de vista es lo mejorcito a la fecha. Reconmiendo que lo probeis si os gustan as espadas y la magia.

El relato se ciñe al prólogo de la misma, no totalmente pero sí en su mayoría. Aviso porque no querría desvelar nada a aquellas personas que en un futuro se animen a jugar.

Disfruten con el relato y para cualquier duda, sugerencia, petición u comentario mi correo está a vuestra disposición: chico471@hotmail.com

Espero que os guste.

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-¿ Por fin has despertado?

Abrí los ojos para encontrarme con un helado paisaje. La nieve caía por doquier y los altos pinos eran más blancos que el verde de sus hojas. Mis manos, atadas con una cuerda resistente se encontraban ante mis ojos. Iba en una carreta, pero no iba solo. Tres hombres me acompañaban. Dos eran altos robustos y fuertes, rubios en su cabello con brillantes ojos azules. El otro, tenía toda la pinta de ser un bandido. Mis sospechas se confirmaron cuando nos contó que era ladrón de caballos.

-Te apresaron como a nosotros, ¿verdad?-me dijo uno de ellos-. Caiste en nuestra emboscada, en la frontera. En fin, me alegro de haberte conocido pero no creo que tengamos tiempo para celebraciones. ¿Ves esas murallas?

Me giré y aprecié la estructura de un pueblo amurallado. La nieve se amontonaba en las piedras y las altas torres cubrían con su sombra todo el valle.

-Helgen, hogar de verdugos- dijo el hombre con pesar-. Por cierto me llamo Raloff.

Sumido en mis pensamientos callé mientras la carreta entraba al pueblo. Decenas de soldados, aldeanos y campesinos nos vigilaban mientras nos empujaban para bajar de la carreta y escribían nuestros nombres en listas de ejecución. Cuando le tocó al turno al ladrón de caballos, el miedo se reflejó en sus ojos y echó a correr. Segundos más tarde, una flecha le abatió.

Yo era el siguiente. Mi nombre… ya no consigo acordarme. Mi apodo surgió a mis labios: Dovahk. Mi raza, nórdico como los demás. Mi hogar, Skyrim, la vieja patria, fue todo lo que dije.

Me acercaron al cadalso mientras el verdugo preparaba su hacha, y una sacerdotisa de Arkay, dios de los muertos, pronunció los votos sacramentales. Me incliné de rodillas cuando un horrendo grito proveniente de las montañas asustó a todos los presentes. Un grito nunca antes oído. Los soldados quisieron apresurarse. El hacha se levantó y mi cabeza hubiera rodado por el suelo de no ser porque el grito se repitió, acompañado esta vez de una sombra gigantesca.

Una criatura, creída extinta hace ya siglos se adueño de una de las torres cubriéndola con su envergadura. Un enorme y gigantesco dragón negro se mostarba ante nosotros.

El pánico cundió entre la gente. Los soldados desenvaianron sus armas y se apresuraron a la lanzar flechas. Los pocos sacerdotes y magos que se enconraban allí empezaron a lanzar hechizos… pero pronto muchos de ellos cayeron bajo el fuego del dragón.

En mitad de la confusión, Raloff me levantó y echamos a correr. Helgen pronto se convirtió en un infierno. Esquivamos soldados y muertos, aldeanos y prisioneros hasta que conseguimos refugiarnos en una de las torres ya semiderruida por el ataque del dragón.

La suerte quiso que fuera un almacén imperial. Armas y vestimentas de cuero se veían por doquier. Raloff me desató con la ayuda de un cuchillo y nos equipamos con lo mejor que pudimos encontrar. Ambos no pudimos evitar sonrojarnos al vernos sin otra prenda de ropa que un taparrabos de tela vasta mientras cambiamos nuestros harapos de prisioneros por las armaduras que encontramos.

Por primera vez me fije bien en Raloff. De unos 30 años, alto, cercano a los 185cms, con un cuerpo robusto y fibrado gracias al continuo combate, con fuertes brazos y piernas. Una larga melena rubia le llegaba por debajo de los hombros y su barba desañilada le daba un aspecto salvaje. Sus ojos eran azules, como la mayoría de los nórdicos de Skyrim. Pese a la suciedad de su cuerpo, se notaba que era un hombre muy atractivo. Tampoco pude evitar fijarme en que debajo del taparrabos se apreciaba un buen bulto. Un destello de lujuria se pasó por mis ojos, pero no era momento ni lugar.

Armados, avanzamos por el almacén. En las cámaras inferiores, encontramos un pasillo subterráneo que llevaba a las afueras del pueblo. Aún así tuvimos que luchar con varios soldlados que nos salieron al paso. Un rápido choque de espadas y salimos victoriosos con poco más que algún rasguño in importancia. Tras varias horas de marcha silenciosa conseguimos salir a la superficie, cansados, pero vivos y libres.

-Luchas bien, camarada. ¿Has pensado en unirte a la rebelión de Ulfric?-me preguntó Raloff mientras nos quitabamos la suciedad del túnel en un arroyo cercano.

Suspiré. No era la primera vez que me lo ofrecían. Ulfric Capa de la Tormenta, jarl y señor de Ventalia, había asesinado al rey de Skyrim, usando el poder de la Voz para gritar hasta casi despedazarlo. Después llamó a la rebelión alegando que Skyrim no debía permanecer en manos del Imperio, y se puso a reclutar miembros para su causa.

Le dije que la guerra no me interesaba demasiado pero que tendría en cuenta su oferta. ¿Qué otra cosa podría hacer? La guerra era cruenta y cruel.

-De todas formas acabas de salvarme la vida. Yo solo no lo habría coseguido. Mi hermana lleva el aserradero de Cauce Boscoso, está a un día de aquí. Ven conmigo y nos dará comida y alojamiento.

Acepté su oferta. Por un lado estaba hambriento y me vendría bien una cama y por otro estaba deseando pasar más tiempo al lado de Raloff.

Continuamos avanzando al norte sorteando varias colinas.Siempre me asombraré de la belleza salvaje de Skyrim. Pasamos juento a varios menhires y un lago hasta que finalmente llegamos al pueblo de Raloff. Un gran aserradero se encontraba al oeste del mismo y allí fue donde nos dirijimos. Raloff me presentó a su hermana y su cuñado y les contamos el suceso del dragón.

Escucharon espantados el relato. Dragones. La sola palabra ya inculcaba terror en Skyrim.

Fuimos a casa de Raloff. Su hermana nos preparó comida mientras nos bañamos. Desgraciadamente no pude ver desnudo a Raloff porque su cuñado me estaba curando un pequeño corte en el brazo mientras el se bañaba.

Ya ni me acordaba los días que llevaba sin satisfacerme. ¿ O eran semanas?

Me bañe y cenamos. Raloff y yo estábamos agotados por lo que todos nos fuimos a dormir. Enseguida me dormí.

Sin embargo un ruido me despertó de madrugada. Cogí una espada asustado y salí al exterior. Me tranquilicé al descbrir a Raloff dirigirse al granero que se encontraba al lado de la casa. No se porque pero le seguí. Entré y él me sonrió. Cerró la puerta.

-Creí que no ibas a venir. Puse un poco de somnífero en la cena de los otros para que no nos molestaran esta noche. Sé como me has mirado antes. Los hombres como nosotros no estamos bien vistos pero…¿sabes una cosa? Yo también te deseo.

Esas palabras encendieron mi ser. Rápidamente me abalancé sobre Raloff y nos besamos apasionadamente. Nuetras manos recorrían nuestros cuerpos mientras empezamos a suspirar de placer.

Literalmente empezamos a arrancarnos la ropa, hasta quedar solo con los taparrabos.

Mi lujuría aumento cuando el miembro erecto de Raloff se marcó en la tela.

Le cogí del brazo y le eche sobre un monton de paja. Empecé a lamerle los pezones que enseguida se pusieron erectos. Mi lengua fue bajando conforme aumentaban sus supiros de placer.

Finalmente me apresuré a quitar esa tela con un frenesí de mordiscos y lamidas. Por fin vi el objeto de mi deseo.

Veinte centímetros de dura carne se mostraban ante mi, chorreando liquido preseminal por el glande y con dos huevos peludos que hacían de la vista algo que jamás se olvida. Me abalancé a lamerlo.

Empecé a besarlo exhastiado por su sabor recorriendo toda su longitud hasta acabar metiéndomelo en la boca.

Raloff gritaba de placer mientras aumentaba el ritmo de mi mamada.

Después le lamí los huevos peludos mienras le masturbé metiendomelos a la boca y jugando con mi lengua entre ellos.

-Dioses eres un experto-jadeaba Raloff.

Eso me puso aún mas y me dispuse a hacer que se corriera. Me metí sus veinte centímetros a la boca y empecé a chuparlo de la manera más rápida que pude mientras mis maos sobaban sus pelotas cargadas de leche nórdica.

No tuve que esperar mucho. Raloff me presionó la cabeza al tiempo que yo noté como su pene se inchaba y chorros de leche se disparaban en mi boca. Todo un manjar de dioses para mi. Seguí chupando y lamiendo hasta que no quedó ni una gota. Limpié con mi lengua su miembro y le besé en la boca.

-Ha sido brutal. Déjame recompensarte-me dijo mientras me tumbaba y me quitaba el taparrabos.

Mis 18cms salieron disparados al cielo y Raloff no perdió tiempo en metérselos a la boca. Su experta lengua me hizo sentir en el cielo y me hizo pensar queno era la primera ve que lo hacía.

Bajo a mis pelotas y las lamió con un frenesí que hizo volverme loco.

Quería correrme pero las intenciones de Raloff no eran esas. Bajó un poco más y su lengua encontró mi culo. Sin dilaciones empezó a lamerme y a intentar meter su lengua mientras yo le agarré de la cabeza y le empujé para que se introdujera más en mi.

Este nórdico me volvía loco, su lengua era una maravilla. Le dije que quería correrme y se puso presto a la tarea. Sacó su lengua y empezó a lamer mi glande mientras me pajeaba salvajemente. Segundos después me corrí fuertemente en su lengua, llenando de mi semen toda su boca.

Raloff sonrió y se dispuso a limpiarme con la lengua igual que hice yo con él. Acabó y nos tumbamos en la paja. Nos besamos y suspiramos de placer.

Ambos lo necesitábamos y fue algo fabuloso. Hablamos durante horas contándonos nuestras vidas. Él, un guerrero rebelde que luchaba por la libertad de su pueblo. Yo, bueno, mi historia aún está por revelarse. Solo los dioses saben que me deparará el futuro.

Le dije que si lo repetiríamos en otra ocasión.

Me contestó que al día siguiente tenía que partir.

A Ventalia. A la guerra.

Ted, Jeff y el Escarabajo averiado

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Ted andaba bastante cabreado. Quería haber pasado el día en el campo con Jeff, pero el coche se les había averiado en mitad de la nada. “Maldito escaabajo”, pensó refiriéndose al coche. Tenía el capó abierto y a Jeff sentado en el asiento del conductor.

-¡Jeff! Arranca, a ver si he conseguido arreglarlo.

El otro chico lo intentó, pero nada. A Ted se le escapó un “joder” bien sonoro y se sentó en el suelo. Jeff salió del coche y se sentó a su lado.

-Pues nada, a descansar un ratito, Ted, que tú no trabajas bien en caliente.

Jeff no pudo evitar mirar el rostro sudoroso de Ted, que iba con la camiseta abierta, mostrando su delgado cuerpo al sol. No pudo evitar pensar en las noches en vela, en las que se tocaba lascivamente mientras imaginaba a Ted acariciando todos los rincones de su cuerpo, arañándole la espalda y dejándole ponerse encima para empalarse con su miembro en una sublime mezcla de dolor y placer.

Jeff se mordió el labio inferior, en un intento de calmar sus instintos más salvajes. Quería evitar arrojarse sobre Ted. Inconscientemente, pasó un brazo sobre sus hombros. Ted lo miró. Pero no con cara de asco, si no con cara de…

Jeff nunca lo pudo saber, pues Ted se había abalanzado sobre él, besándole. Sus labios se despegaron.

-¿Acaso no estabas pensando en esto, Jeff?-dejó resbalar en su oído.

Jeff no respondió. Simplemente le devolvió el beso, de forma más pasional. Le terminó de quitar la camisa a Ted, y éste le besó en el cuello, haciendo que Jeff soltara algún gemidillo. Hizo que se levantara un poco para poder quitarle la camiseta y desvelar un torso con un poco de barriguita, cosa que a Ted no le importaba. Sólo pensaba en darle placer al dueño de esa tripa.

Ambos tenían un ligero abultamiento en la entrepierna, pero no les importaba. Como pudieron, se quitaron los pantalones entre ellos, quedándose en ropa interior. Ya nada importaba el “Escarabajo” averiado de al lado. No paraban de besarse en la boca y en el cuello, incluso a veces alguna mano se escurría bajo los calzoncillos del otro, haciendo volar gemidos. Entonces, Ted tuvo una idea.

-Jeff, ponte de pie. Tengo una sorpresita para ti.

Ambos se pusieron de pie y Ted fue al maletero a sacar una cosa. La sacó y se puso a espaldas de Jeff. Le había esposado las manos a la espalda. El abultamiento de Jeff se hacía aún más notable. Ted apoyó la espalda del esposado contra la pared y le susurró al oído:

-Vas a chillar como una niña de lo bien que te voy a follar hoy.

Empezó a bajar despacio con su lengua, primero recorriendo el cuello de Jeff, para luego bajar a sus pezones. Ahí se decepcionó, pues su “víctima” no sentía nada ahí, así que decidió cruzar la barriga a través del ombligo para llegar al límite de los calzoncillos. Miró a la cara de Jeff y vio reflejado su deseo de que cruzara aquella frontera, porque estando esposado no podría impedírselo.

Así que le terminó de desnudar, dejando a descubierto un miembro bien erecto. Ted empezó a lamer, haciendo que Jeff gimiera un poco. Esos gemidos le volvían loco, así que no pudo evitar quitarse los calzoncillos para empezar a masturbarse.

-¿Ves? Con esos gemidos ya me has puesto a cien, así que con tu permiso o sin él me voy a tocar.-dijo Ted antes de seguir lamiendo y masturbándose a la vez.

Al rato, empezó a felarlo, pues quería subir de volumen esos gemidos. Funcionó. Jeff ya sudaba un poco mientras gemía algo más fuerte. Sin avisar, Ted se levantó y le dio la vuelta a Jeff, esta vez para apoyar su pecho en el coche. Humedeció uno de sus dedos con saliva y lo introdujo en el ano de Jeff.

-Mmm… Me gusta… -respondió. Así que Jeff introdujo otro dedo, y luego otro más, hasta que Jeff se quejó un poco de dolor. Ted le hizo entender que no pensara en eso, que lo divertido iba a venir después. Estuvo metiendo y sacando sus dedos durante un rato y escuchando a Jeff gemir de dolor y placer mientras luchaba un poco contra las esposas (cosas que le volvían loco).

Cuando Ted notó que el ano de Jeff estaba bastante dilatado, empezó a meterle con cuidado el miembro. Éste se quejó un poco de dolor.

-Vaya, Jeff… ¿Así que tengo el honor de ser el primero que te va a dar por detrás?-dijo Ted antes de darle una palmada en el culo.

Jeff se volvía loco. Le daba mucho morbo el estar allí esposado, cumpliendo sus más oscuros deseos dejándose hacer por Ted. Le encantaba sentir su culo relleno por la polla de Ted, que ya había conseguido introducirse pacientemente, y cuyo dueño le estaba pajeando salvaje,ente. Jeff no podía evitar gritar salvajemente a dúo con Ted. Ambos se estaban volviendo locos.

-Ted, dame más cachetes en el culo, por favor…

Y Ted le obedecía. Adoraba esa ligera sensación de quemazón en el trasero. Apretaba fuertemente los puños esposados. Aquella situación le estaba sacando de sí, prácticamente le estaban dando placer por todos lados, y ya casi había olvidado el dolor de la penetración. Se sentía bailando en el borde del abismo de la lujuria, y Ted también estaba sintiendo esa sensación.

A veces ambos lloraban de placer extremo que les rodeaba. Si hubiese hecho falta, si sus cuerpos se lo hubiesen pedido, se hubiesen comido entre ellos. Ted masturbaba aún más fuerte a Jeff, hasta que ambos se corrieron a la vez. Se quedaron unos instantes exhaustos, Jeff apoyado en la carrocería del coche y Ted sobre él. Ted salió del cuerpo de Jeff, le quitó las esposas y le invitó a tumbarse sobre la hierba desnudos, apoyando la cabeza sobre su pecho.

La esposa de pedro

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Paso a transcribir (un poco retocada) la carta que me envió un lector solicitándome que escribiera algo sobre su historia personal. No creo que ello sea necesario.

Le escribo –me dice Juan Guzmán, mi lector- para felicitarlo por sus relatos. Los he leído todos y me encanta como usted dice las cosas. Uno siente como que está ahí, donde suceden los hechos. Yo quisiera contarle mi historia para ver si usted la puede escribir y publicar. Me gustaría que todo el mundo la conociera.

Bueno, me llamo Juan Guzmán, soy paraguayo. Nací en 1988 y el próximo 8 de diciembre voy a cumplir 25 años. Mi mamá me trajo a la Argentina en 1990 y estuvo conmigo hasta que yo cumplí 3 años. Después se junto con un hombre, se fue al Paraguay y nunca mas supe nada de ella. Quedé a cargo de dos tías que me cuidaron, como podían, hasta los 12 años. Eso si, se ocuparon de que mis papeles estuvieran en regla para que pudiera ir al colegio y esas cosas. No me hacían faltar nada, pero como trabajaban todo el día yo estaba casi siempre solo. Como no me gustaba callejear, muchas veces me iba a lo de Pedro.

Pedro es paraguayo como yo. Cuando yo lo conocí estaba casado con Lidia y tenían una hija, Anahí, de unos 8 años mayor que yo. Todos eran muy buenos conmigo. Anahí me ayuda mucho con las cosas de la escuela. Aunque yo siempre buen alumno.

Cuando yo tenía 10 años, Anahí se puso de novia con un muchacho paraguayo. No se por qué Pedro no lo quería. Yo me enteré que le dijo que “si seguía con ese hombre, él (Pedro) dejaba de ser su padre”. Anahí era cabeza dura y no lo dejó. A revés, se fue al Paraguay con el novio.

Después que se fue Anahí, todo cambió. Las cosas con Lidia no iban bien. Casi no se hablaban. Yo seguía yendo porque me trataban bien. Vivía mas en lo de Pedro que en mi casa. Comía y a veces me quedaba a dormir. Usaba la cama que había sido de Anahí.

Cuando yo cumplí los 16, Lidia, que seguía en contacto con la hija, fue para el Paraguay. Parecía que era por un tiempito hasta que Anahí tuviera familia, Ya tenía otro chico. Pedro se quedó solo. No se quejaba. Yo lo ayudaba. Como estaba casi siempre en su casa, le cocinaba, le lavaba la ropa, limpiaba, hacía todo. Y además iba a la escuela porque siempre me gustó estudiar.

Cuando hacían 6 meses más o menos que se había ido, Lidia le escribió diciéndole que se quería divorciar. Una noche, mientra comíamos me lo dijo. Le pregunté qué iba a hacer. Me dijo que vendería la casa, el auto y la camioneta, le daría su parte a ella, arreglaría los papeles y se iría a otro lado a vivir. Me entristeció oírle decir eso. Si él se iba yo me quedaba solo. Mala suerte. No dije nada. Pedro tenía muchos problemas como para que le sumara los míos. Seguí haciendo lo que hacía. Cuidarlo. Cada vez se lo veía más callado y concentrado en sus cosas. A pesar de eso no descuidaba la casa ni me descuidaba a mí. Al poco de que se fue Lidia, como sin decir nada yo pasé a ocuparme de las cosas, el me empezó a dar el dinero de las compras y siempre me decía: “de ahí debe sacar para sus gastos y si necesita más me avisa”. A lo último me daba dinero una sola vez por semana, los sábados. Yo tenía las cuentas muy ordenadas y casi siempre me sobraba dinero. Cuando se lo quería devolver me decía que lo guardara porque siempre era bueno tener una reserva. Yo hacía eso y también cuidaba de no derrochar. Pedro trabajaba mucho, ganaba buena plata y sabía cuidarla y sacarle el jugo. Vuelta a vuelta caían clientes suyos y yo se los atendía. Todos le tenían mucha confianza y me decían lo mismo “su papá es muy buen albañil, muy responsable”. Creían que era el hijo. Yo sin embargo no sentía que él fuera mi papá. Para mí, Pedro era otra cosa. Yo nunca tuve papá y ni sabía lo que era. Pedro era todo. A veces, cuando pensaba que en cualquier momento me iba a dejar, si estaba solo, me ponía a llorar.

Un día de octubre del 2005 me dijo “el domingo quiero que venga conmigo a Lomas a ver algo y decirme si le gusta”. No tenía idea de lo que podía ser. Igual le dije que si y solo le pregunté a qué hora iríamos. A las 9 de la mañana. Nosotros vivíamos en Lanús y Lomas quedaba al lado. El domingo a las 9 salimos en el Ford Escort que yo siempre le tenía impecable porque se lo lavaba y lustraba todas las semanas, aunque no lo usara. Pedro se movía mas con la camioneta. Enseguida llegamos donde íbamos. Un barrio no muy lejos del centro de la ciudad y poco poblado. Dimos unas vueltas porque no encontrábamos la dirección. Era un lote de terreno en una esquina, donde había una casa en construcción. Nos estaba esperando un matrimonio mayor. Eran los dueños. Pedro miró todo con cuidado. Yo pregunté si se inundaba. No. Era una parte bastante alta.

A la hora de estar allí nos volvimos. En el camino me preguntó si me gustaba el lugar. No sabía qué importancia podía tener que a mí me gustara el lugar. Aunque lo veía un poco pobre de árboles y algo lejos del centro, le dije que si porque el lugar no era malo y en poco tiempo, seguro, iba a cambiar para bien. Pedro no dijo nada. Sobre la marcha cambio de planes, en lugar de volver a casa, decidió ir a lo de su cuñada, la viuda de su hermano mayor, en la capital, así que apuntamos para el Puente de la Noria. Caímos como peludo de regalo, pero fuimos bien atendidos. Nos invitaron a comer. Pedro no quiso quedarse. Aclaró que pasaba solo para ver cómo estaban. Seguimos. Terminamos comiendo en una parrilla.

Ahí me dijo que si me gustaba el lote que habíamos visto lo compraba, terminaba lo que estaba en construcción y nos íbamos a vivir los dos ahí. No podía creer lo que me estaba diciendo. Le pregunté si me lo decía en serio. Me repitió varias veces que si, que me lo decía en serio y además me dijo que tenía que hablar conmigo de algo muy importante. Me pidió que no le preguntara de qué hasta que él no tuviera en claro algunas cosas. No le pregunté nada.

Pedro entonces le dio impulso a su divorcio. La casa se vendió. El 80% fue par su ex mujer. El se que con el resto y los autos. De los ahorros de Pedro no se habló nada, como si no existieran. La compra del lote en Lomas se blanqueó después que salió el divorcio. Cuando Pedro volvió del Juzgado donde se le notificó que no estaba más casado era otra persona. Desde un tiempo antes ya venía cambiando. Sobre todo conmigo. Me decía cosas que me hacían sentir muy bien.

Como teníamos solo cuatro meses para dejar la casa, Pedro se rompió el lomo para terminar lo mínimo de la nueva para poder mudarnos. Yo lo aliviaba todo lo que podía. No solo con las cosas de la casa, sino también del trabajo.

La intención era mudarnos la última semana del año, pero no pudimos. Recién para el 15 de enero de 2006 estuvimos instalados en Lomas. Antes tuvimos la conversación que Pedro me había anticipado. Fue el 25 de diciembre de 2005. Yo ya tenía 17 años. La Nochebuena la pasamos en la casa de la cuñada. Unos días antes me había mandado con un sobre. Contenía dinero para “contribuir” a solventar los gastos. Sabía que las cosas por ahí andaban bien, pero que tenían que batallar bastante y no quería ser un carga. En lo de la cuñada me trataban como “un buen amigo”… No había gente de mi edad. El más grande de los chicos no pasaba los 10 años y el más chico de los grande tenía 30. Volvimos a Lanús cerca de la 6 de la mañana. Nos acostamos y no despertamos después de las 3 de la tarde. Le preparé el baño a Pedro y mientras él se bañaba ensillé el mate. Comer no íbamos a comer por lo menos hasta la noche después de todo lo que habíamos comido la noche anterior. La casa estaba medio revuelta. Como en cualquier momento nos mudábamos, yo iba empacando las cosas de a poco. Cuando Pedro salio del baño tenía puesto un pantaloncito y ojotas. Se lo veía muy bien, fuerte, macizo. Era un hombre muy sano. No se enfermaba nunca y jamás se quejaba de nada. Duro, muy duro. Nos quedamos en la cocina y ahí le cebé el mate. Me miraba fijamente. Yo le notaba algo raro. Después de un largo silencio me preguntó si me gustaba estar con él. Si, claro que me gustaba estar con él. Se lo dije. Quiso saber hasta cuando iba a querer estar con él. Le dije “mientras usted quiera”. Entonces me hizo saber que él que quería que me quedara para siempre a su lado. Se lo notaba muy tensionado, como que costaba decirme lo que me quería decir. Las palabras no le salían. Me dijo que me quería mucho, que siempre pensaba en mi, que estaba muy contento de tenerme a su lado. Nunca me había dicho cosas así. Me gustaba que me dijera esas cosas. No se, me daba como seguridad y alegría. Después de uno de los varios silencios que se hicieron, me aclaro que lo que él quería era que fuese suyo. No entendía muy bien lo que me estaba diciendo, de todas manera le confirmé que yo era suyo, Pedro insistió en que lo que él quería era que fuese “todo suyo” y remarcó esto. Ahí me dí cuenta de lo que me estaba pidiendo y aunque yo nunca lo había pensado, no me pareció algo malo o imposible. Al contrario, me alegré de ser alguien importante, deseado para él. Sus palabras me habían conmocionado. Tomé un poco de impulso y le dije que yo era todo suyo, que podía hacer conmigo lo que quisiera y que siempre, siempre yo lo iba a querer, que él era mi vida. Nos quedamos mirándonos un largo rato, como si no creyéramos lo que estábamos viviendo. Después de ese silencio, me preguntó si quería dormir con él esa noche. Como le dije que si, me invitó a hacerlo. Fue algo así como la más inesperada noche de bodas.

Después de acordar acostarnos juntos, Pedro salio. Le llevó la camioneta a Martiniano, un albañil que trabajaba con él, para que al otro día se ocupara de rejuntar a la gente y llevarla a las obras. Él, Pedro, no iba a poder hacerlo porque iba a estar conmigo. Yo me puse a preparar comida. Mi cabeza era un hervidero. Tenía 17 años y hasta ese momento el sexo no había existido para mí. ¿Qué me pasaba?. ¿Por qué era así?. Para mí la gloria era cuidarlo a Pedro, atenderlo, servirlo. Cuando muy rara vez me acariciaba la cabeza o me decía algo lindo, yo sentía que el corazón me latía más fuerte. Era tan enorme me alegría y mi satisfacción que no podía pensar en nada. Pedro me robaba el pensamiento. Ahora Pedro quería que me acostara con él, que lo sirviera en la cama. No me imaginaba mucho cómo podía ser eso, pero estaba dispuesto a hacer todo lo que Pedro quisiera. El era todo para mí.

Cuando terminé de preparar la comida, me metí en el baño. Pedro todavía no había regresado. Quería estar lo mejor posible para él. Tuve la sensación de que empezaba algo nuevo y de que sería bueno. Yo no tenía nada de que quejarme. Pedro siempre había muy bueno conmigo. Hasta podía decir, demasiado bueno. A lo que me refiero es que, en una de esas, es que podía darse una mayor comunicación entre nosotros. Hasta ese momento medio como que jugábamos al oficio mudo. No hablábamos. Los dos éramos mas de hacer que de decir.

Cuando volvió Pedro yo ya tenía la mesa puesta y la comida preparada. En el tiempo que llevaba atendiéndolo me había aprendido de memoria lo que le gusta y eso le hacía. Además, él siempre me pedía cosas. No me las pedía directamente. Me daba a entender sus deseos. Por ejemplo, una vez dijo que tenía ganas de comer “sopa paraguaya”. Lidia nunca había hecho. Yo no sabía como era. Me imaginaba que podía ser un caldo con alguna cosa. Nada que ver. Una señora paraguaya me enseño cómo se hacía y un día me largué y la hice. Me salió muy bien. A Pedro le gusto. Desde entonces, por lo menos dos veces al mes le hacía su sopa. En invierno y verano, no importaba. Esa noche le preparé unos bocados de pan descortezado y con una cubierta untable y y adornos: huevo duro picado, aceitunas, ají morrón. Como era Navidad lo acompañamos con cerveza. En general no se tomaba alcohol.

Cerca de las 11 y media nos fuimos para el dormitorio. Yo dije “no me imaginaba como podía ser eso, lo que íbamos a hacer”. Esto no significa que yo no supiera nada de lo que era el sexo. Yo sabía. No mucho, pero sabía. Teóricamente, porque nunca había tenido relaciones con nadie, nadie. Lo que sabía lo había aprendido en la escuela, de boca de mis compañeras y compañeros que, no me da vergüenza decirlo, me tenían por un tonto, en eso. En otras cosas, no. Pedro, además, nunca tocaba esos temas. También había aprendido con la computadora. Si, unos años antes yo había empezada a operar computadoras. Aprendí rápido. Para practicar y para entrar a Internet, iba a un Cyber que estaba cerca de casa y donde no cobraban caro. A Pedro no le gustaba que fuera ahí. Decía que era peligroso. Por eso, al poco tiempo me compró una PC y se conecto a Internet con Speedy, que era bueno porque teníamos la central a 4 cuadras. En la computadora vi muchas cosas. Pero debo decir que no me atraían mucho y más cuando Pedro y yo nos quedamos solos. Tenía muchas cosas que hacer y en que pensar. Y no quería que Pedro me reprochara nada.

Hasta esa noche, ni Pedro me había visto alguna vez desnudo ni yo lo había visto a él. Como él se había vestido cuando salió a llevar la camioneta, tardó más que yo en desvestirse. Yo en seguida me desnudé, me metí en la cama y me quedé sentadito, con un poco de vergüenza. Pedro se fue quitando la ropa muy despacio y mientras se desnudaba me iba diciendo que lo que más quería era yo fuera feliz, que si yo era feliz, él también iba a serlo. Para sacarse las zapatillas se sentó en el borde de la cama y cuando se levantó lo que único que le faltaba quitarse era el vaquero y los calzoncillos. El cuerpo de Pedro era espectacular. No parecía más joven, representaba los 47 años que tenía porque era 30 años mayor que yo. Tenía sus canas y sus arrugas. Pero la sensación que irradiaba era de plenitud, de potencia, de fortaleza. En ese momento, no lo voy a ocultar ni a negar, lo que yo quería era verlo desnudo y saber cómo era realmente, sin necesidad de tener que imaginarme nada. Cuando se quitó el calzoncillo entendí porque Lidia decía, no a mí, que “Pedro era muy armado”. Lo de Pedro era, es enorme. Me asusté, tuve miedo. Pero, como dije, estaba dispuesto a correr la suerte que fuera. Para mí, lo importante era que Pedro estuviese contento y conforme conmigo.

Cuando se metió en la cama, yo me estiré y me quedé quietito. Él se fue acercando despacito y paso un brazo sobre cuerpo. Sentí la presión de su sexo contra mi pierna. Se le había puesto dura. Me volvió a decir que no tuviera miedo, que todo iba a salir bien. Llevo la mano a mi entrepierna. La abrió como para agarrar todo lo que encontrara. Me preguntó si se me paraba. Le dije que si, pero que en ese momento estaba un poco nervioso y por eso… No me dejó terminar. No es nada –me dijo- a veces pasa; lo importante es que estés bien y que te guste estar conmigo. Me preguntó si me gustaba estar con él. Le dije que si, que me gustaba mucho. Entonces me tomó la mano y la llevo hasta su pija. Me pidió que se la agarrara. Se la agarré. La tenía caliente y muy dura. La piel era suavecita. Me pidió que le acariciara los huevos. Se los acaricié. También los huevos eran grandes. Mientras yo hacía esto, Pedro se arrimó más y me dio un beso en la beca. Me pregunto si me gustaba su pija y antes de que pudiera contestarle agregó: “si te gusta es toda para vos”. Cuando le dije que si, que me gustaba, me aclaró que despacito el iba a hacerme todo lo necesario para poder gozarla toda. Remarcó que no teníamos que apurarnos. Me gustó que me dijera eso. Quiso que se la siguiera acariciando y yo se la acariciaba. Era lindo. Me gustaba. Yo me daba cuenta que a él también le gustaba y eso me entusiasmaba para seguir.

Así estuvimos un buen rato hasta que Pedro me hizo que me volviera hacia él hasta quedar frente a frente. Claro, él es tan alto que tuvo poco menos que izarme para que mis ojos se enfrentaran a los suyos. Se rio. Dijo que él me iba a hacer crecer. Estando así, mientras me besuqueaba, me decía cosas hermosas: “usted tiene que saber que yo siempre lo quise, pero no me animaba a decíselo, pensando que lo iba a tomar a mal”; “sabe lo que pasa, usted me atrae y a mi me cuesta resistirme”; “yo quiero que sea mío y estoy dispuesto a hacer todo lo que usted me pida con tal de que sea mío”; “si usted no quiere ser mío, yo voy a aceptar lo que usted decir sin decir nada y le juro que no le voy a hacer nada malo”; “quiero ser su hombre”; “quiero hacerlo feliz”… Después de un largo silencio en que me abrazó con tanta fuerza que yo creí que me iba a partir en dos, me dijo: “una sola vez se lo voy a pregunta, si quiere pensarlo antes de contestarme, piénselo; quiero que me diga si quiere ser mío, todo mío, hasta que Dios quiera, si o no”.

Yo no tenía nada que pensar. Por eso, inmediatamente le dije que si, que aceptaba ser suyo como él lo había dicho “hasta que Dios quiera”. Y no tenía nada que pensar porque lo que Pedro me decía que sentía por mí no era otra cosa que lo mismo que yo sentía por él. Lo único distinto era que yo no quería ser su hombre, yo quería que él fuera mi hombre.

Cuando le dije que si, Pedro, ese hombre grandote que me abrazaba con tanta fuerza que parecía que me iba a partir en dos: se puso a llorar. “Tenía mucho miedo que usted me dijera que no” afirmo en forma entrecortada. Cuando pudo controlar el llanto me dio unos besos tremebundos, los primeros que recibía en mi vida, al mismo tiempo que sus manos no cesaban de tocarme y acariciarme. Una verdadera locura. Una alegría total y absoluta.

Al cabo de toda esa desmesura quedamos fuertemente abrazados. Yo rodeando su cuello y el rodeando mi cintura. Entre mis piernas había enterrado su enorme poronga y me pedía que se la apretara bien. Yo hacía todo lo posible. Una de sus manos, por momentos se adueñaba de mi culo.

Me sujetaba para que yo no separara las piernas y le mantuviera bien apretada la pija así él podía cogerme. Lo notaba tan desesperado y ansioso que hacía todo lo posible para apretársela con todas mis fuerza. La fricción de su poronga contra mi periné me produjo una excitación inimaginable. Tanto que, en el momento en que Pedro me anunciaba que ya iba a acabar, también acabé yo. Claro que la acabada de Pedro no fue como la mía. Yo apenas derramé una gotitas de semen, mientras que Pedro no paraba de escupir chorros y chorros de leche.

Los dos quedamos exhaustos. Cuando se recuperó un poco, me dijo que él quería poner toda su “lechita” en mi culito, pero que para eso antes me tenía que abrirme bien la colita y que yo tenía que ayudarlo porque era algo debía hacerse con cuidado para que no me doliera. Eso me asustó un poco pero Pedro me tranquilizó, me dijo que todo saldría bien. Después de darnos unos cuantos besos nos dormimos. Eran casi las 4 de mañana del día 26 de diciembre de 2005 y aunque ya había vivido mi “noche de bodas”, en realidad continuaba virgen.

Nos despertamos tardísimo, a las 10 y media. Como siempre, yo fui el primero en dejar la cama y ponerme a hacer las cosas de la casa. Pedro, después de bañarse y tomar unos mates fue al centro a buscar un repuesto para el auto. Temprano almorzó y se fue. Yo seguí con las cosas de la casa y preparándome para la mudanza que se iba a producir en cualquier momento. Mientras hacía esto y aquello pensaba en todo lo que había sucedido la noche anterior, en lo feliz que me había hecho Pedro, en todo lo lindo que me esperaba. Cuando me bañé, cerca de las 6 de la tarde, mientra me jabonaba la cola, me preguntaba qué sería lo que me iba a hacer Pedro para dilatarme. Bien enjabonado intenté meterme un dedito. Creí que no me iba a entrar, pero me entró y casi no me dolió. Pero una cosa era un dedito de los míos y otra muy distinta lo que en definitiva Pedro quería meterme. La relación debía se 1:9 o más, sin contar el largo. Yo temblaba por anticipado. Con todo, estaba dispuesto a ayudarlo tal cual él me lo había pedido. Yo tenía mucha fe en el Pedro.

Cuando volvió a casa, lo acompañaba, trayendo la camioneta, Martiniano, por lo que tuvo que volver a salir para llevarlo a la casa. En resumen cuando llegó ya era la hora de cenar. Yo tenía hecha la comida y puesta la mesa. Antes de cenar se dio una ducha. De la calle trajo una bolsita que me pidió que mirara. Era de una farmacia. Tenía 2 pomos de lidocaína y un pote grande de una crema sin perfume. Pedro no me lo dijo, pero yo me imaginé que era para el trabajo que me quería hacer en el culo.

Cuando nos sentamos a la mesa y empezamos a cenar me preguntó si había mirado la bolsita. Le dije que si y entonces él me anunció que esa noche comenzaríamos con el “trabajito”. Me vino una especie de ansiedad. Yo soy así, me pongo medio nervioso cuando tengo algo que hacer y no se cómo me va a ir. Ahora que estoy estudiando en la Universidad cada vez que tengo que dar un examen paso unos nervios tremendos. Y eso que nunca me aplazaron. Tendría que haber aprendido, pero no aprendo.

Cuando Pedro me dijo que esa noche empezaríamos el trabajito tuve que hacer un esfuerzo para no demostrar que estaba nervioso y terminar intranquilizándolo a él. Por suerte él estaba tranquilísimo y de muy buen humor. Me tranquilizó diciéndome que el método para agrandarme me iba a gustar tanto que después lo iba a preferir a cualquier otra cosa. Yo quise saber cuál era el método y él me dijo “espere un ratito y ya va a saber; usted lo único que tiene que hacer es limpiarse bien la colita; yo después si tiene pelitos se la voy a afeitar bien”. Todo eso no me tranquilizó mucho que digamos, pero me dio más confianza en Pedro. Además el saber que me iba a estar toqueteando la colita me daba un no sé qué. Ya noche anterior cuando me la puso entre las piernas y me acariciaba el culito me gustó mucho, mucho lo que me hizo, sobre todo cuando me presionaba el agujerito.

A eso de las diez nos fuimos al dormitorio de Pedro que ahora también era el mío, porque convinimos que el mío-mío lo seguiríamos teniendo armado como quien dice para disimular. No pensábamos decirle a nadie lo que había entre nosotros. Una vez en la cama, Pedro me hizo poner boca abajo y usar la almohada doblada de apoyo para que al echarme sobre ella mi culito quedara bien levantado. Pedro, de rodillas sobre la cama, permanecía a mi lado. Yo estaba totalmente entregado. Lo primero que hizo mandarme una dosis de caricias para entrar en confianza. Lo real es que sentir sus manos calientes, grandes, firmes, decididas me hacía entrar en confianza pero también me excitaban al máximo y de eso se dio cuenta Pedro porque cuando recorría mis nalgas rozó mi pequeño pene completamente erecto. Me lo acarició un poquito, diciéndome: “vio, yo le dije a usted que le iba a gustar; a mí también me está gustando”. Yo no lo alcanzaba a ver a Pedro, por eso me imaginé que lo que me decía era que también a él se le estaba parando o se le había parado. Entonces di vuelta la cabeza y pude comprobar que se le había puesto dura y le colgaba curvada hacia abajo que era una hermosura. Era mía. Era mía pero no la podía tocar porque la posición en que me encontraba era totalmente inconveniente para agarrársela. Estaba, como quien dice, trabado. Cuando Pedro vio que yo giraba la cabeza, movió el cuerpo para que la pija se le desplazara como un péndulo y sonriente me preguntó si me gustaba. Como yo le dije que si, que me gustaba, con toda picardía se corrió un poquito en la cama haciendo que su pija me golpeara en la cara. “Si le gusta, ahí la tiene, es toda suya, dele un besito” me decía mientras se sonría. Yo no le veía bien la cara, pero me lo imaginaba. Y claro que se la besé. Lo hice una y otra vez. Para mí era una gloria que el hombre a quien yo amaba con locura apoyara su poronga en mis labios y me dijera que era toda mía. Como yo no paraba con mis besitos, Pedro se animó y me pidió que se la chupara un poquito. Su pedido para mí fue una orden. Abrí la boca todo lo mas que pude y dejé que él hiciera lo suyo. La apoyó en dirección a mi boca sobre la almohadita que soportaba mi cabeza y estando la mando hacía adelante. Fue prudente, me hizo entrar la cabeza y un poquito mas. Tuve la sensación de que tenía en mi boca algo descomunalmente grande, con un sabor extraño, ligeramente perfumado y agradable. Como no tenía idea de lo que debía hacer, lo que hice fue succionar, mamar, y como ví que a Pedro le gustaba continué por ese camino, cada vez con más ganas.

Estaba tan concentrado en eso de mamarle la pija a Pedro que fue como que me desconecté de la realidad. Tanto que apenas me daba cuenta de que él al mismo tiempo había comenzado su trabajito de agrandarme el culito. Lo que me hizo fue, primero, ponerme lidocaína para anestesiarme. Luego me untó con crema y a continuación me introdujo el dedo mayor. Lo sentí, pero, era una cosa del otro mundo ni algo que me hiciera pensar que me podía matar. Además, notaba que mientras lo tenía adentro era como que me acostumbraba a tenerlo. Me dí cuenta, no en ese momento sino después, que esa sensación de acostumbramiento se debía a que mi ano se dilataba cada vez mas. Eso me hizo pensar que estábamos en el camino correcto y que se debía continuar así.

Cuando Pedro decidió terminar con la parte de su trabajo correspondiente a ese día, continuamos la función como la noche anterior con una intensa franela solo que esta vez yo continué con lo que venía haciendo: mamarle la pija. Era algo delicioso. Algo que segundo a segundo me iba gustando cada vez más. En la nueva posición que habíamos adoptado, Pedro estaba tendido en la cama boca arriba y yo volcado a la altura de su vientre sobre él con la cabeza dirigida hacia sus pies. Así podía mamarle la poronga con total libertad de movimiento. Se la sujetaba con mis manos como si fuera un helado de cucurucho y le suministraba chupetazos y lamidas a diestra y siniestra. ¡Qué placer!. Un placer que no solo era mío porque también Pedro gozaba a pleno y me lo hacía saber: “la chupa muy bien usted”, me decía mientras me apretaba las nalgas que las tenía bien al alcance de la mano. Eso de hacerlo gozar a Pedro me estimulaba para seguir y seguir con mi jueguito. Mi nuevo jueguito.

La mamada termino cuando Pedro quiso que me pusiera a la par suya en la cama de modo que pudiera calzarme su pija entre mis piernitas que, justo es decirlo, sin ser gordas como macetas son bastantes rellenitas como también lo son mis nalgas. Para que usted las pueda apreciar, me saqué esta fotografía. El realidad, me saqué un montón de fotos con el temporizador de mi cámara; pero, como entre que apretaba el botón y que la máquina sacaba la foto yo tenía que ubicarme para salir retratado, la mayor parte de ellas fueron un desastre. Esta es la mejor de todas. Por lo menos se puede apreciar lo que digo de mis piernas y de mi cola.

Aclaro que la foto es de cuando ya vivíamos en Lomas y “el tratamiento dilatador” de Pedro estaba a punto de terminar.

Entonces Pedro me la calzó bien entre las piernas y así comenzo a fifarme. La diferencia con a noche anterior estuvo en que, en lugar de estar los dos de costado, ahora yo estaba abajo y el arriba, enfrentados. Eso le permitía a Pedro sujetar mejor mis piernas con las suyas. Inteligente, lo que él hizo cuando me calzo la poronga, fue encremarla bien para que se desplaza contra mi periné. Debo confesar que esa frotación me enloquecía. Me generaba un placer que yo no conocía y que no quería que se terminara. Sin pensarlo, le pedía a Pedro que me diera mas y mas así porque era divino lo que hacía. La respuesta de Pedro era darme sin tregua. Mientras me daba pija y mas pija me decía: “le doy todo lo que usted quiera, mi Chiquito”. ¡Una felicidad que yo nunca me había imaginado que podía existir”. Una felicidad que, por supuesto, ya estaba decidido a no perder.

Así comenzaron a sucederse los días de nuestras vidas como si se jugar a ver cuál era el mejor… Noche a noche mi ano se iba dilatando un poquito más tal como me lo había anticipado Pedro: casi sin dolor. Digo casi porque algunas sentí algo fuerte, pero, no duró mucho. El tratamiento de cada noche era seguido por una sesión de amor que nos ponía a los dos como locos. Para el 6 de enero de 2006, Pedro me hizo entrar 3 de sus dedos.

Adjunto una fotografía de la mano derecha de Pedro. Hago constar que desde que se fue Lidia, yo soy el encargado de cuidarle las manos y los pies, porque no me gustaba como los tenía. Ahora tiene manos y pies muy lindos.

Como decía, el 6 de enero de 2006, Pedro pudo hacerme entrar 3 de sus dedos. Lo hizo de tal manera que prácticamente no sufrí nada. Después de tenerlos bien adentro, él hacía pequeños movimientos circulares como para agrandarme mas el ano. También me los hacía entrar y salir. Lo que yo sentía no lo puedo explicar. Era algo maravilloso. No sabía que era lo que gustaba más, si cuando me la ponía entre las piernas o cuando me metía los dedos. Creo que aguante que me metiera los 3 dedos porque antes de hacerlo me puso cualquier cantidad de lidocaína. Es un anestésico bárbaro. Para ese momento ya llevábamos gastados como 5 pomos. Un pomo, debe ser el que usamos último, quedó hasta ahora en un rincón del botiquín. Antes de tirarlo porque está recontra vencido, le saqué esta foto:

para adjuntarla a estas líneas como “un homenaje por los servicios prestados” que fueron invalorables. No sé si la hazaña que concretó Pedro hubiera podido llevarse cabo sin el auxilio de esta jalea milagrosa. Gracias a ella para la semana santa del 2006 que si mal no recuerdo fue para mediados de abril, Pedro me podía colocar 4 dedos. Juntaba la yemas y formaba una especie de cono y así me trabajaba. A partir de la semana santa fue disminuyendo la cantidad de lidocaína que utilizaba y aumentando la cantidad de la crema lubricante. Al principio usábamos una crema que Pedro compraba en la Farmacia. Un día, para probar compramos esta crema en Makro:

y nos resultó fabulosa y muy barata. Ahora debe estar costando más o menos $ 15,00 el pote de ½ kilo. Hay de diversos tipos y todas son muy buenas. A mí me gusta más la que tiene áloe vera, pero la última vez que fuimos a Makro no había.

La reducción de la lidocaína hacía que sintiera mas la entrada de los dedos; pero, despacito me iba acostumbrado. Tan es así que el 25 de mayo de 2006 Pedro me preguntó me preguntó si me animaba a probar sin lidocaína. Yo siempre lo seguí a Pedro en todas sus iniciativas. Esa vez también. Debo decir que me trabajó muy bien. Me fue haciendo entrar los dedos de a uno, siempre dando tiempo para que mi ano reaccionara dilatándose adecuadamente. Sentía la penetración pero no era la muerte ni nada que se le parezca. Lo cierto fue que en un tiempo un poco mayor Pedro consiguió meterme sus cuatro y realizarme el trabajito que siempre me realizaba. A medido que me fui acostumbrando la cosa se hacía más linda. Seguimos repitiendo la experiencia casi todos los días. Algunos días los pasábamos por alto porque Pedro tenía que descansar y no era cosa que todas las noches nos durmiéramos a la una de la mañana para levantarnos al día siguiente a la 7. Por supuesto Pedro quería que hiciéramos el amor, pero yo lo frenaba.

Así llegamos al 9 de julio. Ese día fue uno de los días más fríos del año. Por la mañana fuimos con Pedro a buscar leña a Lanús, a una leñera que él conocía. Ni bien nos mudamos, yo lo hinchaba todos los días para que hiciera un hogar o pusiera una salamandra. Como la casa estaba un poco aislada y no tenía mayores reparos se me hacía que el invierno eso sería una heladera. Y a mí me tocaba la peor parte porque era el que estaba más tiempo en la casa. Me decía que para hacer una estufa hogar tenía que pedir ayuda a alguien que tuviera experiencia en eso. Un día de febrero, de buenas a primeras el problema se resolvió porque en una casa donde estaba haciendo una refacción muy grande le regalaron esta salamandra:

que es una obra de arte. No sé cuantos años puede llegar a tener y funciona a la perfección. Con unas lajas que no sé donde sacó, Pedro revistió la pared donde está apoyada que es la que divide la casa y tiene 30 cm. Por adentro de esa pared hizo pasar el tiraje que es un caño de hierro fundido.

Bueno, ese día 9 de julio de 2006, ni bien volvimos a casa encendimos la estufa y nos quedamos en casita. Hice una de las comidas preferidas de Pedro: pastel de papas. Bastante por él es de muy buen comer. Para no tener que salir, reviví el pan viejo que había en casa con un método que le había aprendido a Lidia. Por supuesto no se lo dije a Pedro porque él no la había vuelto a nombrar ni a ella ni a su hija. Era como si se hubieran muerto. Yo no podía entender que fuera así, siendo que conmigo era toda dulzura. Claro está yo con él procedía de la misma manera y no hacía sin tener que esforzarme porque para mí no había mayor alegría que verlo contento a él. No era un día cualquiera, ese día se disputaba la final del mundial de fútbol. Pedro se había comprado un televisor de 29” para verlo. Jugaban Italia y Francia. El partido comenzaba a las 3 de la tarde. A mí no me interesaba mucho porque el fútbol no me atrae, pero Pedro quería que ganara Italia y no veía la hora de que empezara. Se sentó frente al televisor al ratito que terminamos de comer. Yo seguí haciendo cosas porque en una casa siempre hay cosas que hacer más cuando se quiere tener todo en orden como es mi caso.

A las 3 me senté él en el living. Para mí el espectáculo no era lo que se veía en el televisor sino él, Pedro, que se posesionaba con el partido y como si estuviera en la cancha decía y hacía las cosas más disparatadas que se puedan pensar, Cada dos por tres me pedía que me acercara porque quería tenerme abrazado, pero le duraba poco porque al rato me soltaba para hacer un corte de manga o para pararse y gritar una guasada. Cuando termino el primer tiempo, él se fue al baño y yo aproveché para ir a la cocina donde tenía la masa preparada en la heladera para hornear unos chipás que a Pedro lo enloquecen. Me manejaba con un hornito eléctrico porque no teníamos gas. Por suerte andaba bárbaro, hasta pollo al spiedo podía hacer. En un ratito tuve el mate listo, los chipá horneados y así me fui donde Pedro seguía sufriendo con el partido que iba 0 a 0. El no sabía que yo estaba haciendo chipá. Cuando los vio saltó de contento. Se levantó para darme un beso. Algo que ya era cosa de todos los días. Besarme y franelearme a cualquier hora y en cualquier lugar siempre dentro de la casa y cuando no hubiera ojos que nos vieran. Entre una cosa y la otra le cebé 2 termos de mate. Una barbaridad. Así es todo lo que meaba después. Parecía un caballo. Los chipá, mas de 2 docenas, prácticamente se los comió todos él. Yo a lo sumo habré comido 3 porque enseguida me lleno.

Con el mate llegamos al primer tiempo del alargue. El partido se había convertido en un suplicio. Pedro era una máquina de decir malas palabras. Se acabó el alargue y vino la definición por penales. Por cábala quiso que estuviera al suyo. Hice lo que quería. Me pasó el brazo por la cintura y me apretó como siempre a lo bestia. A mí me gusta que me aprete así. Me hace sentir que soy suyo. Cuando ya empezaban a patear los penales Pedro me dijo “si ganamos le voy a dar una sorpresa”. Yo no le llevé mucho el apunte. La cuestión fue que con un suspenso tremendo Italia venció a Francia. Pedro saltaba de contento y como si le hubieran dado cuerda me explicaba el partido como si yo entendiera algo. Cuando se le paso un poco la euforia parece que se acordó de lo que me había prometido y me dijo: “cierre bien todo y vamos para la pieza que tenemos que hacer” y se fue al baño. Hice lo que me ordenó y junto entramos en la habitación que era un hornito por el calor que irradiaba la salamandra. Me indicó que me desvistiera al tiempo que él comenzaba a quitarse sus ropas. En un par de minutos los dos estábamos desnudos y metiéndonos en la cama. Esa tarde Pedro era un volcán en erupción. Me hacía de todo y yo lo dejaba hacer porque eso era lo que yo quería: que me hiciera de todo. Yo no me quedaba corto. Cuando la ocasión se dio, me le prendí a la pija como una sanguijuela. El me había hecho conocer el placer que da mamarla, así que no podía reprocharme nada. Por otra parte, a juzgar por sus gemidos de gozo, no creo que estuviera en su ánimo decirme otra cosa que no fuera que se la siguiera chupando. Mientras yo se la mamaba apasionadamente, Pedro se estiró y tomó el pote de crema que como siempre estaba sobre la mesita de luz de mi lado, el izquierdo mirando hacia la piecera. Lo abrió y meticulosamente (nunca más oportuna esta palabra) comenzo a untarme la colita que a esta altura me latía con todo. Realmente yo no sabía lo que quería hacer y para ser claro debo decir que no pensaba en otra cosa que en seguir mamándosela indefinidamente. En esos momentos la poronga de Pedro estaba en su máximo esplendor, completamente erecta y ejerciendo toda la seducción que ejercía sobre mí. Yo era un esclavo de esa pija.

Al cabo de un largo rato, Pedro dijo: “vamos a probar si le entra”. Cual habrá sido mi sorpresa al oir estas palabras que instantáneamente corté la mamada y lo miré seguramente con cara de aterrorizado porque al toque me dijo: “no se asuste, no va a pasar nada”. Pedro entonces comenzó a sobarse la poronga como para que se le mantuviera bien parada y mientras hacía esto me decía: “vamos a probar de que usted se suba y se siente para ver si se le dilata el culito; pero tiene que estar tranquilo y aflojarse bien; usted es el que va hacer el trabajo; lo importante es que le entre y no le duela mucho”. La forma serena en que Pedro me hablaba me tranquilizó, como que me dio impulso. Por las dudas me puse un poquito más de crema y empecé la operación. Me subí a caballito sobre Pedro, mirando hacia su cara, y ubiqué mi culito sobre su pija que estaba parada al máximo. Con la mano hice que apuntara justito hacia mi agujerito y entonces comencé a sentarme lentamente. El culito se me abrió enseguida y me entró la puntita de la cabeza. Me senté más y me entró otro poco, pero me empezó a doler. Pedro me acariciaba los muslo para darme estimulo y me recomendaba que me sentara despacito. Yo me sentaba despacito, pero el dolor iba en aumento. Cuando la me había entrado toda la cabeza y un poco más, yo sentía como que el culo no se me podía estirar más. Apretaba los dientes para soportar el dolor sin gritar. Pedro me decía que si me dolía mucho cortábamos ahí la prueba. No le contestaba para no restarle concentración al esfuerzo de aguantarme el dolor. Por un momento detuve el descenso y me quedé quietito. Una buena parte de poronga ya la tenía adentro. Por suerte a Pedro no se le bajaba. La sentía siempre bien dura. De a poquito el dolor se me fue calmando y sentí como que el culo se relajaba. Me moví un poquito para tantear si me volvía el dolor fuerte. No, seguía igual. Me animé y seguí con el movimiento hacia abajo. El momento peor parecía haber pasado. La poronga me siguió entrando y lo que pasé a sentir era como si tuviera todo el intestino ocupado, lleno. Era una sensación muy linda. De repente sentí que mis nalgas tomaban contacto con el cuerpo de Pedro. Faltaba muy poquito. Apuré el trámite, el último pedacito me entró todo y yo quedé sentadito sobre Pedro con toda su poronga dentro mío. Sé que debo decir “de mi” y no “mío”, pero prefiero “mío” aunque sea incorrecto porque me suena mejor, me da la idea y la sensación de posesión que experimenté en ese instante. De todas maneras, sé que nunca voy a poder explicar integralmente todo lo que sentí. Fue algo maravilloso. Yo desea con todas mis fuerzas que Pedro me penetrara y me hiciera sentir que era suyo. En ese momento preciso, en que el dolor se mezclaba con la alegría, me sentí enteramente suyo y también sentí que él me pertenecía, que éramos uno para el otro. Por eso, porque no tenía otro modo de expresar mis sentimientos, lo que hice impensadamente, fue ponerme a llorar. Mi llanto no era de tristeza, sino de felicidad. Pedro me hacía feliz, inmensamente feliz.

Pedro me pedía que no llorara y me apretaba las caderas con sus manos para que no me moviera. “Le duele mucho” me preguntaba. Yo lo tranquilizaba diciéndole que me dolía pero que lo podía aguantar. Un largo rato nos quedamos así. Sentía que olas de calor recorrían mi cuerpo y que algo muy lindo me sucedía. No quería que eso terminara. El dolor se hacía cada vez mas soportable. La voz de Pedro confesándome todo lo que me quería, todo lo que me necesitaba, era un arrullo que me embriagaba haciéndome sentir en el más maravilloso de los mundos. No dejaba de repetirme que quería que fuera suyo, solo suyo.

Tras ese largo rato, Pedro, que me sujetaba las caderas con sus manos, comenzó a empujarme haciéndome describir círculos con el culo. Su pija dentro mío se desplazaba produciéndome toda clase de sensaciones y vibraciones. Me dolía pero el dolor se volvía insignificante frente al placer que me deparaba todo lo demás que sentía. Quería que Pedro siguiera haciendo girar mi culo sobre su poronga y moviéndome hacía adelante y hacia atrás. Para que eso no se cortara yo mismo me movía. El goce era cada vez mayor y Pedro lo traducía con sus gemidos y algunos elogios que me derretían: “tiene un culito divino, démelo así se lo cojo bien cogido”. Yo se lo daba con total entrega porque quería verlo feliz.

De pronto Pedro se frenó en esa locura y me dijo “vamos a cambiar de posición”. Siguiendo sus indicaciones me levante, me puse en cuatro patitas y levanté bien la cola. El se ubicó detrás, me puso más crema y enseguida apoyó su pija en mi agujerito. La seguía teniendo bien dura. Me la empujó hacia adentro y me volvió a entrar. Me la puso despacito y me dolió muchísimo menos que cuando me senté encima. Se me había agrandado bien el culito. Pedro me la mandó bien hasta el fondo. Se cercioró de que pudiera aguantarla y a continuación, rítmicamente, comenzó a machetearme y a hacerme sentir una verdadera locura, una desesperación que no podía ser. Los pijazos se sucedían uno tras provocándome un placer cuya magnitud era una revelación, un descubrimiento sensacional. Jamás hubiera pensado que Pedro me podía hacer gozar tanto. Y lo que más me confortaba era ver que él gozaba tanto como yo. Por eso hacía todo cuanto podía para darle mi culo totalmente, absolutamente. Misteriosamente los dolores habían desaparecido y todo era goce y placer.

En un momento dado Pedro redobló las embestidas y, para decirlo gráficamente, me ametralló el culo a pijazos, me sacaba y me metía su poronga a una velocidad supersónica hasta que en un sublime rosario de espasmos descargo en mi entrañas todo el caudal de leche que almacenaba en sus poderosos cojones. Cumplio así su deseo de depositar el jugo de su hombría en las profundidades de mi culo, bien adentro mío. Recibir su ofrenda fue para mí el más maravilloso de los regalos que yo podía recibir. Cuando retiro su miembro de mi ano sentí en la tibieza de su semen que dejaba en mi la esencia de su ser. Este es el altar donde Pedro me hizo perder la virginidad y ganar la felicidad:

Se trata de una cama que le regalaron a él con colchón, acolchado y todo, menos los veladores y que nos vino como anillo al dedo porque la cama grande de la otra casa estaba en las diez de últimas. Ahora le tenemos que cambiar el colchón porque desde 2006 a esta parte el pobre ha tenido un traqueteo de película.

Justamente a esto quiero referirme. La “sorpresa” que Pedro me tenía preparada para cuando terminara el partido Italia-Francia, como dice la canción infantil, “nos supo abrir (entre otras cosas) la puerta para ir a jugar”, ya que cuando dejó de ser sorpresa se convirtió en nuestra más entrañable práctica cotidiana. Si “entrañable práctica cotidiana”, ya que salvo en los primeros meses después del debut, en los cuales yo tardaba un poco para recuperarme, todos los días siempre hemos tenido un momento para el sexo. El sexo es una de las piedras angulares de nuestra vida en común. Yo lo necesito, Pedro lo necesita, los dos lo necesitamos. Con esta performance es claro que no hay colchón que aguante. Si se mira bien la foto es posible ver que uno de los lados, el derecho está más hundido. En ese lado duermo yo y es el lado donde por lo general Pedro me hace el amor. El traqueteo es lo que lo ha hundido.

El año 2006 fue un año muy importante en la nuestra vida. Una año de realizaciones. Cambiamos de casa y yo terminé la escuela secundaria. Hasta ahí Pedro me había bancado, pero yo no quería ser un mantenido. Por eso le dije que quería trabajar, que tenía que buscarme un trabajo. Me escucho y no me dijo nada, pero por la cara que puso era obvio que la cosa no le gustaba mucho. Entonces preferí quedarme en el molde y mantenerme a la expectativa. Por nada de este mundo yo quería que Pedro se enojara. Asi pasaron dos semanas; dos semanas en las cuales la vida siguió igual o, mejor dicho, cada vez mejor. Al fin de esas dos semanas, cuando nos estábamos acercando a la Navidad, la tarde del sábado 16 de diciembre, Pedro vino a la cocina donde yo estaba planchando y me dijo “tengo que hablar con usted; terminé con eso que está haciendo y vamos a tomar unos mates y a conversar”. “Pasa algo”, pregunté. “No, no pasa nada, solo quiero aclarar algunas cosas”. Así fue que a eso de las 5 de la tarde nos sentamos a un costado de la casa donde daba la sombra a tomar mate y hablar. Pedro fue claro, preciso y directo. Me dijo que el veía con muy buenos ojos que yo quisiera trabajar y, aclaró, “trabajar en forma rentada”, destacando que “ya que si se trata de trabajar por amor a la casa, se te estan debiendo varios meses de vacaciones”. Sostuvo que trabajar es bueno en la vida, aunque señaló que no en todas las etapas de la vida. Cuando se es chico y uno se está formando, mejor es que juegue y estudie. También cuando se es más grande y se puede mejor la formación para enfrentar mejor al porvenir. Se lamentó de no haber podido estudiar cuando tenía mi edad. Entonces, su familia y él siempre estaban galgueando. Y remarcó que ese no era el caso nuestro en que no nos sobraba el dinero, pero estábamos muy lejos de pasar necesidades económicas. Apunto a él tenía por cierto que yo quería o tenía interés en estudiar una carrera universitaria. Afirmó que si eso era correcto, lo oportuno no era ponerse a trabajar para ganar unos pesos que no se necesitaban, sino ponerse a estudiar porque existían los recursos necesarios para hacerlo y la fuerza necesaria para seguir produciendo esos recursos. El fruto de esa estrategia sería hacerse de una herramienta que me permitiría ganarme mejor la vida en el futuro. Mientras tanto podíamos vivir felices como siempre.

Este fue su discurso. Me dejó sin palabras. Lo único que podía hacer era ponerme a llorar y me puse a llorar. Entre sollozo y sollozo le di las gracias y su respuesta aún resuena en mis oídos: “usted las merece”.

Seguimos tomando mate y no se habló más del asunto por el momento. Me pidió que me sentara más cerca de él. Eso hice, no porque me lo hubiera pedido sino porque me gustaba. De haber sido por mí, siembre estaría sobre él mimoseándolo. Su olor a hombre me fascinaba. Pero sabía que el tenía momentos y momentos. Yo en cambio tenía un solo momento y ese momento era suyo. Podía mimosearme todo lo que quisiera que a mi siempre me venía bien.

A posteriori de esa categórica charla y mientras me ocupaba de organizar cosas para la Nochebuena que habríamos de pasar en casa de Martiniano y su familia (esposa y 7 pibes, 2 nenas y 5 varones), me dediqué a averiguar donde me convenía estudiar y encontré que la Universidad de La Matanza, al ladito de Lomas, era lo mejor. Mi deseo era estudiar para Contador y continuar con los estudios de inglés y computación que venía realizando. La salida la tendría en la misma “empresa de construcciones” que Pedro y Martiniano estaban montando despacito y con gran inteligencia. Esperé hasta iniciado el 2007 para comunicárselo a Pedro que seguía mas enamorado y posesivo que nunca conmigo. Cuando se lo dije y sobre todo cuando le di los fundamentos y las razones de mi elección, no demoró ni un minuto en darme su aprobación y su estímulo. “Si yo hubiera tenido que elegir por usted, habría elegido lo mismo y por los mismos motivos”, me dijo. A partir de ahí empecé con todo en lo que hace al estudio y si todo va bien, a fin de este año 2013 tendré mi título. Si no terminé antes ha sido porque desde 2011 estoy trabajando con Pedro que ya tiene montada la empresa con Martiniano y yo, para decirlo en forma sencilla, le manejo los papeles. Me ayuda la hija mayor de Martiniano que tiene 19 años y es una luz. Este año se tomó un “año sabático” y en 2014 va a empezar a estudiar Administración de Empresas.

Cuando me largué a estudiar el problema mayor que tenía era ir de Lomas a Morón. El colectivo tenía un buen servicio, bastante puntual, pero me llevaba media hora. Entre ir y venir mas esperas, perdía una hora. Mucho tiempo para mí que tenía un montón de cosas que hacer y quería hacerlas bien a todas. Por suerte como Pedro se había mandado a fondo con la cocina, ahí tengo lo mejor de lo mejor y puedo hacer maravillas. Si no se hubieran hecho maravilla hubiese sido porque yo no servía, pero sin vanidad, debo decir que para la cocina sirvo. Hasta tenía lavavajillas. También el lavadero es un espectáculo y todo está organizado para que solo una vez por semana tenga que lavar y planchar. Como somos dos solos es poco lo que se ensucia. Eso hace que la limpieza de la casa no sea un problema. Como señalé el único problema era el transporte. Pero eso se solucionó el 8 de diciembre de ese año 2007, porque Pedro se apareció con el siguiente regalo de cumpleaños:

Un Ford K modelo 2004, 1.6, con 21.600 Km reales-reales. Como todos los negocios de Pedro lo compró por chauchas y palitos. El 8 de diciembre como es el día de la virgen es feriado, asi que como mi cumple es ese día, siempre cae en feriado. El festejo empezó la noche anterior en que Pedro me hizo una fiestita íntima y, como siempre, me dio sin asco. Es decir, como a mi me gusta. Para mi no había mejor regalo. A la mañana siguiente, temprano, nos levantamos y estuvimos tomando mate. Yo estaba bastante liberado porque ya había rendido lo último que tenía para rendir en ese momento. A eso de las 10 me dijo que tenía que salir. No quiso que lo acompañara y dijo que iba a ir a pie para estirar las piernas. Me llamó la atención, porque Pedro es de los que no paran dentro de la obra, pero después, para todo el auto o la camioneta. Pienso que es para hacer mas rápido. Las cuestión es que a las 11 y media pasada estuvo de vuelta. Se lo veía muy sonriente. Apoyándose la mano en la bragueta me dijo “tengo algo para usted afuera”. Sobre el pucho le respondí: “muy afuera no debe ser porque no lo veo”. Me hizo pisar el palito. Enseguida agrego: “y como lo va a ver si no sale afuera”. Medio me confundí. Enseguida él aclaro todo. Me invitó a salir de la casa y ahí estaba sobre la vereda, impecable el Ford K. ¡No lo podía creer!. Ya desde antes de cumplir los 18 Pedro me había enseñado a manejar y a decir verdad creo que se conducir, tengo buenos reflejos. El registro lo tengo desde abril de 2007 y ya lo renové una vez. Enseguida salimos a probarlo. Una joya. Serenísimo y muy cómodo. Lo puedo estacionar en cualquier parte. El viaje a Morón pasó a ser un chiste.

De modo que el 2008 lo empecé con auto nuevo. Yo vivía como en un sueño. Mi segundo año de Facultad era un éxito como el primero. Todo lo compartía con Pedro que estaba en todos los momentos de mi vida. Cada uno tenía un celular y nos mandábamos mensajes continuamente.

A mitad de año ocurrió algo que me hizo reflexionar mucho. Como ya he dicho y repetido mi relación con Pedro fue siempre súper excelente, fundamentalmente porque yo no hacía nada que lo pudiera molestarlo o contrariarlo. No se trataba de tener que andar cuidándome de hacer esto si y aquello, sino de actuar con naturalidad tal cual soy yo y no inventarme cosas raras o cosas que me dijeran otros. Yo tenía y tengo muy buena relación con todo el mundo, pero si tengo que jugarme por alguien a muerte, ese alguien es Pedro y nadie más. Asi de sencillo y clarito. Resulta que como dije un día de mediados de 2008 yo estaba en casa haciendo mis cosas cuando apareció por casa un compañero de la Facultad que tiene mi edad y muy lindo aspecto y anda en una moto que parece un avión. Sabía donde vivía y como necesitaba unos diketes que yo tenía, aprovechando que andaba por Lomas se acercó a pedírmelos. Yo lo recibí como recibo a todas las personas que vienen a casa y que vienen por Pedro ya que por mi específicamente no viene nadie. Por supuesto, lo hice pasar y fue inevitable que pasara al estar donde tengo la PC y todas las cosas estudio. Fue entonces cuando llegó Pedro en la hora en que habitualmente lo hacía. Entró con la camioneta directamente a la cochera. Entonces yo lo invité a mi compañero que se estaba retirando a que saliera por la galería. Eso hizo que nos encontráramos con Pedro. Como correspondía se lo presenté. Como hacíamos siempre, porque así lo teníamos convenido, él era mi papá y yo era su hijo. Estuvimos un rato conversando de nada y después lo acompañé a mi compañero hasta donde había dejado la moto. No me demoré ni 1 minuto. Enseguida volví a la casa porque a Pedro no lo veía desde la mañana. Lo encontré raro. Le pregunté si había pasado algo. Me dijo que había tenido un día complicado pero no me dio explicaciones. Para que se distendiera hice lo que siempre hacía en estos casos. Le preparé un bañito y le acondicioné todo para que se distrajera mirando televisión hasta que llegara la cena. La reacción de Pedro frente a este “tratamiento” siempre era muy bueno. Esa noche no lo fue. Se lo veía menos mal, pero seguía mal. El mirar televisión no lo mejoró. Traté de distraerlo hablándole de las cosas que había hecho durante el día. Tampoco dio mejores resultados. De repente Pedro me preguntó quién era ese muchacho que estaba cuando él llegó. Le repetí, porque ya se lo había dicho cuando se lo presenté, que era un compañero. Entonces quiso saber a qué había venido. Le expliqué el motivo de la visita y siguió preguntándome cosas, donde vivía, qué hacía. Ahí me di cuenta de que la cosa era con mi compañero. Traté por todos los medios de restarle importancia al asunto pero evidentemente no lo conseguía porque al toque me dijo que había algo en “ese muchacho” que lo le gustaba y me recomendó que anduviera con cuidado. A continuación me dijo que él no quería me pasara nada y me repitió lo que siempre me decía acerca de su amor y de todo lo que él podía llegar a sufrir si a mí me pasaba algo. No dejó de señalar que yo era su vida. Cuando terminamos de cenar lo mandé a mirar televisión. Lavé los platos y acomodé las cosas como yo lo hago a mil km por hora y cuando terminé fui y me senté a su lado para que me abrazara como hacía siempre. No quería verlo preocupado. No estuvimos mucho rato así. Enseguida me propuso que nos acostáramos “para estar más calentitos”. “Si quiere que yo lo caliente, yo lo caliento, pero no se olvide que si lo caliento después me tiene que poner la inyección para que yo me duerma”, le respondí. Eso le hizo cambiar el humor, “quédese tranquilo, le prometo que yo le voy a poner la inyección” me replicó. Eché un par de leños a la salamandra y nos mandamos para el dormitorio. Rápidamente estuvimos desnuditos y en la camita. La pieza estaba calentita. Tuvimos un sexo maravilloso. Hice todo lo que a él le gustaba y a mí me enloquecía y, para completarla, me puse con las piernitas para arribara para que me penetrara y, al mismo tiempo, me hiciera todas esa cosas que él me hacía mientras me cogía y que a mí me daban la sensación de ser cogido todo, de pies a cabeza. No exagero pero me debe haber estado macheteando cerca de una hora. Eso, entre otros motivos, porque yo sin pensarlo le pedía que me diera mas, que me la pusiera toda y esas cosas, a las que él respondía con máxima aplicación.

Muertos no dormimos hasta el otro día a las 7 en que sonó el despertador. Como siempre salté de la cama y me puse en movimiento. 7 y veinte ya estábamos porque 8 menos cuarto Pedro partía. Ya era otra persona. Para chancearlo y ponerlo contento, después de pasarnos los partes de lo que teníamos que hacer ese día, le dije “espero que esta noche cumpla”. Reaccionó al toque “¿que cumpla qué?” me preguntó. “Con lo que promete, ayer dijo que me iba a echar 2 y me echó 1 solito”. Esa era una mentira mía para provocarlo y ver lo que hacía. “Muy bien, prepárese, que esta noche le echaré 2 y el que le debo de anoche también y no me venga que no aguanta más, ni que lo estoy matando, porque cuando yo tengo que cumplir: cumplo, así me tenga que ayudar con Viagra”, dijo sin formular ninguna observación al macanazo que yo le había disparado. Lo dio por cierto y redobló la apuesta, lo cual era de temer porque eso de “echarme 3 polvo” tan pronto podía llevarlo a cabo como tan pronto podía dejarlo en el plano de las bromas. Como que era capaz: era capaz. Algunas veces me había echado tres polvos y no quieran saber como quedé. Para terapia intensiva. Pero fueron noches excepcionales en las que los dos estábamos locos de amor y deseo. Por lo general: uno, muy, pero muy bien echado, nos dejaba contentos y molidos. Demás está decir que, por haberlo chumbado, todo el día cargué con la incertidumbre de lo que Pedro me había advertido que iba a hacer a la noche. Yo apostaba a que el trabajo le quitara fuerzas. De lo contrario estaba frito. Debía resignarme a que en una de esas me partiera el culo. Debo recordar que, al fin de ese intenso día, el hombre cumplió a medias con su promesa: me echo dos polvos que sumados hacía el polvo de la noche anterior. Y cumplió a medias porque yo le pedí que el restante lo dejáramos en suspenso porque ya el culo no era mío. Porque la verdad sea dicha Pedro ponía tanta pasión que el culo siempre me quedaba ardiendo. No me duraba mucho esa sensación de fuego, pero la tenía. La felicidad tiene su precio. Pero el amor bien vale el ardor.

Volviendo al episodio con mi compañero de Facultad debo decir que la conclusión que yo saqué fue que Pedro quería ser y sentirse sin ninguna duda ni temor dueño absoluto y que la sola presencia de cualquier sujeto que pudiera afectar esa propiedad lo sacaba de quicio y de ninguna manera estaba dispuesto a compartir ni mínimamente esa propiedad y mucho menos a perderla. Eso y no otra cosa era lo que había sucedido con su hija. Pedro entendía que era una propiedad suya y que nadie podía tener derecho a tocarle un pelo. Yo me acuerdo bien como la trataba. Una maravilla. Cuando apareció el novio, todo se fue al diablo. Pedro se volvió un ser irracional. Se empezó a pelear con su mujer porque decía que la apañaba a hija en contra de él. Resultado: las excomulgó a la hija y a su esposa y ellas lo abandonaron. En medio de ese cuadro estaba yo que era lo único que él tenía. Su pasión por mi creció en otra dirección y a eso contribuí yo que inconscientemente sentía que debía hacer cualquier cosa con tal de no perderlo y hacía cosas que despertaron en Pedro deseos que tienen todos los hombres y que subyacen bajo otros deseos que las circunstancias hacen más potentes y dominantes.

Cuando mi relación con Pedro se blanqueó, yo busqué en Internet explicaciones a la situación que me tocaba vivir. Así fue como fui a dar con la página “Hombres Pasivos” donde se explica como es el hombre que siente, que tiene necesidades de hembra, que sería mi caso. Aunque mi caso es un poco mas especifico porque mi sentimiento, mi necesidad, no se dirige a cualquier macho si a uno solo que, por supuesto, es Pedro. Y también fui a dar con un relato suyo, “Lucy”, que me encantó y me llevo a otros relatos muy vívidos que no tocaban casos como el mío, pero si ilustraban sobre la diversidad de situaciones en que se pueden encontrar los hombres. El contar con toda esta información hizo que pudiera entender cabalmente lo de Pedro y, lo más importante, que pudiera comportarme como debía y de la mejor manera posible.

A partir de ese episodio nuestra relación evolucionó enormemente y se hizo más sólida, más profunda, más confiable. Cuento algo. Hasta que ocurrió ese episodio, yo me cuidaba de no plantearle a Pedro ninguna exigencia. Siempre estaba a lo que el decidiera en el rubro que fuera. El rubro sexo me dio pie para entrar en el meollo del asunto. Una tarde le pregunté si siempre que me cogía tenía ganas de cogerme. Su primera respuesta fue decirme que siempre me cogía con ganas. Entonces yo empecé a hilar más fino, hasta que llegué a que me confesara que algunas veces me cogía porque pensaba que yo podía tener necesidad y él no quería que yo pasara necesidades. Yo traduje lo que él me dijo afirmando: “me cogía sin que a usted lo picara el bichito de las ganas de coger en ese o esos momentos, ¿es así?”… Se rio por mi ocurrencia y confirmó lo que yo decía. Entonces, aproveché para decirle que a mí, a veces, el bichito no me picaba y sin embargo me dejaba porque pensaba que a él si lo había picado y pensaba que no era correcto dejarlo con las ganas de bañar al tero”. Se sorprendió de lo dije. Después le pregunté si en lugar de andar adivinando, no sería mejor comunicarnos más y decirnos cuando nos estaba picando el bichito. Le hice saber que a mí me picaba bastante seguido y que calculaba que a él le debía pasar lo mismo, de donde se sigue que si uno decía que le picaba el bichito lo más probable era que el otro dijera lo mismo y si a los dos les pasaba lo mismo lo más acertado en culear un ratito para que se pasara la picazón. Si solo le picaba a uno o a ninguno, lo mejor era quedarse en el molde que en cualquier momento el bichito volvería a hacer de las suyas y no tendrían más remedio que darle a la matraca. A Pedro le pareció bárbaro. Fue así que, a partir de entonces solo cogemos cuando a los dos nos pica el bichito del deseo. Por lo demás, felices y contentos. Muestro una foto de Pedro, la única que tengo así, desnudo, que accedió a que le tomara después de rogárselo diez mil veces:

Se la tomé en mi sala de estudio, en el mismo ángulo donde fotografié mi colita en tiempo diferido y sentado en el mismo sillón donde me ubiqué yo. Cuando le comenté que le iba a escribir, me dio su autorización para agregar su foto.

A ojo de buen cubero puedo decir que en 50 veces, solo en dos el bichito no nos pica a los dos. Este frecuencia se debe a que si a mí no me pica el bichito basta estar un ratito con Pedro para que enseguida me entre a picar. Tiene que suceder algo extraordinario como tener que rendir un examen, o estar enfermo, o hallarme muy, muy cansado para que el bichito no se comporte como lo hace habitualmente. Pienso que a Pedro le ocurre otro tanto. Además, noto que han influido en mí cosas que él me ha dicho como comentarios. Por ejemplo, me confesó que de haberme conocido tal como soy ahora para el tiempo en que la conoció a Lidia (no la llamó por su nombre, dijo “mi ex mujer”) jamás se habría casado con ella porque yo cubro muchísimo mejor todas sus necesidades, deseos y aspiraciones, tanto en lo sexual como en cualquier otro orden. Con eso me dio, tal vez sin proponérselo, una seguridad extraordinaria en mi mismo . “Usted está en todo lo mío” me decía.

La verdad es que no me puedo quejar. Todos estos años han sido de inmensa felicidad. Pensando, a veces, en el por qué de tanta dicha, creo que se debe a que a ninguno de los dos nos incomoda ser objetos de semejantes y recíprocos deseos de posesión. Haciendo mi introspección, veo que yo también quiero que Pedro sea absolutamente mío. La diferencia está en que yo no tengo ninguna duda de que es mío y solo mío. En cambio, él ha tenido sus dudas y creo que yo he descubierto el origen de esas dudas y también el modo de neutralizarlas.

Como comenté, Pedro es 30 años mayor que yo. En la actualidad y pese a que él ya cumplió los 55 esa diferencia no se nota para nada porque sigue teniendo una polenta que mas la quisiera tener un muchacho de 20 o 30. Y no solo la polenta, sino también la pinta. Como no conocen el papel que juego yo en la vida de Pedro, más de una mujer le ha dicho a Pedro cosas que son verdaderos ofrecimientos. Y también he visto hombre le han tirado unas miradas que eran realmente de rayos X. Pedro es consciente de que esto no es eterno. Por eso ha organizado todo para que, en caso de que él no esté, yo no tenga ningún inconveniente con el patrimonio que hemos formado entre los dos. No cualquiera pone todos sus bienes a nombre de otro, hay que tener coraje y confianza. Pedro lo hizo sin dudar. Por eso yo me sentía obligado a hacer algo equivalente para ponerme a su altura. El tema fue: ¿qué hacer?. No encontraba nada parecido. Una mañana se me cruzó algo por la cabeza, algo muy loco: blanquear nuestra situación y casarnos. Ya se había instituido el casamiento igualitario en Argentina. Le dí vueltas y vueltas. Yo no tenía ningún drama, pero tenía que ver qué era lo que él pensaba. Una noche, en medio de la franela previa al coito, se lo dije. “Me gustaría que nos casáramos”. Estábamos frente a frente. Pedro reaccionó preguntándome: “¿no le gusta cómo estamos?”. “Si me gusta?”. “Y si le gusta, ¿para qué quiere cambiemos?”. “Porque quiero ser suyo también en los papeles”. “Bueno, déjemelo que lo piense; ahora deme esa colita que es lo único que quiero en este momento”. El impacto de mi propuesta le debe haber revuelto la testosterona porque el polvo que me echó fue monumental, no solo por todo lo que me hizo sentir con su tremenda verga, sino por todas las cosas que me dijo mientras me cogía. Yo ya había metabolizado por completo mi condición de hembra, una hembra que no dejaba de ser hombre y consecuentemente mi comportamiento era siempre el que exactamente Pedro esperaba de mi. Pedro, que en todo momento era macho.

Un par de días después, mientras cenábamos, me dijo que había estado pensando acerca de eso de blanquear nuestra situación y de casarnos. Me manifestó que no veía eso nada que agregara algo a nuestro vínculo ni que reportara algún beneficio particular. Y, algo más, que pensaba que blanquear nuestra situación podía traernos inconvenientes porque no todas las personas veían el amor entre dos hombres como lo veíamos y vivíamos nosotros. Como yo me palpitaba que esta podía ser su respuesta, tenía planeado un contraataque. Apunté mis flechas a “lo del beneficio particular”. Traté de hacerle ver que si yo desaparecía antes que él, que bien podía ser porque nadie tiene la vida comprada, él se vería en problemas porque todos nuestros bienes estaban a nombre mío. Estando casados, las cosas cambiaban y con un simple trámite sucesorio podía disponer del patrimonio sin ningún inconveniente. Remarqué que eso era primordial para mi.

“Muy bien, así que para allanarme esos posibles problemas –me sacudió- usted quiere hacerse mi esposa pasando por alto los problemas que puede traer el que se haga mi esposa delante de todo el mundo. Pués bien, vaya sabiendo lo siguiente: si a usted le llegara a pasar algo, se lo digo suavecito, yo me voy a encargar de que el viaje lo hagamos juntos, porque solo no quiero quedarme. ¿Me entiende?”. Ahí pasó a hablar en tercera persona, como solía hacerlo. “Pedro no necesita papeles que lo. Lo que Pedro necesita es una esposa que lo quiera. Y usted es la esposa de Pedro”.

Como el momento era extremadamente vibrante y Pedro entendió que debía bajar la carga emocional derivando el caudal de fuertes sensaciones hacia un territorio más placentero, se ocupó de poner las cosas en un lugar menos trágico. Me felicitó por mi coraje y me dio un consejo “ah, y vaya comprando bastante crema, por las dudas no haya en el más allá; la vamos a necesitar unos cuantos añitos más”.

Después, en la cama, me surtió unos pijazos demoledores… Yo había aprendido a ser enteramente hembra y, al parecer, Pedro había perfeccionado sus conocimientos para ser completamente macho. Cada porongazo suyo rubricaba que aunque no nos hubiéramos casado: yo soy la esposa de Pedro.

Pienso que si cuando me desvirgó me hubiese cogido como me cogió esa noche, ahora estaría cogiendo en el Paraíso porque me hubiera matado. Sin matarme, hoy me coge como en el Paraíso porque soy: la esposa de Pedro.

Post Scriptum: Si algún lector quiere ver la fotografías que aquí no se publican, debe pedírmelas a buenjovato@yahoo.com.ar y con todo gusto se las enviaré a vuelta de correo. También si quiere hacerme algún comentario. Prometo responder toda correspondencia.


El Circo

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La historia antes de este relato:

Un día de tantos mientras escuchaba a Mono (una banda muy interesante entre lo interesante) en YouTube, me topé con un video de Hungry Ghosts que estaba en el panel derecho de la página. Yo no sé ustedes, pero para mí fué cuestión de impulso empezar a escribir en ese mismo instante.

Aquí el video en cuestión que ha sido el causante de todo esto.

Creo que está de más decir que me la pasé escuchándolo todo el tiempo mientras escribía…

El relato:

¿Te has preguntado hasta dónde puede llegar tu ambición?, ¿Has trazado tus verdaderos límites?, y qué hay sobre tu moral ¿sabes acaso hasta dónde puede ser flexible?

Imagínate un bosque; sí, un bosque. Con restos de cortezas pútridas sobre el suelo y la humedad del ambiente acalorando tus sentidos. Es oscuro, pero no frío; enorme, pero no vacío. Los árboles se ciernen sobre ti, alzando sus brazos como si intentasen atraparte. No hay fauna y la flora se ha encaprichado con el gris y el oliva.

Y en medio de todo estás tú, preguntándote que hace alguien tan común en un lugar como aquel. Avanzas unos cuantos pasos indeciso, los árboles empiezan a hastiar tu vista y el olor de la humedad te marea a ratos. Te sorprende ver en la lejanía un conjunto de luces borrosas, podría significar un signo de civilización pero se adueña de ti un miedo irracional y empiezas a caminar más rápido, después huyes, dudas, desconfías. Pero la luz es tan seductora que tus sentidos empiezan a bloquearse como si de magia se tratase y tus intentos por evitar el peligro se vuelven vanos e inútiles.

Entonces descubres que no son solo unas cuantas luces, sino un completo sistema de iluminación. Uno a uno los bombillos traman líneas que parecen imposibles de trazar sobre una estructura como aquella. Todos te parecen amarillos, todos te parecen blancos y lo cierto es que brillan con más intensidad a medida que te acercas. No hay cercas ni portones en el bosque. No hay señales ni letreros pero asumes que es una gran carpa lo que tienes adelante. Los focos son los que le han dado esa forma con sus trazos y líneas, porque aunque fuerzas mucho tu vista no logras distinguir el material del que está hecha la estructura si es que de una carpa se tratase.

Todo te parece tan surrealista y estás a punto de irte. Pero espera, enfocas un poco la vista y logras divisar que las singulares luces se agrupan en una esquina, dándole forma a una entrada.

Dudas de nuevo, temes, pero tu curiosidad te obliga al fin a entrometerte en donde nadie te ha llamado. Cruzas con cautela por la curiosa entrada y cuando tu segundo paso anuncia que todo tu cuerpo está adentro… todo se apaga.

Das un respingo e intentas volver, recuerdas que nunca hubo una carpa, sino solo focos que simulaban la forma de una. Corres durante unos cuantos momentos y el bosque se ha ido y ya no existe ni es nada de lo que recuerdas…

Te detienes, un haz de luz se ha proyectado en el piso detrás de ti. Regresas la mirada con temor y lo que ves te deja en el total desconcierto: en medio de la luz, que es de color rojo por cierto, te encuentras con un sombrero; es de copa y es negro.

Vuelves a correr, el terror se ha apoderado de ti y ya no quieres saber más de tan misterioso lugar. Pero la luz roja vuelve, y el sombrero también, justo enfrente de ti. Giras, te espantas, huyes, pero el sombrero te persigue a donde quiera que vayas; siempre interponiéndose en el camino de tu huida.

Gritas, te desesperas y el sombrero parece mofarse de tu desgracia. Te arrodillas y sollozas, te proteges el rostro con las manos, estás agobiado como un cervatillo que cansado se resigna a ser cazado. Pero no te das cuentas de que la luz que acompaña al sombrero ha cambiado. Ya no es roja, sino blanca y dorada como todas las demás que te trajeron hasta aquí.

Levantas la cabeza y el corazón se detiene por un momento, el sombrero está a escasos centímetros de tu rostro. Te está diciendo algo que has tardado mucho en comprender…

Lo decides por fin, lo tomas con delicadeza y apartando tus últimas dudas… te lo pones.

La llave está en el cerrojo, la verdadera puerta está a punto de abrirse. Tú no lo sabes, pero a partir de ese momento tu voluntad deja de ser tuya.

En la penumbra otra luz se enciende, esta vez es verde y desde arriba forma un círculo en el suelo. Al principio no lo distingues bien pero mientras te acercas puedes ver que la figura de un hombre de edad madura se baña en el verdor luminoso.

Este hombre también tiene un sombrero, pero esto es lo único que trae puesto. Está acostado boca arriba y sus brazos, junto a sus codos, sostienen el peso de su torso. Te mira y en medio de la luz verde aprecias sus rasgos faciales, la simetría de su rostro te abruma, la perfección en los detalles logra que no puedas dejar de mirar; sus ojos te traspasan y en cierta forma la barba en su corte perfecto te invita a tocarla… o a manosearla como te indica la libido.

Y estás a punto de intentarlo al contemplar como los músculos de su pecho y abdomen sobresalen en medio del fulgor. Sabes que es la imagen que siempre has deseado y tu voluntad empieza a dar sus primeros traspiés, no hay mucho que te haga sentir inseguro y te acercas más para cumplir con el deseo que empieza a crecer desde el fondo de tus sentidos.

Tocarlo, manosearlo… quieres tener cerca sus carnes para masajearlas con las tuyas. Y lo hubieses logrado de no ser por otro hombre que sale de las sombras y se acerca a tu objetivo.

Es más joven y no menos más guapo. Sus ojos te ven con desprecio y fulminándote con la mirada posa su mano sobre el miembro flácido de tu primer acompañante. La desnudez del intruso no te impresiona mucho, su cuerpo delgado no combina con el otro que ni se inmuta por la caricia.

El intruso lo intenta de nuevo, y esta vez masajea con furor el miembro de su compañero. Lo que obtiene no puede decepcionarlo: un falo en toda su magnitud hace que sus ojos brillen del deseo. No duda nunca, lo toma entre sus manos y le posa la lengua sobre el glande. Los testículos se balancean peludos y no olvidados se dejan acariciar por una mano que parece experta en estos menesteres. El barbudo sigue como estatua, ignorante y ajeno a las reacciones de su propio cuerpo.

Pero al final ambos se miran, y tú, aunque con decepción, admites que la escena no te incomoda en lo absoluto. El delgado dirige su lengua hacia la base y allí empieza a darle pequeños lengüetazos a los testículos de su amante. Logra que vibren, su lengua se obsesiona rápidamente y en un momento se encuentra metiéndoselos uno a uno en la boca. Succionando, lamiendo, dejando un brillo al liberarlos y chupando de nuevo la saliva que les deja al recogerlos.

Sube su lengua con parsimonia y de una sola lamida llega al glande de nuevo. Se detiene y sus ojos sonríen al mirar un líquido viscoso y transparente emanar desde la punta. No lo lame, en su lugar juega con él entre sus dedos y con los mismos se lo lleva hacia su propio culo.

Continúa, sus labios se abren para dar paso a su nuevo juguete. Sus dedos atraviesan sus esfínteres sin dolor alguno. A ratos se los lleva a la boca y a ratos se vuelve a follar con ellos. Su boca ya no atina como seguir y frenética se abandona en el movimiento rítmico marcado por él. Su pecho se agita y el color empieza a adueñarse de su faz. Se levanta con determinación y de un solo movimiento se coloca encima del barbudo. Se sienta de golpe y grita, grita con todo el furor que le es posible. Su cadera choca contra los muslos de su compañero y sus nalgas rebotan por el alocado movimiento.

Intenta mover todo su cuerpo al compás de la cogida, y su cadera parece romperse mientras quiebra la espalda. Atontado por la lujuria mira hacia el cielo y sus uñas rasguñan todo lo que encuentran.

Se apoya en el pecho del maduro y mueve con frenesí sus nalgas, intentando llenarse por completo, intentando que el falo hinchado lo traspase si es posible. No hay dificultad en sus movimientos, sus esfínteres están completamente dilatados y parecen pedir más cuando la polla abandona su insaciable agujero.

Cuando el placer es sólo de uno no dura mucho tiempo, así pues el más joven continuó de sa manera durante un par de minutos más.

Se impulsa en un último movimiento y arqueando la espalda libera un gran chorro de semen. El líquido espeso baja, después de impactar, por los pectorales del que tiene sombrero y así, sin más, la luz verde se desvanece de a poco en la oscuridad de donde nació.

Cosa rara, has visto la delgada figura retorcerse de placer, mientras que al dueño de tu primera impresión apenas lo has visto moverse. De todas formas, lo que tú no sabes, es que acabas de presenciar como El Trapecista utilizó la polla de El Domador de leones para follarse y tú ni siquiera pudiste tocarte para compartir un poco la pasión que le embargaba. Has estado muy ocupado en procesar todas las escenas como para pensar en masturbarte. Ahora tienes una erección que difícilmente se calmará.

Pero un pequeño sonido empieza a matar el silencio que te rodea de nuevo. Es un chasquido de dedos, de hecho son varios, muchos; aumentan su volumen, como si algo se acercara. Los tímpanos empiezan a doler y justo cuando estas a punto de taparte los oídos otra luz se enciende en el mismo lugar en el que se encendió la anterior.

Es azul, pero no está sola, puedes apreciar que alguien se encuentra atado, pero de forma un tanto… curiosa. Tiene las manos sujetadas por la espalda, amarradas con una especie de cadena. Está hincado pero te acercas un poco y puedes ver que empieza a doblar la espalda hacia atrás más de lo que hubieses podido imaginar capaz a una persona. Y es allí donde te das cuenta de la enorme cinta elástica que lleva en el cuello y conecta al mismo con las piernas, creando la falsa ilusión de llevar ropa interior.

Su cabeza toca el suelo por fin y te fijas en su polla. Está hinchada, roja por toda la sangre apretada que lleva. El cuerpo tiembla, suda, su excitación es obvia pero parece querer más, porque impulsándose con los pies busca imitar desesperadamente aquel movimiento tan característico de una cogida. Sube y baja las caderas en un afán inútil de que algo lo atraviese. Intenta gemir, pero tiene una mordaza que ahoga sus sollozos.

Una mano ajena aparece de entre las sombras y pronto la mitad de un cuerpo robusto se asoma en escena. Los ojos del recién aparecido te miran como si tuviesen hambre y sus movimientos felinos se acercan al cuerpo convulso, atado y extasiado.

El carmesí gobierna sus labios; el púrpura sus ojos. Sus cejas son cortas y las pestañas perfectas. Todo lo demás es blanco, como si no tuviera emociones a pesar de llevar tanto color en el rostro.

Sus brazos fuertes soban los muslos del que está atado. Sus palmas bailan sobre la piel de sus piernas y arrancan pequeños espasmos de placer a su presa. Acerca su rostro al falo hinchado y se detiene allí, olisqueando su sexo, observándolo palpitar como si tuviera vida propia.

Al fin abre su boca y con la punta de la lengua se atreve a pasearla por el glande. Escuchas un grito ahogado, la sensibilidad del prisionero está al límite. Y esto le divierte al maquillado, pues no evita una sola sonrisa lasciva.

No le importa nada, toma un par de dedos y jugando un poco con el agujero de su amante los entierra hasta el fondo, moviendo a todo el cuerpo consigo, intentando volver loco al que no puede hablar y obteniendo a cambio más hinchazón en el miembro que está siendo devorado.

El seducido no puede más y de su falo brota un manantial de líquido espeso y blancuzco. El cuarto se llena al instante del olor penetrante de su corrida y el olfato te envicia más; quieres tocar, quieres probar, quieres unirte al frenesí.

El seductor te sonríe y es entonces que la luz se apaga de nuevo.

Ni siquiera sospechas que El Payaso haya jugado con El Contorsionista hasta hacerlo correrse.

Esperas de nuevo hasta que alguna luz se encienda de nuevo. No sabes ni recuerdas que haces allí exactamente y ahora solo quieres ver más. Quieres llegar al fondo de todo esto.

Pero te sorprendes al ver que la siguiente luz que se enciende está sobre tu cabeza. Sí, puedes ver tus manos iluminarse con un intenso rojo.

Y el espectáculo comienza…

Primero aparece en el piso un par de brazos, son fuertes y un tanto peludos. La mitad del cuerpo aparece y te das cuenta de que es El Domador. Y esta vez sus ojos recuperan la vida. Es como un engendro que te mira como a un salvador. Su boca no puede decirte nada pero sus pupilas si. Te piden a gritos que lo liberes de la angustia. Se levanta y empieza a tocarte con desesperación, sus manos recorren todo rincón con una maestría que asusta. No recuerdas el haberte desnudado pero ahora ya estás desnudo. Él se acerca más a ti y empieza a acariciarte con prisa. Tiene hambre, te das cuenta de que necesita alimentarse de algo nuevo. Es por eso que se ha mostrado tan indiferente ante las caricias del trapecista.

Una mano dirige tu rostro hacia el de él y te roba el aliento con un beso lleno de frustración y desahogo. Su otra mano se hunde en tu raja y empieza a adentrarse peligrosamente hasta perderse entre tus carnes. Sientes el calor ¿verdad?, arde como si el mismísimo aire pudiera evaporarse a su alrededor. Te quema el contacto con su piel pero esto solo logra ponerte a mil y en un segundo estás deseando fundirte con él.

Huele a semen y a transpiración. Su barba te pica, la capa de sudor que lleva hace que sus movimientos sean cada vez más agiles y en tu mente cada vez existen menos cosas reales. Él muerde tu cuello, tu agarras sus nalgas. Él gime, tu gritas…

Pero no quiere más preámbulos. Los besos le son insuficientes y las caricias dejan de llenarle. Necesita estar dentro de ti para sentirse completo, lo desea con furor. Eres carne fresca después de todo y el está tan hambriento como un perro.

Te toma con fuerza por los brazos y casi que te obliga a acostarte. Tu sombrero vuela junto al de él. Tu cuerpo tiembla al presentir lo que va a pasar pero no quieres que se detenga. Al fin el muestra una pequeña sonrisa y tú se la devuelves junto con la confianza de que te hará pasar un buen rato.

Y vaya que te la pasas de maravilla, pues parece aguantarse toda la sed que te trae solo para poder acoplarse a ti. Primero avanza un poco y logra vencer el esfínter más fácil, luego más y cuando intentas gritar del dolor porque está totalmente adentro se inclina un poco y te besa, arrebatándote la saliva, robándote el aliento, quitándote el alma.

Te abraza como intentando memorizar un momento que sabe nunca se repetirá. Porque justo en ese instante aparece otra figura conocida. Es el trapecista que esta vez te mira complacido. Esta vez parece no importarle El Domador. Se acerca hacia ti hábilmente, medio saltando con todas las extremidades en el piso. Te roba un pequeño beso y se sube encima de ti.

Recuerdas esto, rememoras perfectamente la manera en la que se hundió la polla de El Domador sin ninguna contemplación. Hace lo mismo con la tuya, sientes que él sangra, tienes miedo de dañarlo pero a él no le importa nada. Esto se ha convertido en una fiesta totalmente desquiciada.

El barbudo empieza a moverse, tomándote de los muslos y levantando tus piernas. El otro mueve sus caderas bailando, a veces jugando con subir y bajar y a veces sollozando cuando mueve su trasero hacia los lados.

La sangre de El Trapecista empieza a recorrer hasta tu propio agujero y se confunde mientras el musculoso te penetra sin compasión. Te agarras la cabeza mientras este par no te permite concentrarte en una sola forma de placer.

Pero no ha terminado. El Contorsionista entra gateando y mira a los otros dos con un pequeño atisbo de satisfacción. Se acerca a tu rostro para saludare con un beso y de inmediato te coloca su miembro en la boca. Recuerdas lo hinchado que se veía minutos antes, no parece haberle afectado la corrida que tuvo hace poco. Y eso que aún puedes notar el sabor a semen en su glande. El olor te vicia, el placer es ahora tu único motor. Baboseas la polla que tienes en tu boca y El Contorsionista, ahora desatado, empieza a follarte la boca como puede, a veces hundiendo su falo hasta el fondo de tu garganta para provocarte arcadas y a veces paseándola por tus labios, dejando un pequeño camino marcado de saliva y presemen.

El barbudo te suelta las piernas y entonces ya no pareces importarle mucho, pues toma con sus manos el cabello de El Trapecista y lo jala, girando su cabeza y acercando sus rostros, besándolo con furor mientras entierra todo su carajo en tu hambriento agujero. Ambos se muerden y el delgado parece aficionarse con la sangre, pues se acuesta sobre tu pecho y te regala un beso con los labios rojos e hinchados. El otro sigue en su faena y con toda la fuerza que tiene intenta introducir hasta el último centímetro de su ser en tu anatomía. Te sientes lleno, completo, satisfecho y a ratos parece que vas a explotar del gusto.

Intentas acallar tus gritos chupando y lamiendo el pilar de carne que tienes frente a tu rostro. Pero procesar todo al mismo tiempo se te hace muy difícil pues empiezas a notar como El Trapecista se mueve con más ímpetu, tal vez por los besos del fortachón. Y, sobre tu vientre, parece que intentara romperte los huesos con el salvaje vaivén que intenta mantener a toda costa.

El último sujeto entra en el plato. El Payaso no se anda por las ramas y apenas se presenta con el debido beso busca desesperadamente tu mano para llevársela directamente hacia sus carnudas nalgas. Entiendes lo que quiere hacer e intentas (con los pocos resquicios de razón que te quedan) dilatarlo con todos los dedos que tengas libres. Pero tus fuerzas te fallan y él te ayuda, une un par de sus propios dedos con los tuyos y juntos empiezan a comerse con las manos el exquisito agujero del maquillado. Él ruge, tú sollozas y en este punto todos sudan ríos de completo éxtasis.

La polla de El Domador crece un poco más entre tus húmedas nalgas. Toma de nuevo tus pies y los aprieta con fuerza, intentando aferrarse a algo. Brama con vehemencia anunciando la inminente corrida.

Los gritos de El Trapecista se intensifican a medida que el barbudo le aprieta los pezones con verdadera crueldad, su verga salta hinchada sobre tus abdominales. Ruega más, pide con locura que entres hasta el fondo. Y lo intentas con lo que te queda de fuerza, arrancándole gritos ahogados.

El Contorsionista se inclina todo lo que puede. Enterrando todo su ser en tu boca y acercando su rostro al de El Payaso, besándolo con total lujuria mientras éste intenta saltar sobre tus dedos, obligándolos a adentrase todo lo que puedan en su insaciable culo.

Y entonces todas las luces se apagan de nuevo, todos empiezan a desaparecer. Uno por uno se esfuman en el aire como simples ilusiones de sueños utópicos y surrealistas.

El telón cae y todo empieza a ir en retrospectiva. En tu mente aparecen varias imágenes. Ves a El Payaso emitir una macabra carcajada. El Contorsionista te mira incrédulo con la cara entre los pies. El Trapecista baja por una cuerda colgada en algún lugar imaginario y te saluda con pose elegante. Y, por último, El Domador te mira cruzado de brazos, erguido y expectante.

Y la utopía que has vivido desaparece. En un instante tu ropa vuelve, tu excitación se va y ya no hay luces, ni escenarios, cuerpos hedonistas o personajes quiméricos. Todo se ha desvanecido y ahora te encuentras frente al sombrero que ha empezado todo esto.

Pero esta vez tienes la facultad de elegir, has visto todo lo que pasará si te lo pones. Pero una moneda tiene dos caras. Y recuerdas haber visto el vacío en los ojos del barbudo. Estás seguro que algún día el también eligió, todos alguna vez hicieron su decisión. Nunca saldrás de allí una vez entres de nuevo, es la única regla que parece existir en aquel mundo irreal.

Ahora la pregunta final es: ¿Te animas a entrar?

La historia después de este relato:

Sé que anuncié la publicación (mediante Facebook para los que amablemente lo han visitado ^^) de otros títulos para mi próxima aparición. Pero no pude dejar pasar esta oportunidad y me he dejado llevar (como siempre) por hacer las cosas que me gustan. Espero que lo hayan disfrutado y sobre todo MUCHAS GRACIAS POR LEERME ^^)/

A mi jefe le gusta mi culo

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Ha pasado ya mucho tiempo desde mi último relato. No les voy a engañar. Tras mi profesor, al que dejé de follarme hace unos meses, mi vida sexual se había quedado muy estancada. De hecho, lo sigue estando. Pero tras meditarlo mucho, y tras leer alguno de los relatos de por aquí, me he decidido contar mi última aventura. Ocurrió hará ahora dos meses, más o menos. Me encontraba en Escocia, en unas conferencias que organizaba la empresa en la que trabajo y donde tuve la oportunidad de conocer a los mandamases de la compañía, entre ellos, a Brian, el Director General de Recursos Humanos y, más concretamente, el jefe de mis jefes.

Brian es un hombre británico, de los chapados a la antigua. No es rubio, aunque sí de piel blanca y pelo claro. Siempre afeitado con precisión y muy, pero que muy elegante. Siempre de punta en blanco y sabiendo convinar muy bien su indumentaria. Puntual y correcto en todo lo que dice y siempre un ‘gentleman’, nunca sube el volumen de su voz ni pierde la compostura. Un ‘Steven Gerrard’ de los negocios, para los que les guste el fútbol. Ni que decir tiene que es muy atractivo. Es atlético, fuerte y muy, muy guapo de cara. Vamos, un hombre por el cual cualquier mujer, homosexual o, en mi caso, bisexual y amante de lo prohibido y salvaje, desearía llevarse a la cama para que hiciera de él su esclavo. Es tan británico, que sólo perdió la compostura como lo hacen todos: por culpa de la cerveza.

El día que finalizó el congreso, los allí presentes estábamos invitados a un cóctel y una posterior cena. Pero claro, los que no sabían beber, en la cena ya iban colorados. Entre ellos, el señor Brian, mi jefe. Hasta ese momento, sólo había cruzado con él 4 palabras, y quise mantenerme siempre en segundo plano. A punto de empezar la cena, me ausenté de mi mesa para ir al baño a lavarme las manos. Y allí estaba Brian, con una cogorza de espanto, meando en uno de los urinarios, apoyando la cabeza en la pared y con la corbata echada hacia atrás. Le pregunté si estaba bien, cosa que respondió afirmativamente con un gruñido. Yo comencé a lavarme las manos y, por el espejo, le observaba. De reojo, vi cómo giraba la cabeza y me echaba una mirada de arriba abajo. Seguí a lo mío, pero sin dejar de mirar de reojo. Al secarme las manos, seguí mirando por el espejo cuando de repente vi que… ¿Me estaba mirando el culo? Efectivamente, Brian sostenía su pene, que ya había parado de mear, y su mirada estaba centrada en mi trasero. No me lo terminaba de creer. Durante la cena no dejaba de darle vueltas al asunto.

La cosa fue a más. Porque noté cómo Brian comenzaba a mirar mucho hacia mi mesa y, en tres ocasiones, vino a saludar, con gran torpeza debido a su borrachera, a comensales que estaban sentados junto a mí. A la cuarta vez, yo fui el saludado. A duras penas conseguí entender qué demonios intentaba decirme, pero intuí que darme la enhorabuena por el trabajo realizado y que seguía mi carrera de cerca. Después, llegaron los coñacs y las copas. Y la cosa ya no se sostuvo por más tiempo. Todos los allí presentes nos dejamos de formalismos y comenzamos a emborracharnos como si no hubiera un mañana. EL hotel donde nos hospedábamos puso a disposición nuestra una sala de discoteca con música y más bebida. Y Brian, seguió a lo suyo, sólo que empezó a gustarme que me mostrara su interés.

Mantuvimos una larga conversación, sobre todo sobre España y la crisis, y los españoles, y lo bien que sabemos vivir, y la playa, y el sol, y las Islas Canarias, y el calor que hace y… “lo atractivos que somos los latinos”. Y ahí, se me paró el corazón. Ya no había dudas. Brian estaba coqueteando conmigo delante de todo el mundo, aunque con la música y el alcohol nadie se percatara de lo que sucedía. Era evidente que no íbamos a besarnos delante de todo el mundo. Habría sido un escándalo. Pero Brian tenía muy claro lo que quería esa noche. Tras volver de pedir otro whisky con soda, se me acercó decidido y me dijo: “Estoy en la 305. Me gustaría que vinieras a tomar una copa. Puede que te parezca un poco osado, pero es así. Yo me voy a ausentar ya, así que si quieres subir más tarde, yo estaré esperando un buen rato”. Y con esa seguridad, con esa confianza, se despidió de una docena de personas y se fue a su habitación. Y yo me quedé allí, incrédulo, con mi whisky derritiendo los hielos, y decidiendo si quería pasar un rato agradable en la 305.

Si soy sincero, no me costó mucho decidirme. Me fui a mi habitación para asearme un poco, dejar la americana y la corbata y llamé a la 305 para ver si seguía en pie. Aunque tardó en cogerlo, contestó muy sereno y muy serio que sí, que estaba en pie la oferta. Así que no lo pensé más y me presenté en su cuarto. Me recibió con el pelo mojado, una toalla al cuello y sin camisa, dejándome ver su increible torso británico. Había tomado el mando de la situación, se sentía cómodo y seguro. Su borrachera era menos evidente, es decir, que se había refrescado para la ocasión. No tenía dudas de que esa noche iba a echar un polvo con uno de sus empleados españoles. Y eso me ponía muy cachondo, aunque también me provocaba nerviosismo. Me invitó a sentarme en la cama mientras comenzó a servir dos copas de whisky. Al darme la mía, se inclinó hacia mí y me dió un beso. Jugueteamos con las lenguas en nuestras bocas. Después se incorporó otra vez y dijo: “Qué bien sabes”.

Tras eso, se sentó en un butacón en frente de mí, mirándome fijamente. Dio un largo trago y dijo: “Quiero que te desnudes para mí”. Estaba claro, yo ya era su putita. Él era quien tenía el control. Me gustaba. Qué demonios, me encantaba. Estaba tremendamente excitado. Entre dubitativo y cachondo, me fui desprendiendo de mi camisa, de mis zapatos, de mis clacetines y de mi pantalón. Al irme a quitar el slip dijo que parase y que me tumbase en la cama. Así lo hice. Él se volvió a levantar, se fue hacia mí, me besó de nuevo y fue bajando con su boca sobre mi cuerpo desnudo, hasta llegar a mis calzoncillos, que ya estaban empapados de la excitación que tenía. Poco a poco, fue quitándomelos dejando al descubierto mi erecto pene. Ya estaba al descubierto, completamente desnudo delante de mi jefe. Lejos de querer tocarme, se quitó sus pantalones y sus calzoncillos, muy despacio, muy tranquilo. Tenía una polla enorme, para mi sorpresa. Estaba tremendamente dotado. Puede que fuera más grande que la de Rolando, el cubano que me follé, pero no tan gorda. Estabaa totalmente empalmado.

-Tócate para mí.- Dijo Brian mientras se sentaba de nuevo en su butaca.

Yo comencé a tocarme mientras Brian hacía lo propio y me daba instrucciones. -Ábrete las nalgas-, me pedía. Yo iba cumpliendo poco a poco cada uno de sus deseos. El se meneaba el pene mientras me observaba, pero lo hacía lentamente, con calma. -Métete un dedo,- seguía guiándome. Y yo me chupé el dedo corazón y poco a poco me lo introduje en mi ano mientras gemía de placer ante la atenta mirada de Brian.

Tras unos minutos de instrucciones, me pidió que fuera, que lo besara y que le hiciera una mamada. Eso es lo que hice. Fui bajando por su precioso torso, despacio, hasta tener en frente ese tremendo instrumento. Poco a poco, la fui dando lenguetazos hasta que me la terminé metiendo en la boca. Él gimió y echó la cabeza hacia detrás, lleno de placer, mientras me agarraba con las dos manos por la nuca, marcando el ritmo de la mamada. Yo le hice saber que era una polla enorme, que me estaba relamiendo de lo buena que estaba, mientras pensaba en lo mucho que mi culo iba a disfrutar con ella dentro. Supongo que él estaba pensado lo mismo. Sus manos me pedían más intensidad en mi chupada, y yo engullí ese pene lo más rápido que podía, llegando con facilidad hasta mi garganta. Estuve a punto de atragantarme, pero él sabía cuando darme un respiro y cuando apretar.

Me soltó la nuca, me hizo levantarme de nuevo y me dio la vuelta. Me pidió que me inclinara, me acarició las nalgas, las abrió y le dio un par de lenguetazos a la entrada de mi culo. Después, escupió descaradamente sobre mi agujero y comenzó a engullirlo como un poseso mientras con la mano derecha me meneaba la polla. Después, se olvidó de mi polla para centrarse completamente en abrir mi culo y prepararlo para la traca final. Metió su dedo corazón en mi ano, moviéndolo de arriba abajo, de izquierda a derecha y en círculo. Después lo sacó, volvió a comerlo durante un minuto como un poseso y después me introdujo otros dos dedos. Cuando consideró que estaba lo suficientemente preparado, me dio un cachete en el culo y me pidió que me incorporara a cuatro patas sobre la cama.

Tras unos segundos que utilizó para ponerse un condón, se puso detrás de mí, me agarró las nalgas con las dos manos y fue introduciendo su enorme pene en mi culo ante mis gemidos entremezclados de dolor y placer. Él sabía que costaría meterla, así que se tomó su tiempo y la fue introduciendo poco a poco hasta que, finalmente, sus testículos hicieron tope en mis cachetes. La dejó unos segundos dentro de mí y, sin darme mucha más tregua, comenzó a meterla y sacarla, a dar ritmo. Yo intentaba contener mis gemidos, al principio sólo jadeaba. Pronto se convirtió en gemidos claros y, a medida que la intensidad de sus embestidas subía, se convirtieron en gritos y juramentos. Todo ello en inglés. Él me agarraba con fuerza las nalgas al tiempo que me penetraba cada vez más rápido. El sonido de sus huevos chocando contra mis nalgas, ese “choc-choc” que tando me gusta escuchar cuando estoy a cuatro patas, se unía a mis gritos cada vez que su pene llegaba hasta mis entrañas.

-Grítame en español,- me pidió tras darme un cachete en mis nalgas con la mano derecha.

Yo comencé a jurar y perjurar en español.

-¡Joder! ¡Dios! ¡Hijo de puta! ¡Me estás destrozando! ¡Oh, sí! ¡Puta!

Él seguía a lo suyo, clávandome su instrumento en mi culo cada vez más dolorido y abierto.

-¡Eso es papi! ¡Clávame la pinga hasta el fondo!,- le decía, porque sabía que lo de “papi” lo entendería y le pondría cada vez más cachondo.

De pronto, me la sacó y la sacudió dos veces sobre mis nalgas. Yo noté un vacío en mi ano. Lo notaba totalmente abierto, dilatado. Se tumbó boca arriba sobre la cama y me pidió que lo cabalgara. Ahí estaba en casa. Lo iba a dejar seco, me decía a mí mismo. Me puse a horcajadas, y me introduje con facilidad su polla en mi culo. El me agarraba con fuerza las nalgas y eso me excitaba de una manera sobre humana. Comencé a bailar con su pene dentro de mí, cabalgándolo como un potro desbocado al tiempo que seguía gritándole: “¡Eso es papi, hasta el fondo! ¡Dame fuerte papi! ¡Me encanta!”. Su cara de placer era de escándalo. Yo apollé mis manos sobre sus piernas y me incliné un poco hacia detrás para que su pene llegara hasta lo más lejos de mi cuerpo. Eso me estaba causando un placer terrible y mis gritos eran cada vez más descarnados.

Tras unos minutos, se inclinó hacia mí, sin sacármela del culo, me puso poca arriba en la cama, la sacó, se quitó el condon y comenzó a meneársela para terminar de correrse. Con la otra mano, me cogía de la nuca para que me inclinara y pudiera recibir en mi cara toda su leche. Yo, ni corto ni perezoso, saqué la lengua, invitándole a que me la diera en mi boca. No tardó en hacerlo, y yo recibí su leche calentita en mi boca. Los últimos coletazos me llegaron hasta la garganta. Mientras, Brian gemía y gemía de placer. Tras eso. Me soltó y comenzó a hacerme una paja que poco tardó en convertirse en un torrente de semen sobre su pantorrilla y mi abdomen.

Después de eso, cayó rendido encima mío al tiempo que me dijo; “Creo que estoy totalmente seco”. Unos minutos más tarde, me invitó a ducharme con él y, amablemente, me pidió que me fuera porque quería dormir. No tenía pensado quedarme, en cualquier caso. No quería que todo el mundo supiera lo que allí acababa de pasar.

Y lo que acababa de pasar es que Brian, mi jefe, me acababa de echar un polvo increíble, inolvidable y difícil de repetir. Aunque se intentará en el siguiente congreso de empresa

Los crímenes de Laura: Un pacto entre caballeros

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Aviso a navegantes: La serie “Los crímenes de Laura” contiene algunos fragmentos con mucha violencia explícita. Estos relatos conforman una historia muy oscura y puede resultar desagradable a los lectores. Por lo tanto, todos los relatos llevarán un aviso con el nivel de violencia que contienen:

-Nivel de violencia bajo: El relato no contiene más violencia de la que puede ser normal en un relato cualquiera.

-Nivel de violencia moderado: El relato es duro y puede ser desagradable para gente sensible.

-Nivel de violencia extremo: El relato contiene gran cantidad de violencia explícita, sólo apto para gente con buen estómago.

El teniente de la Guardia Civil, Xavier Xacón, volvió a darse la vuelta sobre sí mismo, enrollándose en las sábanas y arrebatándoselas a su acompañante. No podía dormir. Llevaba un muy mal día. De hecho, llevaba una muy mala semana.

-¿Estás bien? –preguntó el hombre que intentaba conciliar el sueño a su lado-. No paras de moverte. ¡Devuélveme la sábana!

-Lo siento… Estoy… preocupado –contestó, desenrollándose, para quedar tumbado con la mirada perdida en el techo.

-¿Qué te pasa, mi amor? –dijo el hombre incorporándose y acercando sus labios a los de Xavier.

-Cosas del trabajo… Cosas del pasado –respondió, tanto a la pregunta como al beso tierno entregado con dulzura por su amante.

-No puedes vivir en el pasado.

-Lo sé. Lo que pasa es que siempre he sido consciente de que algún día… Sabes que he tenido que hacer cosas para ocultar mi… condición.

-¿Qué condición? Tú no eres de ninguna condición –replicó el hombre, apartándose de Xavier y frunciendo el ceño.

-Perdona… Sabes lo que quiero decir. Aún ahora mismo no hay un solo gay en la Guardia Civil…

-Tú eres gay, cariño, y Guardia Civil…

-Sí, pero nadie lo sabe… A eso voy. No puedo hacerlo público… Si se enteraran…

-¿Es eso lo que te preocupa?

-Sí… No. Quiero decir… Cuando me casé…

-De eso hace ya mucho tiempo.

-Sí, hace mucho… Pero me casé por motivos equivocados, egoístas… Y mi hijo… Mi mujer siempre lo supo, ¿sabes?

-¿El qué?

-Que nunca me sentí atraído por ella; por ninguna mujer, en realidad. Era una buena muchacha, y fue una buena esposa. Pero las cosas no podían salir bien…

-¿Por qué me cuentas todo esto?

-Por nada, ven aquí, quiero otro beso.

El hombre se volvió a acercar a Xavier, besándolo pasionalmente, procurando disipar sus preocupaciones con el juego de sus lenguas, con el roce de sus labios. Pero las preocupaciones necesitan más que un beso para ser desechadas.

-Es que… están pasando cosas… -continuó Xavier, apartándose de nuevo de su amante.

-¡Ay por Dios! ¿Por qué no lo dejas?

-¿Si me hubiera visto obligado a hacer algo terrible, tú me perdonarías?

-No te perdonaré si no te callas ya y me dejas darte un beso en condiciones.

Se calló, consciente de que el perdón de su compañero era algo que posiblemente necesitaría muy pronto. El beso fue tierno, dulce, sensual; Xavier se sintió transportado durante unos instantes al vacío absoluto, donde nada importaba, donde sólo eran ellos dos, y el cosmos a su alrededor. Agarró a su amado por la cabeza, con la mano derecha, y apretó ligeramente, para que el beso no terminara nunca, para que aquella sensación de paz no le abandonara, porque cuando se detuviera, sabía que todos sus temores volverían.

El hombre que besaba no opuso resistencia al brazo que le rodeaba, y estirando su propia mano, comenzó a acariciar el pecho del fornido guardia civil, que se movía rítmicamente, al compás de la respiración pausada. Ahora ya ninguno pensaba en conciliar el sueño, pues la temperatura de sus cuerpos no dejaba de subir. La mano del hombre, que había comenzado acariciando el pecho, bajó por el torso de Xavier, apartando la sábana de un manotazo y dejando al descubierto su cuerpo desnudo. La polla del guardia civil aún no estaba alzada, pero ya indicaba su intención de despertarse. El amante bajó la mano hasta la entrepierna, y comenzó a acariciar el falo con dulzura. Mientras, sus labios no se habían separado.

Xavier consiguió mover el brazo izquierdo, que estaba aprisionado bajo su amado, y lo dirigió a su entrepierna, mientras que con la otra mano acariciaba el espeso y oscuro pelo rizado. Notaba cómo su compañero le envolvía el miembro ya casi del todo erecto, y cómo iniciaba un suave movimiento. Él también halló un falo entre sus dedos, y lo acarició como pudo, atrapado entre las sábanas. Vació su mente de oscuros pensamientos, y se dedicó a disfrutad del mágico momento.

Ninguno de los dos buscaba un rápido desenlace, pues uno necesitaba relajarse, y el otro deseaba ayudar a su amante. Los besos se fueron sucediendo, lengua a lengua, labio a labios, segundo a segundo. El hombre más delgado se separó de Xavier tan sólo unos centímetros, y sin soltarle la polla, que seguía masturbando, deslizó la boca hasta su pecho. Con ternura mordisqueó los pezones que resaltaban en los trabajados pectorales, repasándolos con cuidado. El guardia civil suspiraba a cada paso, a cada instante, a cada contacto de su hombre.

Ambos estaban con la polla del otro en la mano, enlazados sin hablarse, tan sólo disfrutando. El amante seguía recorriendo a Xavier de parte a parte, descendiendo por el torso y lamiendo los abdominales. Xavier no se movía, más allá del ligero acariciar de su mano, y dejaba vía libre a su compañero. El beso que había comenzado en los labios, descendido hacia el pecho, y atravesado el vientre, se acercaba sin remedio a la zona de la bragueta. Cuando así lo consideró oportuno, y sin que ninguno de los dos dijera nada, el amante separó sus labios del cuerpo de Xavier un instante, para acto seguido acercarse la polla a su boca. Notó cómo Xavier suspiraba cuando se la introdujo entre los labios, para después sacarla y lamerla con avidez. No era demasiado grande, tampoco demasiado pequeña, era, podría decirse, perfecta para él. Deslizó la lengua por el glande, saboreando las primeras muestras de excitación que salían de su hombre y lo rodeó con los labios, apretando, como si pretendiera atraparlo en una trampa. Se detuvo un momento, disfrutando; después movió su cabeza de arriba abajo, siendo complacido por suspiros delirantes.

Xavier deseó repentinamente poder devolver aquel placer; disfrutar entre sus propios labios de la polla de él. Con un movimiento suave, pero firme, apartó a su amante de la tarea en la que tan bien se aplicaba y le obligó a tumbarse de espaldas. Xavier fue más directo, y abandonando cualquier preliminar, se acercó al inhiesto falo de su compañero, y lo engulló casi hasta la base. Con la polla dentro de la boca jugueteó con su lengua, intentando alcanzar cada rincón, apretándola contra el paladar, o simplemente recorriéndola sin prisa. Cuando se la sacó, necesitó un par de segundos para retomar el aire que le faltaba, pero no hubo más tregua, pues de inmediato continuó con la felación, moviéndose de arriba abajo, lamiendo con lujuria, chupando con deseo.

-Ven… ponte… necesito que me folles –dijo Xavier, sacándose por fin la polla de la boca; fundiéndose de nuevo en un tierno beso con su amante.

El hombre estiró el brazo, y agarró un frasco plateado que siempre estaba sobre la mesilla de noche, al lado de la cama. Vació una buena cantidad de su contenido en la mano y se acercó a Xavier, que le esperaba arrodillado. Depositó la crema sobre el ano y lo acarició con delicadeza. Introdujo los dedos por el recto, poco a poco, para no hacer daño, primero uno, luego otro, y al final, casi toda la mano. Xavier jadeaba descontrolado al sentirse penetrado, y rogaba que se dejara de juegos, pidiendo ser sodomizado.

El hombre escuchó, hizo caso, y sacó los dedos. Se puso a espaldas de Xavier y apuntó al orificio perfectamente dilatado. No tuvo problemas en metérsela de un solo envite, y cuando estuvo dentro no esperó ni un segundo para comenzar a cabalgar. Xavier se movía frenéticamente bajo su amante, mientras suplicaba que le diera con más fuerza, que deseaba sentirse una perra. La polla del hombre se abría paso, embestida a embestida, partiendo a Xavier por dentro; haciendo que gozara, jadeando y maldiciendo.

-Voy… voy a correrme… -resopló el hombre.

-No pares ni un segundo, sigue, sigue… sigue… -la respuesta de Xavier fue entrecortada, pero no dejaba lugar a dudas de lo que deseaba.

Cuando el amante no pudo soportarlo más, se vació en el interior del guardia civil que seguía a cuatro patas. Xavier notó cómo las descargas inundaban su intestino, reconfortándole, llenándole también de paz.

Sin darle respiro a su amante se apartó de él, notando cómo la polla salía de sí, y cómo parte del ansiado maná blanco la acompañaba. Cogió el frasco que estaba a su lado, tirado en la cama, se dio la vuelta y se untó con lubrificante el falo.

-Ven, siéntate aquí –le dijo a su acompañante.

El hombre le dio la espalda y se acuclilló, dejándose guiar por Xavier. Cuando estuvo en posición, cogió el miembro con la mano y lo introdujo en su interior, dejándose caer despacio, permitiendo que la polla embadurnara dilatara su ano. En el momento estuvo totalmente sentado, esperó unos segundos, hasta que se adaptó al trozo de carne que le penetraba, y cuando sintió que estaba dispuesto, empezó a moverse, metiendo y sacando. Xavier estaba tremendamente excitado, sintiendo el cabalgar de su amante, y el semen que le escurría por el esfínter. No hizo falta demasiado para que eyaculara abundantemente, gritando como un desalmado.

Ambos se levantaron de la cama, tras besarse con cariño, y se fueron al servicio, a limpiarse por delante y por detrás. Cuando regresaron a la cama, se acurrucaron tiernamente el uno junto al otro.

-¿Sigues preocupado? –preguntó meloso el hombre.

-No… Gracias, me has hecho olvidar todos los problemas… -mintió Xavier-. Ahora descansa, mañana será un día malo… Otro día malo.

El amante cerró los ojos, pero Xavier no pudo dormir, sabiendo que sus vidas, tal y como las conocían, podían estar a punto de acabarse.

La detective Laura Lupo abrió los ojos en una mugrienta habitación de motel. Miró el reloj, y suspiró; era hora de levantarse. Procurando no hacer ruido se vistió y se aseó someramente en el baño. Cuando se subió en su sedan oscuro, fumando un cigarrillo, el día no había comenzado a despuntar, pero aun así, tendría que darse prisa. Condujo por las calles desiertas hasta su casa y aparcó el coche en la puerta de la finca. Como casi todas las mañanas, le dio un trago a la botella de ginebra, se duchó, se recogió el pelo, se vistió, y volvió a salir por la puerta. Al llegar a la comisaría, el subinspector Germán García estaba ya allí, de pie en la puerta frontal del edificio.

-¿Hace mucho que esperas? –preguntó Laura, parando el coche a su lado.

-Acabo de llegar hace dos minutos –replicó él, subiéndose en el coche y sentándose a su lado-. Vamos a interrogar al teniente Xacón, me cago en todo, y a ver si no la jodemos.

Laura salió a la avenida, y puso rumbo a la dirección donde vivía el teniente de la Guardia Civil. Tenía una corazonada, sospechaba que en aquel hombre residía la clave para desentrañar todo el misterio. Cuando llegaron a la calle, se cruzaron con una furgoneta negra, de reparto, que venía por el carril contrario. Laura bajó la velocidad y se la quedó mirando; pero descartó el impulso de dar la vuelta y pararla. Seguramente había miles de furgonetas como aquella, y su tarea no era identificarlas, para eso ya estaban los compañeros uniformados. Seguramente no sería nada.

Detuvieron el coche de policía secreta justo en el portal, y llamaron al telefonillo. Tras unos segundos, contestó una voz grave:

-¿Quién es?

-¿Teniente Xavier Xacón?

-Sí

-Somos de la unidad de delitos especiales y violentos, de la Policía Nacional.

-Adelante, les esperaba.

El portal se abrió con un zumbido, y Laura y Germán entraron en el edificio. Cuando las puertas del ascensor se abrieron, en el piso en el que estaba el apartamento del teniente Xacón, ambos policías sacaron de inmediato sus nueve milímetros. Ante ellos, frente a la puerta del guardia civil, había, abandonada, una maleta.

-Joder, Germán ¡La puta furgoneta! Dame tu móvil.

-¿Para qué coño quieres mi puto móvil? –dijo el subinspector saliendo del ascensor con la pistola en alto, sujeta por ambas manos, mirando a izquierda y derecha.

-Dámelo.

-Toma, joder. –Le lanzó el móvil sin volver la vista, y caminó hacia el hueco de las escaleras, apuntando hacia ellas.

Mientras Germán descendía por la escalera, buscando a su asesino en cada planta, Laura llamó a la central y dio la descripción de la furgoneta que acababa de cruzarse. Solicitó a cualquier agente que hubiera por la zona, y dio orden de encontrar aquel vehículo. Cuando colgó el teléfono, había vuelto a bajar a la planta baja en el asesor. Salió de la finca y se sentó de nuevo en su sedan. Encendió el motor y las luces de emergencia, y salió disparada tras los pasos de la furgoneta.

Quince minutos más tarde, regresaba abatida a la finca donde la esperaba el subinspector.

-¿Dónde coño has ido Laura? ¡Me cago en la puta! ¿Ahora huimos de los escenarios de un crimen?

-¡Cállate! ¡La furgoneta! ¿No lo ves? ¡La furgoneta!

-¿Qué furgoneta? ¡Joder!

-La que nos hemos cruzado cuando llegábamos. Era él. Era él. Estoy tonta, ¡tonta! –dijo Laura golpeándose la cabeza con la palma de la mano-. Mi instinto me decía que debía parar esa furgoneta… Coincidía con la jodida descripción, pero llevábamos prisa… y he pensado, demasiada casualidad…. ¡Tonta!

-¡La puta! ¿Has avisado?

-Sí, ya la están buscando, todos los agentes de la zona están sobre aviso. ¡Joder!

-Vamos a evacuar el edificio, Laura, ¡me cago en Dios! No sabemos lo que puede haber en esa maleta. Llama a los artificieros, por si acaso, y que venga un equipo forense.

-Sí sabemos lo que hay en la maleta, Germán, no perdamos tiempo –dijo Laura, y entró en el patio de la finca.

-No…, espera…

-No tenemos tiempo que perder.

-Está bien, mierda… pero si volamos por los jodidos aires, será tu puta culpa.

Cuando volvieron a subir, el teniente Xacón ya había abierto la maleta, dejando a la vista su macabro contenido. Una joven de tez morena, no mayor de veinticinco años, acurrucada desnuda, y desangrada.

-Le dije que no tocara nada… ¡Me cago en todo! Le dije que se metiera en casa –reprendió el subinspector-. Usted mejor que nadie debería saber….

-Lo… lo siento… esta pobre chica… la han matado por mi culpa… -dijo el teniente Xacón con los ojos vidriosos.

-Entre en la casa, espérenos dentro. Ahora podrá contarnos lo que quiera.

Germán le arrebató a Laura su teléfono y llamó a la central. Solicitó refuerzos para custodiar el cadáver y evitar contaminación en la escena del crimen, y que acudiera cuanto antes alguien del equipo forense. De la furgoneta, nadie sabía nada, parecía haberse evaporado.

Durante varios minutos revisaron el pasillo, sin tocar la maleta, pero no encontraron ninguna pista que les fuera útil. Cuando al fin llegó una patrulla uniformada, les encomendaron la vigilancia y protección de las pruebas; y entraron en la casa del teniente Xacón.

El teniente de la Guardia Civil estaba sentado en un sofá, visiblemente alterado, y junto a él, un hombre alto y delgado, que les invitó a sentarse y les ofreció si querían tomar algo. Los policías declinaron el ofrecimiento, pero se sentaron.

-Podríamos… ¿Podríamos hablar a solas? –preguntó Germán.

-No, no es necesario… Él puede quedarse, quiero que esté aquí… -contestó el teniente Xacón.

-Como quiera…

-Hace un momento nos ha dicho que esa joven ha muerto por su culpa… ¿Por qué? –preguntó Laura, interrumpiendo a Germán.

-¿Qué? ¡No digan tonterías! –exclamó el hombre alto y delgado.

-Por favor, cariño –intervino Xavier- déjame que cuente mi historia… Esto ha llegado demasiado lejos. No puedo seguir cargando con todas estas muertes…

-¿Pero…? ¿Qué…? ¿Qué muertes…? –El hombre parecía desconcertado.

-Todo empezó hace muchos años… Muchos, muchos años. Yo soy… bueno, verán, soy… -al teniente Xacón parecía costarle un gran esfuerzo continuar. Ambos policías permanecían en silencio, esperando-. Soy homosexual.

-¿Y bien? –preguntó Laura.

-Eso en la Guardia Civil no está bien visto. No… Y ahora, aún… pero entonces… Mi historia empieza en mil novecientos setenta y cinco. Yo era en aquel tiempo un joven agente de la benemérita, que cambiaba de destino continuamente. Pero tenía un problema. Me gustaban los hombres. Yo sabía que aquello estaba mal.

-¡Eh! –protestó el acompañante de Xavier.

-Perdón… Yo, creía, que aquello estaba mal… Me casé, intenté ocultarlo, quería cambiar, de verdad, quería ser… normal.

»Finalmente fui destinado a un pueblo castellano… Y busqué ayuda en la iglesia…. Maldita la hora. El cura intentó volverme al redil, intentó ayudarme, o no, no lo sé… Lo que sí sé es que una noche, el dieciocho de diciembre, de mil novecientos setenta y nueve, jamás lo olvidaré, me llamó al cuartel. “Tenemos un problema” me dijo, “y tú vas a ayudarnos”.

»Ignacio Idalgo, un mal nacido, un gánster de poca monta, había apalizado a su mujer hasta la muerte. Y querían que yo lo encubriera. Me negué, por supuesto que me negué. No quería participar en nada semejante… Pero el sacerdote, hijo de la gran puta, sabía mi secreto. Me amenazó con contarlo. “Es secreto de confesión” le decía; pero no parecía importarle. Yo tenía un hijo en camino, ¡mi hijo!… Estaba casado, tenía una vida, una familia… No podía dejar que aquello me la destrozara.

»Debí haberme negado… Preferiría mil veces haber sido repudiado por la familia, haber sido expulsado del cuerpo, lo que fuera, lo preferiría a lo que ha pasado… Pero entonces no pensé en las consecuencias… La mujer estaba muerta, ¿y qué podía hacer yo? Eran otros tiempos… Las cosas funcionaban de otra forma. Necesito que lo entiendas.

Xavier se volvió, suplicante hacia su amado, pero este lo miraba con horror, y no contestó. Sus ojos suplicantes se dirigieron primero a Germán, después a Laura, pero en ellos tampoco encontró consuelo.

-Ignacio Idalgo era poderoso –continuó, suspirando-. Tenía contactos, y el mal nacido del cura, Víctor Vega se llamaba…

-¿Ese es el cura que murió en la iglesia? –interrumpió Laura, atando cabos.

-Sí, fue asesinado… Por Hugo… El hijo de Idalgo… Pero permítame contarle la historia entera. Como les he dicho, era un hombre poderoso y a través del párroco, que conocía nuestros secretos, consiguió la colaboración de dos hombres más.

-El juez Alonso y el fiscal Perea –volvió a interrumpir Laura.

-Sí. Alonso sólo quería medrar en su carrera, y no le importaba lo que tuviera que hacer para conseguirlo… Idalgo le prometió ascensos rápidos, por sus contactos en el ministerio… Las cosas funcionaban de otra forma entonces… Y Perea, pobre desgraciado… Era un jugador empedernido, estaba en la miseria, en la ruina más absoluta. En cuanto al cura, creo que lo único que deseaba era tener a su disposición mujeres jóvenes y guapas.

»Fue un pacto entre caballeros. Ocultamos las pruebas, e hicimos que el asesinato pasara por suicidio. Y durante mucho tiempo así quedó todo. Idalgo cumplió su palabra; Alonso fue ascendido, y trasladado aquí transcurridos un par de años. Y nos olvidamos del asunto, el mal estaba hecho, así que lo único que podía hacer era continuar con mi vida.

»Pero no tuvimos en cuenta al joven Hugo, al hijo de Idalgo. Él sabía la verdad, él sabía que su madre fue asesinada, y finalmente se cobró su venganza, matando al hijo de puta de su padre. Ironías de la vida, fue a pedir ayuda al mismo cura que había ocultado el crimen de su madre, supongo que sin saberlo… Yo volví a recibir una llamada, y de nuevo, para evitar que todo saliera a la luz, tuve que ocultar las pruebas y hacerlo pasar por suicidio. No sé cómo se lo montaron Perea y Alonso, pero consiguieron que todo fuera tapado. El fiscal Perea se trasladó aquí también con aquel caso, no sé cómo, ni por qué, pero supongo que para no dejar cabos sueltos.

»Me imagino, y sólo es una suposición, que como Hugo negó entierro a su padre en el pueblo, junto a su madre, y envió el cuerpo aquí, al cementerio de la ciudad, pudieron trasladar el expediente. Cómo Perea necesitaba representar al ministerio fiscal para que nadie hiciera preguntas, solicitó el traslado, a saber con qué artimañas… Pero esto no es seguro, tan sólo una teoría….

El amante de Xavier parecía triste, decepcionado, mientras que Laura y Germán escuchaban en silencio, tomando nota de toda la historia. Como nadie dijo nada, el teniente Xacón continuó con la historia:

-Así pues, creímos que todo había acabado, que Hugo había ejecutado su venganza, y respiramos tranquilos. Pero no fue así. Ocho años después, justo el mismo día, siempre el mismo día, dieciocho de diciembre, encontré a una joven asesinada, degollada, en su propia casa, con evidencias que apuntaban al sacerdote Víctor Vega. En aquel momento yo ya era teniente, y mírenme, sigo como teniente… Cuando me enteré, supuse que había sido obra de Hugo, que había averiguado la participación del cura en el complot para ocultar la muerte de su madre. Intenté avisar al sacerdote, pero no sirvió de nada… Hugo le disparó en la misma iglesia… ¿Eso es lo que comentaba antes, agente…?

-Detective. Lupo. Sí. Continúe.

-Está bien… Volvimos a ponernos en contacto, para silenciarlo todo. Yo me encargué de ocultar las pruebas; ellos de hacerse cargo del caso. De nuevo, todo quedó en nada, nadie hizo preguntas, y pudimos seguir con nuestra vida. No teníamos idea de cómo había averiguado Hugo la implicación del padre Víctor Vega, pero temíamos que también estuviera al tanto de nuestra intervención. Aquello fue demasiado para Pablo Perea, que se jubiló casi al archivar el caso… Supongo que le pesaba demasiado la conciencia… Y a mí… A Alonso no lo creo.

»Durante trece años, cada vez que llega el dieciocho de diciembre, mi corazón se ha encogido, esperando la venganza, pero no estamos en diciembre… Cuando leí en los periódicos lo que sucedía, quise llamarles… Pero no pude… Pensé que tal vez le cogerían antes de que volviera a hacerle daño a nadie… Pero me equivoqué de nuevo. Ya ha matado a tres jóvenes inocentes…

-Bueno, más vale tarde que nunca… -dijo Laura.

-No… no vale… Supongo… supongo que ahora tendrán que detenerme.

-Sí. Queda usted detenido.

-¿Podría…? ¿Podría salir sin las esposas…? Por favor.

-No creo que las esposas sean necesarias –replicó Germán.

El compañero de Xavier, que hasta el momento había permanecido en silencio, se levantó, y aún sin decir nada, se dirigió a una de las puertas del salón.

-¿Podrás perdonarme? –le suplicó Xavier. Pero no obtuvo respuesta.

Cuando salieron del apartamento, escoltando al teniente Xavier Xacón, el doctor Dédalos ya estaba inspeccionando el cuerpo.

-Oh, Germán, Laura, por Darwin, tenéis que ver esto –dijo el forense-. Esta chica es más rara que las anteriores… Mirad, tiene pene. Es francamente desconcertante.

-Ha cuidado hasta el más mínimo detalle –comentó Laura, acercándose-. Ya sabemos quién es el asesino, Dédalos, pero aún quedan demasiadas incógnitas. Entre ellas, dónde encontrarlo y si piensa volver a matar.

-Sí que matará, Laura –sentenció el forense-. Cuando alguien perturbado le coge el gusto a la muerte, no se detiene fácilmente… Pero espero equivocarme.

-Entonces nos vamos, no tenemos tiempo que perder, luego paso a ver qué has averiguado.

Bajaron en el ascensor con el teniente Xacón, y lo sentaron en la parte trasera del sedán oscuro.

-Germán –dijo Laura-. Llama a la central, y pide que busquen cualquier propiedad a nombre de Hugo Hidalgo en la ciudad. Con un poco de suerte le pillaremos antes de que mate a nadie más.

El teléfono de Germán empezó a sonar antes de que tuviera tiempo de sacarlo para marcar. Atendió la llamada y cuando colgó, se giró hacia Laura con el rostro ensombrecido y dijo:

-Llegamos demasiado tarde, siempre demasiado tarde…

-¿Qué ha pasado? –preguntó Laura, sorprendida.

-El juez Alonso ha desaparecido, su mujer cree que lo han secuestrado.

Probando el coche que quiero comprar

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A mis veinte años y habiendo aprobado el carnet de conducir, era el momento de comprar un coche. Por cierto, soy Gerard. Yo no soy gay, aunque sé ver cuando un chico es atractivo, pero las experiencias que viví me hacen pensar que realmente lo soy. Soy un chico del montón tirando hacia guapo, no es por mi autoestima elevada, pero soy guapetón.

Tenía la suerte que mi padre trabajaba en un taller mecánico de vehículos, por lo que era bien entendido en motores y todos los asuntos referidos a coches. Mi padre era muy atento conmigo. Con su barba bien arreglada y un cuerpo bien bonito, a sus cuarenta y pocos años se conservaba bastante bien. La relación entre nosotros era muy buena,

Los sábados los dedicábamos a visitar los concesionarios, pasando toda la mañana viendo catálogos, analizando los modelos, haciendo selección, mientras el comercial del concesionario iba respondiendo a nuestras preguntas. Cada sábado estábamos con una marca en concreto. Después de dos meses de visitas, empezaba a tener ya medio decidido el modelo que quería. Gracias al apoyo técnico de mi padre, Bernardo, terminé de decidirme. Por lo que, al siguiente sábado volvimos al concesionario.

Llegamos al concesionario para dar la confirmación para la compra del coche. El chico que nos atendió con anterioridad estaba de vacaciones, por lo que nos atendió un chico alto, de unos treinta años, pelo negro, con look despeinado, ojos azules, moreno, perfumado, parecía más un modelo que un comercial.Se llamaba Raúl. El traje y la corbata le sentaban bastante bien. Tenía pinta de cuidarse en el gimnasio.

Raúl: Buenos días, ¿en qué puedo ayudarles? – dijo enseñando unos dientes muy blancos y una sonrisa agradable.

Gerard: Hola, hace unas semanas vinimos y nos atendió un chico que no lo veo.

Raúl: Ah, está de vacaciones. Yo le ayudaré en todo lo que quieran.

Le expliqué mi interés en comprar ese coche en concreto. Probé nuevamenteese modelo de coche, y mi padre volvía a preguntar sobre los aspectos técnicos.

Raúl: Veo que usted es un entendido en coches. Tendré que traer al jefe de nuestro taller, jejeje

Bernardo: No hará falta, de momento. Tus explicaciones son muy interesantes. También entiendes de coches.

Raúl: Trabajando aquí debo saberlo. Aunque el jefe del taller es un gran experto y podrá satisfacerle en todo.

Estaba yo sentado en el coche y de copiloto estaba Raúl explicándome aquí y allá. En verdad me sentía muy cómodo, y con Raúl al lado tuve una sensación muy agradable, no sé que le veía a ese chico para que me fijara bastante en él.

Raúl: Si queréis probarlo, podemos quedar el próximo sábado y nos damos una vuelta con el coche. Tenemos la matrícula provisional para conducir, así que no supone ningún problema.

Bernardo: Perfecto. Quedamos entonces para el sábado. Gracias Raúl – dijo guiñándole un ojo en calidad de amabilidad.

De regreso a casa mi padre me comentó que Raúl era muy agradable, incluso atractivo, que podía explotar su cuerpo en el mundo de la moda.

Gerard: Hombre, de cara es atractivo, pero de cuerpo, no lo sabemos.

Bernardo: Yo le he tocado sus brazos al despedirme y al darle un abrazo he notado que tiene un vientre plano.

Gerard: ¡Papá! No te habrás insinuado, verdad, jajaja ese guiño de ojos que he visto. ¿Me tienes que contar algo? jajaja

Bernardo: Ay, Gerard, no entiendes de prácticas comerciales. Si le haces sentir al chico como lo que es, nos bajará el precio del coche. ¡A ver si aprendes!

Gerard: Pensaba que….es igual, déjalo.

Durante la semana no dejaba de pensar en el coche, en la cara de Raúl, en esa sonrisa, en lo que papá me había dicho sobre su cuerpo. No sé por qué sentía una extraña excitación hacia Raúl. El viernes por la tarde llamó Raúl al teléfono móvil de mi padre. Al tener también el mío, se confundió pensando que yo era Bernardo.

Bernardo: Si, soy yo….Es mi hijo quien compra el coche, es Gerard….no te preocupes por la confusión….¿una excursión de carretera y montaña? De acuerdo,….perfecto….me gusta el plan….un día juntos….dices que vendrás a buscarnos….pues hasta mañana.

Gerard: Si, ya he oído. Un día con Raúl. Vaya interés que tiene. A ver si quiere algo contigo ya que le tocaste tanto.

Bernardo: Déjate de mariconadas. Claro que no. Para mañana arréglate bien, ponte guapo, a ver quien de los tres podrá presumir de atractivo. Tu tienes un buen atractivo, como tu padre, jejeje – dijo abrazándome. – Aunque Raúl tiene mejor cuerpo que tu.

Gerard: Y dale con Raúl, si quieres os dejo solos a los dos, ¿eh?

Bernardo: jajaja menudo eres. Seguro que te gustaría vernos, con tanta insinuación que me haces.

Gerard: El que insinúa eres tu, que si su cuerpo, que si es atractivo,…

Llegó por fin el sábado. A primera hora de la mañana llegó Raúl a casa. Mi padre y yo nos habíamos puesto bien atractivos, como si saliésemos de fiesta. Raúl también iba vestido parecido a nosotros. Los tres con jeans modernos y camiseta medio ajustada. Observé que mi padre tenía razón, Raúl tenía buen cuerpo, ahora que no iba con traje y corbata.

Me senté en el asiento del conductor, Raúl era el copiloto y mi padre estaba sentado atrás. Bajo las indicaciones del comercial, yo iba conduciendo en mi futuro coche. La conducción era muy agradable y cómoda. Y más aún en la compañía que tenía. Me dirigía en dirección a las afueras de la ciudad. Conducí por autopista, luego por autovías y carreteras. Íbamos en dirección a la montaña. Todo el rato, Raúl decía maravillas del coche, de las cualidades de todos los componentes, de las pijadas interiores,…”Me gusta el coche” iba diciendo yo constantemente. “No disfrutes tanto que vas a correrte” dijo mi padre en broma, a lo que nos reímos todos.

Fuimos subiendo la montaña, cada vez la carretera era más rural, hasta que me hizo desviar por un camino sin asfaltar. “Probarás todos los tipos de carreteras, no te puedes quejar de la prueba de conducción”, dijo Raúl. Yo ni sabía por donde estaba con tanto camino y desvíos rurales. “Si nos perdemos por aquí, tendremos que quedarnos a pasar la noche” decía mi padre con picardía.

De repente se escuchó un sonido fuerte y seco. “Oh, oh, creo que la rueda se ha pinchado” dijo el comercial. Bajó del coche y confirmó el hecho. Allí, en el sitio más perdido de la montaña la rueda reventó. Salimos del coche también mi padre y yo. Raúl fue a buscar la rueda de repuesto del maletero y por sorpresa suya no había ninguna.

- Raúl: No hay ninguna rueda de repuesto. Vaya problema que tenemos.

- Bernardo: Pues ya me dirás. – dijo poniéndose bastante nervioso y recriminando a Raúl – Tantas alabanzas del coche y ahora le salen los defectos. Estamos aquí en el lugar más perdido del mundo. Sin cobertura de móvil. ¿Y ahora qué hacemos? ¡Eres un cabrón! – Y le dio un empujón fuerte.

Raúl, tocado por el orgullo, reaccionó dando otro empujón a mi padre. El orgullo macho de los dos hizo que se pelearan, agarrándose y rodando por encima de un campo lleno de espesa hierba. Los tiras y aflojas de ambos hicieron que se desprendieran de sus camisetas. “Cabrón, estúpido, chulo,…” se iban diciendo mientras intentaban dominar el uno al otro. Yo me quedaba viéndolos, vaya espectáculo daban. Los insultos iban a más intensidad “maricón, me vas a comer la polla, me la vas a comer tú, te voy a destrozar el culo,…” Estaba alucinando viéndolos y escuchándolos. Se agarraban y se separaban, y volvían a agarrarse. Así todo el rato, una pelea de machos furiosos. Sus respiraciones eran fuertes y sus caras eran de rabia. “Te voy a follar” dijo mi padre empezándose a desabrochar el pantalón. “A ver si serás tu el follado” dijo Raúl desabrochándose también los pantalones. Volvieron a agarrarse para pelear y se iban quitando los pantalones hasta quedarse en slips. Yo no sé hasta donde querían llegar, verlos me producía un hormigueo y me daban ganas de entrar a luchar con ellos, aunque permanecía de espectador. Las caras de enfado fueron cambiando poco a poco por caras de vicio y sonrisas. “Chúpamela, cómeme el rabo,…” se decían mientras intentaban poner la cara del contrincante enfrente de su polla. De repente estaban en posición de sesenta y nueve. Fue en ese momento cuando Raúl agarró con su boca la polla de papá por encima del slip. Bernardo no dudo ni un momento e hizo lo mismo. No di crédito a lo que estaba viendo. ¿Fue fruto de la rabia y la hombría de ambos? Sorprendido era lo mínimo de cómo estaba yo. Me fui desnudando y empezando una paja en toda regla. No tardaron ni un momento en quitarse el slip. Las bocas de cada uno chupaban con ansia y ganas, se tragaban toda la polla como si se tuviera que acabar el mundo. Me tumbé para disfrutar mejor de mi paja. Estuvieron como quince minutos mamando.

Cambiaron de posición y se besaron desesperadamente. Dos machos en celo, gozando del sexo. Sus manos recorrían cada parte del cuerpo del otro. Bernardo disfrutaba de los músculos de Raúl, se recreaba en ellos. Daba la sensación que yo no estuviera allí ya que estaban los dos entregados el uno al otro. Esos besos, esas lenguas peleando, la espesa hierba verde del campo que les hacía de colchón, la excitación estaba al máximo. Mientras se besaban y acariciaban, Bernardo centró sus caricias en las nalgas de Raúl, quien disfrutaba moviendo su cadera constantemente. Bernardo acercó su mano hacia el agujero de Raúl, y intentó a meter un dedo, y luego dos. Raúl gemía de placer con el vaivén de los dedos. Yo aceleré el ritmo de mi mano, aunque no quería correrme aún. El culo de Raúl pedía una polla, por lo que al cabo de un rato de follarle con los dedos, Bernardo se aventuró con su lengua en ese culo, follándole, para darle más placer. Raúl me invitó a acercarme, lo hice y se tragó mi polla entera. Estábamos yo de rodillas y ellos dos tumbados. Papá al verme me guiñó el ojo en señal de complicidad. Menuda mamada me estaban haciendo. La primera que me hacía un chico.

Tras cinco minutos, papá empezó a taladrar el culo de Raúl con fuerza. Ambos gemían de placer, yo también. Los tres disfrutábamos al máximo del momento. “Te gusta mi polla, ¿eh?, toda para adentro, ah, toma, me encanta tu culo” decía Bernardo. Ver a mi padre follar a un tío me excitaba, mi padre y yo nos mirábamos y nos hacíamos gestos y guiños, pasábamos la lengua por el labio, nos lanzábamos besos. Bernardo se tumbó de espaldas abajo y Raúl se sentó mirando hacia el frente de Bernardo. Empezó a cabalgar como un salvaje, esos músculos daban mucho de si. Mi padre me agarró y me acercó hacia él, tragándose mi polla. La boca de papá hacía maravillas con mi polla. “Así, chúpala” decía Raúl, para después acercarse un poco hacia mi y besarme.

El tiempo iba pasando aunque no lo notáramos. Estábamos disfrutando a tope. El ruido de los motores de un avión que cruzaba el cielo hizo que no escucháramos la llegada de un coche. Era el jefe de taller, Andrés, un buen compañero de trabajo y de gimnasio de Raúl. Andrés aparcó enseguida que vio mi futuro coche y se fue acercando a pie. Nos encontró en plena faena ante nuestra sorpresa.

Andrés: Pero…

Raúl: ¿Cómo has llegado?

Andrés: Pues con la señal que envía el coche al taller al sufrir una avería. ¿No te acuerdas? Este modelo envía situación y tipo de avería al taller para que vayan a repararlo.

Raúl: Ostras, es verdad. Bueno, nosotros aquí,….

Andrés: Ya veo, ¿necesitáis ayuda? – dijo quitándose en un segundo su ropa.

Mi padre se abalanzó rápidamente sobre Andrés, quedando los dos en ese lecho de hierba espesa, besándose, acariciándose. Mientras, Raúl se puso mi polla en su culo y empezó a moverse. Yo disfrutaba de ese culo, y aún más con los movimientos de Raúl, tan excitantes. El primer culo que me follaba. No sé si disfrutaba más yo o Raúl, los gemidos de los dos, las caricias, las embestidas, el golpe de sus nalgas con mi cadera,… Buf, todo un placer.

Mientras, Bernardo y Andrés se estaban metiendo los dedos en los culos. Veía a papá disfrutar. Bernardo no tardó en follarse a Andrés, gimiendo fuerte los dos. “Dame más, ah, más, sigue, mmm, así” decía Andrés. “Disfruta, cabrón, mira…como se follan….a tu amigo, ese es mi hijo….un follador….como su padre” decía entre gemidos Bernardo. Tras diez minutos de taladrar los culos, yo llegaba al clímax. “Me voy a correr, ah, ya, ya,…” dije yo. Y solté la leche dentro del culo de Raúl. Al desprenderme de Raúl, éste se fue rápido hacia los otros dos y se puso detrás de mi padre, con intención de penetrarlo. Bernardo agarró la polla de Andrés y se la metió poco a poco, hecho que me dejó sorprendido. Mis sospechas tontas que tuve durante la semana se hicieron realidad. Papá quería ser follado. Estaban follando en trío. Del culo de Raúl le salía mi leche, rodando por su pierna. Me tumbé mirando a esos tres machos follándose, todo sudorosos. Mi padre en medio de dos machos, un trío de jadeos, de machos viriles pidiendo sexo a gritos. Raúl no tardó en correrse dentro del culo de mi padre, inundando de leche ese culo virgen. Papá por la excitación también se corrió dentro de Andrés. “Los tres culos llenos de leche”, pensaba incrédulo yo.

Tumbados en ese colchón de hierba, los cuatro desnudos, nos íbamos besando entre todos, aunque mi padre y yo no, y acariciando dulcemente durante una hora. Comentaban lo que pasó y como se inició, que ellos son muy hombres y que ha sido para pasar el rato, pero que querían repetir otro día.

Andrés cambió la rueda de repuesto que llevaba. Antes de marcharse pidió un beso en grupo. Así como pudimos nos íbamos besando y juntando nuestras lenguas. Fue entonces cuando besé por primera vez a mi padre. Andrés y Raúl se fueron alejando expresamente dejándome a mi y a mi padre solos, a ver que haríamos. La excitación del beso me hizo recordar como Raúl se lo follaba, y no quise ser menos. Giré a mi padre y le metí mi polla. “Así, a tu padre, fóllatelo” gritaban. El agujero ya estaba dilatado por la polla que lo folló, pero disfruté como nunca de esa follada, de cada embestida, de cada golpe que le daba. “Así hijo, fóllame bien, demuestra lo hombre que eres, vamos, más fuerte, dame” decía mi padre. Sus gemidos provocaron que me corriera muy pronto dentro de él. “Gracias hijo” me dijo. Terminamos los dos exhaustos y cansados.

Empezamos a recoger nuestras ropas y a prepararnos para volver a casa.

Raúl: Si aún no se han decidido por este modelo, tengo otros modelos de coche para enseñaros, jejeje

Andrés: Y el jefe de taller está disponible todo el día, para que lo sepáis.

Bernardo: Yo creo que….también quiero cambiar de coche.

Gerard: Ya os vale a todos, me pido el próximo sábado para otra prueba de conducción.

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Espero vuestros comentarios, en este relato o por email.

Carta de un abuelo pervertido – La castración

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Hola a amigos míos,

Os escribo esta carta para que me conozcáis un poco mejor. Hace poco tiempo he entrado en contacto con vuestra página web y quería que supieseis de mi historia, que a continuación paso a relataros.

Me llamo Juan López de Guzmán, soy un hombre jubilado de 68 años, viudo a más señas desde hace más de trece años. Hace cosa de diez días me comunicó la policía que mi hijo y su mujer se habían matado en un terrible accidente de tráfico, dejando huérfano a mi único nieto Javier de quince años, quien había quedado mal herido. Como ya se podrán imaginar la noticia me impactó tan fuertemente que durante unas horas apenas podía ni reaccionar. Sin embargo ese estado letárgico me duró poco tiempo, pues debía hacerme cargo de la situación.

Lo primero que hice fue ir al hospital a ver a mi querido nieto. El niño estaba muy mal, pues tenía múltiples contusiones por todo el cuerpo debido a la fatídica colisión automovilística. Estaba completamente anestesiado, ya que le acababan de operar de urgencias. Al parecer, según me explicó el doctor, las contusiones más graves le habían provocado una rotura múltiple de costillas, así como el húmero de su brazo derecho. Pero la peor parte se la había llevado en los testículos, pues según me relató el médico, en la colisión frontal con el otro coche, Javier viajaba sin llevar puesto el cinturón de seguridad y al chocar salió despedido con una fuerza brutal hacia delante, con tan mala suerte que se dio contra el reposacabezas delantero en la entrepierna y se le reventaron los huevos.

Mi nieto era muy niño aún, a pesar de tener 15 años, era de complexión extremadamente delgada; muy alto para su edad, de hecho medía un metro y ochenta y cinco centímetros y todavía le quedaban unos cuantos años para seguir creciendo. Tenía carita de ángel, pelo rubio claro, casi albino, y sobretodo destacaban sus ojos de un intenso azul celeste. El verlo allí postrado en aquella glacial cama, desamparado e inconsciente, hizo que mi corazón se desbocara a un ritmo frenético y exageradamente violento.

El doctor acabó de comentarme todo el proceso de extirpación de las gónadas u “orquidectomía radical” y de cómo le iba a afectar en adelante a mi nieto aquel desgraciado hecho. Evidentemente Javier ya no podría tener hijos, pero no sólo eso, también iba a perder las hormonas masculinas que le daban virilidad, tales como la testosterona y los estrógenos. Su lívido también se vería afectada notablemente, sin embargo el médico me aseguró que el chaval podría seguir manteniendo erecciones, así como orgasmos y eyaculaciones con total normalidad. Al menos tendría ese pequeño consuelo. Total, no sólo tenía que hacer frente a la pérdida de un hijo, también tendría que explicarle a mi nieto que lo habían castrado tras el accidente. ¡Menudo papelón me tocaba!

Los primeros días después de que le dieran el alta en el hospital fueron muy duros para los dos, pero sobre todo para Javier. Había tenido que aceptar el hecho de que sus padres estaban muertos, de que ahora era un eunuco, que su vida había cambiado por completo, pues tenía que cambiarse de ciudad, (yo vivo en Bilbao y ellos vivían en Madrid), dejar su casa, su colegio, sus amigos, todo lo que él conocía y quería. No podía dejar de llorar todo el rato y eso me rompía el corazón, así que mi primera intención fue darle todo mi amor y todos los mimos del mundo. Al cabo de un par de semanas, la cosa no mejoraba, así que tomé la drástica decisión de cambiar de actitud y ser más enérgico con mi nieto, pues no quería que acabara cayendo en una depresión de la cual no pudiese salir. A veces para poder ayudar a quién se quiere, hay que tener un poco de mano dura.

Él se pasaba el día tumbado en la cama, sin salir de su cuarto. Yo le cuidaba todo el tiempo. Le llevaba la comida a su habitación, le daba de comer cómo a los niños pequeños, directamente del plato a la boca, pues con su brazo roto y escayolado tampoco se arreglaba bien para sujetar las cosas. Era también su enfermera, ya que le hacía las curas todos los días, cambiándole las gasas que tapaban la herida debajo de su polla, y aplicándole la pomada cicatrizadora que nos había recetado en doctor. Como buen adolescente, mi nieto era terriblemente tímido y sentía una enorme vergüenza al estar desnudo frente a mí. Lo cual, a decir verdad, a mí me excitaba terriblemente, y no sabía hasta ese momento qué era exactamente lo que me causaba tal turbación. Quizás su cara enrojecida por el rubor cuando le bajaba su pantalón del pijama, o tal vez las erecciones que tenía cuando le aplicaba la crema acariciando toda la zona dañada y parte de su verga y ano.

También el ir al baño era para él un sufrimiento, pues no podía orinar de pie debido a que se mareaba si estaba en esa postura, así que lo hacía sentado como las mujeres, y cuando la cosa era a mayores, yo tenía que limpiarle bien el culo, metiendo mi dedo dentro de su joven y tierno esfínter. Tengo que decir que en eso me demoraba más tiempo del estrictamente necesario, y yo creo que Javier lo notaba, pues siempre andaba ruborizado.

Bañarle era lo más gratificante para mí. Me gustaba desnudarle en la cama y con una palangana con agua tibia y una esponja frotarle por todo el cuerpo, a excepción de la zona de la herida, naturalmente. Empezaba siempre lavando sus mejillas, e iba bajando lentamente por su cuello. Mojaba la parte de atrás de sus orejas y la nuca previamente, antes de pasarle el jabón y frotar bien con la esponja. Me encantaba el tacto de su sedosa piel sobre las yemas de mis dedos. Bajaba por su espalda hasta llegar a las nalgas y después continuaba por delante. Su pecho, sus pequeños y duros pezones, los sobacos con ese olor característico y esos pelillos negros que eran lo único que quedaba en él de su malograda virilidad. Saltaba de su pubis a las piernas, pues su sexo ya erecto en esos momentos y la zona anal las dejaba para el final. Pasaba la esponja por los dedos de sus pies y uno a uno los iba enjabonando. Tenía unos deditos preciosos, por aquel entonces me daba reparo llevármelos a la boca, que era lo que a mí más me apetecía, ¡ya me desquitaría más adelante!, posteriormente le limpiaba las pantorrillas y el resto de las piernas hasta volver a llegar a su polla. Me ponía tan cachondo que después yo tenía que hacerme un montón de pajas pensando en esos momentos tan íntimos. Como he dicho, lo mejor lo dejaba para el final. Solía escurrir con fuerza la esponja llena de jabón con mis manos antes de acabar de limpiarle a él, de esa manera mis manos se quedaban ya bien humedecidas y resbaladizas para poder atacar sin reparos su entrepierna.

Lentamente mis dedos aferraban el trozo de carne duro que era su verga, la cual se curvaba ligeramente hacia adentro como si de un plátano se tratara, y deslizaban totalmente la piel del prepucio hacia atrás para poder limpiar bien esa zona de su cuerpo. Javier daba un pequeño suspiro, débil como el quejido de una niña virgen a la que acaban de meter el primer dedo en su estrecho coñito. Yo le sujetaba firmemente para que la piel no le volviera a cubrir su glande, lo que le provocaba un pequeño dolor pues el frenillo se le tensaba tanto que parecía se le fuera a romper. Pero dado que mi nieto no se quejaba, yo me aprovechaba de él y le torturaba un poquito. Luego le rodeaba con mi mano el capullo y se lo restregaba bien con el jabón de mis dedos así como la tensa piel de toda la cabeza de su polla. Subía y bajaba unas cuantas veces a lo largo de su amoratado glande, mientras le sonreía y le miraba a la cara para ver su reacción. Él a su vez me miraba con ojos asustados, nunca nadie le había tocado en su miembro enhiesto y al parecer lo estaba disfrutando más de lo que le hubiese gustado reconocer. Medio humillado por la situación que estaba viviendo, medio agradecido porque él mismo no podía darse a solas este placer que yo le proporcionaba, el chico acababa sonriéndome a su vez y yo recibía sus suspiros como auténticos agradecimientos a mi labor. Finalmente después de posar mis dedos pulgar e índice en la entrada de su conducto urinario se lo abrí ligeramente para poder echar un poco de agua y limpiárselo un poquito por encima. Esta rutina terminaba siempre secándole con una suave toalla que deslizaba por todos y cada uno de los rincones de su bello cuerpo.

Durante semanas continuamos con este ritual que acabo de describiros, pero amigos míos, llegó un buen día que mientras aseaba a Javier, me atreví a preguntarle si le gustaría que le acariciase su verga mientras le bañaba, pues llevaba muchas semanas en mi casa y nunca se había masturbado, cosa que me extrañaba en demasía, pues yo a su edad me hacía cuatro y cinco pajas todos los días. El niño me miró a los ojos, temeroso y con cierto reparo me dijo que le encantaría, pues él llevaba varios días teniendo sueños eróticos y sin poder aliviarse, y ya no podía aguantarse más la calentura, como es natural. Era un niño tan tierno y dulce que estuve a punto de que se me saltaran las lágrimas.

Naturalmente le masajeé todo su lindo pecho con una mano, poniendo especial atención a sus rosados pezones, mientras que con la otra subía y bajaba por el endurecido pene de mi nieto. Durante unos minutos le estuve observando mientras le iba manipulando su verga. Escuchaba atentamente cada leve gemido de placer, y observaba con cautela cada pequeño gesto de desagrado que él sentía, evitándole cualquier malestar que con mi mano pudiera producirle.

Después de un buen rato, le dije a Javier que cerrara los ojos, pues quería mamarle su polla, sin que se sintiera mal por ello. Yo estaba totalmente desinhibido y me dejé llevar por la situación. Pensé que si el chico no veía a su abuelo comerle la polla, le resultaría más sencillo llegar al orgasmo. Mi nieto sumisamente obedeció mi orden y así pude comenzar a saborear aquel delicioso manjar que tenía al alcance de mi mano, ¡nunca mejor dicho! Los gemidos que emitía su joven y dulce boca subieron de tono. Fue tal el gusto que alcanzó que arqueando su espalda y apretando su hermoso trasero parecía que iba a llegar de un momento a otro a estallar de placer, pero por desgracia para él, la ansiada eyaculación no llegaba. Por más que yo lamía su glande, pasando una y otra vez mi lengua por su frenillo, metiéndome profundamente toda su polla en mi boca, hasta llegar a tocar la campanilla de mi garganta, casi ahogándome en el intento, no conseguí que el chico se corriese. Decidido a no cejar en mi intento de aliviar y complacer a mi queridísimo niño, opté por seguir comiéndole el rabo mientras pellizcaba levemente sus pequeños pezones y a la vez con mi mano libre acariciar su estrecho esfínter hasta llegar a atravesarlo brutalmente con mi índice y alcanzar con él su indefensa próstata, para poder de esa manera estimularlo aún con mayor fuerza. Al parecer acerté de pleno al maniobrar de esta manera, pues al cabo de unos segundos, con mi dedo violando su orificio anal, Javier no pudo aguantar más y soltó una poca carga preseminal, que era lo único que podía salir ahora de su pollita sin huevos. Sin embargo, para él fue como si un caballo semental estuviera echando la descarga de leche más abundante de su vida. Yo por mi parte, lamí todo ese juguito, saboreando cada gota que de su abierta y amoratada uretra salía.

Al ir a dar el último lametón a su capullo, y ver como poco a poco su cuerpo iba recobrando la compostura, saqué con toda la parsimonia y calma de la que era capaz, el dedo índice de su ano, llevándomelo a la boca y saboreando su delicioso aroma. En apenas unos minutos, la relación familiar con mi nieto, había dado un giro de ciento ochenta grados. De unos tontos toqueteos mientras lo aseaba, habíamos pasado a disfrutar ambos de un maravilloso y estimulante sexo oral, que me permitió a mí degustar su juvenil cuerpo y a él descargar toda la tensión sexual que llevaba acumulada durante tanto tiempo. A pesar de mi edad, y aunque algunos de vosotros podáis pensar que era algo infantil por mi parte, me sentí terriblemente asustado, pues temía mucho la reacción del muchacho. No obstante, en cuanto Javier abrió sus preciosos ojos azules, me dio las gracias por haberle dado tanto gusto, lo cual me liberó de toda preocupación, pues no estaba seguro de que a él no le hubiera parecido mal mi actitud.

Os puedo asegurar, que después de ese día, mi nieto y yo hemos ido poco a poco alcanzando cuotas de placer aún mayores. No hemos dejado ningún resquicio a la imaginación. Ambos somos dos personas sumamente libidinosas. No tenemos límites ni restricciones en cuanto a follar. A demás, el chico poco a poco ha ido desarrollando unos pechitos, como los de una niña de trece años, su cadera se ha ensanchado un poco y su voz se ha atiplado bastante. Le gusta muchísimo vestirse de mujer y yo le complazco siempre. Le he comprado todo tipo de lencería y ropa sexy y hemos llegado a salir a pasear por la calle con su ropita provocativa. La depresión que al principio arrastraba tras el accidente mortal de sus padres, se le fue pasando con el tiempo. También con el paso de los meses, y dada la mala situación económica que atraviesa el país, Javier ha tenido que prostituirse para tener ingresos extra a mi pensión. Cosa que yo no le pedí, salió de él motu proprio. Al principio creí que no lo soportaría pues yo soy un hombre muy celoso, pero después viendo la gran cantidad de dinero que entraba en casa, tuve que hacer de tripas corazón y aprender a compartir a mi virginal y puro nietecito con otros hombres y otras pollas que no fueran la mía.

Pero eso queridos amigos, junto con su iniciación al mundo del sado, es otra historia.

Espero que al finalizar esta carta, nos podáis conocer a mi nieto y a mí un poquito mejor.

Recibid de nuestra parte un cordial saludo. ¡Hasta siempre!

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