Quantcast
Channel: Gay – Relatos Eroticos
Viewing all 127 articles
Browse latest View live

El coche

$
0
0

Hola, este relato es verídico, he cambiado sólo los nombre, pero todo lo demás es absolutamente real.

Tengo 36 años y tengo muy claro que soy heterosexual. En la adolescencia no teníamos tan fácil como ahora echar un polvo con el sexo opuesto, y si no fuese por ese motivo seguramente no se hubiesen dado estas situaciones en mi vida. Siempre fui muy noviero ya tenía novia desde hacía un año, pero no pasábamos de los típicos roces y demás. Tampoco había un acceso tan sencillo al porno y solo pasando la vergüenza de alquilar pelis porno o, todavía peor, comprando revistas porno, podías relajar un poco la tensión sexual de la adolescencia.
En cambio era muy fácil tener sexo con hombres. No era justo, pero era lo que había.
En la ciudad en la que vivo era de todos conocido que había una zona en la que los homosexuales con ganas de sexo acudían todas las noches en sus coches o andando y le tiraban los trastos a cualquiera que pasara por esa zona.
Después del botellón siempre tocaba rozarse con la novia. Por aquellos entonces las mujeres no te tocaban el paquete para no dar la impresión de ser unas calientes. Y mucho menos te hacían una paja. Por lo tanto yo dejaba a mi novia en su casa y salía totalmente empalmado de camino a mi casa. Yo sabía que si pasaba por la zona a la que acudían los gays podía aliviarme antes de ir a casa, pero el miedo a que me reconociera alguien y que realmente los hombres no me atraen era más fuertes que las copas y la calentura que llevaba en lo alto. Hasta una noche.
Esa noche había bebido de más y había intentado llegar más lejos con mi novia, pero me paró en seco y además se cabreó conmigo. Ese fue el detonante de mi iniciación en un mundo que me atrajo durante algunos años. Me dirigí a la zona andando. Llevaba unos vaqueros con las manos en los bolsillos porque seguía empalmado. La tensión de lo que me disponía a hacer, las copas y lo caliente que estaba eran una combinación explosiva.
Ya en la zona me fijé en que todos los coches se paraban a mi lado y los conductores se me quedaban mirando, pero no me decían nada. Yo no tenía experiencia en ese tipo de señales o más bien, no sabía qué hacer. ¿Me paraba? ¿me quedaba mirando? ¿sacaba las manos de los bolsillos para que vieran cómo estaba de caliente? Pero tenía claro que si alguno de aquellos hombres hacía un gesto o me proponía algo yo seguiría adelante. Estoy seguro de que iba dando algún que otro traspiés, seguramente iba de lado a lado por efecto del alcohol. Era una bomba explosiva, y un caramelito para todos los que pasaban por allí. Estaba súper decepcionado porque ya estaba saliendo de la zona y aunque sabía perfectamente que podía estar con cualquier de los tíos que se me habían quedado mirando, no había conseguido nada. Salí de la zona y me di cuenta de que me seguían. Iba súper tocado por las copas y me tuve que parar porque estaba a punto de vomitar. Me senté y el hombre se acercó y me preguntó si estaba bien. Mido 1,82 y no era un bebé, y aunque nunca me he medido la verga siempre me han dicho que es bastante grande y gorda. De hecho en todas ocasiones posteriores en que he tenido sexo con hombres solo he visto una más grande que la mía.
El hombre que me seguía era un cincuentón, calvo, podría ser perfectamente amigo de mi padre. No me atraía ni más ni menos que cualquier otro hombre. Tras preguntarme me preguntó si me importaba que se sentase a mi lado. Le dije que no me importaba. Las cartas ya estaban echadas. Tras preguntarme el nombre y hacer un par de preguntas intrascendentes, me comentó que lo mejor para quitar las ganas de vomitar era que te diesen un masaje. Que si no me importaba él me lo daba. Le dije que sí, que gracias, y me dijo que sería mejor que fuésemos a su coche porque allí podría tumbarme. Nos fuimos a su coche que estaba a 100 metros. Recuerdo perfectamente ese trayecto, me preguntó si había bebido mucho y que si tenía novia. Le dije que sí.
Llegamos al coche y yo me senté en el asiento del copiloto. Me dijo que me iba a reclinar el asiento para que me sintiese mejor.
En mi pantalón se podía ver perfectamente mi excitación. El hombre empezó a masejearme los muslos, luego pasó a la barriga, pero con los brazos me rozaba el bulto. Yo me dejaba hacer. Me dijo que lo mejor sería me aflojase el cinturón y el vaquero. Yo utilizo boxers desde siempre. Al desabrocharme los vaqueros ya se podía ver la punta del capullo. Estaba muy dura y muy roja. Me encantó la cara de sorpresa del tío al ver el aparato que iba a disfrutar. Se le hacía la boca agua, pero seguía con el juego no paraba de masajear las zonas del alrededor del mi polla. Estaba deseando que la cogiese y la chupase. Era la primera persona que me veía así. El hombre me dijo que se llamaba Manuel, supongo que sería un nombre inventado puesto que llevaba un anillo de casado. Manuel desabrochó mi calzoncillo y dejó mi verga al aire. Me temblaba todo el cuerpo y creo que eso le gustaba. Cogió mi verga con su mano y me bajó la piel para dejar el capullo al aire. Abrí las piernas para dejar que la viese bien. Con la otra manó cogió mis pelotas. Estaba muy caliente, quería que se la metiese en la boca pero no lo hacía, solo la rozaba con la mano.
– ¿qué quieres que te haga? Me preguntó..
– No sé, le dije.
– ¿quieres que te la chupe?
– Me encantaría.
– Pero me tienes que prometer que te correrás en mi boca.
– Me parece bien.
Ni me imaginaba cómo iba a cambiar la historia. Yo había ido allí para que me chupasen la polla y correrme.
El tío empezó a chuparme la polla. Era la primera vez que me cogían la polla y por lo tanto la primera mamada que me hacían. Manuel me cogió la mano para que le acariciase a él, pero me negué. Lo intentó de nuevo y me colocó la mano en su paquete y no me dejó retirarla, pero no paró de chupármela Me gustó la sensación de que me obligasen a hacer algo y creo que se dio cuenta. Manuel seguía chupando y yo veía las estrellas mientras cogía su paquete por fuera. No era más grande que la mía pero parecía que estaba bien. De repente retiró su boca de mi polla.
– Si quieres que te la siga chupando tienes que poner de tu parte, me dijo.
– Cómo?
– Que me hagas una paja bien hecha, casi me gritó.
Se apartó y abrió las piernas. Le desabroché un pantalón gris de pinzas. Usaba también unos boxer y se los bajé. Era la primera vez que veía una polla en la vida real. Era de tamaño medio y tenía el capullo descubierto. No podía dejar de mirarla. Empecé a hacerle una paja. Me agarró la cabeza para que se la chupase pero me resistí.
– Me la vas a chupar me dijo.
– A mí eso no me va, a mí no me gustan los tíos.
– Y qué haces aquí?
– Es más fácil echar un polvo con tíos, si esto se pudiese hacer con tías no estaría aquí.
Estábamos en un coche, en mitad de la noche, los dos con los pantalones bajados y con la polla tiesa. En ese momento veo que viene una pareja por la calle. Él se da cuenta de que me da pánico que me vean con un tío y puedan reconocerme, y se aprovechó de la situación
– Haz como si fueses mi novia me dice
– ¿qué?
– Cómeme la polla como si fuésemos cualquier pareja, así no te verán la cara.
Había mil formas de que no me reconocieran, la más fácil era subirnos ambos los pantalones y hacer como si no pasase nada, pero yo llevaba muchas copas encima y no sabía por qué, obedecía a ese hombre.
Me agarró con fuerza la cabeza de nuevo y aunque me resistí me llevo la cara hasta escasos centímetros de su polla. Se había depilado algunas partes del vello pero aún conservaba pelo. Manuel subió un poco las caderas hasta que su polla rozó mis labios. Había venido a que me chupasen la polla e iba a acabar chupándole la polla a otro tío y me excitaba que me obligasen.
– Chúpamela ya, se acercan.
Abría la boca y saqué la lengua. Recorrí su capullo con mi lengua como había visto hacer en las pocas pelis porno que había visto. Volvió a presionar mi cabeza y me tragué de un golpe toda su polla. Instintivamente empecé a hacerme una paja, y eso no le pasó desapercibido a Manuel. Sabía que me estaba dominando. Estaba empezando a disfrutar comiéndole la polla a un tío. Me sacó la polla de la boca y acercó mi boca a sus huevos. Le lamí los huevos lo mejor que pude.

- Date la vuelta me dijo
– para qué? Aunque sabía perfectamente la respuesta lo pregunté.
– Te voy a dar por el culo.
– A mí eso no me va nada, ni de coña.
Le dio igual, me dio la vuelta y me puso boca abajo. Pese a mi edad yo era más fuerte que él, pero me gustaba el rol que tenía esa noche.
Me abrió los cachetes y se puso encima. Apunto su polla a mi entrada e intentó penetrarme. Traté de evitar que entrase apretando pero no estaba en una posición de mando. Me dolía muchísimo, tanto que gemía de dolor. No sé si me penetró o no porque me creo que perdí la sensibilidad de lo que me dolía. Mis gemidos le ponían mucho más.
– Date la vuelta, me quiero correr en tu boca.
Me tenía a su merced. Y me gustaba esa sensación. Era increíble, me trataba como a un esclavo. Como a su puta.
Empecé a chuparle la polla y a su vez me masturbaba. No tardó mucho en derramar todo su semen en mi boca. Ese fue el detonante para que yo me corriese. Fue una corrida enorme. Los chorros de semen me mancharon la camisa y pusieron perdido el asiento del copiloto.
Me dijo que me lo tragase y así hice.
Cuando sacó su polla de mi boca me miró y me dijo.
– Súbete los pantalones y vete.
Vomité de camino a casa. Ya allí me lavé los dientes esperando que se borrase el sabor de su semen. Ya en la cama me hice la primera de multitud de pajas que me haría recordando ese sitio. Cada vez que bebo de más tengo la tentación de repetir, y lo he hecho en varias ocasiones, pero esas son otras historias.


Mi boca estrenada

$
0
0

Elegiría al primero que cumpliera los requisitos: activo, mayor de cincuenta, preferentemente casado, culto, de constitución física tipo “oso”, alto y grueso, con sitio. La limpieza, seriedad y discreción se habrían de suponer por ambas partes. Era mi fantasía de siempre, mi deseo oculto, secreto, confesado tan solo a través de unas anónimas líneas en una página de contactos. “Maduro, pasivo, sin experiencia alguna, busca activo, mayor de cincuenta, preferentemente casado, culto, de constitución física tipo “oso”, que disponga de sitio, para chuparle la polla. Elegiré al primero que cumpla condiciones para que me someta y estrene mi boca”.

Cuando le di a “enviar” sentí los nervios propios del principiante y hasta cierto estúpido rubor carente de sentido, pues tan solo eran unas líneas, sin más detalle, sin que pudiera desvelarse dato alguno sobre mi identidad que la dejara al descubierto ante familiares o conocidos. Yo era hetero, felizmente casado con una linda mujer, pero mis fantasías más calientes siempre me llevaban a imaginarme siendo sometido por un hombre robusto, de mayor edad que yo, ante el que acabara desnudo y arrodillado para mamar su polla hasta que derramara su última gota de leche sobre mi boca.

Su mensaje de respuesta a mi correo privado llegó al día siguiente: “Soy quien buscas. ¿Qué te hace suponer que eres tú quien eliges? Tienes veinticuatro horas para responderme y facilitarme teléfono de contacto”. No aportaba ningún dato más. En la cabecera del mensaje, su email y un nombre: Alberto. Aún no me explico por qué le respondí de forma inmediata, casi inconsciente, como si una fuerza interior me empujara a hacerlo sin detenerme siquiera a pensar. Un simple mensaje con los nueve dígitos de mi móvil. Sin posibilidad de dar marcha atrás, un escalofrío me recorrió la espalda cuando el teléfono me alertó que tenía un mensaje nuevo. Apenas habían transcurrido un par de minutos desde que envié el correo de respuesta. Traté de templar mis nervios pensando que sería alguien conocido o la machacona publicidad del banco o la compañía telefónica, pero al pulsar la tecla de mensajes y aparecer un número desconocido, sentí como se me aceleraba el pulso nuevamente. “Mañana, 6 de la tarde. Esta noche te mandaré la dirección de encuentro al correo. No eres tú quien eliges”.

Toqué el timbre con extrema puntualidad. Quedaban atrás las largas horas de espera, la noche interminable, la imposibilidad de pensar nada más que en el encuentro, a la hora fijada y en la dirección señalada en un correo que llegó al filo de la medianoche. Conocía la calle, por supuesto, en mi misma ciudad, a veinte minutos escasos de mi domicilio si cogía el autobús. Me pregunté una y mil veces si nos conoceríamos en realidad, si habríamos coincidido antes en algún sitio. Repasé mentalmente, hasta el hastío, la lista de todos los albertos que conocía y me tranquilizaba descubrir siempre que no recordaba conocer ninguno, si es que ese era su verdadero nombre. No habíamos intercambiado fotos ni él había hecho uso del teléfono más que para mandar un único mensaje. Aquello era una auténtica cita a ciegas. Aquello, en realidad, era una locura provocada por mis propios deseos, de la que conocía su principio pero no su final. Y sin embargo, un impulso irrefrenable me seguía arrastrando hasta llevarme a aquella puerta ante la que me encontraba, esperando que alguien la abriera desde dentro.

La primera imagen de Alberto me mostró a un hombre alto, metro ochenta y cinco quizá, grueso, fornido y maduro, más cerca de los sesenta que de los cincuenta, con barba semicanosa y cabeza perfectamente afeitada. Instintivamente, bajé la vista después de cruzar la primera mirada con él, hasta que retumbó en todo mi ser su voz profunda. “Pasa”. Traté de esbozar una sonrisa y entré en aquella casa amplia y decorada con exquisito gusto. Me indicó con la mano que le siguiera por un corto pasillo por el que se accedía a una pequeña sala de estar. Alberto, tras encender la luz, se dirigió a la ventana para cerrarla y bajar completamente la persiana. El silencio de la casa era absoluto y no parecía que en ella hubiese nadie más que Alberto y yo. Era otro silencio el que me incomodaba: el de aquella pequeña habitación en la que nos encontrábamos de pié, uno frente al otro, yo incapaz de mover ni un solo músculo de mi cuerpo y Alberto con la mirada de sus ojos negros clavada en mí.

- ¿Por qué buscabas alguien culto? – me preguntó con tono amistoso.

Me sorprendió tanto la pregunta que no fui capaz de responderle inmediatamente y apenas conseguí balbucear una serie de ridículos sonidos. Sentía una enorme sequedad en la garganta y un creciente rubor en el rostro. De alguna manera, me avergonzaba el hecho de no tener respuesta para algo tan simple. Siempre pensé que, de darse el caso, habría un contacto previo, vía email, tal vez después vía teléfono. Y me parecía fundamental que la otra persona supiera expresarse correctamente y escribir con soltura. Me inspiraría más seriedad y confianza, tal vez una tontería, pero así era como lo sentía. Sin embargo, no fui capaz de expresarlo.

- Me gustó eso – me tranquilizó. – A mí también me gusta que la gente lea y sepa expresarse con corrección. Nunca te hubiera contestado si tu mensaje hubiera estado plagado de faltas de ortografía.

Parecía que me estuviera leyendo el pensamiento y eso me hizo estremecer. Solo era capaz de mirarle, sin poder articular palabra, con un torbellino de pensamientos indefinidos martilleándome la cabeza. Estaba allí, en la casa de un desconocido que cumplía fielmente las condiciones expuestas en mi mensaje, pero que podía haber sido radicalmente distinto a lo que buscaba y de igual manera hubiera acudido a la cita. Su voz, con un tono mucho más serio y grave, rompió de cuajo mi momentánea abstracción.

- Aún no te oí la voz. Pero es verdad que no has venido hasta mí para charlar. No me interesa tu boca para que hable, al menos de momento. La vas a abrir mejor para darme placer. Y para otras cosas. Voy a salir un momento y volveré en diez minutos. Cuando regrese quiero encontrarte en esta misma habitación, completamente desnudo. Tienes completamente prohibido salir de ella. Recuerda que no estás en tu casa. Sé educado.

Cerró la puerta de la sala cuando salió. Su voz seguía resonando en mi cabeza. Palabras concretas, frases concretas. “Placer”. “Darme placer”. “Para otras cosas”. ¿Qué demonios habría querido decir con “para otras cosas”? “Completamente desnudo”… Me dispuse a ello, dejando la ropa sobre una silla. En ese momento, me hubiera gustado poder contemplar mi cuerpo en un espejo, mis cuarenta y tantos años mal llevados físicamente por la falta de ejercicio, mi barriga y aquellos disimulados michelines bajo la ropa pero no ante la ausencia de ella, “maldita falta de ejercicio”, aún cuando parecería delgado en comparación con Alberto, mi polla lánguida y sin circuncidar que siempre me pareció algo pequeña aunque no así a mi mujer, mis huevos retraídos, mi boca, la boca que iba a abrir para dar placer a un hombre por vez primera… “Y para otras cosas”…

Para acortar la espera, me entretuve leyendo los títulos de los cientos de libros ordenadamente dispuestos en las estanterías del único mueble que había en la habitación, desde enciclopedias a novelas históricas, pasando por una vasta colección de literatura erótica. Regresó Alberto de improviso, en el justo momento en que ojeaba la cubierta de “Dominada por el deseo”, de Shayla Black, lo que hizo que el libro se me resbalara y cayera estrepitosamente al suelo. Alberto cerró la puerta tras de sí. Estaba desnudo y en su mano derecha traía una bolsa de deportes que dejó sobre la misma silla en la que yo había colocado mi ropa. Verlo desnudo me aceleró el corazón. Su corpulenta y anchísima figura se agigantaba ante mí, a pesar de rebasarle en algunos centímetros su estatura. “Constitución física tipo oso”. Sin duda la tenía, el torso velludo, la prominente barriga, la anchura de sus brazos y de sus robustas piernas. Y su polla, aún flácida, con el glande absolutamente descubierto, caída sobre las grandes bolsas de sus cojones. Se acercó a mí hasta poner sus labios a la altura de mi oído derecho. Pude sentir la calidez de su aliento en mi oreja antes de que me susurrara imperativamente: “Recoge el libro del suelo”. Obedecí con rapidez, recolocando el libro en su lugar en la estantería, con manos temblorosas.

Alberto me asió por la cintura y apretó mi cuerpo contra el mueble, empujado por su propio cuerpo. Busqué con mis manos el apoyo necesario pero él agarró mis muñecas y abrió mis brazos, ordenándome que no me moviera mientras apretaba más su cuerpo contra el mío. Sentí los latidos del corazón retumbando en mi pecho y en mi cabeza, la ardiente piel de Alberto quemando mi espalda y mis nalgas sobre la que se adivinaba la creciente erección de su polla. Repitió que no me moviera, antes de soltar mis muñecas para buscar con sus dedos mis pezones y pellizcarlos con cierta dureza, haciendo escapar un leve quejido de mi boca.

Mi boca. Aún silenciada de palabras pero ruidosa en la entrecortada y sonora respiración, como si el aire me fuera a faltar de un momento a otro. Inmóvil dejé que sus manos retorcieran mis tetillas de forma placentera, que separara y volviera a unir su cuerpo al mío, una y otra vez, para frotar su tranco contra el surco de mis nalgas. Sumisamente, me dejé llevar por aquel hombre que, cuando quiso, me agarró del cuello para llevarme hasta mitad de la sala y, sin mediar palabra, empujó mis hombros en una inequívoca señal para que me pusiera de rodillas ante él. Llegó el momento tantas veces imaginado y deseado en mis calientes fantasías de maduro-hetero, secretas e inconfesas para el mundo que había más allá de aquella habitación, de aquella casa, de aquel desconocido cuya polla hinchada tenía a menos de un centímetro de mis labios, altiva, brillante, poderosamente dura.

Mis labios besaron el rosado capullo y mi lengua recorrió el rugoso tronco de venas marcadas. No sabía bien qué hacer, por dónde comenzar, cómo actuar, en qué momento atrapar aquella verga para chuparla, para comérmela entera. Ni siquiera sabía si sería capaz de ello y si sabría mamarla adecuadamente. Me embriagaba el olor de aquella polla que mi lengua recorría lentamente, el olor a hombre, a macho, sus palpitaciones sentidas en mi mano agarrando el tronco para subir y bajar acompasadamente la piel henchida de sangre y de deseo. En mi mente bullían cientos de imágenes de mamadas vistas en videos porno, de hombres y mujeres, y me sentía capaz de ser como aquellos protagonistas de mágicas e interminables felaciones. Pero Alberto tenía otros planes que pasaban por ser él quien gobernara mi boca y mis impulsos, quien dictara las órdenes precisas, quien dirigiera todas las maniobras para penetrar y someter aquella boca virgen.

Sus manos entrelazadas en mi nuca dominaron mi espíritu y todos mis movimientos, marcaron el ritmo y la profundidad de la mamada, cuándo debía entretenerme a saborear las primeras gotas de su leche en el capullo y cuándo debía ahogarme en la inmensa asfixia de mi boca absolutamente penetrada por su verga, siempre hasta el momento oportuno en que los ojos llorosos y las mejillas ardientes suplicaban una pizca de aire, regalado en grandes bocanadas cuando sus manos aflojaban la presión y él mismo retiraba la polla de mi boca empapada de saliva que se derramaba sobre mis piernas y sobre el suelo. Y sin descanso, sentía endurecerse aún más la verga golpeada en mis pómulos, apoyada sobre mi frente para que mis labios y mi lengua besaran y chuparan los cojones redondos y repletos, hasta volver a empezar, una vez recuperado completamente el aliento, el frenético movimiento de los labios cerrados sobre el glande, de la boca tragándose la veintena de centímetros de carne, cada vez más deprisa, cada vez con más fuerza, sin apenas respirar, ensordecidos mis oídos por los jadeos de Alberto –¡vamos, vamos, cabrón, chupa más rápido!­- acompasando el propio sonido de mi boca traspasada, de mi aliento entrecortado, de mi nariz golpeando su vientre, de mi garganta generando más y más saliva. Hasta que el grito de Alberto, la rigidez de sus dedos crispados contra mi nuca, la tensión de sus piernas firmemente apoyadas en el suelo y la palpitante carne de su polla detenida anuncian la inminente explosión, la líquida descarga de su leche en mi boca, en mi frente, en mi barbilla, como un surtidor incontenible que se vierte a chorros continuos sobre mis labios y mi lengua que paladean el agridulce sabor del esperma.

Los dos tratamos de recobrar el pulso y el aliento, mientras mi boca realiza los obligados trabajos de limpieza de las últimas gotas de leche en el capullo a la que sigue la mamada suave y lenta, como queriendo aprovechar los últimos segundos de rígida erección antes de que la carne se ablandara. Hasta ese momento no tuve conciencia de mi propia excitación reflejada en mi verga endurecida. Sentí el dolor de mis rodillas entumecidas y un escalofrío me recorrió el cuerpo cuando comprendí que todo había sido tan real como que estaba allí, desnudo y arrodillado ante un hombre que había sometido mi boca al capricho de su verga, mi boca estrenada y muda.

Jadeaba aún, con mis manos apoyadas en mis muslos, contemplando la erección de mi polla de la que apenas asomaba la punta del glande. Mojé la palma de mi mano izquierda con la leche que Alberto había vertido en mi cara y que me sirvió de perfecto lubricante para lograr en pocos movimientos que el capullo quedara completamente al descubierto. Mientras me masturbaba, ausente de todo, Alberto se situó tras de mí y colocó en mi boca una mordaza de bola con una correa de cuero que ató en mi nuca. Me había pillado tan desprevenido y tan absorto en mi propio placer que no tuve tiempo a reaccionar. “¡Sigue masturbándote!”, me ordenó de forma contundente. Y obedecí, mientras, asustado, le seguí con la mirada para ver cómo de la bolsa de deporte sacaba una cuerda y un consolador anal.

- Me pediste que te sometiera, no solo que estrenara tu boca – me dijo serenamente y con media sonrisa dibujada en su boca. – ¿O es que quieres irte ya?

Negué con la cabeza. Como siempre, sin pensarlo. Era como si tuviera un poderoso influjo sobre mí y anulara absolutamente mi voluntad. No fue preciso más que un seco “¡Basta!” para que inmediatamente dejara de masturbarme, me pusiera en pié y obedeciera, una a una, sus instrucciones. Ató mis manos con la cuerda, unidas mis muñecas, antes de ordenarme que me pusiera de rodillas en el sofá, sobre el cojín del centro, y levantara los brazos para atar la cuerda a la forja de hierro de un adorno de la pared. Corrigió mi postura, para que venciera el tronco hacia delante y abriera mis piernas, a fin de que mi culo quedara expuesto y a merced de sus caprichos. Pegó un duro manotazo en mis nalgas ofrecidas y me susurró, otra vez con sus labios cercanos a mi oído:

- Me ha encantado desvirgar tu boca. Como ves, tu boca sirve para más cosas que para chupar mi polla. Por ejemplo, para morder esa bola… Y para gritar… El problema va a estar que la bola va a impedir que tus gritos se escuchen. Pero si te portas bien, gritarás de placer, aunque no puedas hacerlo. Pero si te portas mal, ¡ay si te portas mal!… Dentro de esa bolsa tengo cosas que no te gustaría que sacara. Así que sé un buen y obediente sumiso. Porque eso es lo que eres a partir de ahora: mi sumiso. Ya sabes. No eres tú quien elige…

Mi jefe y yo

$
0
0

Hola como estan les quiero platicar una experiencia que me cambio la vida algunos años atras.

Entre a trabajar como analista en una institución , me la pasaba pensando en cuanto me podria hacer para comprender este trabajo tan complicado. El puesto que yo desempeñaba era realizar las labores administrativas del departamento y ayuda a mi jefe y ahi es donde empieza todo.

Mi jefe un hombre grande de unos 55 años de edad .. Yo tenia en esa epoca 25 años, le tenia un profundo respeto a mi jefe porque me dio la oportunidad de desempeñar mi primer trabajo despues que termine mis estudios universitarios, el trabajo era de lo mas complicado pero nada imposible que sacar adelante.

Con el paso de los meses le fui agarrando mucha confianza yo a el y el a mi, mi jefe era de lo mas caliente posible le encantaba hablar de sexo, de como en trabajos anteriores se habia cojido a sus diferentes asistentes … (yo callado por dentro con sierto nerviosismo). Un día el salio de viaje de fin de semana cuando regresa el lunes a trabajar llega vistiendo jeans y me dice ven a mi oficina tenemos que ver pendientes mientras me cambio para estar mas presentable, yo accedi ok! .. voy a su oficina y me siento en una silla frente a el en su escritorio y me dice mi jefe cierra la puerta con seguro al cual le hice caso inmediatamente .

Me regreso a mi silla y veo como se empieza a desabotonar su camisa boton a boton en eso se la quita y me quede helado con lo que vi … era el hombre de mis sueños nunca habia visto en mi vida una persona con tanto vello en el pecho ,bigote y barba cerrada , no podia contenerme lo miraba de arriba a abajo discretamente para que no se viera tan obio que me estaba muriendo por tocar a ese oso tan peludo.

Mi jefe me dice … Que te gusta lo que ves!! al cual yo nada mas sonrei y me dijo ven ¿quieres tocar?, me levante lentamente y me diriji al otro lado del escritorio donde el estaba , el se levanta de la silla y me dice sientate y toca , siente como es el tener a un oso tan caliente como yo,

Mis manos empezaron a rrecorrer todo su pecho, el se fue acercando cada vez mas a mi cara y yo inconsientemente empece a lamer ese gran pecho peludo con mi lengua acariciaba sus grandes pesones uno y luego otro sentia como se ponian calientes y se paraban.. El olor indescriptible olor a hombre limpio con un toque de loción , me fui deslizando poco a poco hasta llegar a su hombligo el se emplieza a desabotonar el pantalón sentia un pequeño bulto pero cuando se lo termino de desabotonar me dice mira lo que tengo para ti ¿quieres?.. mire hacia abajo y vi una tremenda verga grande llena de venas con una cabeza gigantezca le di unos besos a ese gran pedazo de carne y despues me anime y me la lleve toda a la boca. Me ahogaba pero seguia una y otra vez mete y saca por mi boca , pensaba yo que hago ya estoy en este punto con mi jefe me voy a dejar que me guie .. y segui mamando aquella verga tan rica y a la vez acariciaba su vientre una y otra vez , aaaaaaa que exitacion no podia mas en eso el me quita y me dice ven y quitate esos pantalones que traes.

El se quita los jeans y se acuesta en la alfombra abre las piernas y me dice a poco no pensabas que no te queria cojer desde que te contrate te estoy he deseado este momento, sin pensarlo me desnudo rapidamente y me trato de sentar en ese tremendo pedazo de carne. Agarro su verga la froto lentamente en la entrada de mi culo y sentia como salia un liquido calientito de su verga , seguia frotando hasta que mi culo sedio entro lentamente la cabeza grande.. lentamente arriba y abajo y me dice te duele yo de lo caliente que estaba le digo no mucho pero me estaba partiendo en dos, bajo lentamente hasta llegar al tronco con mucho dolor y sin hacer ruido para que nadie se diera cuenta empece a pujar en voz baja seguia acariciando sus gran pecho peludo aaaaayyyyyyyy que rico sentia no podia mas, le dije besame porfavor quiero todo el paquete completo, el levanta su cabeza y me dio el beso mas sabroso que alguien me ha dado (con deseo, lujuria, con todo).. el agarra mis nalgas pegandome unas estocadas muy fuertes y yo empece a pujar cada vez mas fuerte hay! hay! hay! sentia como llegaba mi culito hasta esa gran alfombra de pelos que tenia . sigue le decia sigue porfavor no te detengas y el siguio asi como por 15 minutos mas hasta que de pronto me dijo quieres que termine dentro de ti (yo no queria porque lo estabamos haciendo si preservativo) pero de lo caliente que estaba le dijo si si si si entonces siento como me regala su semilla un liquido caliente , chorros y mas chorros de leche estaban entrando en lo mas profundo de mi el gemia y gemia de placer yo gritando porque estaba terminando sentia tan humedo mi culito y caliente que no pude mas hizo que terminara sin necesidad que pajearme yo mismo esa leche y su gran verga hicierón que mi prostata estallara en placer abrazandome y todavia con la verga adentro empiezo a temblar y a expulsar chorrros y chorros de leche aaaaaa aaaaa aaaaa .

Despues que terminamos los dos nos vemos fijamente y abrazados me da el beso mas tierno que me han dado y me dice acabamos de empezar una amistad que nunca nadie va a separar, me levanto y me cambio y me voy a mi oficina, el me habla a mi telefono y me dice pide permiso en tu casa que vamos de viaje a visitar unos clientes por una semana, yo sabia bien lo que iba a pasar en ese viaje pero eso lo platicamos luego.

Sexo en la oficina

$
0
0

hola!! que tal mi nombre es Fernando, soy un chavo mexicano de 23 años de edad, este el primer relato que escribo y que comparto con ustedes. por lo que comenzare describiéndome, soy delgado, moreno claro, alrededor de talla 28 o 29 de cintura, no soy muy alto mido 1.70 metros, pero ante algunas desventajas aca en mi ciudad, tengo mis encantos, desventajas debido a que generalmente en mi ciudad los hombre son mas altos.

realmente no se que historia les quisiera contar, de algunas que ya he vivido, pero supongo que comenzare con las mas significativas, y las que mas me han gustado y he disfrutado enteramente.

Lo siguiente sucedió cerca de el día de de mi cumpleaños no 22.
Unos meses antes de que sucediera esto conocí a Alejo, es un hombre de 3o y tantos años, que derrite a muchos no porque sea muy guapo, no puedo mentir que tiene los suyo, pero lo que realmente atrae de el es la actitud, algo relajado, pero a la vez siempre cuidando los detalles, el apenas en un poco mas alto que yo, alrededor de los 1.72 metros de estatura.
El trabajaba en ese entonces en una universidad de la ciudad, llevamos tiempo conociéndonos y tratándonos, pero nunca había surgido o se había dado la idea u ocasión se tener o hablar de sexo, siempre teníamos algo para platicar, hasta que un día, cerca de mi cumpleaños sucedió lo siguiente.

Estábamos platicando por msn, y comenzamos hablar por primera vez de sexo, muy poco y muy vago, y después de eso, me dijo que quería regalarme algo, que si podría ir a su oficina al día siguiente para entregármelo, y de ahí salir a comer para festejar mi cumpleaños.

en el horario en el que nos quedamos de ver la oficina estaba mas relajada, muy poca gente trabajando, me pidio que pasara y que tomara asiento, mientras iba a entregar algo, espere en unos instantes regreso y cerro la puerta. platicamos un poco, del día y entonces el se me acerca me pone de pie y me felicita por adelantado, dándome un fuerte abrazo, con ese riquisimo aroma que siempre tenia, me da mas que un abrazo, sus manos comienzas a bajar lentamente desde mi espalma hacia mi culo, que en ese entonces tenia mucho sin estar en acción. y me da un gran beso en la boca, con esos labios carnosos, y su lengua juega junto con la mía, sus manos no solo recorrían mi nalgas, sino también todo lo que estuviera a su alcance, yo solo me dejaba llevar por el momento, entre lo atónito y lo excitado del momento, entre mis piernas se comienzo a sentir como van creciendo tanto mi pene como el de el.

Se detiene y me pregunta que si me gustaría hacerlo aquí en su oficina, yo dudando un poco le mencione que si no había bronca y me dice no, para nada, pero que disponíamos de poco tiempo.

Después de su respuesta nos dejamos llevar por la pasión del momento, inmediatamente nos comenzamos a comer el uno al otro a tocarnos y o mordernos de vez en cuando, comenzamos a descubrirnos nuestras partes, que serian parte de la acción, le bajo su pantalón y su slip, y comienzo a mamar esa rica verga que pedía salir, mientras yo se la mamo, el comienza a dar pequeños movimientos para ayudar a esa mamada, de vez en cuando se le escapaban los gemidos que teníamos que evitar, para que no nos escucharan y no se dieran cuenta de lo que estábamos haciendo. mientras mamaba de vez en cuando me escapaba a morder con fuerza sus pezones algo que a el le encanta. después de un rato el es el que me bajo mis pantalones,y comienza a mamar mi verga, lo hacia de tal manera que al estar parado, mis rodillas se doblaban y perdían fuerza, era excepcional la manera en que lo hacia de vez en cuando también se me escapaban ese gemidos prohibidos para nosotros en esos momentos.

después de algún momento de estar ahi va a su escritorio busca unos condones, se acomoda detrás de mi me poco lubricante y comienza a dar masaje en mi culo caliente y ya ansioso, por que me la metan. me dice que que ya nos queda poco tiempo, le digo que comience, de una vez que ya lo quiero, y me deja ir de una esa riquísima verga que posee, y no se porque pero , el que me haya dejado ir su arma de una sola vez no me dolía para nada, fue siempre estar disfrutando una y otra vez , al metermela, comienza a darme una embestida, con una mete y saca, realmente no nos importaba nada, que nos oyeran, no sitiamos que estuviésemos en su oficina, no se sentía la postura incomoda, eramos solamente el y yo disfrutando el uno del otro, nada nos podía interrupir, sentia su verga caliente dentro de mi, no solo me cogía, sino me hacia sentir, me lamia la espalda, uno y otra vez haciéndome disfrutar con un sin fin de sensaciones, derrepente siento que se viene en mi culo, se pega completamente a mi espalda, después me saca la verga de mi culo se arrodilla frente a mi y me pide que le de mi semen en la cara, comienzo a masturbarme tratando de apurarme, y suelto todo mi semen en su cara. después de eso nos limpiamos un poco, nos vestimos, y nos fuimos a disfrutar una rica cena.

De vez en cuando nos seguimos encontrando, pero luego les contare en otra ocasión lo que hacemos.

Disfruten mucho y cuídense.

Espero sus comentarios, y espero les haya gustado que la sigan pasando bien.

en el horario en el que nos quedamos de ver la oficina estaba mas relajada, muy poca gente trabajando, me pidio que pasara y que tomara asiento, mientras iba a entregar algo, espere en unos instantes regreso y cerro la puerta. platicamos un poco, del día y entonces el se me acerca me pone de pie y me felicita por adelantado, dándome un fuerte abrazo, con ese riquisimo aroma que siempre tenia, me da mas que un abrazo, sus manos comienzas a bajar lentamente desde mi espalma hacia mi culo, que en ese entonces tenia mucho sin estar en acción. y me da un gran beso en la boca, con esos labios carnosos, y su lengua juega junto con la mía, sus manos no solo recorrían mi nalgas, sino también todo lo que estuviera a su alcance, yo solo me dejaba llevar por el momento, entre lo atónito y lo excitado del momento, entre mis piernas se comienzo a sentir como van creciendo tanto mi pene como el de el.
Se detiene y me pregunta que si me gustaría hacerlo aquí en su oficina, yo dudando un poco le mencione que si no había bronca y me dice no, para nada, pero que disponíamos de poco tiempo. Después de su respuesta nos dejamos llevar por la pasión del momento, inmediatamente nos comenzamos a comer el uno al otro a tocarnos y o mordernos de vez en cuando, comenzamos a descubrirnos nuestras partes, que serian parte de la acción, le bajo su pantalón y su slip, y comienzo a mamar esa rica verga que pedía salir, mientras yo se la mamo, el comienza a dar pequeños movimientos para ayudar a esa mamada, de vez en cuando se le escapaban los gemidos que teníamos que evitar, para que no nos escucharan y no se dieran cuenta de lo que estábamos haciendo. mientras mamaba de vez en cuando me escapaba a morder con fuerza sus pezones algo que a el le encanta. después de un rato el es el que me bajo mis pantalones,y comienza a mamar mi verga, lo hacia de tal manera que al estar parado, mis rodillas se doblaban y perdían fuerza, era excepcional la manera en que lo hacia de vez en cuando también se me escapaban ese gemidos prohibidos para nosotros en esos momentos.después de algún momento de estar ahi va a su escritorio busca unos condones, se acomoda detrás de mi me poco lubricante y comienza a dar masaje en mi culo caliente y ya ansioso, por que me la metan. me dice que que ya nos queda poco tiempo, le digo que comience, de una vez que ya lo quiero, y me deja ir de una esa riquísima verga que posee, y no se porque pero , el que me haya dejado ir su arma de una sola vez no me dolía para nada, fue siempre estar disfrutando una y otra vez , al metermela, comienza a darme una embestida, con una mete y saca, realmente no nos importaba nada, que nos oyeran, no sitiamos que estuviésemos en su oficina, no se sentía la postura incomoda, eramos solamente el y yo disfrutando el uno del otro, nada nos podía interrupir, sentia su verga caliente dentro de mi, no solo me cogía, sino me hacia sentir, me lamia la espalda, uno y otra vez haciéndome disfrutar con un sin fin de sensaciones, derrepente siento que se viene en mi culo, se pega completamente a mi espalda, después me saca la verga de mi culo se arrodilla frente a mi y me pide que le de mi semen en la cara, comienzo a masturbarme tratando de apurarme, y suelto todo mi semen en su cara. después de eso nos limpiamos un poco, nos vestimos, y nos fuimos a disfrutar una rica cena.De vez en cuando nos seguimos encontrando, pero luego les contare en otra ocasión lo que hacemos.Disfruten mucho y cuídense.
Espero sus comentarios, y espero les haya gustado que la sigan pasando bien.

Sexo gay en el metro

$
0
0

No recuerdo bien la hora, después de estar trabajando 14 horas en mi cubículo no podía concentrarme, el cansancio y el hambre me lo impedían. Sabía que ese reporte era la llave para evitar mi despido y seguir asegurando mi calidad de vida que, aunque no está llena de lujos, me alcanzaba para tener un pequeño departamento no muy lejos de mi trabajo.

Traté de seguir, pero la fatiga me venció y tras suspirar viendo al techo me dije “No vas a acabar hoy. Ve a casa y mañana terminas”. Así que tomé mis cosas, me levanté y tomé el ascensor hacia la planta baja.

Mientras baja en el ascensor, saqué mi cartera para revisar si traía una tarjeta con la leyenda STC Metro. Pues tengo que confesar que, un chavo recién egresado de su carrera. Un poco más alto del promedio, 24 años recién cumplidos y con un cuerpo de lo que se cataloga como “Normal”. Es bastante distraído y olvido con frecuencia mi cartera en la oficina.

Llegué a la planta baja y antes de salir del edificio, el portero me dice:

-”¿Que pasó joven?, ¿Aún no se compra su auto?
-”Proto verás que (Si no me despiden), llegaré y me iré en mi auto”. Desde que entré a trabajr en esta oficina, soy del 4% de la plantilla que no tiene auto…

Empecé a caminar hasta la estación más cercana, por mi mente seguía el reporte que habia dejado para el día de mañana. Una ves que llegué a los torniquetes de entrada, deslicé mi credencial y me dirigí al andén para abordad el metro.

Una ves en el andén, traté de tomar los vagones de el medio del convoy; pero una señora de limpieza me dijo “Joven, por favor use los de hasta atrás. Estamos haciendo la limpieza”. Así que fuí hacia los vagones del final, donde esperaban 2 personas la llegada del siguiente convoy.

Hasta ese momento reaccioné, siempre tuve mucha curiosidad por ir en el metro a estas horas de la noche y sobre todo en los últimos vagones. El morbo y la exitación de saber lo que podía llegar a encontrar empezó a fluir por mi mente. Además de distraído soy bastante tímido para lo que se le conoce como el Crusing.

Llegó el convoy y tomé un lugar cerca de una de las ventana. En ese momento me dí cuenta de la erección que se formaba en mi pantalón, el estar pensando en todo el morbo y el deseo me había calentado. Pero mi mente sabía que no era lo suficiente “Valiente” como para aventarme a hechar miradas indecorosas a quien se me antojase, así que resignado lo único que hice fué acariciar la cabeza de mi verga por encima del pantalón.

Así pasaron 2 ó 3 estaciónes, escuchaba música y lo único que veía en la ventana eran tubos y cables que en un momento a otro se iluminaban al llegar a cada estación. Veía de reojo el interior del vagón, detrás mío había una señora cabeceando del sueño y enfrente mío un chavo sentado en el piso viendo su celular. A ninguno de los dos le presté atención. Finalmente el cansancio y el stress me vencieron y caí dormido en mi asiento.

Mi sueño se vió interrumpido por el sonido de la lluvia que golpeaba la ventana del vagón. Dirigí la mirada hacia donde se encontraba la lista de estaciónes y me dí cuenta que el metro ya había salido a tierra y que faltaban 4 estaciónes para llegar… Pero mi sorpresa fué lo que ví lo que sucedía enfrente mío.

De pie estaba un chavo de como unos 27 años, moreno, con una pequeña barba que sobresalía de un cuerpo delgado y marcado por el ejercicio. Debajo suyo, el chavo que ví sentado antes de dormir. No pasaba de los 20 años, su cuerpo era promedio, su cara… No le ví la cara pues en la boca tenía prensada una verga que entraba y salía. Una verga que cada que entraba hasta su garganta hacía que los huevos chocaran con su barbilla.

No sabía que hacer, no podía desviar la mirada. No dejaba de ver como el chavo de 27 años miraba como el otro le daba una excelente mamada, su verga se veía brillar en cada vaivén, inclusive de un momento a otro de la boca del otro colgaban unas gotas de una mezcla de semen y líquido preseminal. Lo único que alcanzó a decir el de abajo fué:

-¿Te gusta como te la como papi?
– Si nena, pero no se habla con la boca llena.

Mi cuerpo en ese momento quedó en shock. Lo que siempre había querido estaba pasando enfrente de mis ojos. Todo esto se vió interrumpido cuando el chavo en un movimiento rápido se guardó la verga y el otro pasó su muñeca por la boca para limpiarse las gotas que le colgaban. Habíamos llegado a la siguiente estación.

Se abrieron las puertas y los dos vieron hacia otro lado, pero yo no dejaba de ver el semejante bulto que se le formaba a los dos… Ver a un activo de pié con la verga parada y a un pasivo esperando seguir disfrutando de esa verga me hicieron sentir celos… justo en ese momento se cerraron las puertas y volvió a avanzar lentamente el metro por la lluvia que había.

- ¿Que pedo contigo?
(No sabía que me hablaba a mi, seguía perdido viendole el paquete que el pasivo ya le estaba sacando del pantalón).
– Te estoy hablando wey. Tienes de dos: Te vas a ver a otro lado ó te vas incando. Pero por tu pantalón diría que no tardas en venir a exfoliarte las rodillas.

Efectivamente, mi verga luchaba por salir de su encierro, sentía como era tal mi exitación que inclusive de ella goteaban unas gotas de líquido preseminal. ¿Que hacía? ¿Irme hacia el otro lado del vagón? Torpemente giré para ver si había alguien más en el vagón y efectivamente, seguía la señora dormida. De ahí en fuera sólo estábamos nosotros 3. Sinceramente no recuerdo bien que pasó en ese lapso, lo único que recuerdo es estar hincado enfrente de él, mientras el otro con la mano me apuntaba la verga hacia la boca.

Respiré profundo, cerré los ojos y abrí a boca. Sentí como un cacho de carne de como unos 17cm, grueso, sin circundar y venoso se deslizaba por mi lengua hacia mi garganta. Ahora sé por qué babeaba el otro, un cacho como ese es difícil de tragar. Después de algunos segundos abrí los ojos… Frente mí había todo un activo, sosteniéndose de un tubo en la parte de arriba y el pasivo debajo mío chupándole los huevos. Cuando vió que abrí los ojos dijo:

- MMMMM, tienes toda la cara de maricón, ¿Rol?
– Inter (O lo que intenté decir).
– Entonces sube conmigo y que esta nena nos lo chupe a los 2.

Me tomó de cabello y me levantó, me puse a su lado y el pasivo se puso frente mío abriendo la boca sin dejar de jalársela al otro. Entre mis nervios nisiquiera podía desabrocharme el pantalón, así que optó por alejarme las manos y decirme.

- “No te preocupes papi, ese es mi trabajo”.

Y en 3 segundos mi verga rebotaba en la cara del otro. Debo decir que no soy superdotado, 15 cm y circunsidado. Pero eso a él no le importó y cuando dejó de rebotar se la metió hasta la garganta. Sentir su campanilla y su lengua en mi verga hizo que soltara un chorro de líquido preseminal. Era el cielo, veía a ese pasivo chuparme la verga mientras al otro se la jalaba, al otro se le notaba que le calentaba eso, pues de su verga colgaba líquido preseminal y al darse cuenta el pasivo se sacó mi verga de la boca y se metió la verga del otro hasta el fondo para evitar que una sola gota cayera al piso.

Así fué por 3 segundos más, hasta que el pasivo se alejó y el otro se guardó la verga. Me había olvidado que seguía en el metro y ya estábamos llegando a la siguiente estación. Torpemente intenté guardarme la verga, pero la tenía tan dura que lo único que hice fué guardarla en el boxer e intentarme taparme con la playera. Eso le causó bastante risa a los 2… pero no a la señora que ya se había despertado y baja justo por la puerta donde yo estaba intentando ocultar mi erección.

- “ERES UN MALDITO ENFERMO” Y tras propinarme una cachetada saca mocos se bajó del vagón.

Se cerraron las puertas y quedé en shock… La semejante erección que traía en 1 segundo terminó, juro que fue tal el sentimiento de culpa que hasta me tuve que sentar en un asiento que estaba al lado. Por una parte creo que tenía razón. ¿Soy un maldito enfermo? El activo se sentó a mi lado y me dice.

- Jajajajajaja ¿Que wey? ¿Te regañaron y se te bajo? Eso se arregla fácil.

Me tomó de los hombros y me sentó encima suyo viendo hacia él. Tomó mi pantalón con sus manos y lo deslizó hacia abajo. Mis nalgas quedaron al descubierto, con sus manos apartó mis nalgas dejando mi hoyo a la vista y le dijo al pasivo “Dale unas lamidas, vamos a hacer que de verdad se sienta un enfermo”.

CONTINUARÁ.

Nota del escritor:
Si, así es… es un relato bastante largo y que floreja leerlo todo de una vez. Por cierto es la primera vez que escribo un relato y lamento informar que este relato salió de mi imaginación. (No creo tener la suerte como para que me pase algo así en el metro y sinceramente no lo busco). Pero espero haber logrado que sientan lo que yo sentí al imaginarme este relato. Pronto escribiré la segunda parte y espero sus comentarios. ¡Gracias por leer!

Historia del Metro

$
0
0

No recuerdo bien la hora, después de estar trabajando 14 horas en mi cubículo no podía concentrarme, el cansancio y el hambre me lo impedían. Sabía que ese reporte era la llave para evitar mi despido y seguir asegurando mi calidad de vida que, aunque no está llena de lujos, me alcanzaba para tener un pequeño departamento no muy lejos de mi trabajo.

Traté de seguir, pero la fatiga me venció y tras suspirar viendo al techo me dije “No vas a acabar hoy. Ve a casa y mañana terminas”. Así que tomé mis cosas, me levanté y tomé el ascensor hacia la planta baja.

Mientras baja en el ascensor, saqué mi cartera para revisar si traía una tarjeta con la leyenda STC Metro. Pues tengo que confesar que, un chavo recién egresado de su carrera. Un poco más alto del promedio, 24 años recién cumplidos y con un cuerpo de lo que se cataloga como “Normal”. Es bastante distraído y olvido con frecuencia mi cartera en la oficina.

Llegué a la planta baja y antes de salir del edificio, el portero me dice:

-”¿Que pasó joven?, ¿Aún no se compra su auto?
-”Proto verás que (Si no me despiden), llegaré y me iré en mi auto”. Desde que entré a trabajr en esta oficina, soy del 4% de la plantilla que no tiene auto…

Empecé a caminar hasta la estación más cercana, por mi mente seguía el reporte que habia dejado para el día de mañana. Una ves que llegué a los torniquetes de entrada, deslicé mi credencial y me dirigí al andén para abordad el metro.

Una ves en el andén, traté de tomar los vagones de el medio del convoy; pero una señora de limpieza me dijo “Joven, por favor use los de hasta atrás. Estamos haciendo la limpieza”. Así que fuí hacia los vagones del final, donde esperaban 2 personas la llegada del siguiente convoy.

Hasta ese momento reaccioné, siempre tuve mucha curiosidad por ir en el metro a estas horas de la noche y sobre todo en los últimos vagones. El morbo y la exitación de saber lo que podía llegar a encontrar empezó a fluir por mi mente. Además de distraído soy bastante tímido para lo que se le conoce como el Crusing.

Llegó el convoy y tomé un lugar cerca de una de las ventana. En ese momento me dí cuenta de la erección que se formaba en mi pantalón, el estar pensando en todo el morbo y el deseo me había calentado. Pero mi mente sabía que no era lo suficiente “Valiente” como para aventarme a hechar miradas indecorosas a quien se me antojase, así que resignado lo único que hice fué acariciar la cabeza de mi verga por encima del pantalón.

Así pasaron 2 ó 3 estaciónes, escuchaba música y lo único que veía en la ventana eran tubos y cables que en un momento a otro se iluminaban al llegar a cada estación. Veía de reojo el interior del vagón, detrás mío había una señora cabeceando del sueño y enfrente mío un chavo sentado en el piso viendo su celular. A ninguno de los dos le presté atención. Finalmente el cansancio y el stress me vencieron y caí dormido en mi asiento.

Mi sueño se vió interrumpido por el sonido de la lluvia que golpeaba la ventana del vagón. Dirigí la mirada hacia donde se encontraba la lista de estaciónes y me dí cuenta que el metro ya había salido a tierra y que faltaban 4 estaciónes para llegar… Pero mi sorpresa fué lo que ví lo que sucedía enfrente mío.

De pie estaba un chavo de como unos 27 años, moreno, con una pequeña barba que sobresalía de un cuerpo delgado y marcado por el ejercicio. Debajo suyo, el chavo que ví sentado antes de dormir. No pasaba de los 20 años, su cuerpo era promedio, su cara… No le ví la cara pues en la boca tenía prensada una verga que entraba y salía. Una verga que cada que entraba hasta su garganta hacía que los huevos chocaran con su barbilla.

No sabía que hacer, no podía desviar la mirada. No dejaba de ver como el chavo de 27 años miraba como el otro le daba una excelente mamada, su verga se veía brillar en cada vaivén, inclusive de un momento a otro de la boca del otro colgaban unas gotas de una mezcla de semen y líquido preseminal. Lo único que alcanzó a decir el de abajo fué:

-¿Te gusta como te la como papi?
– Si nena, pero no se habla con la boca llena.

Mi cuerpo en ese momento quedó en shock. Lo que siempre había querido estaba pasando enfrente de mis ojos. Todo esto se vió interrumpido cuando el chavo en un movimiento rápido se guardó la verga y el otro pasó su muñeca por la boca para limpiarse las gotas que le colgaban. Habíamos llegado a la siguiente estación.

Se abrieron las puertas y los dos vieron hacia otro lado, pero yo no dejaba de ver el semejante bulto que se le formaba a los dos… Ver a un activo de pié con la verga parada y a un pasivo esperando seguir disfrutando de esa verga me hicieron sentir celos… justo en ese momento se cerraron las puertas y volvió a avanzar lentamente el metro por la lluvia que había.

- ¿Que pedo contigo?
(No sabía que me hablaba a mi, seguía perdido viendole el paquete que el pasivo ya le estaba sacando del pantalón).
– Te estoy hablando wey. Tienes de dos: Te vas a ver a otro lado ó te vas incando. Pero por tu pantalón diría que no tardas en venir a exfoliarte las rodillas.

Efectivamente, mi verga luchaba por salir de su encierro, sentía como era tal mi exitación que inclusive de ella goteaban unas gotas de líquido preseminal. ¿Que hacía? ¿Irme hacia el otro lado del vagón? Torpemente giré para ver si había alguien más en el vagón y efectivamente, seguía la señora dormida. De ahí en fuera sólo estábamos nosotros 3. Sinceramente no recuerdo bien que pasó en ese lapso, lo único que recuerdo es estar hincado enfrente de él, mientras el otro con la mano me apuntaba la verga hacia la boca.

Respiré profundo, cerré los ojos y abrí a boca. Sentí como un cacho de carne de como unos 17cm, grueso, sin circundar y venoso se deslizaba por mi lengua hacia mi garganta. Ahora sé por qué babeaba el otro, un cacho como ese es difícil de tragar. Después de algunos segundos abrí los ojos… Frente mí había todo un activo, sosteniéndose de un tubo en la parte de arriba y el pasivo debajo mío chupándole los huevos. Cuando vió que abrí los ojos dijo:

- MMMMM, tienes toda la cara de maricón, ¿Rol?
– Inter (O lo que intenté decir).
– Entonces sube conmigo y que esta nena nos lo chupe a los 2.

Me tomó de cabello y me levantó, me puse a su lado y el pasivo se puso frente mío abriendo la boca sin dejar de jalársela al otro. Entre mis nervios nisiquiera podía desabrocharme el pantalón, así que optó por alejarme las manos y decirme.

- “No te preocupes papi, ese es mi trabajo”.

Y en 3 segundos mi verga rebotaba en la cara del otro. Debo decir que no soy superdotado, 15 cm y circunsidado. Pero eso a él no le importó y cuando dejó de rebotar se la metió hasta la garganta. Sentir su campanilla y su lengua en mi verga hizo que soltara un chorro de líquido preseminal. Era el cielo, veía a ese pasivo chuparme la verga mientras al otro se la jalaba, al otro se le notaba que le calentaba eso, pues de su verga colgaba líquido preseminal y al darse cuenta el pasivo se sacó mi verga de la boca y se metió la verga del otro hasta el fondo para evitar que una sola gota cayera al piso.

Así fué por 3 segundos más, hasta que el pasivo se alejó y el otro se guardó la verga. Me había olvidado que seguía en el metro y ya estábamos llegando a la siguiente estación. Torpemente intenté guardarme la verga, pero la tenía tan dura que lo único que hice fué guardarla en el boxer e intentarme taparme con la playera. Eso le causó bastante risa a los 2… pero no a la señora que ya se había despertado y baja justo por la puerta donde yo estaba intentando ocultar mi erección.

- “ERES UN MALDITO ENFERMO” Y tras propinarme una cachetada saca mocos se bajó del vagón.

Se cerraron las puertas y quedé en shock… La semejante erección que traía en 1 segundo terminó, juro que fue tal el sentimiento de culpa que hasta me tuve que sentar en un asiento que estaba al lado. Por una parte creo que tenía razón. ¿Soy un maldito enfermo? El activo se sentó a mi lado y me dice.

- Jajajajajaja ¿Que wey? ¿Te regañaron y se te bajo? Eso se arregla fácil.

Me tomó de los hombros y me sentó encima suyo viendo hacia él. Tomó mi pantalón con sus manos y lo deslizó hacia abajo. Mis nalgas quedaron al descubierto, con sus manos apartó mis nalgas dejando mi hoyo a la vista y le dijo al pasivo “Dale unas lamidas, vamos a hacer que de verdad se sienta un enfermo”.

CONTINUARÁ.

Nota del escritor:
Si, así es… es un relato bastante largo y que floreja leerlo todo de una vez. Por cierto es la primera vez que escribo un relato y lamento informar que este relato salió de mi imaginación. (No creo tener la suerte como para que me pase algo así en el metro y sinceramente no lo busco). Pero espero haber logrado que sientan lo que yo sentí al imaginarme este relato. Pronto escribiré la segunda parte y espero sus comentarios. ¡Gracias por leer!

Historia del Metro 2

$
0
0

No podía creer lo que sucedía, mis nalgas estaban completamente abiertas y sentía como mi ano se abría y cerraba, poco a poco se dilataba… Esa sensación sumada a que un semental me tenía en sus manos y no podía hacer otra cosa más que cooperar me tenían a su completa disposición…

-”No te quedes ahí como pendejo, lámele el culo antes que lleguemos a la otra estación”.

No se lo había terminado de decir cuando sentí una lengua que jugaba alrededor de mi ano, mi mente se puso en blanco: No sentía otra cosa más que esa lengua probando mi hoyo. Lo hacía despacio, jugaba como el quería, sabía que lo disfrutaba por la manera tan sutil y tierna con la cual me dilataba poco a poco.

- ¿Que paso? ¿No que inter? Con la cara de puta que tienes no me convences de serlo.
– Me gusta… es… no puedo hablar… Esto…

No pude terminar de explicar lo que mi cuerpo sentía, pues me clavó la lengua lo más profundo que pudo. Y me refiero a “Pudo” pues sentí un piercing que luchaba por entrar en las paredes de mi ano. No aguanté las ganas y gemí de tal manera que se escuchó en todo el vagón, silenciado por la lluvia tan fuerte que caía. Como pude abrí los ojos y dirigí mi vista hacia mi verga. Tenía una erección como nunca, se marcaban las venas en mi verga y me colgaba líquido pre seminal de la cabeza… Debajo de mí mientras el pasivo me comía el culo, le hacía semejante paja al activo…

- Espera… Por favor espera…

El pasivo hizo caso omiso… seguía metiendo su lengua en mi ano y su piercing me dilataba más y más… Hasta que el tren empezó a bajar la velocidad. El activo (Algo molesto) dijo:

- Me lleva… tan bueno que estaba esto.

Con el pie empujó al pasivo para alejarlo… Cuando su lengua (Y piercing) salieron de mi ano sentí una dilatación que en la vida había tenido. Subió mi pantalón y con la misma fuerza con la cual me subió encima de él… me sentó en el asiento de su costado.

- Ahora si ciérrate el pantalón… Enfermo.

Apenas me dio tiempo de guardar mi verga cuando se abrieron las puertas del tren. Para la suerte de los tres el andén estaba vacío… El pasivo tomó su celular y lo ojeaba mientras el activo simplemente se acariciaba la verga por encima del pantalón (El muy maldito) mientras veía por la otra ventana. Sinceramente fue eterno el tiempo que esperé para que se cerraran las puertas… Cuando por fin dieron el aviso que las puertas cerrarían me dije -Es mi última estación y no la voy a desperdiciar-.

Después que se cerraron las puertas y que el convoy empezó a avanzar, me dirigí al pasivo mientras me sacaba la verga y sin detenerme le clavé toda la verga hasta la garganta.

- ¿Crees que le puedes hacer eso a mi hoyo e irte así por así? Pobre pendeja… ahora me toca a mí.

(Oigan… me dolió un chingo y no me iba a quedar sin enseñarle donde era su lugar a la muy puta).

Agarré el tubo de la parte de arriba del vagón y lo empujé metiéndole la verga hasta que su cabeza chocó con la pared del vagón. Veía por su cara que además que le dolió y se estaba ahogando, le gustaba… empecé a meterle y a sacarle la verga de una manera bestial, tenía toda mi verga venosa y chorreándose dentro de su boca. Yo estaba en mi asunto cogiéndole la boca cuando sentí al activo en mi espalda, le metí un codazo justo en las costillas lo cual hizo que retrocediera hasta sentarse de nuevo.

- Tú te quedas sentado. Podré ser muy puta ¡Pero no soy tu puta! Y te voy a demostrar lo que un verdadero cabrón le hace a las zorras que no saben respetar a un inter.

Le saqué la verga al pasivo, estaba sudando y corrían lágrimas de sus ojos y saliva de su boca. Gemía pues con mi verga no podía respirar…

- Déjame… respirar… un momento.
– ¡Tu mama “Déjame respirar”! Me perteneces y cuando te digo cómetela, te la comes como yo quiero.

Y va de nuevo para adentro y hasta el fondo. La estaba haciendo mía por la boca y aunque sé que estaba por desmayarse por que no podía respirar, le gustaba… y a mi más pues el piercing que me hizo sufrir minutos atrás, ahora disfrutaba sentir como recorría mi cabeza y mi tronco.

- Wey, lo vas a matar.
– Me vale…
– Wey… ya estamos por llegar a la próxima estación.

Y así era… en ese momento reaccioné y le saqué la verga, la guardé y me puse al lado de la puerta. La pobre puta se quedó recargada en el vagón respirando y con a poca fuerza que tenía intentaba quitarse las lágrimas y la baba que le colgaban de la cara. El activo mientras se guardaba la verga me dijo:

- Vámonos a mi casa, ahí nadie nos interrumpe.
– Uy… ¿Que crees? Mañana trabajo y no estoy a tu disposición. Además, la puta esa y tú se va a quedar con ganas de más.

Y tras decir eso salí del vagón y caminé por la estación con una sonrisa… Y un bulto marcado en mi pantalón.

Al otro día al llegar a mi trabajo el portero me dijo:
– ¿Otra vez a pie joven? Se ve que no se cansa de ir a pie.
– Jajajaja… puede que me acostumbre a seguir sin auto. Además, el metro no es tan malo.

Y con esto doy por terminado el relato. Les pido una disculpa si tardé en publicar, pero la universidad y el trabajo me han tenido bastante ocupado. Una ves más les doy las gracias por leer mi relato y esperen pronto más relatos de mi mente enferma (Recuerden que este relato es ficticio, no busco Crussing, nunca he tenido y no busco tenerlo).
¡Gracias por leer!

Relatos eroticos: Metí a un desconocido en mi casa

$
0
0

Hola a todos, me gustaria antes de nada aclarar que este relato que voy a narrar es completamente real y que sucedió esta misma semana, fue una de las cosas más morbosas que he hecho nunca y espero que os guste tanto leerlo como a mí escribirlo.

Comienzo, antes de nada describirme, soy un chico de un pueblo de Cádiz, tengo 26 años y soy alto (1,85), delgado, con los ojos azules y el pelo castaño corto, tengo una perillita cortita y el cuerpo con poco vello (me depilo el pecho, torso, culo y zona pública). Tengo 18 cm de polla, y un culito que suele gustar bastante a aquellos con los que he estado. Soy pasivo.

Pues bien, resulta que el pasado fín de semana mi casa se quedó completamente sola; vivo con mis padres pero estos se fueron de viaje a visitar a unos familiares y yo decidí quedarme aquí. Tenía ganas de morbosear y estaba muy caliente, así que entré en un chat y empecé a firtear,calentar y conversar con hombres maduros (de 40 en adelante…). En una de estas conversaciones conocí a un hombre que era de mi misma localidad, se llamaba Juan, tenía 49 años, era un hombre casado con hijos, el cual se puso muy cachondo al ver mi cuerpo en fotos que yo mismo le mandé, me decía cosas que me haría, me decía guarradas que me ponían muy cachondo. En pleno calentón se me ocurrió una locura, y se la dije… le dije que si quería qudar, me dijo que sí. Le dije que quería proponerle una “idea loca”, quedar en mi casa y que yo le recibiría en pelotas y dispuesto a dejarme hacer de todo. Él parecía desconfiar, no creía que fuese a hacerlo de verdad… le convencí de que viniese, le dí mi nº de móvil y mi correo electrónico. Me costó muchísimo darle mi dirección, estaba nervioso porque ni siquiera le había visto en fotos, no le conocía de nada… podía ser cualquiera. Finalmente mientras sentía mis palpitaciones en las yemas de mis dedos teclee e introduje la dirección de mi casa. Él me dijo que estaría aquí sobre en media hora, acordamos que justo antes de llamar a mi puerta(Vivo en una unifamiliar así que tengo una puerta en el jardín y otra de mi casa que dejé abierta) me daría un toque al móvil y después entraría en mi casa y seguiría un rastro de ropa hasta mi habitación donde yo le esperaría desnudo y dispuesto.

Se desconectó y miré el reloj, faltaban 30 minutos para que viniese, ya no había vuelta atrás. Fui corriendo a extender un enorme sofá cama que tengo en mi habitación, deje justo en una mesilla de noche un bote de lubricante y preservativos (para que fuese de las primeras cosas que él viera al entrar en mi habitación); bajé las persianas y encendi las luces. Luego me desnudé y me dí una ducha tibia, me peiné y tal y como le dije dejé un rastro de ropa hasta mi habitación, deje mis boxer colgando del pomo de la puerta. Una vez todo estaba listo esperé impaciente a que él llamase a la puerta… la espera se me hizo eterna, me sentía asustado y a la vez estaba lleno de morbosidad. Me sentía como una prostituta esperando a que apareciera su cliente, por mi mente pasaban todo tipo de ideas. Una parte de mí teníá miedo de meter a un desconocido en mi casa, podría ser cualquiera, ¿y si tenia oscuras ideas?,¿o malas intenciones?. Por otra parte, la idea de ser follado por un completo desconocido y maduro en mi propia casa me extasiaba.

De repente el móvil se estremeció encima de la mesa, con un zumbido mientras un número completamente desconocido para mi agenda aparecía en la pantalla iluminada, la corta llamada cesó. Se hizo un silencio breve que me dejó boqui-abierto y que fué interrumpido por el sonoro sonido del timbre de mi puerta… ¡había llegado la hora.!

Completamente desnudo bajé las escaleras hasta la puerta entreabierta que daba a mi jardín, las piernas me temblaban de nerviosismo, algo en mi cabeza decía que aún estaba a tiempo de echarme atras… me detuve junto al telefonillo y respiré con fuerza. Pulsé el botón, y al otro lado del jardín sonó un zumbido eléctrico en la cancela seguido del sonido del portón al abrirse.

Me giré rápidamente y sin mirar atrás subí corriendo las escaleras, busqué refugio en mi habitación, cerré la puerta y me ubiqué en el centro de la cama, a cuatro patitas con mi culito abierto orientado hacia a la puerta y mi cara contra la almohada. Estaba más nervioso de lo que he estado nunca, esperando a que ese hombre subiera las escaleras y entrase en mi habitación. Iba a entregarme a él fuese quien fuese…

Al otro lado de la puerta se oyó el sonido de la puerta de mi casa al cerrarse, unos pasos lentos subían las escaleras y se detenían delante de mi puerta. ¿ Estaba sumido en la incertidumbre, que iba a hacer ?¿ Por qué se había detenido ?. Entonces el sonido de un zapato al caer al suelo, seguido de su par, comenzó: se estaba desnudando antes de entrar a “conocerme”. Después de los zapatos el sonido de unos pantalones, y otra cosa mas. Una vez terminó de desnudarse al otro lado de la puerta, un nuevo silencio fue acompañado del sonido de una mano al manosear el pomo de la puerta, cerré los ojos… contuve la respiración.

La puerta se abrió, y al observar de reojo vi un hombre cincuentón, con una barba muy poblada, un pecho negro de pelo rizado y una barriga bajo la cual asomaba un largo pene. Me miraba con ojos de vicio. Cerró la puerta tras de sí al avanzar hacia mi como un depredador avanza hacia su presa.

Sin mediar palabra sus fuertes manos abrió mi culo en dos ; y su boca rodeada de una barba gris y afilada comenzaba a besar mi rosado ano, solté un gemido seguido de un -mmm- . Sus manos empezaron a manosearme dedesperadamente mientras veia su espalda y parte de su rostro asomar entre mis nalgas. Un placer inmenso me reocorría mientras su lengua zigzagueaba dentro de mi, mientras volvía la cabeza para averiguar más sobre aquel hombre al que iba a entregarme.

Después de un rato de comerme el culo, me agarró con fuerza y me dió la vuelta(poniendome bocarriba); sin mediar palabra me besó en la boca mientras sus manos me pellizcaban con demasiada fuerza los pezones, cosa que no me gustó y hizo que le apartase las manos. Ahora sus manos me agarraban la polla y un dedo se sumergió en mi culito. Entre besos me mordisqueaba los labios. Me cogió del pelo y me acercó la cara a su polla, ¡quería que se la chupase!. Empece a comersela de forma apasionada mientras le pajeaba, pero el me quito las manos e intento metermela entera. Su polla era grandecita, 19 cm y gordita con unos huevos peludos. Para mi asombro.. entró entera, y sentí que me atragantaba… me la sacó un poco para seguidamente volverla a meter, se llevó así un rato, yo estaba agobiado porque aparte habia vuelto a pellizcarme los pezones mientras me follaba la boca. De repente oí como su respiración se aceleraba y comenzo a suspirar con voz ronca mientras me llenaba la boca de lecha salada. Me la sacó y se desplomó en la cama mientras seguía metiéndome mano, yo le miraba con cara de asombro y una sonrisa de picaresca con la comisura de mis labios manchada de blanco. Le dí la espalda y pegue mi trasero a su babeada y pegajosa polla mientras sus manos me seguian pellizcando y un dedo suyo se metio en mi boca. Nos pasamos así unos minutos, mientras él me recordaba lo “zorra” que era yo, y el “culo más ríco” que tenía. A los minutos su polla volvío a emerger dura y erecta.Comenzó a morderme los hombros tan fuerte, que sentí un poco de miedo, tiro de mi de nuevo con fuerza mientras mi cara se arrastraba por la cama y cogió un condón de la mesilla… iba a coger yo el lubricante, pero no me dejó. Le miré con cara de susto y le susurré “por favor, despacio…”.
Yo estaba a 4 patos en el borde de la cama y el depié restregando la cabeza de su polla por mi culo, en cuando encontró mi culito me agarro por la cintura y intento meterla de golpe… grité y le pedí por favor que lo hiciese mas despacio, le empuje con mis manos hacia atras mientras yo mismo abria bien mi culito para que entrase. Él me agarro de las muñecas y me apartó las manos, y de nuevo embistió contra mis nalgas. Esta vez entro casi entera de golpé, suspiré y me deje caer, mientras él hacía caso omiso. Al principio me dolío, luego sentí un calambre que recorrió mi espelda y a medida q iba bombeando con mas fuerza el placer se abrio paso y empezó a gustarme. Tras unos minutos sus movimientos eran acompañados por los míos, cuanto se echaba hacia atras para meterla yo me apoyaba y me la metía yo mismo en el culito, una mano mía le acariciaba el culo, me giraba y le miraba con cara de vicio o le mostraba como gemía yo de gusto. Pasó un largo rato y él seguia con el mismo ritmo bestial, ya estaba tardando demasiado en correrse, yo empezaba a pensar q no iba a parar hasta partirme en dos, intente quitarmelo de encima, pero no me dejó quitarme. Se me tiró encima y comenzó a follarme con mas fuerza, mis gemidos eran en parte de placer en parte quejidos y súplicas pidiendo que parara. No se cuando llevamos así, pero despues de un sonoro y ronco gemido tiró de mi con fuerza y paró y senti como su polla temblaba dentro de mi culito al correrse. Me la sacó de golpe y tiró un condon al suelo, yo solte un “ayyyyyyy” al sentir como el aire entraba en mi abiertísimo culito y me deje de caer sobre la almohada. No recuerdo mucho sobre la follada solo que llego un punto q tenía mi cara hundida en la almohada y mis manos apretando con fuerza la colcha. De nuevo se tiro al lado mía, y comenzó a manosearme y a pellizcarme los pezones con fuerza, yo le decía de nuevo “no tan fuerte” , “no seas tan bruto” a lo que él hombre ignoraba mis peticiones.
Pensé que después de correrse dos veces se vestiría y se iría a su casa, pero me equivocaba. Tras un cuarto de hora de manoseos y pellizcos me percaté de que estaba volviendo a ponerse cachondo, yo veía como se hacía tarde y aquel hombre no se iba. Esta vez hicimos un 69, él encima y yo debajo, me comía la polla subcionando demasiado y me metía el dedo en mi dolorido culo sin ninguna lubricación. Yo por mi parte le comía la polla, pero él se dejaba de caer metendomela casi entera en la boca dejando solo los huevos fuera lo cual hacía que casi me atragantara. En una de esas veces le aparté la mano de mi culo, le dije que me dolía, que después de la follada de antes no podía más, pero él seguía… opté por meterme sus dedos en la boca para por lo menos que estuvieran algo lubricado. Apresuré la mamada pasandole mi lenguita por el glande, acariciándole y comiéndole los huevos y dejando que se moviera a sus anchas, pero de repente se levantó de golpe y agarró otro condón de la mesilla de noche, me miró y me dijo “quiero correrme en tu culo” mientras se ponía el preserpativo. Yo esta vez corrí despavorido hacia el tuvo de lubricante, mientras le decía con voz temblorosa… “dejame a mí encima porfa…”. Él se tiró en la cama bocarriba con su enorme polla apuntando al techo, yo me unté un poco de lubricante en el culo y me situé encima suya, tenía el culito dolorido… pero a pesar de ello el situo la polla en la entrada de mi culo y tiró con fuerza de mi hacia abajo. Yo me dejé caer, mientras su polla entró en mí con una facilidad increíble… comencé a cabalgarle con fuerza, el me freno apoyó sus pies en la cama y comenzó a embestía con tanta fuerza que creí que saldría disparado, yo me deje hacer, mientras me volví a pellizcar los pezones con fuerza ,mezclando el placer de mi culo con el dolor en mi pecho. Después de un rato, empecé yo a botar haciendo circulos sobre él, el gimió y soltó toda su leche yo me dejé caer a su lado mientras de mi culo chorreaba lubricante. Unos minutos más tarde, el hombre dijo que era tarde, se vistió y se fue… yo bajé a abrirle la puerta. Me dijo que nos volveríamos a ver…


Vacaciones en Túnez

$
0
0

Aquel verano se estaba haciendo muy largo, estábamos ya en septiembre y desde junio que había acabado mis estudios de tercer año de carrera me encontraba ocioso y aburrido, acababa de romper con mi novio de dos años y esperaba con ganas afrontar mi último año de estudios para ponerme a trabajar y poder independizarme ya que con 21 años empezaba a aborrecer las limitaciones económicas y de horario de mis progenitores. Cuando mi hermana mayor me ofreció que me fuera con ella una semana de vacaciones a un hotel de la playa, estuve a punto de declinar la oferta ya que, debido a una leve parálisis, ella necesita alguien que camine a su lado, le haga compañía, etc. hasta que me dijo que por qué no íbamos a Túnez. Aquello me hizo cambiar de opinión pues me vinieron a la mente alguno de los comentarios de un tío con el que estuve varias veces que había comentado lo fácil y excitante que era ligar con muchachos tunecinos.

Una vez allí, me encontré que estábamos alojados en un hotel en la playa de Sousse, a un par de kilómetros del centro de la ciudad y por tanto lejos del ambiente que andaba buscando. Fueron unos días frustrantes con mi hermana en el hotel, la playa o el paseo marítimo y yo en celo permanente viendo a todos aquellos magrebíes jóvenes y no tan jóvenes, de piel oscura y dientes blanquísimos que hacían su trabajo tan sugerentemente solícitos y sonrientes, desde el portero de la entrada hasta los recepcionistas, camareros, vigilantes… Lo que les hubiera hecho si se me hubiera presentado la ocasión, pero claro, ellos estaban trabajando y yo no estaba solo. Por eso cuando el domingo después de cenar, en la que era ya nuestra última noche en Túnez, mi hermana se ofreció a quedarse en la habitación viendo la tele, ví el cielo abierto, me puse unos vaqueros largos y una camiseta de manga larga, me engominé el pelo y salí del hotel en dirección al centro de Sousse en busca de una noche de sexo y placer.

Por el camino, oscuro pero bastante frecuentado especialmente por turistas, pasaban algunos taxis, muchas motos y algún coche privado, llamándome la atención un elegante Mercedes negro que si bien no era nuevo, se veía cuidado y limpio. Pasó despacio junto a mí y se paró unos cuantos metros delante. Al pasar me fijé en los dos tíos que, sentados en los asientos delanteros y ataviados ambos con elegantes trajes, me miraban fijamente. Seguí mi camino con disimulo ya que no tenía seguro que fueran policías o delincuentes en busca de desplumar a un incauto turista como yo o vete a saber. Cuando el coche arrancó, volvió a pasar despacio delante de mí y de nuevo se paró algo más adelante, mis piernas empezaron a temblar, mezcla de miedo y deseo y, debatiéndome entre salir corriendo en dirección contraria o seguir, afortunadamente opté por la segunda opción.

Al pasar de nuevo junto al coche, el copiloto me empezó a decir algo no si en francés, italiano, árabe o una mezcla de todos ellos. Yo no entendía nada pero cuando salió y me abrió la puerta trasera del coche, no me cupo duda de que al menos me invitaban a llevarme al centro, aunque aún desconocía sus intenciones. El corto trayecto se me hizo eterno entre la duda de si no me iba a meter en un lío y el no poder comunicarme con ellos, cuando ya quedó claro que yo solo hablaba español y ellos casi cualquier idioma salvo la lengua de Cervantes. Al acercarnos a la muralla, aparcaron en el parking exterior y por señas me invitaron a que les acompañara, entramos por una de las puertas de la parte antigua y enseguida llegamos a una de las casas encaladas que se levantaban en la estrecha calle peatonal que separaba la muralla de la hilera de viviendas. Ya desde la puerta de entrada se podía ver que se trataba de un palacete y cuando comenzaron a encender luces, quedó claro que allí vivía gente con gusto y adinerada. Me llevaron a una especie de gran salón con multitud de cojines y varias mesitas bajas, nos sentamos en un rincón y mientras uno preparaba una arguila, el otro trajo unas bebidas que no supe que eran pero que por el sabor dulzón y amargo a la vez llevaban tanto alcohol como restos de frutas.

Como no podíamos hablar, uno de ellos encendió una gran pantalla de televisión y tras un repaso a varios canales árabes y franceses, se paró ante un canal porno en el que estaban pasando una película en la que dos negros se follaban a una rubia por delante y por detrás. Empezaron a hacer comentarios, supongo que en árabe y uno de ellos, el que iba de copiloto en el coche y que se había sentado a mi lado, empezó a frotarse el paquete. Yo no sabía cómo reaccionar ante todo aquello hasta que este me cogió la mano y la empezó a frotar contra su paquete. Por fin me empezaba a quedar claro lo que esperaban de mí y desde luego que no tenía intención de defraudarlos, por lo que nada más comprobar que respondía sin ningún problema a magrearle el paquete ante la atenta mirada del otro, se levantaron ambos y me condujeron a una amplia habitación en semipenumbra ya que estaba iluminada con una gran cantidad de velas.

Al llegar allí comenzaron ambos a desnudarse, por lo que los imité yo también. En una de las esquinas, sobre una plataforma elevada, había un gran jergón a modo de cama al que me condujo el mismo que hasta ahora había llevado la iniciativa y allí nos acostamos los tres, ya completamente desnudos, conmigo en el centro, comenzando un tímido pero caliente juego de besos con lengua y magreos por todo el cuerpo. Ambos tenían una edad aproximada de entre treinta y bastantes y cuarenta y poco, delgados, muy morenos y con abundante vello sobre todo en las piernas y concentrado alrededor de sus pollas gruesas y circuncidadas que comenzaban a crecer conforme aumentaba mis toqueteos.

No tenía tiempo que perder por lo que me incorporé, me arrodillé delante de ambos y comencé a chuparles la polla, primero al más lanzado, que ya la tenía completamente erecta y luego al otro, cuya polla tenía una extraña forma pues, a diferencia de su compañero, que tras el abultado glande tenía el resto del miembro alargado y recto, este tenía una polla que desde el glande hasta los huevos iba engordando cada vez más. Mientras se las mamaba, hablaban entre ellos en su lengua extraña a mis oídos y entre eso, el efecto de la pipa o la bebida, el aroma de sus miembros o la atmósfera de la habitación no me reconocía a mi mismo, allí de rodillas disfrutando de aquellas dos oscuras y magníficas vergas. Era como si me hubiera transportado a la Arabia de las mil y una noches solo que en vez de frotar una lámpara me estaba comiendo dos pedazos de rabos.

Tras un buen rato en esa misma posición, se incorporaron ambos, uno frente al otro para que yo me acostara sobre la cama con sus dos pollas delante de mi cara, disfrutando del juego de introducirme primero una, luego la otra y después ambas a la vez hasta que el que solía llevar la iniciativa me dio la vuelta, me colocó a cuatro patas y comenzó a untar mi ano con una especie de líquido aceitoso que se encontraba en una especie de habitáculos en cada una de las esquinas de la cama y que yo, iluso de mí, había imaginado que sería algún tipo de repelente contra insectos. Primero me metió uno de sus dedos, luego dos y hasta tres pude sentir antes de proceder a enterrar su polla, lentamente pero sin pausa y, mientras su compañero se había sentado delante y sujetaba mi cabeza mientras se la mamaba, el otro comenzaba un frenético mete y saca mientras seguían hablando entre ellos, seguramente comentando la suerte que habían tenido al encontrar un putito vicioso europeo como yo.

No tuve ninguna duda de que algo de droga había tenido que consumir cuando el que estaba delante se acostó boca arriba y su compañero me fue guiando para que me sentara sobre el introduciéndome su polla que como ya he comentado, era cada vez más gorda y sin embargo entró sin gran dificultad. Pensé que el otro se pondría de pie frente a mi para que se la chupara pero éste tenía en mente otra cosa ya que se colocó detrás y tras tres o cuatro infructuosos intentos, tenía dentro de mi culo, gracias a una generosa ración de aquel aceite, las pollas de los dos magrebíes. No sentía dolor pero tampoco estaba cómodo por lo que aprecié cierto alivio cuando, como consecuencia de los espasmódicos movimientos del que tenía debajo, la polla del otro fue violentamente expulsada, permitiéndome notar como mi culo iba poco a poco inundándose con el semen de aquel grueso rabo que parecía no iba a parar nunca de manar semen.

Mientras permanecía allí sentado con la polla del tunecino todavía dentro sintiendo su calor y la humedad de su esperma, empecé a pajearme con la idea de correrme en dicha placentera postura, pero el otro quería también su ración, por lo que le pidió a su compañero que se apartara para acostarme boca arriba y, levantándome las piernas, me empezó a follar cada vez con mas fuerza hasta vaciarse también en mi interior. En esa postura, con ambos mirándome, pude por fin correrme a placer.

Después me llevaron a un precioso baño con una gran pila de mármol en la que nos lavamos, nos vestimos y me dejaron en la puerta del hotel. Al despedirnos creo que me estaban ofreciendo volver a vernos al día siguiente, no supe cómo explicarles que, muy a mi pesar, estaría ya en Madrid. Eso sí, dicha experiencia me valió para proponerme a mí mismo que tenía que compaginar mis estudios con algo de trabajo para poder ahorrar y al verano siguiente volver yo solo de vacaciones. Como las cosas no salen siempre como uno quiere, no pudo ser, aunque sí estuve cuatro días en Marruecos, pero esa es otra historia que otro día contaré.

Aseos Públicos

$
0
0

Era miércoles un buen día para comprarme unos pantalones baqueros que me hacían mucha falta y al ser entre semana hay menos gente en el centro comercial y estoy más tranquilo, así que cogí caminito en busca de mis pantalones.

El centro comercial estaba prácticamente desierto había gente pero como es grande daba la sensación de estar vacío, más fácil sería encontrar mis pantalones. Tras vueltas y vueltas por fin encontré unos que me gustaran y no tuviera que pedir una hipoteca para pagarlos XD.

Ya con el objetivo cumplido tocaba volver a casa pero antes habría que hacer una parada en los baños puesto que me estaba meando.

Estando en los urinarios apareció un hombre y se puso a mi lado , y mira que el aseo es grande y estaban todos los urinarios vacíos, note queme miraba y yo lo miraba pensando que podía conocerlo y no me había dado cuenta, pero mi sorpresa fue cuando descaradamente me miro el paquete y me cuco un ojo y me señalo el suyo con la mirada, y vi como estaba toqueteandose su polla, y empecé a excitarme, quizás por la situación un tanto morbosa, y el se dio cuenta miró hacia los lados y me dijo en voz baja -¿vamos al bater?- y yo en un acto reflejo sin pensar hice un gesto de aprobación con la cabeza.

Entramos cerró la puerta con el pestillo y me dijo que me sentara y le hice caso sin mediar una sola palabra, hay estaba yo sentado en un bater con un tío completamente desconocido de estatura media, delgadito, con perilla de chivo de unos treinta y pico años bajandose los pantalones, y yo cada vez mas excitado. Tenia su polla delante de mi cara viendo como se tocaba, ya no aguantaba más y le agarre su polla con la mano y la lleve hasta mi boca y empecé a darle lametones, rápidamente note como se ponía dura me la introduje en la boca, se la estaba mamando como si el mundo se fuera a acabar, el tío estaba disfrutando como un cerdo. Me cogió con ambas manos la cabeza y me la echó hacia atrás yo estaba salidísimo no quería parar, subí la vista y vi como me enseñaba un preservativo, estaba tan cachondo que antes de que me dijera el nada empecé a desabrocharme los pantalones, quería sentir esa polla en mi culo. Me quede desnudo de cintura para abajo y me puse de pie dándole mi culo a él y con mi cara hacia la pared y el bater entre mis piernas.

Empezó a acariciarme el culo y a meterme el dedo, pero enseguida note su polla en mi culo queriendo entrar, su capullo empezó a abrir mi culito mientras yo notaba su aliento en mi nuca, su polla cada vez mas dura estaba dentro de mi ufff y en ese momento me dijo al oído – preparate que va a ser rápido- y empezó a bombear su polla en mi culo. Era alucinante esa sensación de dolor y placer unida al morbo de la situación me hacia estar enormemente caliente hasta que sin poder evitarlo me corrí y el seguía bombeándome su polla y claro al correrme me estremecí y mis nalgitas se apretaron y note a un mas su polla y no pude aguantar los gemidos a lo que rápidamente me tapo la boca con su mano. Tras profundas penetraciones la sacó, estaba agotado y me gire apoyándome en la pared y en ese momento vi su polla delante mía y zas toda su corrida en mi cara, pelo y hasta la camiseta cayó algo. UFF estaba agotado allí sentado lleno de lefa y semidesnudo viendo como se limpiaba la polla, se subió los pantalones y se fue, y allí me quede y recuperando el aliento.

Two Words

$
0
0

Esta historia surgio en un momento sin nada que hacer, obviamente es ficticio, bueno espero que les guste la introduccion, comenten y valoren, me gustaria saber su opinión.

Recuerdo las veces que con tan solo dos palabras él podía hacer que mi mundo se volviera inestable, esas dos simples palabras que por separado no quieren decir absolutamente nada y unidas quieren decir todo…

Caminando por las calles oscuras y vacías en pleno mes de diciembre, mi cuerpo estaba a merced del viento y el frio, me quedaba algo de camino aun para llegar a mi piso, estúpido auto en buen tiempo se descompuso, maldije.

Una silueta alta llamo mi atención, al parecer estaba perdido el pobre tipo, en otro momento me hubiera detenido y le preguntaría si se le ofrece algo, pero no ahora lo único en lo que pensaba era en llegar a mi piso, recostarme en el sofá, tal vez con un café caliente mientras veía televisión.

Pase a lado de dicha silueta sin prestar mayor atención pero claro la suerte no estaba de mi lado.

-Hola, oye disculpa estaba buscando la imprenta San José, sabes donde se encuentra?- pregunto con cierto tono de desesperación en su voz, pero… esa voz se me hacia jodidamente familiar.

-Eh si claro, mira… que caraj…-Al dar la vuelta para mirarlo tremenda sorpresa me lleve o mas bien nos llevamos al vernos, no creí volver a ver a esos ojos azules que tan feliz me hicieron un día- Leonardo?- pregunte de forma estúpida.

-Andrés?- Joder, aun el al pronunciar mi nombre hacia que mis piernas temblaran-Que gusto encontrarte pero que haces aquí caminando con este clima?- Pregunto como si le importara.

-Voy a mi piso, un gusto verte pero llevo algo de prisa, la imprenta esta en esa calle en la primera cuadra a la derecha, dudo que este abierto a esta hora pero no pierdes nada viendo- respondí tratando de dar por terminado el encuentro, aun me alteraba tenerlo cerca después de todo, es incomodo reencontrarte con tu ex –Adiós Leonardo- me di la vuelta para continuar mi camino, pero él se interpuso y me hizo chocar con su cuerpo fibroso, mierda esta mas musculado que antes, pensé y rápidamente sacudí mi cabeza vaya con mis ideas.

-Vamos, te llevo, al fin de cuentas ya es tarde y como dijiste seguramente ya esta cerrada la imprenta- dijo con su típica sonrisa de “Galán de película”.

-No creo que sea buena idea, además no te quiero desviar- respondí tratando de zafarme de la conversación.

-No era una pregunta, sube testarudo- dijo riendo, como extrañe esa sonrisa, mis pensamientos nunca me son útiles.

Entramos a su auto, esta cálido ahí y tenia un aroma típico de auto nuevo, emprendió el camino tras mi dirección a donde dirigirse, conversamos acerca del pasado y lo nuevo en nuestra vida, sin tocar el tema de nuestra relación, pero como siempre mi curiosidad gano y esta vez hubiera preferido quedarme callado.

-Y dime, para que buscabas la imprenta que me dijiste- pregunte.

-Ah eso, pues veras… venia a recoger unas invitaciones- hizo una pequeña pausa y continuo- Me voy a casar en un mes- mi pulso se aceleró involuntariamente, mi boca se seco y sin querer dije:

-Buena broma Leo-

-Si, seria buena si en verdad fuera broma- mierda, pero ¿porque me ponía así? No somos nada.

Le indique donde se encontraba mi edificio después de un gran silencio incomodo, él se estaciono y baje tras decir un “Gracias y felicidades”, subí rápidamente a mi piso, no me apetecía nada mas que dormir pero me era difícil, no paraba de repetir mentalmente las palabras que él me dijo, al fin pude dormir pero una pesadilla se apodero de mi estado inconsciente…

-Andrés no te quiero, te amo y lo sabes, por eso no puedo hacerte esto, sabes que los miembros de mi familia no son buenos, no soportaría que te hicieran algo, prométeme que buscaras quien te haga feliz- sus ojos azules se veían brillosos a causa de las lagrimas.

-Lo prometo, pero…- El altavoz del aeropuerto me interrumpió e hizo que Leo me diera un gran abrazo y lo vi partir rumbo a su nueva vida sin mi, cuando desapareció tras la puerta de abordaje me tuve que sentar en las sillas de espera perdí por un momento las fuerzas-mi felicidad eres tú-.

Me desperté exaltado, que mierda de sueño ademas ya ameneció, parecia que apenas y habia sido unos minutos, hacia años que no tenia ese sueño, y siempre es el mismo, me fui a duchar, y después prepare el desayuno, las vacaciones siempre fomentan mi ociosidad, recibí una llamada al móvil, el cual encontré debajo de la cama por alguna razón fue a parar ahí, numero desconocido, y lanzé el típico, respondo o no respondo.

-Hola-

-Hola Andrés- Mierda Leonardo

-¿Cómo conseguiste mi numer…?… Ya, ¿que se te ofrece?- pregunte.

-Pues quería invitarte a tomar un café, el clima lo amerita ¿no crees?- la verdad si quería volver a verlo, pero no estaba seguro que fuera una buena idea, pero al carajo las dudas.

-No lo se…-pensé por un momento-Vale, ¿A que hora?-

-Paso por ti en 30 minutos- y colgó antes de que yo si quiera pudiera responderle algo.

Joder con Leo seguramente puso investigar mi numero a alguno de los chicos de su padre, lo cual me hacia pensar, seguramente ya mando a alguien a que me espié, sabe que eso me molesta, esos jueguitos eran típicos cuando éramos adolescentes, pero ahora creo que ya me asusta, creo que pensándolo bien lo mejor fue que se fuera, después de todo su padre es narcotraficante y cuenta con mucho poder, seguramente el seguirá sus pasos.

Como me follaron en el aueropuerto

$
0
0

Hola

hace tiempo que no escribo un relato, por trabajo y tal, pero una cosa que quiero dejar clara para los que leéis mis relatos, TODOS MIS RELATOS SON REALES, no pierdo mi tiempo para escribir cosas inventadas, a quien le gusten mis relatos bien y a los que no también, no soy escritor por lo que hay veces que no sé cómo expresarme, solo cuento lo que paso y como lo viví yo, como lo sentí y como me lo pase.

Soy un tío de buen ver, y trabajo con mi imagen, 180, 70 ojos azules, pelo castaño , muy buen culazo y buena polla, morboso y muy vicioso mi culo es muy tragón y me encanta ser follado y mas en situaciones morbosas

Ahora si aquí os cuento una de mis folladas,

Una vez en el aeropuerto de Bcn, estaba esperando para poder facturar, y me quedaba tiempo para desayunar y tal pues fui con un poco de tiempo de mas, iba a ver a un amante mío que tenía en Bélgica que me follaba y ofrecía mi culo tragón por internet para follarme con otros pollones pues me encanta la penetración doble.

Pero bueno la cosa es que tenía tiempo y me fui a los lavabos como siempre para ver que pollas había allí

en principio no había nadie, pero espere unos minutos y vinieron tres tíos que trabajaban en el aeropuerto, uno que era un mulato casi negro se puso a mi lado a mear mientras los otros dos estaban hablando en el lavamanos.

se saco el pollon y empezó a meneársela hasta que se quedo un pollon de más de 22cm negro y precioso a mi me encantaba y no deja de mirarle polla, no tenia ojos para otra cosa, me dijo la quieres?

yo le dije que sí, con la cabeza me cogió el pantalón y me toco el culo y me bajo el pantalón , como llevo tangas siempre eso le puso más burro, me cogió de la cabeza y me puso de rodillas allí en medio de los baños, no me lo pensé y empecé a comerle la polla, en un momento habían cerrado los otros la puerta y estaban al lado bajando se los pantalones y sacándose las pollas para que las chupara eran tres pollones de cojones de grandes, no perdieron el tiempo estuve unos minutos comiendo las tres pollas

de rodillas uno me levanto y se puso saliva en su pollon y en mi culo y me la cabo mientras chupaba las otras dos pollas , me llamaron de todo, puta zorra, maricón , de todo eso me ponía a mil, me la metió casi de un puto golpe y empezó a follarme bien duro llamando puta, eso es lo que soy y me gustaba oírles diciéndomelo y que comiera mas polla y que pusiera mas el culo en pompa que no había mucho tiempo

el tío me follaba muy fuerte y me dolía un poco pero me gustaba empezó a follarme mas y mas hasta que me lleno el culo de leche ufffff me puse muy puta sintiendo su corrida dentro de mí,

se subió el pantalón y le dijo negro, ahora te toca a ti follarte a esta puta, voy a la puerta no tardes.

si pensárselo me la metió y empezó a follarme a lo bestia, con si pollon, pero como el del otro tío me estaba follando la boca no podía gritar ni nada su polla era enorme en mi boca se me salían las lagrimas de trágame esa polla pero no de llorar si no de placer, el negro me follaba a lo bestia y empecé a sentir como también se corría dentro de mi culo ,solo decía maricon como tragas, como tragas , como traga este maricon…. a mi me dolía el culo pero aguantaba pensé que el otro se correría en mi boca…

que va……. me dio la vuelta y mientras veía a uno cerrando la puerta el negro se estaba vistiendo, y así a 4 patas me clavo su pollon de un solo golpe sin dejar que saliera casi nada de las dos corridas de sus amigos, ahí si que pegue un grito y me tapo la boca diciéndome , puta calla y aguanta que lo que querías no?

pues aquí lo tienes, así que no me jodas que te rompo el culo y la cara , me saco la mano de la cara y la polla i me pregunto.

la quieres? te vas a portar bien putita?

y yo le dije que si…. Es lo que quería estaba loco como una puta

no me dejo de mirar y con toda la rabia me la metió de un solo golpe, pues ahí la tienes puta disfrútala y yo me deje llevar y disfrutar de ese pollon me comporte con el cómo mas puta no lo sé cómo explicarlo pero me deba todo igual me volví loco y me puse a disfrutar como una perra, sin pensar en nada mas, con cada pollazo me hacia la puta más feliz del mundo los otros dos miraban desde la puerta, diciendo lo puta que soy y lo que disfrutaba con el pollon de ese tío es, del único que se su nombre pues le decían Juan dale más fuerte que le gusta , mira como disfruta la puta zorra, Juan dale , dale dale polla

en un momento empezó a correrse dentro de mí, sentía como ya no me cavia mas leche en mi culazo y como entraba su polla i daba con las corridas de los otros dos, , el cabron ese corría mientras me decía , ahí la tienes mi putita toda tuya maricon, ufffff me puse a mil

se corrió y saco su polla.

de dijo…… ahora cierra bien el culito que lo tiene llenos de lo que buscabas así que aguántalo dentro, mientras se vestía y salía del lavabo me dijo que me diera la vuelta que quería ver mi culo

y lo hice…

yo ni me di cuenta que se habían ido, pero como no oía nada me gire y vi que no estaban, me sentí genial me tocaba el culo y su leche salía de mi culazo poco a poco

Estaba en ello cuando la puerta se abrió y aprecio un tío de 20/25 años al principio me corte un poco, pero ya me había visto así que tampoco tenía mucha prisa por vestirme, pues estaba lamiendo mi mano con la leche que salía de mi culo el me miraba pero no le hice mucho caso porque tenía mi meche dentro y me estaba pajeando para córreme y largarme de allí. pero el chaval no se corto ni un gramo, meo y cuando se giro para irse cogió su polla y me la metió en la boca, empezó a follarme la boca que tenia con la leche de mi culo y mientras él me follaba la boca, yo ya no podía mas y me empecé a correr, justo cuando lo vio empezó a correrse él en mi boca y a llenarme la boca de leche había tanta leche que me atragantaba y no me daba tiempo a tragarla, acabo de correrse y yo también mi polla no aguantaba más, se agacho y me dio un morreo para saborear su leche y me dio las gracias en ingles.

Se fue y yo me vestí y me fui del baño detrás de él, con el culo lleno de tres corridas y la que tenía en la boca no pensaba en nada,

camine unos metros más contento que nadie….. y tuve que regresar al baño a limpiarme

jejejejjej

se me había olvidado

bueno aquí lo tenéis

espero que os haya gustado

Un beso

Ups! Fútbol y sexo

$
0
0

Era miércoles día de Champions, y puesto que soy un humilde parado sin dinero pues no dispongo de los partidos de pago así que por ese modo quedo con mi buen amigo Óscar para ir a su casa a verlo por la cara sin pagar un duro, a falta de dinero siempre es bueno tener cara. Normalmente somos cuatro en su casa, su vecino “Pepe”, su padre “Juan” mi amigo y yo, bueno y unas cuantas litronas, pero ese día Pepe estaba en el hospital, por lo que eramos solo tres.

El partido iba viento en popa ganando al descanso por dos goles y la cerveza estaba mas buena que nunca, y caían una tras otra. A falta de veinte minutos para terminar el partido sonó el teléfono, era el jefe de mi amigo informándole que tenía que ir de inmediato al trabajo para cubrir el puesto de un compañero que había caído enfermo. Por lo que acabé quedándome a solas con su padre, a más cerveza ivamos a tocar para ver el final del partido.

Hacia ya tres semanas de mi primera experiencia anal y no había hablado con nadie de ello y necesitaba hacerlo, por lo que tras el partido le lance la típica pregunta a Juan – oye tu que piensas, mira es que un amigo me pidió consejo sobre lo que le había pasado una noche de fiesta …- a lo que el claramente me respondió -nos conocemos de hace tiempo cuéntamelo que te pasó no diré nada, puedes confiar en mí-. Y se lo explique todo, y el empezó con las típicas preguntas, ¿te sientes atraído por los hombres?, ¿fue por el alcohol?, ¿te gustó?,… a lo que yo respondía con -no se, es confuso, .. vamos con ambigüedades. Finalmente me dijo pues veamos lo y me invito a desnudarme delante de el para ver como reaccionaba mi cuerpo, si se producía excitación, y con dudas empecé a desnudarme, hasta que finalmente me quede completamente desnudo. Me pregunto que que sentía al estar desnudo delante de un hombre, a lo que le conteste algo evidente algo raro pero nada del otro mundo puesto que estaba acostumbrado puesto que me duchaba cada día en el gimnasio.

De repente se puso en pie y se acerco a mí y empezó a tocarme suavemente los brazos, pasó sus dedos por mi espalda, fue bajando despacio hasta mis glúteos, los cuales acaricia con solo la puntita de los dedos, lo que me produjo una gran excitación, al darse cuenta se volvió a sentar en el sofá. Me miró y me dijo -personalmente creo que es un tema que te atrae el de los tíos- a lo que sin pensar le conteste – ¿y a ti?- y en ese momento se miro su entrepierna y se abrió la bata (siempre iba en bata y siempre había tenido la duda si llevaba algo debajo y ese día lo descubrí) y estaba totalmente desnudo se veía perfectamente su pene en un estado de crecimiento, me miró lo mire y sin pensar en nada ni decir nada me arrodille delante de él y empecé a tocársela, su miembro empezó acrecer y el me miraba y yo lo miraba nadie decía nada, y empecé a chupar ese enorme pene como si de una piruleta se tratara, hasta que noté sus manos en mi cabeza y me introdujo el enorme pene en mi boca, empecé a mover mi cabeza de arriba a abajo con su pene dentro, lo tenia durísimo. Hasta que de un salto saco su enorme pene de mi boca y se puso de pie, yo pensé que era para correrse en mi cara, puesto que llevaba unos minutos chupando, pero no, me agarró de los hombros y me puso de pie después me puso de rodillas en el sofá, y empecé a notar como ese enorme pene quería entrar, me lo estaba restregando por el culo y eso me estaba poniendo cada vez más y más caliente hasta que le supliqué que me la metiera, y así lo hizo, ufffff mi gemido lo debieron escuchar hasta en la calle, era enorme, una vez me la había clavado se inclinó sobre mi y llevo su mano hacia mi boca para que no gritara tanto y empezó a follarme a buen ritmo, volvía a sentir esa rara sensación de dolor-placer que me estaba volviendo loco. Tras unos minutos se incorporó sacando ese enorme pene de mi culo y las primeras palabras que dijo fue ponte de rodillas, me tembravan las piernas y todo como pude me gire y me arrodille delante de el y me agarró la cabeza e introdujo su sudoroso pene en mi boca hasta que sus huevos hicieron tope y soltó toda su leche directamente dentro de mi garganta, su semen entro directamente por mi garganta lo que provocó que quedara tendido en el suelo con arcadas. Estaba rojo y sudoroso tendido en el suelo a sus pies mientras él me miraba sentado desde el sofá.

Juan la ver que yo no me había corrido todavía me ofreció su mano y me sentó a su lado y acerco su mano hacia mi pene para masturbarme, puesto que decía que si yo le había hecho correrse lo correcto sería que él hiciera lo mismo, por lo que empezó a tocarme y a masturbarme. Pasado unos minutos seguía sin correrme y su pene parecía haber recuperado fuerzas, por lo que me invito a sentarme encima de sus piernas, al notar el roce de su pene en mi culo empece a notar una gran excitación, hasta llegar a un punto que lo deseaba tener dentro de mi otra vez. Y así lo hice introduje de nuevo su pene en mi culo mientras el seguía manoseando mi pene cada vez más duro y apunto de estallar. Hasta llegado el momento que no puede más y me corrí fue una sensación de placer como nunca antes había tenido, estaba liberando toda mi leche con su polla dentro de mi eso fue algo que debió aumentar mi placer, pero no solo el mio una vez me había corrido hice para incorporarme pero me agarró por los muslo y llegó su turno de nuevo note como se corría dentro de mi, noté cada gota que soltó su enorme pene, no puedo explicarlo pero note un gran placer.

Una vez recuperados y aseados acordamos que lo pasado quedaría entre esas paredes y jamás lo revelaríamos a nadie.

Living la vida loca

$
0
0

Lo que ha pasado hasta el momento: JJ, Paco (el gallego) y M. han salido a cenar, donde son atendidos por un camarero que le hace un poco de tilín (bastante) a M. Después de comer, amenizan unas copas con una charla de esas tan “políticamente incorrectas” y que tan bien se le dan a JJ . Y como diría él: Si has “comio” y has “bebio” ¿qué te falta cuerpo mio?… Una vez en la Roy Black, una discoteca de ambiente de Vigo.¡ Oh sorpresa! El camarero del restaurante está allí….

Mi atracción por los sudamericanos, no sé de donde me viene ni a que responde, pero me pasa como con los casados, despiertan mi libido trepidantemente… El camarero me gustó desde el primer momento que lo vi, JJ consciente de ello cuando lo descubrió en la discoteca, me echo un cable y se acercó a entablar conversación con él; pocos minutos después Lucio, que así se llamaba apretaba mi mano mientras clavaba su mirada en mi. Me quede tan anonadado que cuando me dijo su nombre, no le respondí con el mio…Bueno, y quien no se quedaría abrumado ante un tío como el tal Lucio, tenia una piel oscura preciosa, como tostada al sol. Una sonrisa amable y cautivadora, que culminaba en unos dientes perfectos. Sus ojos color miel, emanaban sinceridad y una afabilidad poco habitual. Su rizado cabello oscuro, le daba un aire varonil. Su virilidad era latente y le añadía un atractivo toque de macho rudo.

-¡Chiquillo, dile tu nombre al muchacho no lo dejes esperando.!- me reprendió JJ al ver que no salía de mi ensimismamiento.

-Mariano, ¡me llamo Mariano!- grite yo para que se me escuchara entre el fragor de la música.

Lucio rió timidamente, no sé si por como habia reaccionado o por mi nombre, pero es que es mi eterno problema. Porque vamos a ver si te llamas Miguel, Javier, José son nombres cortos, con los que es fácilmente que te llamen a voces ¡Miguel! ¡Javier!… Si te llamas Alejandro, Roberto, se apocopa tu apelativo y a Alex y a Robert los puede seguir llamando a voces. Incluso si te bautizaron como Cayetano, te acortan el nombre y te dicen el final Tano. Pero con él que me toco a mi en suerte, es sumamente difícil, lo de Mari no me gusta por razones evidentes, y cortarlo por el final podrán comprender que tampoco. En fin, que prefiero que me llamen por teléfono que a voces.

Bueno a lo que íbamos, la risa de Lucio lejos de tranquilizarme me puso más nervioso y si minutos antes estaba queriendo abalanzarme sobre él y pegarle un muerdo de pelicula, ahora lo único que deseaba es que me tragara la tierra por patoso. El camarero se dio cuenta y tomando como excusa lo alta que estaba la musica, se me acercó al oido y me dijo : No te pongas nervioso, amigazo, a mi también me gustaste.

Su voz era cálida, y ese deje cariñoso que tenía le daba un aire sensual; que lejos de calmar mis nervios, ¡lo acrecentaron…! Cuando Paco llego con las copas y me vio hablando con él, la cara de el gallego era un poema y con esa “perspicacia” que lo caracterizaba, sin que JJ pudiera remediar nada (¡ y mira que lo intentó el pobre! ) :

-¿ Tú eres el camarero?-los ojos de Paco parecían que se iban a salir de sus cuencas-¿Entiendes entonces?

-¿ Que entiendo que?- dijo Lucio sorprendido- Ah,¿ que si soy marica.? No me importa meter las bolas en caliente a un tío, pero no soy cacorrro..

-¿ Cacorro?- pregunte yo sorprendido

-Ah, ¿ Como le dicen uds? …¡Loca! – contesto Lucio haciendo una serie de aspavientos con las manos, con los que intentaba simular amaneramiento.

Ante la indiscreción de Paco, JJ y yo nos quedamos sin palabras, pero los dos residentes continuaron conversado como si nada hubiera pasado. A pesar del alto volumen de la música, me pude enterar que el tal Lucio era de Colombia, que tenía treinta y cinco años, que estaba casado y que tenía dos hijos pequeños que se los traería para acá en cuanto pudiera y, lo más interesante, que cuando estaba muy caliente, iba a aquella discoteca a desahogarse.

El tal Lucio en cuanto pudo se deshizo de Paco y de sus incansables preguntas, y se puso todo lo cerca que pudo de mí, y sin que fuera perceptible para los demás rozó sus dedos por mi trasero. Lo mire un poco extrañado, pero el me respondió con una sonrisa pícara y acercando sus labios a mi oído me dijo:

-Guapo, ¿Tienes algún sitio donde podamos ir?- al decir esto, sus hermosos ojos color miel brillaron resplandecientes

-Estoy en un hotel, aquí cerca

-Pues vayámonos, que tengo poco tiempo… – al decir esto sus carnosos labios se entreabrieron para mostrar una sonrisa- Es que mañana tengo que trabajar….- concluyó intentando justificar su impulsividad.

.

El que el camarero me abordara de aquella manera, sin esperar una negativa por mi parte, me hizo replantearme si era un tío demasiado fácil… Pero esa noche, no me iba a hacer el duro, un pedazo de tío moreno, varonil y rudo me estaba esperando para llevarme a la cama y yo no lo iba a hacer esperar.

Me despedí de JJ prometiendo que lo llamaría en cuanto terminara, éste me dijo alegremente:

-La vida es así ¡ Hoy por tí, mañana por mí!

Al salir de la discoteca, me tropecé con los dos tíos que estaban follando en la sauna con la puerta abierta, ellos me reconocieron y uno de ellos me saludo con la mano, yo respondí con un hola apagado.

En el hotel el recepcionista me miro raro, no porque entrara acompañado de un hombre, en aquella zona por lo que deduje debería ser bastante común, sino por que lo hiciera con un tío cuyos rasgos denotaban claramente que era sudamericano.

Cuando entramos en el ascensor, yo iba hecho un flan; Lucio se percató de ello y me dio un tímido beso en los labios… Me cogió la barbilla con sus dedos y mirándome a los ojos tiernamente me dijo:

-No tengas miedo, guapo. Te voy a hacer mi consentido.

Mi única respuesta fue darle un apasionado beso en sus carnosos y sensuales labios; a lo que él respondió metiéndome su lengua en busca de la mía.. Sus manos bajaron hasta el final de mi espalda y apretaron fuertemente mi culo.

-¡ Jo, macho que buena cola gastas!

Una vez entramos en la habitación, nos falto tiempo para deshacernos de las molestas ropas, cuando le quite la camisa a Lucio; ante mi se mostró uno de los torsos más hermosos que he visto, sin un pelo de natural, con un pectoral musculado pero no excesivo que acaba en una imperceptible pero hermosa tripa … Lo mejor era el tacto, casi aterciopelado.

-¿ Te gusta ?- dijo con total desparpajo- Pues esta noche soy todo para ti

- ¿Todo, todo..?. – dije yo pasando provocativamente mis dedos a lo largo de su pecho

-Si, voy a ser muy acomedido contigo.

Lo mire como haciendole entender de que no me había enterado de nada, lo cual le quito todo el morbo al momento.

-Perdón tio… A veces se me olvida que al igual que yo no entiendo todos vuestros giros, vosotros no entendéis todos los nuestros… Quise decir que seré muy atento contigo.

-Pues entonces yo seré tambien… como era..

-Acomedido

-… acomedido contigo.- La frase la terminé en sus labios, dándole un profundo beso.

Lucio me quito toda la ropa con una facilidad asombrosa, apretó mis glúteos de una manera sensual rozando lo salvaje. Cuando me quise dar cuenta sus dedos hurgaban en la raja de mi culo buscando mi agujero.

-¡Tranquilo, hombre!- le dije- Como puede ser que estés haciendo eso, con los pantalones todavía puesto.

-Es que estoy esperando que me los quite tú.

Me agaché ante él, y comencé a quitarle la ropa. Muy lentamente descorrí la hebilla del cinturón, desabroche el botón de su portañuela y baje su cremallera, evitando tocar el realzado bulto que se mostraba bajo la tela… Tire de la prenda hacia abajo, dejando al descubierto unos slips blanco que tapaban a duras penas un empalmado miembro… Pase mi boca por encima de la prenda interior olisqueando la carne que envolvía… Aspire intentando absorber aquel envolvente aroma, pase mi lengua sobre la tela… despacio… suavemente… Sentía como el mástil de carne vibraba bajo aquella débil capa de algodón. Jugué durante unos minutos a hacer sufrir al camarero, morreando su paquete por encima de la tela… Cuando lo considere oportuno tire de golpe de la tela y ante mis ojos estaba una de las pollas más hermosas que he visto… No era excesivamente grande, pero tampoco pequeña, aunque su cuerpo no era delgado su cabeza era gorda y negra, bastante más oscura que la piel de la polla de Lucio, la observe durante unos segundos como si quisiera captar su tamaño, textura y forma en mi memoria… Como si no quisiera que aquel recuerdo se me fuera nunca.

Masajee aquella barra de carne, mientras con mi nariz intentaba absorber su aroma. ¡Qué bien olía el tal Lucio! Aquel oscuro falote estaba pidiéndome comeme, pero yo no me resistía a dejar de mirarlo, lo apreté delicadamente con mi mano, el cipote respondió vibrando entre mis dedos como si tuviera vida propia. Pasé la lengua primorosamente sobre la raja de su glande, un quejido de placer escapo de los labios del sudamericano… Repetí la operación como diez veces, aumentado con cada una de ellas el placer de mi acompañante… Mis labios rodearon aquel mástil inhiesto con los labios, muy despacio, segregando una pelicula de saliva sobre él que termino goteando sobre la moqueta de la habitación… Me trague de golpe aquel oscuro y rígido miembro. Lucio apretó mi cabeza contra su pelvis, como intentando prolongar la profunda mamada. Unas pequeñas arcadas por mi parte, le hicieron conocedor de mis límites…. Seguí chupando a mi ritmo, aunque no sé porque sólo quería disfrutar del momento, de tener aquel falo entre mis labios, no me preocupaba darle placer, sólo seguir mamando, como si fuera la última polla de la que podría disfrutar. De vez en cuando palpaba sus huevos, estaban cubiertos por un vello rizado y duro.. Se me antojo probar su sabor y pase la lengua por ellos, primero de manera suave para terminar metiéndome los dos testículos en la boca y pegarles unos leves sorbetones.

-¡Así, así… como la mamas cabrón… me tienes relajado totalmente!

-Pues esto acaba de empezar- dije sensualmente, sacándome la polla de la boca y levantando la mirada buscando la suya.

-Si, porque tú cuerpo todavía no ha empezado a disfrutar- a la vez que hacia esto, tiraba de mi hacia arriba

Pensé que íbamos a hacer un sesenta y nueve, pero para mi sorpresa me hizo ponerme a cuatro sobre la cama, espere para ver que hacía; tenía clarísimo que no le iba a dejarme follar… Se agacho tras de mi, y sin preámbulos de ningún tipo, me abrió las cachas y me empezó a chupar el agujero… Su lengua era suave, pero cada vez que se abría paso a mi interior, me rozaba con la barbilla, los pelillos de ésta, aunque cortos, eran duros y raspaban mi orificio. Tarde un poco en acostumbrarme a aquella, en principio desagradable, sensación.. Pero a la vez que su caliente saliva empapaba mi ano, pasó a ser una percepción más que placentera.

Lucio, de vez en cuando, paraba el ritmo de sus lenguetazos, y escupía sobre mi agujero, empapándolo con su caliente saliva… Apartaba mis glúteos para dejar paso libre a su paladar, y proseguía con la tarea, me estaba dando una muy buena comida de culo, y todos aquellos a los que alguna vez nos la han practicado, sabemos cual es la diferencia,entre un buen beso negro y uno que no lo es. No encuentro palabras para describir el placer que sentía , mi pensamiento era un idioma de signos sin sentido y me dejaba llevar….Por eso cuando el camarero empezó a hurgar con sus rudos dedos en las paredes de mi ano, no me queje , al contrario intente relajarme para que cumpliera su cometido.

-Amigazo, aquí sólo estoy botando corriente.

-¿ Perdona?- le dije con total perplejidad;el no entender sus palabras me sacó súbitamente de mi muy placentero estado.

-¡Que no hay manera, que aquí no me entra…!

Mire el rostro de Lucio, era como el de un niño al que se le había pinchado la pelota, no tenía planeado que me follara, pero me había puesto tan caliente y era tan tierna la tristeza que invadía su cara, que me hice dueño de la situación y dije:

-¡Hombre de poca fe….! No, te veo yo a ti, como alguien a quien las dificultades le hagan desistir- dije en un tono despreocupado a la vez que me levantaba de la cama, y busque algo en un cajón en la mesita de noche- ¡Toma! Veras como con esto es más fácil y esto para que te lo pongas.

Cuando le di el gel lubricante y los preservativos ,el gesto de tristeza fue sustituido en el rostro del sudamericano por una morbosa sonrisa.

-No es por menospreciarte, pero me han entrado cosas mayores… Así que no creo que tengas problema.- me escuchaba y no podía creer lo que estaba diciendo, ni como estaba actuando, ¡yo controlando la situación !

-No es cuestión de talla, es cuestión de que nunca falle…- dijo Lucio con una sonrisa a la que no pude evitar estampar un beso.

Me coloqué de nuevo a cuatro sobre el borde de la cama, los ásperos dedos del camarero volvieron a recorrer mi agujero, esta vez lubricados como estaban tuvieron más fácil acceso a mi interior. Jugó durante un rato a dilatar a mi esfinter… cuando consideró que era el momento se puso un preservativo, volvió a echar lubricante, esta vez sobre la goma que cubría su pene y comenzó a penetrarme, muy suave al inicio, para después, cuando vio que mi cuerpo era su casa, aumentar el ritmo…. Decir que me proporcionó placer es decir poco, todos sus sentidos estaban volcados en lograr mi gozo… Entraba y salía de mi ano, al ritmo que mi cuerpo le marcaba… Nunca antes me habían follado así, el cuerpo de Lucio rezumaba energía a raudales y esta se introducía en mi cuerpo a través de mi esfinter…. No sé cuanto tiempo estuvo embistiendo su cuerpo contra el mio… Solo sé que una sensación desconocida hasta el momento invadió mi cuerpo … Me estaba corriendo sin tocarme siquiera… Me había derramado sobre las sabanas de la cama, mientras el camarero continuaba con su incansable mete y saca… Poco después. Cuando fue consciente de que yo había alcanzado el orgasmo, Lucio pego un pequeño grito como señal de que había llegado también a su culminación.

Permanecimos unos breves minutos sobre la cama abrazado, el camarero me acariciaba la espalda sin parar, a la vez, que me daba besos intermitentes, sobre la base mi cuello…

-Una pena, nene- me dijo con una voz ronca, pero llena de ternura

-¿ El que ?- dije sorprendido, teniendo como primer pensamiento que lo sucedido no había sido de su agrado.

-Que seas de fuera… Sino me arrejuntaba contigo

Estaba claro que sus palabras, tenían la misma trascendencia, que cuando en mi tierra se dicen cosas como: “ te voy a poner un piso”. Son palabras que se dicen en la satisfacción del momento y con una única finalidad: agradar a quien esta contigo. Pero, pese a todo ello, mi reacción ante tal evidente declaración fue abrazarme a él y dejar que nuestros labios se unieran placidamente.

Aproximadamente quince minutos más tarde, después de una merecida ducha, Lucio me daba un corto beso de despedida y yo me quedaba tras la puerta de la habitación del hotel, con esa maldita sensación de vacío en el estomago.

Una vez hube adecentado un poco la habitación, hice la llamada obligatoria a Juan José. Éste tardo un poco en responder, cuando lo hizo al fondo se escuchaba una estridente música.

-Sí dime ¿ Ya se ha ido tu “Ricky Martin”?- dijo JJ en su particular tono irónico.

-Sí, ya estoy solo .Cuando quieras, ya te puedes subir y ¡gracias, hombre!

-Tú dame las gracias, cuando te diga lo que hemos estado hablando Paco y yo.

-¿Qué?

-Paco quiere subir a la habitación.

-¡Pues ya veras, porque yo no me voy!

-No, si él prefiere mejor que te quedes con nosotros dos. …

Sexo en los baños

$
0
0

Estaba estudiando en la biblioteca, tenía unos examenes próximos. A mi lado, mi novio. Llebavamos más de dos horas estudiando, y yo me estaba aburriendo. Entonces, se me vinieron pensamientos calientes. Me imaginaba aquellos polvos que me daba mi novio. Se me vino a la cabeza a mi novio quitandose los pantalones y yo acercandome para hacerle una mamada en medio de la gente. Después me cogería en brazos y me me pondría sobre la mesa, me bajaría los pantalones y me empezaría a follar. Ahí embistiendome, mientra le gente me ve como me folla mi novio, me llamarían de todo: zorra, puta, maricón… Sinceramente, de pensar en ello me estaba quedando muy caliente y la cabeza ni me dejaba pensar y me dejaba medio ido, y mi polla lo notaba. Necesito un buen polvo urgentemente. Me acerco al oído de mi novio y le susurró:

-Oye, cariño, llevamos dos horas, ¿qué te parece si vamos 15 minutos al baños y no damos un buen polvo?

-No, lo siento, no puedo, tengo que estudiar, te prometo que cuando llegemos a casa lo hacemos.

-Pero yo quiero ahora.

-Joder, que no, que tengo la fecha muy apretada, ponte a estudiar de una vez.

Vale, muy bien. Pero yo sigo igual, así que me pongo a mirar al personal. hay chicos muy buenos a mi alrededor. De 18 a 25 años.

Poso mis pupilas sobre un buen espécimen. Rubio, fibrado, con chándal (como me pone un buen culo en pantalón de chándal. Me mira pero no aparto la vista, con la tranquilidad del que ve el juego desde la barrera. No me sostiene la mirada pero no por vergüenza sino más bien por falta de interés. Dos asientos a la izquierda hay otro muchacho que no está mal. Pero no puedo mirarlo durante mucho rato.

Otro ha llamado mi atención, de hecho tiene en su poder todos mis sentidos.

Acaba de entrar en la sala. De pelo castaño clarito que me gusta y me quedo viendolo, tiene unos ojos marrones claros preciosos y el pelo medio largo, su cara parece un ángel, tiene la piel clara, y no debe tener más de 19 años. Lleva una camiseta de tirantes, un pantalón vaquero y unos tenis blancos.

Podría decir que le miro desafiante, pero sería más honesto decir que no puedo dejar de admirarle. No sé

cuánto tiempo estoy deleitándome con sus movimientos, pero finalmente soy cazado y me devuelve la

mirada. Tiene unos ojos marrones preciosos, y no soy capaz de dejar de mirarle aunque me siento

atrapado y estúpidamente pillado en falta como un niño.

Se sonríe y vuelve la vista a sus libros. Cuando deja de mirarme me siento un poco ridículo. Intento

concentrarme en mis apuntes sin mucho éxito. A mi lado mi novio sigue estudiando sin haberse

percatado de nada. Lucho por no volver a levantar la vista pero no aguanto más que unos pocos minutos.

Y para mi sorpresa el sigue, está mirándome. Se me acelera el pulso…¿me está sonriendo o estoy

delirando? No, sonríe, pero no es una sonrisa amigable, es una sonrisa de superioridad, de victoria. La

sangre me empieza a hervir…necesito ser de este cabrón…

Se levanta. ¿Me abandona? Sigue mirándome fijamente. Hace un leve gesto con la cabeza. ¿Quiere que

le siga? Sale de la sala dejándome tan alterado que casi me cuesta respirar. Miro a mi chico. No, no

puedo hacerlo. No puedo.

Me levanto de la silla y me acerco a mi novio.

-Oye, cariño, voy al baño, no me encuentro bien.

-¿Qué te pasa?

-Me duele la barriga, creo que es algo que he desayunado. Esperame y ya vengo.

-Vale, pero si tardas me paso a ver cómo estás, no quiero que te pase nada.

Nada más decirme eso, me da un beso en la boca. Joder, lo siento cariño, pero necesito un buen polvo ahora mismo, espero que me perdones.

Me dirigo rápidamente al servicio, y ahí está, esperandome en la puerta.

-Oye, ven aquí, al servicio de minusvalidos, aquí nadie nos molestará-me dijo el chico.

Entra en el baño, y yo me acerco. Nada más entrar yo, me cierra la puerta tras de mí y echa el cerrojo.

-Ponte de rodillas, maricón.

En otro momento hubiera pensado que este tío es un gilipollas. Pero ya no tenía suficiente sangre en la cabeza para pensar.

Le obedezco mientras él se desabrocha el cinturón. Le acaricio sus fuertes muslos por encima de la tela vaquera, pero me aparta las manos.

-No te he dado permiso para tocarme, zorra. Las manos a la espalda.

Tiene razón…ya soy su zorra…Con la respiración entrecortada le miro mientras se desabrocha los botones del pantalón. Lleva unos bóxer ajustados. Negros, creo, mi vista no capta el color, solo en increíble tamaño de lo que guardan en su interior. Sin mediar palabra me coge del pelo y me aprieta la cara contra su paquete, con los boxers puestos. Huele a sudor y a sexo. Recorro con la lengua todo el bulto humedeciendo la tela.

Después me aparta la cabeza, se quita los pantalones y los boxers del tirón. Y me pone su polla en mi cara, un pollón de 20 cm que me hace babear.

-Saca la lengua-me dijo

Con la lengua fuera

comienza a darme golpes con su polla en la lengua y en la cara sin soltarme del pelo. Me coloca sus

duras pelotas en la boca y las lamo con avidez. Estoy fuera de mí pero él no pierde esa sonrisa que me

turba tantísimo. Y por fin llega el momento. Me la mete hasta las pelotas. Su capullo choca contra mi

campanilla provocándome arcadas, pero él no tiene la más mínima intención de parar. No quiere que se

la chupe, quiere follarme la boca como una zorra, como su zorra.

La saliva me cae por las comisuras de los labios mientras su enorme miembro viola mi boca.

-Así perra. Ahgg Cométela entera. ¿Te gusta zorra?

Le hubiera contestado. Pero es de mala educación hablar con la boca llena.

Cuando se cansa de destrozarme la boca me hace ponerme a 4 patas. Tengo unos segundos de pánico.

¿Ese cipotón sin lubricante? Pero a él eso le importa una mierda. Se coloca detrás de mí, me baja los

pantalones, me da una cachetada en el trasero y sin dejarme respiro empieza a meterme el capullo. Solté un pequeño de dolor.

-Pshh! No hagas ruido cabrón que nos van a pillar-me dijo.

Pese a su advertencia no dejó de hacer fuerza para meterme la polla en el culo. A los pocos segundos tenía su

pollón metido hasta el fondo mientras tengo que morderme los labios para no gritar. Después de unos

segundos de acomodamiento comienza a moverse dentro de mí mientras me agarra fuerte de las

caderas. Intento como puedo soportar el dolor porque sé que lo bueno viene después. Pasados unos

minutos empiezo a acostumbrarme a sus embestidas que adereza con azotes en mis nalgas. Mis gemidos

van ganando intensidad a la vez que su follada se hace más salvaje. Me mete y me saca la polla casi

entera. No puedo evitar empezar a gemir. Estoy fuera de mí.

-Ahhh, sí, sí, sí, ahhh-digo yo, con la cabeza fuera de mí y sin pensar en que nos pueden oír.

-Eres un marica muy escandaloso joder- me increpa con enfado mientras noto que sale de mi

culo por completo. Rezo por qué no se le haya cortado el rollo. Se pone de pie y se acerca hasta donde tiene sus pantalones y sus boxer, coge sus boxer con la mano derecha y viene hacia mí.

-Ahora vas a ser más discreta maricona – me dice sonriendo.

Me mete su bóxer en la boca. No me lo puedo creer. Saben a preseminal y huelen a sudor, a macho y a semental.

Inmediatamente me vuelve a meter la polla y me folla el culo más fuerte que antes si cabe. El placer es

indescriptible. Si antes estaba ido y caliente, ahora estoy en extasis, como si estuviera en otro lugar. Solo quiero estar ahí siempre y ser su puta. Sí, Oh dios!

De pronto un golpe en la puerta hace que se me hiele la sangre.

-Cariño, ¿estas aquí? ¿Estas bien?- Inquiere la voz de mi novio con preocupación.

Me quiero morir. Me saco los calzoncillos de la boca. Pero ¿Qué hace este hijo de puta? No para sus envestidas. Me saca su polla de de una vez y me la vuelve a meter de golpe continuamente. Sabe que mi novio está en la puerta y no piensa dejar de follarme el culo. Le miro y me

embiste cruelmente mientras esa sonrisa no abandona su cara.

-”Si”-respondo intentando modular la voz, tengo que disimular los gemidos de placer que este cabrón me está dando- Solo estoy un poco mal del estomagooo-un escalofrío me recorre la espalda mientras me pellizca los pezones por encima de la camiseta-vete para el bar y veme pidiendo una manzanilla, por favorrr (por lo que más quieras vete, pienso)

-Ok. Pero no tardes-me dice mi novio.

Bajo la cabeza e intento no gemir mientras el cabrón sigue enculando sin inmutarse. Pasados unos segundos, dejo salir mi angustia con un gemido de placer.

-Ahhhhhh.

Intento reponerme un poco para dejarle claro a este tío que conmigo no se juega así.

-Oye….- iba a decirle algo. Pero él ya ha cogido los bóxer del suelo y me los mete de nuevo en la boca.

-Así me gustas mas perra.

Se vuelve a colocar detrás de mí y me vuelve colocar su polla en el culo. No creía que pudiera ir más rapitdo que antes, me equipové. Sus huevos chocan contra mis nalgas, y se oye en el baño como chocan. Con sus manos entre mis nalgas, me enpieza a mover de arriba a abajo rapidamente. Así estuvimos un momento. Hasta que me se saca su polla y hace de que me tienda bocabajo en el suelo. Pone mis piernas en sus hombres y me vuelve a introducir su polla en mi culo. Me quita los boxer de la boca y me besa mientras me folla, estamos así un momento. Lo miro a us ojos y sus ojos marrones claros me dejan hipnotizados, le acarizo su pelo con mis manos. Es un chico precioso y hermoso, y es muy bueno follando, es un gran semental y se nota. Me gusta ser dominado mientras me follan. Después, nos volvemos a poner a cuatro patas y me pone sus boxer en la boca otra vez. Mientras me folla, me da unos cuantos cachetes en las nalgas.

El corazón me late a mil por hora, casi no puedo respirar…sus bóxer en mi boca ahogan mis gemidos, me

vetan el aire, pero sobre todo me excitan…la cabeza me da vueltas y siento que mis músculos se

agarrotan, me siento morir…la petite morte…por primera vez estoy completamente de acuerdo con los franceses… me corro sobre el suelo sin tocar mi polla… también por primera vez A los pocos segundos noto como por primera vez empieza a gemir y sus muslos se tensan. Sus embestidas se hacen más rápidas y su espalda se curva.

Con un pequeño grito comienza a descargar en mi dolorido culo. Tras unos segundos de pausa saca su pollon dejándome chorreando leche. Relajo mis músculos y me quito los calzoncillos de la boca, pensando que ha sido el mejor polvo de mi vida cuando de pronto me mete los dedos por el culo. Mete dos dedos por mi culo y recoge el semen y me los mete en la boca para que los lama. Se pone de pie, coge sus pantalones, se los pone, después su camisa de tirantes. Se acerca a mí, me da agarra de la cabeza y me da un beso en la boca.

-Ha sido un buen polvo, me lo he pasado bien contigo-me dice mientras me estiende la mano con los boxer- Los bóxer te los regalo de recuerdo marica.

-Gracias-respondo a los cinco segundos, pero él ya ha salido cerrando la puerta tras su paso. Me doy cuenta que es de las pocas

palabras que le he dirigido. Cojo los bóxer y los empapo de mi semen, que ha caído en el suelo, y el suyo, que ha salido de mi culo.

Me los llevo a la boca mientras recupero el aliento.


David y Diego: Sexo y Cumpleaños

$
0
0

-No…

-¿no?

-yo…te detesto

-pero…no ¿Por qué?

-me das asco, me repugnas

-pero… ¿Por qué me dices eso? – emergían unas cuantas lagrimas de mi cara. Me dolía el alma al escuchar eso de su boca.

-no te quiero volver a ver en mi vida…¡vete de una puta vez! ¡Déjame en paz!

Mi corazón se devastaba en miles y miles de pedazos, mi mundo se vino encima arruinando todo a su alrededor. Mis ojos se encharcaban. Me derrumbe en el suelo de rodillas, todo lo que amaba se perdió.

-eres un puto marica, un maricon de mierda, déjame tranquilo…no vales nada

-No Diego…por favor –

Una patada por parte de el en mi estomago me dejo sin aire tratando de poder respirar tirado en el suelo. Me desgarre por dentro, lleno de suciedad del piso comenzaron a brotarme lágrimas de dolor y ahogo profundo. Quería morir, para que vivir si me despreciaba lo que yo mas amo en el mundo. No respondía ante mis impulsos, mi cuerpo no reaccionaba…vacío, en blanco, era como si ya no tuviera sentimientos. Todo eso se fue… se fue y no volverá a aparecer. Miraba desde el suelo viendo como se iba corriendo con cara de maldad. Esas sangrientas palabras que eran como un balazo en todo el medio de mi frente, no dejaban de resonar en mi cabeza.

-‘Maricon de Mierda… ¡déjame en paz!’ – yo solo me hacia esa pregunta desde el fondo de mi corazón…yo ¿Qué hice?

Comenzaron a caer unas gotas por mi espalda. Caería un fuerte aguacero…si, no tardo mucho en llover a cantaros. Con lo que me quedaban de fuerzas pude recostarme en la baranda del muro, todo mi cuerpo lo cubrió la lluvia. Perdí a mi novio y no…se porque fue. Rayos estruendosos caían desde la distancia. Uno en particular se escucho y retumbo en mi subconsciente.

////////////////

-David ¡David! ¡Despierta ya! – un sacudón a mi cuerpo mas el sonido de los truenos despertaban todas mis funciones motrices abriendo mis ojos. El sudor caía en mi cara, temblaba, mi corazón latía al mil.

-¿que te pasa? Estas pálido ¿tuviste una pesadilla o algo? – Preocupado me decía con turbación en sus ojos

-yo…necesito estar solo – desesperado me levante de mi cama, fui al patio sentándome en un muro escuchando mis pensamientos y por lo que acababa de soñar… ¿Porque soñaba esto? preguntas y mas preguntas complicaban cada vez mas y mas mi vida. La pasamos bien el resto de la noche, haciendo retrospectiva a mi mente. Todo fue…

_____________

-¿Qué me dices?

-Pues…

-Rara la vez no están en mi casa, por favor así la conoces, seré tu guía para que no te pierdas

-yo contigo no me opongo David, tu sabes que me puedes llevar a donde tu prefieras

-¿entonces es un si?

-¡claro pendejo porque no! Ya es tu turno de que me prestes tu casa, pero tengo que confirmarle a mi mamá que dormiré contigo. Se pondría histérica si no le digo.

-dale jejeje que bueno que vengas a dormir conmigo, ven acompáñame

No hizo más reclamos y me siguió hasta mi casa, buscaba la llave para abrir la puerta. Todo estaba oscuro como lo había dejado, prendí la luz. Dejando entrar a mi novio al estilo de un mayordomo de una casa fina de ricachones e hijos pretenciosos.

-oye que casa tan bonita

-¿si te parece?

-claro que si

Mi casa como las de todos, una casa normal común y corriente. Una sala con sillones verdes, la mesita con el florero de bifloras, el televisor grande donde nos reunimos para ver algo junto con el DVD para ver alguna película o algún CD de canciones. Al lado el comedor, chiquito pero agraciado cerca de la nevera, la repisa de los condimentos y el bife al lado donde se guarda la comida que no necesita refrigerarse. Al lado el cuarto de mis padres y el segundo piso donde hay un cuarto para cada uno, mi cuarto y el de Toño. y una despensa donde se guardan cosas para mas adelante.

Cerca de la cocina esta el patio donde me gusta estar. Ahí mi mamá cuelga su ropa, en ella hay una escalera para subir al techo y estar ahí por horas y horas contemplando las maravillas del denso y silencioso cielo. Ese lugar me ayudo a meditar acerca de la última decisión de estar con Diego sin más no recuerdo. Y las cosas que no faltan como el baño, la cocina y lugares en donde sentarse.

Sacaba de la nevera dos hamburguesas que me había traído mi madre del hotel donde trabaja, debió de tener hambre después de haber caminado bastante conmigo. Mientras yo calentaba lo que nos íbamos a comer, Diego hablaba por celular con su mamá.

-Si ma, si, estoy con David. Voy a dormir en su casa. Si ma… si, yo voy temprano no te preocupes… ehmm… ¿el traje de mi papá? …Luego te cuento, yo lo tengo así que no te preocupes, te mando besos ma, chao…

No me contuve de la risa mientras llevaba las hamburguesas con refresco a la mesa, cogió un traje prestado para impactarme en nuestra inaugural cita. uno hace lo que sea por alguien que ama con todo su corazón. Yo hubiera hecho semejante locura también, pero no me hubiera puesto un traje, me habría dispuesto a preparar otra cosa.

-Diego jejeje ¿usaste el traje de tu papá para la cita de hoy? – decía riéndome por su maniobra al tratar de sorprenderme

-emm… – con pena se sentaba en la mesa – si, es que yo no tengo traje. El traje de la fiesta de la otra vez lo rente

-oye tonto, no me molesta eso, lo que no me trama es como te queda de bien

-como que mi papá era de mi misma talla creo, en fin… gracias por la hamburguesa

-de nada – decía viendo a Diego darle un mordisco a la suya pasándola con refresco de manzana

-sabes una vez me dijo ‘hijito algún día usaras este traje’. Lo llevaba puesto para ir a un matrimonio de uno de sus mejores amigos mientras lo miraba estando yo chiquito con mi carro de juguete en mi mano. Y lo le decía, ‘si Orlando’

-¿Orlando? – preguntaba mientras tomaba de mi refresco

-me demore bastante en decirle papá, así que le decía Orlando

-es una de las primeras palabras que un niño aprende ¿no?

-no se jejeje – comiendo mas de la hamburguesa – mas que todo si, usaba esas batas de los doctores, medico neurocirujano era su profesión. Pocas veces lo veía, me emocionaba mucho cuando eran vacaciones o navidad, eran los únicos momentos que pase con el y mi madre…la verdad…lo recuerdo mucho.

Dejo de hablar dejando su hamburguesa en el plato, su cara se torno seria y afligida. Puse mi alimento en el plato. Al acordarse su padre, conmemoró ese instante de gozo. Pero son cosas que no volverán a pasar. No me gustaba verlo de esa forma, así que pensé rápido.

-¿lo extrañas no? – pregunte cogiendo una de sus manos

-…algo

-sabes, el estaría orgulloso de ti

-¿porque? – mirándome desconcertado

-¿no te has dado cuenta? Llevas puesto su traje. Tal vez no en las condiciones que él quería tal vez, pero lo usaste

Miraba su traje retirándole algunas lanas pegadas por los hombros. Suspiraba…estiraba sus labios como precepto de que yo, tenia razón, de que me la daba sin lugar a dudas.

-escucha…todos vivimos en este mundo, por alguna razón. Por eso es que existimos aquí, ver…que perder a alguien importante en nuestra vida. Nos aflige y vivir ese duelo constante es duro… pero ellos no se van para siempre, están contigo en espíritu. Que no los podamos ver, nos hace sentir egoístas porque no nos ayudaran como uno quiere, pero que nos protegen es muy cierto.

Agarre su otra mano. Puede que este sonando como un pastor en iglesia pero, yo abría mi corazón hacia mi vida… este muchacho, era mi vida. Y ver que se pone así, me siento mal yo también. Pero estando yo por aquí ayudare como sea a Diego, como muchas personas también harían por alguien a quien quieren.

-David…Gracias, me alegra tenerte en mi vida

-a mi también me alegra – soltando sus manos

-bien, dejemos los melodramas para otro momento, no me has mostrado tu cuarto.

-nooo, no quiero que lo veas

-vamos que yo sé que no será tan malo

-…esta bien – suspire resignado y rendido

Terminamos de comer. Lleve los platos al fregadero y me disponía a llevar a mi novio a mi cueva secreta, eso dicen mis tías, porque es pequeña pero es acogedora y tiene de todo

-si ves algo que sea muy gay no dudes en avisarme

-jejeje no creo que sea para tanto

Abría la puerta de mi cuarto encendiendo la luz, ¡carajo! había mucho desorden, un cuarto de paredes verdes con lo básico, televisor, cama, mesa de noche, computador. Uso canastas de ropa para resguardar mis prendas de vestir. Canastas juntas por un palo que sostiene mis chaquetas y sacos por si hace frio y las prendas elegantes para alguna ocasión. Mi cuarto esta lleno de pura basura, mas que todo icopor porque me gusta pintarlas y usarlas como escenarios de videojuegos. Todo lo que es en miniatura me enloquece.

-esta bonita David, aquí lo tienes todo, hasta hay una pequeña ventanita por donde ver, te dirige hasta la calle

-si, ven te presto de mis pijamas

-¿seguro que me servirán?

-claro pendejo, tenemos como la misma talla… ¿sabes que? mejor busca lo que te guste, con gusto te lo presto.

Busque mi pijama, la había dejado en una silla, la de siempre. el pantalón pijama azul claro y mi camisilla negra. Hacia un frio que congelaba las extremidades del cuerpo sin dejarme mover, me deje las medias porque no quería que mis pies sufrieran por falta de calor. Diego se cogió una camiseta gris sin mangas estando colgada en mi armario, y una sudadera para hacer ejercicio de color negra que tengo cuando salgo por ahí cuando tengo que hacer actividad física. Moví otra vez mi muñeca repentinamente para saber la hora.

-10:35 PM

No estaba tan tarde, quizás podríamos jugar algo en mis consolas o algo para matar el periodo aburrido del tiempo. No se me pasaba algo seguro por mi mente, por suerte otra cabeza pensaba mejores cosas que yo ocurriéndosele una perfecta idea.

-David, ¿vamos afuera al patio a relajarnos un rato?

- esta como medio temprano… si vamos, llevare una sabana

-no me gusta acostarme tan temprano, no soy un niño, además mañana no nos toca clase

-cierto ¿te presto algo para que no andes descalzo?

-nah, me gusta andar así, además con estas medias no me dará frio, tranquilo

-bien

Deje que el fuera primero poniéndome mis Crocs negros con los que me mantengo en la casa, acarreaba la sabana en mi mano mirando por la ventana si no fuera a llover para no dañarnos el momento de estar juntos. Y si, todo estaba sereno, grillos y una que otra luciérnaga se escuchaban por ahí cantando con sus cuerpos.

Deje la sabana en el suelo sentándonos en ella mirando hacia el oscuro cielo lleno de nubes violetas y grises cubriendo la luna llena que brillaba camuflada por esos gases. Diego se había acostado en el piso con sus manos en su cabeza acomodando sus pies. Yo mantenía mi posición sentado observando la espesa atmosfera.

-Ven David, acuéstate conmigo, empieza a hacer frio

-voy espera

Deje mis Crocs a un lado para poderme acostar a su lado. Ubiqué mi cabeza en su hombro estirado haciendo este con su mano una pequeña caricia a mi cabello, alternado sus caricias en mi hombro. Como algo tan simple que es estar con alguien mas, no hay necesidad de un viaje, un regalo, Dinero o algo fuera de lo inusual. Solo saber, que estar con esa persona es lo único que te importa.

-Me alegra tenerte David

-yo estoy feliz de estar contigo también…

-oye dime ¿que fue lo que mas te gusto de mi?

-Pues, no diré la redundante respuesta de ‘todo’ porque no seria justo. No se, tu cara me hace generar mucho afecto hacia ti, esa carita…cuando la veo me emociono mucho

-yo también seré justo, lo primero que vi con mas detalle…en ese baño, fueron…esos ojos, eso hermosos ojos que pocas personas tienen

Me miro sincero, su gesto de verdad me hizo generar toda la seguridad que necesitaba a todas mis quejas y contemplaciones. Me surgió ese fuego, esa chispeante llama que sobrellevaba a mi cuerpo a darle impulsos de deseo de estar con mi pareja. Incorpore mi cuerpo quedando boca abajo sosteniéndome con mis manos en el suelo sin dejar de mirarnos.

Esa fricción entre mi polla cubierta de capas de ropa junto con la de él, me apetecía saborear su boca. Lentamente deje que mis parpados se cayeran derritiéndome por el momento. Mis labios querían más de los suyos desde ese beso en la parada. Y fue así, empecé a besarlo. Nos dejamos llevar por el beso que le proporcionaba.

Mis manos fueron tocando sus brazos hasta entrelazar nuestros dedos, sin dejar nuestro contacto salival y entrañable. Vivo un montón de cosas en mi corazón. No sufría, no lloraba, no me apenaba cuando él estaba a mi lado regalándome su apoyo incondicional. Haberlo conocido al tiempo, sonriendo como la primera vez aquella vez, entramaba su amor como el tesoro más valioso que he tenido. Pare mi beso interconectando miradas otra vez, me gustaba el mirarnos cada vez de cada beso o de cada momento. El impulso me hizo decirle:

-Te amo

Acaricio mi cara como gesto de cariño a mi beso

-Yo también…te amo…eres todo para mi

Y le dimos segunda oportunidad al beso. No podía parar de amarlo, de quererlo, era inaudito si no lo hiciera. Jalaba mi camisilla tratando de quitármela, permití que me la dejara quitar dejando ver mis pequeños pectorales formados por el ejercicio.

Lo besaba por el cuello usando mi otra mano despeinando su cabello dejando que mis dedos dieran un paseo por sus hermosos rizos. Mi otra mano se metía por su camiseta palpando cada uno de los músculos de su pecho, mas que todo esos dos abdominales que me hacían estremecer.

////////////

Seducía con el servicio que me brindaba, ver que David me daba toda su pasión en recipientes y recipientes grandes, se me hacia ilimitado no quererlo. Mis manos rozaban su pequeño cuerpo, me gustaba todo de el aunque sus abdominales no se reflejaran en su torso me apetecía verlo de ese modo. Hacia un camino con las palmas de mis manos, desde su estomago, su pecho, sus hombros, su espalda hasta introducir mis dedos por dentro de su bóxer para palpar esas suculentas nalgas que me asombraban por ser grandes.

Dejo de besarme, su cuerpo iba poco a poco por mí cadera aprovechando yo retirándome la camisa sin mangas que llevaba mientras me miraba con esos ojos naturales a estilo de un perrito que vela por su comida. Con sus manos jalaba el elástico de mi bóxer dejando al descubierto mi polla excitada por la manera en que me complacía, el resorte de la sudadera se atascó en mis piernas dejando notar la parte de arriba de mis medias negras que llevaba para que no se congelaran mis dedos de los pies.

/////////////

Mire esa polla, agarre su falo y comencé a mamarlo, su cabeza estaba caliente. No me sorprendía, ambos estábamos incitados de sexo y oriundos de placer. Iba de arriba abajo mamando como un puto, cuadre mas mi cuerpo para retirarme el pantalón pijama y el bóxer para poder consentirme pajeando mi pene.

Con una mano me la hacia rápidamente, mientras que con la otra le daba todo el 100% a su pene destilando unas cuantas gotas de precum en mi boca. Abrí mis ojos, con sudor en su frente apreciaba su mirada llena de padecimiento placentero gracias a como yo la chupaba. Deje de pajearme y comencé a pellizcarle una de sus tetillas para que se pusiera a gemir como a mi me gusta que lo haga.

////////////

El dolor de ese pellizco hizo que gimoteara, excitándome aun más. Agarre a David de las axilas para que me diera un beso para saber como se apreciaba el sabor de mi pene en su boca. Delicia insuperable, metí toda mi lengua a su boca entrelazando la suya sin dejar ningún rastro del sabor de mi polla, porque me parecía delicioso y suculento. Me acomode para quitarme todo lo que me molestaba de ropa, la sudadera, el bóxer, las medias para quedar completamente desnudo.

David hizo lo mismo, despendio de su pies lo demás que llevaba puesto incluyendo sus medias de rayas, para así estar como nos trajeron al mundo. Completamente desnudos se hizo al lado mio estando los dos de lado para besarme nuevamente. Su beso me transportaba a otra dimensión paralela donde yo…no tenia que preocuparme, solo era amar y amar hasta más no poder al que tenia a mi lado.

David cambia radicalmente cuando tenemos sexo, me gusta eso de él. Abalanzo su cuerpo para cerrarme los brazos con sus piernas. Su mirada llena de lascivia y placer decía todo, pero el sin interponerse ante lo que pensaba hablo agitadamente.

-Mámamela…me la debes

Obedecí. Comencé despacio a chupar su glande que estaba envuelto en placer. Lo chupaba como la punta de un helado. Me dejaba llevar por los envites de mi cuerpo. Lamí con mi saliva dos de mis dedos mientras seguía mamando. Dirigí esos dedos lubricados a su culo pasando por su registro pequeño metiendo uno de mis dedos en su esfínter para que se llenara de éxtasis así como lo estaba yo.

////////////

Habitaba en el cielo del regodeo del sexo. Impulsé mi polla a su boca sin llegar a ahogarlo para generar movimientos de izquierda a derecha para seguir con esta sensación que me apetecía más y más. Era ambicioso en ese instante, su dedo iba mas y mas adentro mio. Pegue un grito a lo que Diego mamaba aceleradamente dejándome agitado, estimulado y sudoroso.

Cerré otra vez mis ojos. Me inundaba todo ese erotismo de ese sexo oral. No podía dejarlo mas con esa labor, me despegue de él estando el observándome con cara de fiereza, pero de fiereza buena, de la que me gustaba. Hizo su sonrisa picara al mirarme buscándose en su pantalón regado en el suelo, un condón envuelto. Con sus dientes lo desprendió forrando su arma para poder disparar en mi trasero.

/////////////

Me tumbe al suelo corriéndome un poco más en el culito rico de David. Con mi pene envuelto sin inquietudes, agarraba con fuerza su pelo por la parte de atrás permitiendo que mi polla encajara. David cerró duro sus ojos con un poco de dolor. Obre rápido, lo entretuve dándole un beso con todas mis ganas para que pasara la dolencia. Se fue tranquilizando un poco apoyando sus rodillas en el suelo posando sus manos en mi pecho y yo en sus caderas. Ya que me acuerdo según la pose que efectuábamos era la andromaquia. Mi pene se paraba al ver todas esas poses dispuestas a hacerlas con el en el computador.

Todo el cielo estaba oscuro como escenario perfecto para hacer el amor. El ritmo que le generaba a mi pene manifestaba pasión encandecida en David. Duramos así un buen rato. Me miraba y lo hacia lo mismo mientras usaba su mano para pajearse.

-No pares guevon, mierda, no, no paares

-Su voz entrecortada me hacia impulsarme mas para que se viniera encima mio. Apreté mis dientes preparado a que él se corriera rápido…y así paso, hice mi cometido. Su pene hizo brotar varios disparos de su semen. Me encantaba que se corriera. Toda su leche se vino en mi pecho y los pocos chorros en mi abdomen y por los pelos púbicos de mi polla.

/////////////

Ese orgasmo fue fenomenal, alucinante y maravilloso. Mi culo se despegaba de su polla estando arrodillado recobrando mis sentidos por el clímax de ese provocativo y caliente sexo desenfrenado. Me acabada de dar cuenta que se pajeaba retirándose su condón. Me dispuse a que se levantara rápido para que lograra venirse encima mio, se acomodó como estábamos antes intercambiando posiciones. Acariciaba sus abdominales para que se viniera rápido y pueda vivir todo ese encanto de masturbarse al tener sexo.

-Mierdaaaa, me vengo, me vengo

Dispararon de a tres chorros cayendo en mi cuello, pecho y cerca de el borde de mi ombligo. Ambos sudábamos, nos regodeábamos de deleite de haberlo hecho porque hace rato que no efectuábamos el ritual erótico homosexual que al que tanto hemos estado acostumbrados.

-Eso… estuvo fantástico – decía agitadamente

-Fue, extraordinario

El cielo hizo su estruendo indicando que llovería y caerían truenos, menos mal terminamos rápido

-me quitare toda esta deliciosa esperma y me iré a vestir… ya debe de estar tarde.

-yo…me vestiré aquí, no me he lavado los dientes, arregla todo para que nos podamos acostar ya.

-Ok

Me dirigí a mi cuarto a vestirme, llevaba completamente desnudo mi ropa y la sabana donde habíamos hecho el amor. Preparaba mi cama, seria la primera vez que dormiría con alguien en mi cuarto por primera vez.

Tirado en mi cama ya con mi ropa, miraba el techo. Solo, le agradecía a la vida por tener a mi novio a mi lado. Podía coger el mundo con mis manos, me sentía confiado, imparable, no estaba acostado en mi cama sino en un mar de nubes que hacían vibrar todo mi cuerpo de gusto, un deleite que nunca había apreciado en estos 16 años de vida.

/////////////

-Uffffff, que meada

Termine de orinar, se sintió muy rico. Después de haberlo hecho, ese orín hace que mi polla se erice. Ya con mi ropa puesta preparado para dormir con David, me dispuse a ir a su cuarto. Me guarde el compañero placentero (así le digo yo) detallando la manilla que me puse hoy. Le dije al manillero, que era para mi hermano jejeje digo mentiras pocas veces pero para un buen fin, imagíname a mi con un hermano. Ver que este tejido con su nombre, me hace elevarme al firmamento, impulsarme de un cariño agradeciendo al chico que esta allá arriba. El que siempre me apoya, el que me da la mano, soy afortunado de tener a semejante Ángel a mi lado.

Apagaba las luces de la casa, ya nos iríamos a emparejar para poder estar tranquilos después de tanta cosa que andamos los dos. Definiría esto ya como…mi primera cita, tuve muchas, desde los 12 años, con chicas. solo hablábamos acerca de sus problemas y gustos preferenciales a mi cara. No sentía nada cuando hablaba con ellas, me incomodaba que me besaran al final de cada calvario. Pero no sabía si eso era normal, si era cierto sentir esas chispas artificiales que lo hacen volar a la estratosfera. Nunca entenderé eso, pero sé que esas sensaciones perfectas solo las vivo con David, con todo mi universo, con mi novio.

Destinaba mis pasos a su cuarto. Llegue y lo vi acostado llevando su brazos puestos en su cara.

///////////////

Seguía mirando al techo y nuevamente no lo podía creer empecé a hablar en voz alta

-No puede ser verdad

-¿Qué no puede ser verdad? –decía mi novio recostado en el muro riéndose pícaramente al lado de la puerta

-jejejejeje

-jajajajaja ¿de que te ríes?

-me cogiste pensando en voz alta, que no puede ser verdad que este contigo

-yo soy afortunado de estar a tu lado –acostándose cerca de mi regalándome un beso de buenas noches

-espera yo apago la luz, espero que te guste mi cama porque la tuya me encanto

-ok, cama es cama pero es mejor si la compartes – añadía apagando la luz estando a oscuras, me arrimaba de a poquito para no lastimarme con algo

-ven yo te abrazo, es mi turno ya…

-Ok, estas calientico jejeje

-Hasta mañana David…te amo, pasa felices sueños

-tu también…te amo. Hasta mañana

Festejare este momento para toda la vida. No hay cielo que se cubra bastante por lo que siento por Diego, dormiría feliz al estar a su lado. Solo espero no tener ilusiones que no sean las que yo quiero que sean, no me traman las pesadillas.

//////////////

-Pfff, que no quería de ese tipo de sueños ¿y me vienen a salir con esto? Yo… ¿porque tuve que soñar con esta mierda? No quiero… que el me deje, si yo, lo, lo amo…

Discutía solo. El suelo del patio estaba mojado, estando los truenos cantando a más no poder. Mis palpitaciones eran más precipitadas y tétricas de lo normal. Era como ver a mi peor inquietud enfrente de mí. Entre en pánico, me salían lagrimas de miedo residiendo yo en toda esa oscuridad relampagueante. Una especie de mal presidía poco a poco mi cuerpo pero-

-David – una mano se poso en mi hombro, voltee y era el, preocupado por mi. Miraba como si yo estuviera afectado por algo. Mis pensamientos revoloteaban mi cabeza exponiendo cosas sin sentido.

-Vete…no quiero…el sueño

-No, no me iré…

-no…yo, no puedo – emergían mas lagrimas de mis ojos sin razón alguna

-Oye, oye, ¡OYE! Mierda que te sucede ¡no me asustes! – entrecortando su voz, fue abrazándome fuertemente para ayudarme cayendo otro ruidoso rayo retumbando los tejados. Pude escapar de ese dolor que yo no sabia cual era su intención, mi cuerpo, se calmo un poco. Correspondía su abrazo forzosamente para que me ayudara a salir de mi miedo. Pero aun sentía esa maldita vibra dentro de mi.

-Diego (sniff) soñé que te perdía, que me abandonabas, me denigrabas…fue como… ver la muerte ahí mismo

-no me iré a ningún lado…

-Pero es que yo…no

-¡NO ME IRE A NINGÚN LADO!

Grito con sus fuerzas tirandome al mojado suelo con sus vigorosos brazos. Ese golpe me despertó de todo ese dolor, fue casi real todo lo que viví soñando. Abrazaba fuertemente mi cuerpo, correspondiendo otra vez su estrujón. Respiraba llenándome de paz, de tranquilidad, de calma, de quietud. Toda mi ropa estaba mojada. Mis pies apreciaban esa sensación de mugre y agua entre mis dedos. A lo cual él también estaba escabroso y húmedo. Retiro su cuerpo de mí mirando mis ojos…sonriendo.

-Nunca te abandonaría, yo te amare hasta el fin del mundo

-David solo fue un sueño, nunca lo haría, no te dejaría solo

-yo – sostuvo mis brazos levantándome del suelo, mi cuerpo se estremeció estando ya equilibrado

-Perdóname…

-Vamos a dormir, ya te iras calmando, ve cámbiate tu ropa que sé que se te pasara.

Fuimos a mi cuarto a cambiarnos la ropa echando la otra en un canasto, esta vez…agarraba mi mano mientras tratábamos de conciliar el sueño. Solo recapacitaba. Me enfocaba solo en dormirme nuevamente. Él se iría temprano, le prestaría algo de ropa porque verlo un domingo con esa pinta de ejecutivo, tramaría a mucha gente. Deje que mi cansancio me gobernara, ya con este golpe afectivo, volvía a ser yo nuevamente. Había que esperar, solo agradecía de tenerlo ahí…conmigo

____________

-Recuerden la tarea de ingles para la próxima semana muchachos, y el examen será ese mismo día. Pretérito definido e indefinido, verbos irregulares en pasado y las conjugaciones en sus tiempos… nos vemos la próxima semana muchachos se cuidan mucho –agregaba la profesora al sonar el timbre

Me había recobrado completamente. Después de ese día me relaje y dormí como un bebe, me tuvo que despertar Diego diciendo que se tenia que ir. Le preste una camiseta y una pantaloneta para que se pudiera ir, con sus tenis no importaba porque eran perfectos con la ropa que le daba, llevaba toda su ropa metida en una bolsa. Por la tarde mis padres y mi hermanito llegaron de la casa de mis tías preguntando que como estaba todo y yo solo les dije: ‘bien’ pero detrás de ese ‘bien’ ocurrieron un montón de cosas.

Salí del salón hacia la maquina de dulces para sacar mi dulce favorito porque moría por comer chocolate con maní. Inserte el billete, los botones de siempre y cayo mas rápido de lo normal. Me agache para recogerlo. Cuando recobre mi cuerpo, se me helo la espalda de un susto al ver a esta tarada a mi lado mio sonriendo como chucky dispuesta a matarme.

-Mierda Karen ¡no me asustes! Casi se me para el corazón

-Mi lindo ¿como has estado? Si vieras lo feliz que estoy yo

-¿por Carlos?

-¿tienes celos? –agregaba pícaramente

-como se te ocurre, no pienses que me robare a tu novio o algo parecido

-no, no creo, Carlos es hetero 100% te lo aseguro

-no la vayas a decir que soy gay, casi metes la pata la otra vez

-descuida muñeco que todo saldrá bien, copia exacta de mi Zayn, ven que quiero llevarte a un lugar

-¿a donde? ¡Y no me digas Zayn! – gritaba mientras me llevaba a rastas de la mano

Íbamos por la zona verde saliendo de los sectores de los salones. ¿A dónde carajos me llevaba? Ella solo estaba feliz pasando por los barandales sin importar que se me fuera a caer mi maleta. El calor que hacia era terrible, me daban ganas de quitarme la camisa institucional y quedarme todo el tiempo en camisilla o con mi pecho desnudo. Pero por reglas del colegio, solo se puede hacer eso cuando vayamos a jugar futbol.

-Karen ¿A dónde me llevas?

-mira

Voltee y estaban Margie, Javi y mi lindo novio sentados en una banca de madera al lado esperando a que llegáramos. Estaba confundido ¿porque estaban todos aquí? …y lo más irónico es que esas 4 personas son las únicas que saben que yo soy gay. Me senté entre Karen y Diego preguntándome a ver que sucedía, todos me miraban con una sonrisa ¡mierda! ¿Qué pasaba?

-Bien mi hermoso David…te preguntas porque te traje hasta acá y porque estamos todos aquí ¿no?

-mas que todo si – decía mientras le daba una sonrisa Diego, lo cual hizo el lo mismo.

-pues David…se acerca una fecha especial – explicaba Javi

-una fecha que todo el mundo en este planeta celebra – indicaba Margie

-y la celebras con tu familia y tus amigos – seguía Diego poniéndome su brazo en mi hombro como gesto amistoso

-Ay ¡tan lindos los dos! – gritaba Karen

-Karen cállate no llames la atención. ¿Podrías cerrar el pico que tienes por un momento? ¿Qué están tratando de decirme? – agregaba yo susurrando

-Tonto ¡tu cumpleaños! ¡Vas a tener 17 dentro de poquito! ¿No te sientes feliz?

-Em pues si, pero-

-Karen, tu compinche, tu loca, tu desquiciada amiga quiere celebrarte tu cumpleaños en una fiesta – Decía Diego

-oye ¡no soy desquiciada! Que porque seas lindo no quiere decir que no te pueda tratar mal, loquito superdotado

-pues a mí, a Margie y a Riascos nos pareció buena idea la de Karen – exponía Javi

-De hecho, fue una idea de mi Ñenguis

-¿y quien carajos es Ñenguis? – preguntaba yo

-Bobo, mi novio, como le encanta Ñengo Flow el cantante de reggaetón yo le digo Ñenguis

-pero que gustos los de tu novio, solo le falta el parlante a todo taco – insistía yo echándose todos a reír. Si… me había dicho que me merecía una fiesta, bueh…no tengo problema que la haga

-Déjalo que es la música que le gusta – afirmaba Margie apoyando su cara en sus delicadas manos

-bien cariño ¿que opinas? Tú y tu hermosa apariencia ya oficialmente propiedad de Diego ¿van a ir a la fiesta?

-Karen esta loca – susurraba Diego

-Pues…que más puedo perder, claro que voy a ir ¿van a ir todos?

-yo voy a invitar mas que todo a tus allegados, a los que tu conoces, pero no faltara el morrongo (colado) que se meta a la fiesta. Será en el bar Blue Falcon, el bar donde va Carlos. Como será una fiesta con supervisión de un adulto ósea mi noviecito, no habrá problema en tomar trago.

-yo me muero por una cerveza – sofocado agregaba Javi muriéndose del calor

-se donde es, pero que no ponga música a todo volumen que eso a mi no me gusta

-todo lo que tu quieras mi querido príncipe – agarrando mi nariz, echándose todos a reír otra vez

Wow una fiesta, creo que mis papás me harán una pero no será como la de Karen. Será simple, quizás vayan mis tías, y mis tres primitos. Solo espero que mis padres me dejen ir. Mi mamá es un hueso duro de roer.

____________

-¡Cumpleaños feliz! ¡Cumpleaños feliz! ¡Que los vuelva a cumplir! ¡Que los vuelva a cumplir! Que ¡los siga cumpliendo! ¡Hasta el año 3000!

Y ahí estaba yo, enfrente de toda mi familia, recibiendo el cantico común del cumpleaños. Contaban los años que cumplía mientras meditaba. Observaba el pastel, no era un pastel, porque era solo una torta de chocolate pequeña, con una vela encendida. Me envejecía cada vez más y más, pero al madurar todo se te hace más interesante, o menos interesante, no lo he vivido todo realmente. Miraba mi muñeca, esa manillita que Diego me regalo es lo mejor que me han dado, un PSP no seria nada comparado con ese regalo. pronto lo iría ver, estaba emocionado de que fuera él mas que todo a la fiesta.

-¡quince! ¡dieciséis! Y ¡diecisiete! Eeeehhhh – gritaban todos

-Feliz cumpleaños mi amor – mi madre dándome un beso en la frente

-Feliz cumpleaños mijo – agregaba mi papá

-¡pida el deseo o sino lo pido yo! – gritaba mi primito Juan

-ok, ok ya…haber (Deseo que Diego este conmigo para toda la vida, que nada ni nadie nos separe) – sople la velita rosada esperando a que ese deseo siga y dure hasta cuando yo me muera.

-Bueno Davidcito, hasta cuando más se va a quedar ¿no tiene que ir a la fiesta? – preguntaba mi tía Gloria, dejando que mis primitos y Toño comieran del pastel

-ya casi, me tengo que preparar, Ma, guárdeme un pedazo de torta que yo me la como mañana

-¿David Alejandro? ¿Hasta que horas se va a quedar? – miraba a mi mamá refunfuñando esperando a que le dijera, su atisbo lo decía todo – ¿va a tomar?

-no se Ma – pude decirle eso nada mas

-déjelo Claudia que ya será un hombre hecho y derecho, déjelo que se divierta – refutaba mi papá leyendo el periódico

-pero me llama David, sino le dice a Karen si usted esta muy prendido para que me llame de su celular

-bueno Ma esta bien

busque mi chaqueta, usaba una camisa azul clara de rayas, un pantalón negro y unos tenis rojos parecidos a los mocasines, llevaba medias negras, mi reloj, celular, llaves y mi Ipod, dispuesto a celebrar mi cumpleaños como se debe.

-¿Mijo quiere que lo lleve?

-No Pa, me puedo ir caminando tranquilo

-lleve sus papeles por si algo – gritaba mi mamá desde la cocina

- si Ma – mascullaba de tanto fastidio que ocasionaba mi madre

Me despedí de todos, fui a la cocina a despedirme de mi mamá y de mi tía Victoria, de mi tía gloria, de mis primitos, mi papá y de Toño. Toño hacia esa mirada extraña nuevamente, me parecía raro que me mirara así. En fin, Salí cerrando la puesta con un hasta luego guardando mis manos en los bolsillos de la chaqueta, me destine a escuchar música de mi IPod.

♫You know I said it’s true

I can feel the love

Can you feel it too

I can feel ah ah

I can feel ah ah yeah♫

Todo el camino me puse escuchando esta canción, miraba ese cielo apunto de irse dejando la estratosfera oscura resaltando las maravillosas estrellas. Caminaba por el parque…este parque fue donde Diego me atropello… agradezco que haya sucedido eso, aunque dure cojo por 4 días, así de esa manera fue como conocí mas a fondo a mi vida… a Diego, solo estaba feliz de ir a esa fiesta y verlo para poder celebrar juntos mi cumpleaños.

Estaba en la punta de la acera esperando que los buses y los carros pararan para poder caminar, la gente que pasaba a mi lado miraba disimuladamente, hombres, mujeres, tenia ese brillo de estar exquisito. No se si les pasara a los demás que un día estas radiante y te ves espectacular y otras veces te sientes inmundo. Había mucha gente, una calle completamente llena de discotecas y bares era por donde yo transitaba concibiendo miradas nuevamente hasta llegar a mi destino, el Blue Falcon.

Un bar pequeño, rodeado su logo de un águila destellante color azul neón con sus letras destellantes. Pero la puerta esta medio entre cerrada así que me guarde mi IPod en el bolsillo de mi pantalón dispuesto a entrar a ver que me sorprendía al llegar.

Todo estaba apagado, me daba miedo de ver tanta oscuridad junta, no quería que me sucediera como la vez pasada

-h-ho ¿hola?

-¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS!!!

Una horda de personas salieron de la nada encendiendo todas las luces del bar. Todos se me abalanzaban como si me hubiera ganado un reality o algo parecido. Me despeinaban, Sacudían mi cabeza, me daban besos, abrazos, dispuesto a recibir mis saludos como se merecen. Karen tenia razón en lo que decía, solo estaban mis allegados, unas 10, 12 personas estaban, las que yo conocía del colegio y mis mejores amigos. Pero me faltaba alguien, al que yo quería que estuviera.

-Karen, linda la fiesta…te lo agradezco de todo corazón – le decía la chica que llevaba un top negro con un chaleco café, jeans rotos oscuros, converse rosados y su pelo negro radiante como siempre llevando en su mano su vaso de cerveza. Sus labios estaban pintados de un rosado claro

-De nada precioso, pero tú sabes que el que hizo todo esto fue Ñenguis… ah si ¿Dónde estará?

-no espera – dije preocupado para no verlo, tal vez para mas adelante para agradecerle

-¿Mi amor? – gritaba por todos lados – ah ahí estas, casi me asustas

-Hola preciosa, ¿¡como estas cumpleañero!? – Gritaba Carlos, mirándome de arriba abajo saludándolo con la mano – te ves bien hermano

-em gracias, te agradezco por la fiesta

-no hay problema – me lo decía al oído por el alto sonido de la música

-podrías bajarle a la música, es que no me gusta que hagan eso – le corroboraba también a su oreja

-ok, ok, dale tranquilo que ya le bajo – yendo derecho hacia la consola donde estaban los bafles

Todos se divertían, se sentían como en su casa. Veía a Margie hablando con Javi y con Marco felices en una de las mesas del bar. A Juancar bailando con algunas de las chicas del salón, lleno de globos de helio serpentinas y botellas de alcohol. El bar estaba reservado para mi cumpleaños, todo el bar, no podía sentirme feliz y dichoso de compartir ese cumpleaños, pero me faltaba la cereza del pastel, lo mas importante en mi vida.

-Karen ¿no has visto a Diego? – le preguntaba mientras sacudía sus caderas al ritmo de la música. Yo solo quería que me respondiera que estaba en el baño o comprando algo.

-No Hermoso, no lo he visto ¿porque no lo llamas? – me recomendaba tomando cerveza escuchando un tema de Pitbull – ¡ay me encanta esa canción! oye espera aquí que mi lindo necesita algo, no me demoro.

Me preocupaba, era completamente extraño que Diego no haya aparecido. Comenzaba a exasperarme. Metí mi mano en el bolsillo donde estaba mi celular para tratar de saber donde estaba, donde se encontraba. Mínimo fue que se le olvido pero…no, no creo que haya sido ese tipo de circunstancia. Salí del bar para poder escuchar por mi celular, hacia frio, buscaba el número de Diego para ver que le había sucedido. Varias chicas aparecían por la calle disfrutando de la vida nocturna, yo solo las observaba. Dejaba que el sonido de llamada de espera hiciera su eco en mi oído. Desesperado mire mi reloj.

-8:57 PM

Solo espero que me conteste, solo espero escuchar su voz nada mas…

-Hola

-¿Diego?

-David, Hola

-Hola Diego yo-

-Perdóname de todo corazón David

-¿Porque? ¿Qué paso?

-Es que…no puedo ir a tu fiesta

-¿Cómo?

Espero que les haya gustado esta parte, se deben de preguntar ¿como reaccionara David al saber que su novio no ira asu fiesta de cumpleaños? un saludo especial a todos esos locos de la pagina de facebook, recuerden que me pueden buscar por Doumeki Andrés en facebook y zerosubzero259@hotmail.com para un correo con alguna opinion o algo parecido, mas que todo comenten abajo para ver si les gusto o no, les mando abrazos y saludos

P.D sigo esperando la opinion de mi amigo VickMan, espero haberte sorprendido con este tambien, si no que mas se puede hacer :D

Adivina quién, se ha vuelto a quedar sin ADSL

$
0
0

a historia hasta aquí: 15 de agosto, Mariano deja la playa por un día y vuelve Sevilla. Motivo: ver la procesión de su Virgen de los Reyes, pero recién llegado a su casa, recibe la inesperada visita de Ramón. Tras dejar las cosas claras en cuanto a su relación, hacen el amor: seguirán como hasta ahora y no se complicaran la vida¿¿??… Por la tarde-noche, antes de volver a Sanlucar, hace la llamada que tenía pendiente a José Luis, el técnico de Molestar, éste queda en ir a arreglarle la conexión el viernes 17.

VIERNES 17 DE AGOSTO DEL 2012 10:45A.M.

¡Quien lo sepa que levante la mano!

¿Por qué cuando estamos esperando a alguien miramos tantas veces el reloj?

a) Porque así las manillas van más rápido
b) Porque se hace menos aburrido
c) Porque nos gusta mucho nuestro reloj
d) Ninguna de las anteriores

El caso es que aquí estoy yo. Una mañana de viernes en el piso de la playa, dando vueltas, como si estuviera esperando un parto. Hace un cuarto de hora que, he mandado a la familia a disfrutar del sol y del mar. Y desde entonces, no he encontrado sosiego para hacer otra cosa,que moverme por la casa y mirar incansablemente el minutero.

Es lo que tienen las citas a ciegas, que no sabe lo que te vas a encontrar. Vaaale! Yo sé que me voy a encontrar con un tío rubio, alto, guapo, musculado; con unos ojos azules que quitan el “sentio”…, Pero, seamos franco, el aspecto físico ayuda mucho; pero no lo es todo. ¿Por qué cuantas veces un encantador príncipe cuando lo hemos besado, se nos ha convertido en sapo? Y en este caso concreto, la finura del muchacho refiriéndose a los “machupichu” todavía retumba en mis oídos.

Cuando suena el timbre… Me asomo al espejo a componerme un poco. La camiseta roja de tirantes, deja al aire mis musculados hombros y brazos, las pequeñas calzonas azules, son un canto a la provocación; dejando al descubierto unas duras y depiladas piernas. En el rostro se me marca la falta de sueño. La noche pasada apenas he podido dormir, dándole vueltas a como entrarle al puñetero técnico de Molestar. ¡En fin, lo que hay es lo que hay y al olmo no se le pueden pedir peras!

Cuando abro la puerta y me encuentro con José Luis, el corazón parece darme un vuelco. Está más guapo aún que como lo recordaba, trae peinado su rubio y rizado cabello de una forma, que lo hace aún más atractivo. Huele a un perfume que sin ser fuerte,es penetrante. Aunque trae puesto el uniforme de trabajo, se ve que se ha acicalado a conciencia para verme ¡Y yo con estas pintas! ¡ Si es que lo mio es grave….!

Tras darle un apretón de mano, en el cual la tensión sexual se puede cortar, lo hago pasar. Cuando cierro la puerta con la cadenita ( ¡Por si tenemos visitas inesperadas!) . El se me queda mirando fijamente, como esperando un beso. Pero yo en, esta absurda timidez mía, sigo con la falsa comedia de que se me ha ido el ADSL. Así que lo llevo hasta mi dormitorio, que es donde está el dichoso modem.

Suelta la caja de herramientas en el suelo, y se agacha para ver las conexiones. ¡ Ufff… !¡Cómo se le marca el pantalón del uniforme, Dios mio! Unos segundos después se vuelve diciendo:

- Es normal lo que le pasa, “pisha”.

- ¿Normal? – digo haciendo un mohín de sorpresa

- Si, cuando se desconectá el cable se suele quedar sin línea- dice sonriendo y acercándose hacia mí- ¿Tienes idea de quien a podido quitarlo? – el tono de esta última frase me suena hasta sensual.

Cuando me quiero dar cuenta sus manos rodean delicadamente mi cuello, y sus labios me roban un ligero beso. Se aparta un poco de mi, lo suficiente para clavar sus ojos en los míos, como buscando mi complicidad, para seguir con lo que está haciendo. No sé que ojos le tengo que poner, pero él vuelve a besarme; esta vez más prolongadamente.

Su lengua busca la mía, primero tímidamente, para una vez roto el hielo, unirse a ella en una danza desmedida. Sus manos se aferran a mi cintura, las mías buscan su cuello… nos abrazamos como locos, como si este momento hubiera sido largamente esperado… Cuando me aprieta contra él y siento la dureza de su cuerpo, un cumulo de sensaciones invaden mi pecho, inundando todos mis sentidos. Hace tiempo que no me besan así, y menos un desconocido… Su forma de besar me trae el recuerdo de Enrique y solamente, es pensar su nombre; y toda la pasión, que albergo en mi interior, se esfuma.

Aunque sigo besándolo, José Luis tiene que notar mi cambio de humor, porque con suma sutileza; se aparta de mí. De nuevo busca mis ojos, lo que encuentra en ellos no debe ser lo que espera, porque con una voz medio rasgada por la decepción,me pregunta:

- ¿ Que pasa “shulo”, no te gustó?

Destierro a Enrique de mi pensamiento, y clavo mi mirada en la suya, lo beso reanudando la interrumpida pasión. Esta vez, mis manos buscan su cintura y como si de un acto protocolario se tratara, pego mi pelvis contra la suya. Cuando siento el vigor de su entrepierna, me estremezco hasta lo más hondo de mi ser. Él tiene que notarlo, porque deja de unir su lengua con la mía por un segundo; y en un tono, mezcla de desparpajo y cariño, me susurra al oído: ¿ Te gusta?¿ein? ¡Pues tú eres el culpable de que este tan malito!

Mientras nuestras lenguas prosiguen su danza apasionada, mi mano derecha abandona su cintura y busca el paquete de su entrepierna. Lo acaricio sobre la tela del uniforme, aunque su tamaño, no es cosa fuera de lo común, su vigor si lo es. Está dura como una piedra, y cuanto más paso mi mano sobre ella; su fortaleza parece ir en aumento. Cuando quiero desabrocharle el cinturón, las manos de mi guapo acompañante me detienen.. Aparta mis labios de los suyos y volviéndome a mirar a los ojos me musita : Traannquilo, pisha… Hay tiempo…ahora quiero disfrutar de tu boca.

¿ De dónde ha salido este tío? Está como un tren, es cariñoso… ¡ y está conmigo! A pesar de estar en pleno Agosto, comienzo a tener la sensación de que alguien me está gastando una inocentada… Pero mientras el bromista no salga de su escondite, servidor va a seguir aprovechando el momento y…¡qué momento!

Si me preguntas que tiempo hemos pasado besándonos, no sé decirte una respuesta; lo único que te puedo contestar es que el suficiente para que mi paladar se haya impregnado del sabor de sus labios hasta hacerlo suyo; el suficiente para que su aroma haya invadido mis sentidos y no quieran abandonarlos. Durante todo este tiempo, hemos permanecido con la ropa puesta, pero no por ello, nuestros dedos han dejado de viajar por cada punto del cuerpo del otro. Sus azules ojos buscan mi mirada, rendido como estoy a sus encantos, acepto todo lo que me ofrecen.

Sus manos se sumergen bajo mi camiseta y comienzan a acariciar mis pectorales, sus caricias rebosan de ternura y pasión por igual… Tanto, que empiezo a gemir de forma incontrolada. Él, conocedor de su buen hacer, prosigue aún con más esmero.

Me toca los pezones con una delicadeza poco común, nada que ver con los salvajes pellizcos; propios de los rudos tíos del ambiente. No hay dolor, sólo placer. Un suave y delicado placer…

Mi mano agarra en toda dimensión su paquete. Esta vez no detiene mis manos y puedo desenvolver a su miembro viril, de sus ropajes. Cuando mis dedos contactan con su piel, mi guapo y ocasional amante se estremece y me besa de manera más apasionada aún. Sentir el tacto de su rígida verga, hace que mi polla propugne por salir y bajo la escueta tela azul, comienza a vibrar como si tuviera vida propia.

Cuando siento el toque de José Luis sobre ella, un agradable escalofrío recorre mi espina dorsal. Separo mis labios de los suyos, lo observo detenidamente; ¡cada vez me parece más guapo! Aprieto ligeramente su pene entre mis dedos y vuelvo a hundir mi lengua en su boca.

Sin dejar de besarnos, el me quita la camiseta, yo desabotono su camisa; mis manos deambulan sobre el rizado y suave vello de su pecho. Cuando siento sus manos en mis glúteos; yo ya no soy persona, me he transformado en un títere, que se mueve al compás que él me marca.

Nos desprendemos de toda la ropa, cuando lo veo desnudo ante mí, pienso que es el hombre más hermoso sobre la tierra, pero mis pensamientos se desinflan, cuando José Luis suelta por su boquita algo que me descoloca totalmente:

- ¡Pues si que estas bueno, pisha…. ! Aunque eso ya lo sabía yo, desde el día que te vi en Punta Candor.

No sé que cara le tengo que poner, porque el comienza a hacer mohínes extraños. Y termina diciendo:

- Entonces… ¿ No me vistes?…

Niego con la cabeza, mientras me pregunto cuales serian las circunstancias en las que dice que me vio: si paseando en busca de rollo, o cuando me estaba cepillando al chavalillo. Temiendo la respuesta; ni pregunto.

- Pues, yo a ti sí. Por eso, cuando me encontré contigo, cuando vine a arreglar la avería… paso lo que paso. ¿ Qué te creías, que te había entrado así como así?

No digo esta boca es mía, simplemente asiento con la cabeza.

- ¡Pisha, muchas películas has visto tu! O no sabes ese refrán que donde tengas la olla….

- … no metas la polla- completo yo sonriendo, admitiendo para mis adentros, que los años no me han hecho menos ingenuo.

- Pues, si amigo…- dice el varonil técnico pasando tiernamente la palma de su mano por mi rostro- Te vi haciendo cruising… Y cuando vi, aquel día como me mirabas, me dije: ¡Esta es la mía!

- ¿ Tan descarado fui?- pregunto avergonzado.

- No, pero tú sabes que nosotros tenemos un SEXTO SENTIDO para esas cosas.

No puedo evitar soltar una leve carcajada. Él me mira un poquito mosca. Así que le tengo que explicar que cuando lo vi, lo último que hubiera pensado es que le fueran el tema .. Y que si él no hubiera acercado su paquete a mi hombro, jamás me hubiera dado cuenta de que le gustaran los tíos. El sonríe satisfactoriamente y me dice:

- ¿Sabes? No sé de que me alegro más si de haber ido aquella tarde de Cruising o de que te quedaras sin ADSL …

- ¿ Por?

- Porque si no, me hubiera perdido el conocerte. Porque a parte de estar bueno, pareces hasta buena persona.

Tira de mi hacia él y abrazándome, me vuelve a besar, nuestras pollas que se han puesto un poco morcillona con el rollo de la charla, vuelven rápidamente a recuperar su vigor. Sus manos aprietan fuertemente mis omóplatos, como si intentara fundirme a él. Clavo mis dedos en sus duras nalgas, en un acto de deseo puro. Mis ojos miran el azul de los suyos, aunque la ternura vive todavía en ellos, dicha ternura, cabalga ya sobre el corcel de la lujuria.

Me aprieta más contra su cuerpo, puedo sentir sobre mi piel, desde la dureza de su pectoral, hasta el vigor de su aparato sexual. Vuelvo a acariciar su trasero, este se me antoja placentero… mis dedos caminan hacia su agujero… Cuando quiero explorar su interior; José Luis detiene mi mano diciéndome: No, eso lo tengo reservado para alguien que realmente llegue a ser especial.

Lo tajante de sus palabras, me dejan un poco fuera de lugar, sin saber que hacer y decir después de aquello, pero él cogiéndome las manos fuertemente me dice: Espero que no sea problema.

¡No problema, no hay ninguno! Pero lo que si, que me fastidia un poco, es la obsesión que últimamente tienen mis amantes con esa parte de la anatomía. Como si el que le agradará que le tocarán por ahí o no, fuera a restarle hombría. No le digo nada. Me muerdo la lengua y prosigo uniendo mi cuerpo al suyo.

Mi erecto pene choca con la bestia de su entrepierna, alargo mi mano en busca de su miembro viril. Cuando mis dedos acarician la cabeza de éste, se impregnan de un pegajoso líquido preseminal. Mmmmm…. ¡Tengo que contenerme, para no llevarme los dedos a la boca!

Separo mi boca de la suya y poso mis labios sobre garganta, para seguir bajándolos por todo su tórax, parándome para darle cortitos muerdos sobre su abdomen, junto a mi cara puedo sentir su polla que se agita como si tuviera vida propia. La agarro suavemente y empiezo a masajearla desde arriba hacia abajo. Con la cabeza pegada a su ombligo, observo el viril cipote, me recreo en notar como el capullo se asoma y desaparece bajo mis dedos, como las venas se hinchan, como los huevos se encogen y dilatan al paso de mi mano por el vigoroso miembro.

El pene de José Luis sin ser de dimensiones asombrosas, posee una erección de las mas hermosas que he visto hasta el momento. Desde su glande hasta sus testículos, emana un vigor poco habitual. Detengo mi pequeña masturbación y observo el majestuoso cincel de carne, que oscila ante mi rostro. No me lo pienso más y mi lengua roza su capullo rojizo, para varios lenguetazos más tarde introducir el macizo trozo de carne en el interior de mi paladar.

Sus quejidos entrecortados son para mí una señal inequívoca de que le gusta lo que le hago con mi boca. Así que me entrego con más pasión, y sigo degustando el maravilloso y sensual manjar. Presiono el capullo entre mis labios, pasando la lengua por la abertura de éste; tras repetidos chupetones al glande, introduzco su nabo por completo en mi boca. Cuando la cabeza da contra la garganta, siento una leve arcada, que soporto durante unos leves segundos, para terminar sacándomela de golpe. Vuelvo a repetir la operación unas tres veces más; el capullo parece que va a reventar en cualquier momento y terminar expulsando el mar de leche que se acumula en sus hinchados cojones…. Temiendo que la diversión llegue a su fin, me incorporo y lo vuelvo a besar. Sus labios buscan de nuevo los míos, ¡ Me gusta! Su forma de actuar está lejos de la de esos tíos, que después de chuparsela, te niegan un beso ¿ Acaso les da asco de su polla?

El beso dura poco, porque mi musculado amante, antes de que me pueda dar cuenta, se encuentra agachado delante de mi polla, para a continuación someter a esta, a una exquisita mamada. Sus labios se cierran en torno a mi erguido miembro, dándole cortitos besos, a la vez que con una mano masajea mis abultados huevos. Cuando se la traga hasta el fondo, creo tocar el cielo; si el tío besa bien, lo de chupar Se le da, ¡de escándalo!

Tras unos minutos, le pido que pare , argumentando que no me quiero correr todavía; le invito a tenderse sobre la cama, para practicar un sesenta y nueve.

El 69. ¿ Os he dicho algunas vez, cuanto me gusta esta postura? Que un miembro vigoroso y rígido invada tu paladar, al mismo tiempo que sientes el calor de unos labios rodear tu polla… ¡ No tiene parangón! Si además la persona con la llevas a cabo este acto se entrega , como lo está haciendo el técnico, esto te empuja a chupar con más ahínco, como si fuera el último nabo que te comieras en tu vida. En este momento,este polvo( como en todos los que disfruto muchísimo), me parece el mejor de mi vida; por eso, sin pensarlo, relajo todos mis sentidos y me sumerjo, sin dudarlo, en el maravilloso océano de placer, que es el cuerpo de José Luis.

Cada vez me gusta más el sabor, que su polla deja en mi paladar. Tendidos de lado como estamos, mis manos empujan su ano para que su nabo penetre más profundamente mi boca ; él hace otro tanto conmigo.

Chop, chop… es el único sonido que acompaña al de nuestras respiraciones. Su miembro viril se me antoja un manjar delicioso que no quiero dejar de saborear…. Él degusta mi polla como si el mundo se fuera a acabar después de aquel momento, haciéndome estremecer de placer; un placer que camina desde mis píes, hasta mi coronilla…

El calor que emana su boca sobre mi endurecido miembro, es más de lo que éste puede soportar y extraigo mi nabo de entre sus labios. Aggg- musito plácidamente sacándome su cipote de la boca y derramándome sobre su rostro; casi al unisono siento como un río de esperma resbala por mi mejilla. Nuestros ojos buscan al otro, y ante lo absurdo de la situación; nos echamos a reír nerviosamente.

Poco después nos limpiamos con unas toallitas húmedas.

- ¡ Jo , tío!- digo con una sonrisa pintada en el gesto- ¡Tenías el depósito bien lleno! ¡Vaya corrida que me has echado, si pareces un toro!

- ¡Serán las ganas que tenía de pillarte, pisha!

No sé que ha visto el Sanluqueño en mi ; pero lo que si tengo claro es que tanto sus palabras como sus ojos, no mienten. Así que lo miro fijamente, y besándolo de nuevo me lanzo a la piscina de sus encantos.

Nos vestimos y unos pocos apasionados muerdos más tarde; nos despedimos….

- ¿Me llamaras?

- Sí- digo moviendo la cabeza afirmativamente

- Si no lo vas a hacer, dilo-dice poniendo ojos de cordero degollado- Yo no me enfado shurra

- ¿ Tú crees que a mi no me gustaría repetir?

- Sí, pero es que nadie llama nunca…

- ¡No me hagas responsable de la estupidez humana! Yo he dicho que te llamo y te llamo… Pero será en Septiembre, que para entonces,la casa se queda libre. Ok?

- Ok… ok

El último beso es el más tierno de los que me da, no sé si el cree que lo llamare o no. Yo sé que lo hare…. El tío es algo fuera de lo común….Y algo como él, no se puede dejar pasar, ¡así como así!

Recojo la casa, me ducho y me cambio para ir a la playa con mi familia. ¡ La pesada de mi familia!
Tanto mi hermana, como mi cuñado, como mi madre, no paran de decirme durante todo el rato que me había sentado estupendamente ir a ver a la Virgen a Sevilla, pues me había cambiado hasta el semblante y estaba de bastante mejor humor…

Como siempre, espero vuestros comentarios; tanto si os ha gustado, como si no.

A los que dejaron un comentario en el anterior, muchisisimas gracias y :

A mmj ( Has captado perfectamente el sentido que he querido insuflar al relato); a Kantidubi ( Llevas razón, la cosa va un poco por ahí…); a elbotija10 ( ¿ Te ha defraudado José Luis?….); a gippal ( Espero que este tierno y sensual relato te haya gustado también); a Ivan ( Muchas gracias, hombre) y a jj1970 (¡ No se os escapa una! ¿ ein?)

Eligiendo una corbata

$
0
0

Hace aproximadamente una semana que tengo esta invitación… Aún no sé si ir a su matrimonio, pero él me lo ha pedido tanto…

Comienzo a revisar mi guardarropa, tengo trajes, camisas, zapatos, pero no tengo una sola corbata como para la ocasión. ¿Dónde conseguiré una un viernes en la tarde, luego de las 18:00 con la boda el domingo en la mañana?

Fui donde Mauricio, mi mejor amigo, el y yo nos criamos juntos, casi que como hermanos, su padre y mi madre solían salir antes de conocer a sus parejas finales, así que de cierto modo Mauricio y yo podríamos haber sido hermanos. Eso lo mencionábamos siempre que nos juntábamos y hasta pasábamos por hermanos ante muchos, de hecho, decíamos que éramos hijos de padres divorciados. Toco el timbre de la casa, aún cuando tengo llaves, no me gusta entrar sin avisar. Escucho una voz familiar dentro que me dice: ¡Pasa hijo! Estoy en la cocina. Entro, sin contratiempo, y sigo la voz que me dice: Por favor, pasa… Es la voz de Eduardo, el papá de Mauricio, que me invita a su cocina.

Eduardo es un hombre maduro, de unos 60 años casi, ni moreno ni muy blanco, diría que es de ese color que uno agarra siempre que se expone al sol, sea por trabajo o por gusto solamente. Yo le digo “papá Eduardo” ya que a Ricardo, mi padre, le digo sólo Papá, ellos son excelentes amigos, así como mi madre, Gloria, y Alicia, la de Mauricio.

Eduardo cuando me ve me dice: ¡Hombre! ¡Alfonso José! ¡Cuánto gusto verte hijo querido!… pasa, siéntate, quiero que me digas cómo me está quedando esta comidita: Aquí tengo minestrone, salsa bolognesa, para esparcirla sobre unos tortellonis de ricotta con espinaca, y un fondue de queso con vegetales. Quiero que me ayudes a ver qué le falta a esto… agarra una cuchara de madera y me da a probar de la salsa, el minestrone, la pasta, Dios, casi me llena la barriga, con razón Alicia no tiene quejas de su marido. Se queda con expectativa a que termine de degustar y le digo: Excelente papá Eduardo, no esperaba menos de ti, eres el mejor de los chef que conozco. El se rió y me dijo al tiempo que se limpiaba las manos y apagaba todo: Gracias hijo querido, ven y dale a tu papi un abrazo de oso ¿O ya creciste mucho para eso? fui y lo abracé con mucha emoción y ternura, tanto que sin querer, nos rozamos las nalgas con las manos, y un poco tal vez los labios al besarnos las mejillas. Pero no hice escándalo de eso.

Eduardo me tomó entonces de los hombros con sus manos fuertes, y anchas, apretando de una manera que me hizo erizar la espalda y me dijo: Dime, Foncho, así me decían en mi familia por cariño, qué te trae por aquí ¿vas a la boda de Jacobo? Eh.. Si, le respondí. Si, voy a ir a esa boda, y no tengo corbata que sirva para la ocasión. Perfecto, yo tengo varias, ¿cual traje vas a usar? ¿Gris, negro, azul marino, marfil? El azul marino, le respondí. ¿Con camisa marfil? siguió el interrogatorio. Si, con esa misma, la que tu me regalaste. El sonrió muy complacido, y me dijo, vente, dándome una nalgada, vamos a mi cuarto que ahí puedes escoger la que quieras.

Cuando íbamos subiendo las escaleras al segundo nivel oímos que se abrió la puerta de la casa, era Mauricio. Hola Mau, le dije, a lo que él respondió sólo un: ¿Qué tal? Eduardo me dijo: No le prestes atención que anda endemoniado desde que sabe de la boda de Jacobo. ¿En serio? Le pregunté; si, anda como perro con gusanos desde que supo que Jaco se casa, y no es todo, se casa, y no lo invitó. Ahí se me revolvieron sentimientos, yo iba a la boda del Jaco porque es mi amigo, no por el evento como tal, porque ese tema me da alergia, pero Mau y el hasta padrinos decían que serían uno del otro cuando se casaran, y hasta serían los padrinos de sus respectivos críos.

Seguimos hasta la habitación de papá Eduardo y comenzamos a ver las corbatas me sentía mal por mi hermano, pero el show debía seguir. Ya ahí me dijo: Aquí tengo una camisa igual a la que te regalé, vamos a colocarte las corbatas encima a ver cual le combina mejor, ¿te parece bien? Si, perfecto, así no hay equívocos papá. Está bien, pero antes, date una ducha, que la venida a pie, el rato en la cocina, y el calor, te han hecho sudar y no quiero sudar la camisa sin usarla. Ya sabes dónde está el baño, las toallas, y todo lo demás, yo iré seleccionando mientras algunas corbatas.

Entro al baño y comienzo a desvestirme, recuerdo cuando de pequeños Mauricio y yo jugábamos con nuestros papás al escondite, y ellos terminaban bañándonos a los dos en el baño principal de la casa donde jugáramos, fuera la nuestra, o la de ellos, incluso, había días en que ellos también se bañaban junto con nosotros, de lo más natural. No sé por qué, pero pensar en eso me hizo “correr sangre” y comencé a tener una erección.

Mientras yo estaba entretenido en mis pensamientos entró Mauricio calladamente al cuarto de su padre, lo abrazó y rompió a llorar. Eduardo lo consolaba y le decía: Tranquilo amor, ese nunca supo la amistad que tenían, fíjate en mi, soy amigo de Ricardo, fui novio de Gloria, y Ricardo fue novio de Alicia, cada matrimonio tiene tres hijos guapísimos, y los hemos criado a los seis como una sola familia enorme con cuatro padres. Eso es amistad. Tu hermano Foncho se debe estar bañando, que va a ponerse una ropa mía porque le voy a prestar una corbata para la boda de Jacobo, espero no te moleste. No papá, tranquilo, dijo Mauricio. Quien luego se dirigió a la puerta del baño y golpeó diciendo mi nombre: ¡Foncho! ¡Foncho cornetas! ¿Estás ahí? Y yo le respondí: Si Madizio chicletas, aquí estoy. En ese momento me preguntó: ¿Cabe uno más en la ducha?

Yo andaba medio excitado por los recuerdos de hace rato, pero sin embargo le dije que si, que no había rollo, que ya no iba a ver nada nuevo o que no hubiera visto cerca de un millar de veces, el entró se desvistió, yo estaba bajo el agua de la ducha ya, con algo de vapor. Y él entró, me dio un abrazo de esos que te llegan al alma de una vez y para siempre, como siempre nos hemos abrazado, sólo que ahora, desnudos. El sentir su cuerpo desnudo, su fuerza en ese abrazo, sus pelos que abundan por donde mires, igual que yo, y nuestros papás, hizo que mi sexo se despertara de golpe. Mauricio lo notó y me dijo: ¡Épale! No soy el único feliz de este encuentro por lo que veo… jajajajajajaja… Ambos reímos a carcajadas mientras cada uno contemplaba entre el vapor la erección del otro.

El agarró mi pene y me dijo: ¿En qué piensas picarón que andabas tan calentón? A lo que le respondí: En que sería rico que mi hermano Madizio me diera un lametón… jajajajajajajaja… Él, ni corto ni perezoso se puso de rodillas y comenzó a darme una mamada espectacular, yo me mordía la lengua y tragaba grueso para no decir ni pío, no fuera que papá Eduardo se diera cuenta y nos corriera a los dos por maricones. Pero como que fue peor el remedio que la enfermedad, cuando ya estaba yo a mitad de camino de acabar en la boca de mi hermano, se abrió la puerta de la ducha: Era papá Eduardo, completamente desnudo, y con una erección de campeonato. Los dos nos quedamos asombrados, y él dijo: Escucharlos en silencio me calentó demasiado, comencé a imaginar a lo que podrían estar jugando y no me equivoqué… Ahora, me pregunto, ¿cabe uno más? A lo que dijimos: ¡Claro papá! El entró tímidamente, se ubicó junto a mí, frente a Mauricio, y le dijo: ¿Le darías un poco de esa atención a tu viejo? Y sin decir nada, Mauricio se puso boca a la obra…

Papá Eduardo gemía de placer, mientras su hijo, hijo biológico, le daba una mamada como hacía tiempo no la recibía, al verlo disfrutar tanto me fui detrás de papá y comencé a restregar mi falo contra sus nalgas, abría su raja, lo estrujaba, pero sin penetrarlo, hasta que me puse de rodillas y fui lamiendo su culo de hombre adulto, mayor, duro, velludo, rico, que siempre había sido objeto de mis fantasías desde que era un bebé, mientras Mau degustaba el falo paterno, yo hundía mi lengua en su cueva de macho, como buscando un tesoro, uno muy especial, ya que no dejaba de chupar y lamer, jugaba con su saco de santa, que colgaba pesadamente bajo ese tronco que degustaba mi hermano. Al ver que alcanzaba ya bastante dilatación, me puse de pie y fui empezando a penetrarlo, poco a poco, despacio, con amor…

Papá Eduardo se retorcía de dolor y placer, y me dio una orden directa que acaté al segundo que la emitió: ¡MÉTELO DE UNA VEZ! Así hice, le metí hasta donde no pude más, y le bombeaba durísimo, hasta que dijo: Mau, hijo, ¿quieres leche? Mauricio abrió sus ojos verdes y asintió, en eso papá dijo: Ahí vaaaaaaaa…. Uuuuuuuuuffff… aaaaaaahhh… sentirlo acabar en la boca de mi hermano, y sus contracciones, me hicieron explotar dentro de él, como nunca había acabado. Fue demasiado especial esta primera vez con papá Eduardo… Espero les haya gustado para seguir publicando. Cualquier comentario, pueden escribirme, o agregarme a los medios que salen en mi perfil. Saludos.

Mi nuevo empleo

$
0
0

Desempleado, soltero, veinticinco años y cuando me fui de mi casa juré no regresar. Debo reconocer que mi padre tuvo razón cuando me dijo que no estaba preparado aun para ganarme el pan por mi cuenta. En este momento mis fondos están en el nivel en el que empiezan a sonar las alarmas.

Cerca de mi pensión hay una bonita plaza, sombreada y con algunos bancos de madera; es domingo me pongo unos shorts, sandalias de goma y franela, compro un periódico y a la placita fui a sentarme para dedicarme con tranquilidad a marcar en los clasificados las posibles oportunidades de trabajo.

El tipo apareció sin yo darme cuenta, pidió permiso para sentarse en el mismo banco, mi ánimo no estaba para conversaciones así que sin molestarme en mirarle no le respondí, solo me arrimé para hacerle espacio. El se quedó mirando el mar sin hablar y yo me concentre en mi actividad.

En un momento en el que dejé de leer y aparté el periódico a un lado mientras descansaba la vista el hombre por primera vez me miró y me preguntó con un acento muy extraño a la vez que sonreía-¿comprando cosas?- No, buscando trabajo-contesté.- Será empleo porque trabajo pasamos siempre, he oído decir, me ripostó riendo-. Yo también sonreí mientras afirmaba con la cabeza.

Seguimos conversando de varias cosas, era marino y ejercía de Jefe de Maquinas de un barco alemán que en ese momento efectuaba operaciones de descarga en el aledaño puerto comercial de la ciudad. Miraba sin disimulo mi cuerpo y al levantarme para ir a depositar en una papelera cercana la cobertura de papel de un helado que me había brindado, se recreó mirando mis abultadas nalgas con ánimo lujurioso. Al regresar a sentarme me sonrió de manera extraña. Soy gordito de formas provocativas, soy imberbe y mi piel es como la de un melocotón, no tengo pelos en ninguna parte, solo pelusa. Soy heterosexual….creo….creía.

Como dice la canción, el tipo me propuso de la manera más brutal y descarada que si quería ganar dinero me fuera con él a su barco y que por darle contento a su cuerpo me pagaría una cantidad que a su mención, quedé abismado: con eso podría vivir tranquilamente más de un mes. Tenían prohibido llevar mujeres al barco, pero hombres no, añadió con una carcajada.

-¿Qué me dices?, concluyó mientras ponía una de sus callosas manos en mi rodilla- una corriente calórica bajó desde allí por mis muslo y se perdió entre mis nalgas. Sentí que estaba atrapado por esa mano ardiente y forzuda. Mi mente intentó rebelarse: El tipo se había equivocado conmigo. Pero, necesitaba dinero con urgencia y el tipo era un perfecto desconocido que no le comentaría a nadie que yo conociera nuestra relación. Hoy mismo su barco zarparía de acuerdo a lo que me había contado. No volvería a verlo.

-Nunca lo he hecho, fue lo que se me ocurrió responder con un aire verdadero de inocencia-

- Buen momento para empezar y si es verdad lo que me dices de tu virginidad, te pago el doble de lo ofrecido- me miraba con redoblado interés, casi rogándome, su mano bajó hasta mi muslo y mis calores recorrieron mi abdomen.

Si me hubiera puesto más duro, podría haber conseguido el triple. No quise abusar.-Acepto, le dije levantándome para no correr el riesgo de echarme para atrás- era una solución momentánea a mis problemas y si no me dolía mucho quizás hasta pasaríamos un rato agradable, a la par que, conocería un barco, algo que desde niño había querido realizar. Sin pensarlo más tomamos un taxi.

Subimos a una nave inmensa y en plena actividad portuaria, casi no se notó mi presencia. Me llevó a su camarote, me ordenó desvestirme, lo hice con mucha vergüenza, el momento estaba llegando. Apenas pudo mirarme un poco, pues vinieron a buscarle reclamando su presencia en alguna parte del carguero.

Quedé solo y desnudo en el frio y monacal camarote del Jefe de máquinas. Al ponerme a pensar tuve miedo de las consecuencias de mi decisión. Por el dinero y la rebeldía estaba en manos de gentes extrañas, desconocidas y a las que poco les importaba lanzarme al agua después de violarme. Decidí calmarme, no ganaba nada con el pánico. Pasó mucho tiempo, me puse el short nuevamente. A lo mejor el tipo estaría tan ocupado que podría irme tal como había llegado. Esperé. A pesar de todo estaba excitado.

El hombre regresó, sudado y enrojecido el rostro, con una braga grasienta, acompañado de un ayudante. Extendieron unos planos sobre la mesa sin tomarme en cuenta para nada, hablaban en alemán y no entendí ni papa, parecían discutir, al fin se pusieron de acuerdo y el ayudante salió sin dejar de echarme una mirada y hacerle un comentario al jefe, este, contestó llevándose la mano a la entrepierna mientras ambos reían.

Se despojó de la sucia braga, que quedó tirada. Su cuerpo sudoroso, peludo, grande y fuerte contrastaba con el tallo que asomaba entre sus bolas. No parecía un arma muy intimidante para mi iniciación. Al empezar a crecer, por su excitación al avistar mis potentes nalgas, cuando me libré de mi pantaloncito, el peligro en mi estreno también creció.

Me atrajo hacia sí atenazando mis nalgas, acercó mi pito semi excitado a su cara y me lo mamó un poco. Me volteó y me obligó a inclinarme hacia adelante, mis nalgas quedaron en su cara. Su lengua penetró mi grieta y encontró el agujero. Sentí un relámpago atravesando mis entrañas. Era divino. Me abrí todo lo que pude y apoyé mis manos en sus rodillas, algunos sollozos se escapaban de mi garganta mientras él me comenzaba a masturbar lentamente.

-Voy a darme fiesta con este virguito, dijo con su raro acento- al parecer ahora estaba seguro de mi virginidad. El dinero estaba seguro también.

Dejó de mamarme y me indicó que me arrodillara y agarrara su estaca. Esta, había crecido a unas proporciones respetables, olía a sudor y orines pero me la metí en la boca sin chistar y comencé a hacerle lo que me gustaba a mí que me hicieran. No quería hacerle acabar muy rápido, pero los días de mala mar y las noches de mala leche hicieron que en menos de tres minutos su leche escurriera por mis labios. No me atreví a escupirla y la tragué.

Se incorporó con su tranca a toda máquina otra vez. Estaba listo para atravesar obstáculos mayores que el que le podía oponer mi pequeño esfínter alebrestado y ensalivado copiosamente. Me acostó boca arriba, subió mis piernas hasta mi pecho. Quedé abierto y con mi culito tierno al aire sin ninguna defensa ni protección. Comenzó con su lengua a cosquillearlo para que aflojara la presión. Ensalivaba un dedo, lo metía y lo sacaba; mojaba dos dedos los metía y los sacaba. Jugaba con mi huequito como un gato con un ratón desfallecido.

Por medio de una maniobra rápida, violenta, sorpresiva y alevosa me introdujo su palo hasta el fondo aprovechando el adormecimiento de mis defensas con el jueguito de su dedito y su lengüita. Estaba pendiente de mi expresión, era parte de su goce. Abrí los ojos al máximo y lancé un grito de angustia y desesperadamente traté de recular para sacarme el intruso, pero imposible, el tenía más fuerza que yo y me tenía aferrado por la cintura con sus fuertes brazos. Riendo a carcajadas me dijo: me encanta reventar los virgos de esta manera. Yo le miraba con rabia, dolor e impotencia; el no cesaba de celebrar su triunfal entrada en mi subterráneo.

Empezó a moverse sin dejar de mirarme sádicamente, en cada violenta entrada yo sentía sus pelos arañando mis nalgas regordetas, cuando estaba a fondo lo meneaba con movimiento rotatorio, estarme violando parecía acrecentar su placer y verme sufriendo lo llevaba a su cima.

Poco a poco me fui relajando,- bueno ya está hecho y no es tan malo, pensé-.

Cogí su ritmo mientras él me cogía a mí yo lo cogía a él con mi culo. Empecé a colaborar en mi violación, empujaba con mis caderas ayudando a su penetración, sentía un gustico morboso por estar siendo el instrumento del placer de ese desconocido, al que no vería mas, un tipo como aquel: Rudo, sudoroso, maduro y al que se le notaba que yo le gustaba y me estaba gozando y además me pagaría.

El acto fue de largo aliento, el no se cansaba solo gozaba. Mi inexperiencia me impidió notar que ya había acabado otra vez, ahora dentro de mí pero se hizo el loco y no paró. Creí que sus líquidos pre seminales eran los que habían lubricado con exageración mi canalito y facilitaban el taladramiento de mis entrañas. Lo cierto es, que ahora me gustaba más, pues el roce rudo y áspero se transformó en un resbalar suave y desahogado de su herramienta incansable.

Empecé a masturbarme con los ojos cerrados pero el apartó mi mano para hacérmelo el mismo. Lo hacía con buen ritmo y mi placer estaba a punto de culminar, me preparé para acabar rodeando su cintura con mis piernas y me lo zampé todo lo posible siguiendo su ritmo. El explotó primero que yo con un grito ahogado que salía ronco de su garganta. Yo me fui, gritando y gimiendo mientras mis nalgas lo abrazaban, mi semen rebañó mi abdomen en una acabada anormalmente fluida.

Me lo sacó una vez que se calmó.-Terminó todo, dijo-Mi culito se cerró hermético sin dejar salir su leche. Se inclinó sobre mí y sorbió las gotas de leche que quedaron sobre mi pene.

Me vestí en silencio. El sacó de una gaveta la cantidad acordada y algo mas-para el taxi, indicó- me informó que el barco regresaría a puerto dentro de unas semanas. Le di mi número de teléfono. Salí de allí, el negocio había terminado.

Tres días después, otro tipo con acento alemán, también, me llamó a mi teléfono. Su amigo me había recomendado, quería una cita para que saliéramos. Le dije cuanto cobraba, el precio había subido. Aceptó sin chistar. Estaba ansioso por conocerme.

Ya no tenía que seguir buscando trabajo.

Tormenta

$
0
0

Primero que nada, a través de este relato no pretendo incentivar la morbosidad ni nada por el estilo, publico esto porque trata de una de mis novelas preferidas, espero les guste y dependiendo de cómo lo tomen seguiré publicando más.

Un saludo a mi madre,

Quién siempre me enseño

Que la humildad es un

Don con el que se nace

Pero que muchos pierden

En el camino.

PRIMER ENCUENTRO

Mi madre me llevó al aeropuerto con las ventanillas del coche bajadas. En Phoenix, la temperatura era de veinticuatro grados y el cielo de un azul perfecto y despejado. Me había puesto mi camisa favorita, mangas cortas y con diseño en la parte de atrás; la llevaba como gesto de despedida. Mi equipaje de mano era un anorak.

En la península de Olympic, al noroeste del Estado de Washington, existe un pueblecito llamado Forks cuyo cielo casi siempre permanece encapotado. En esta insignificante localidad llueve más que en cualquier otro sitio de los Estados Unidos. Mi madre se escapó conmigo de aquel lugar y de sus tenebrosas y sempiternas sombras cuando yo apenas tenía unos meses.

Me había visto obligado a pasar allí un mes cada verano hasta que por fin me impuse al cumplir los catorce años; así que, en vez de eso, los tres últimos años, Charlie, mi padre, había pasado sus dos semanas de vacaciones conmigo en California.

Y ahora me exiliaba a Forks, un acto que me aterraba, ya que detestaba el lugar.

Adoraba Phoenix. Me encantaba el sol, el calor abrasador, y la vitalidad de una ciudad que se extendía en todas las direcciones.

—Dylan —me dijo mamá por enésima vez antes de subir al avión—, no tienes por qué hacerlo.

Tuve un ataque de pánico cuando contemplé sus ojos grandes e ingenuos. ¿Cómo podía permitir que se las arreglara sola, ella que era tan cariñosa, caprichosa y atolondrada? Ahora tenía a Phil, por supuesto, por lo que probablemente se pagarían las facturas, habría comida en el frigorífico y gasolina en el depósito del coche, y podría apelar a él cuando se encontrara perdida, pero aun así…

—Es que quiero ir —le mentí. Siempre se me ha dado muy mal eso de mentir, pero había dicho esa mentira con tanta frecuencia en los últimos meses que ahora casi sonaba convincente.

—Saluda a Charlie de mi parte —dijo con resignación.

—Sí, lo haré.

—Te veré pronto —insistió—. Puedes regresar a casa cuando quieras. Volveré tan pronto como me necesites.

Pero en sus ojos vi el sacrificio que le suponía esa promesa.

—No te preocupes por mí —le pedí—. Todo irá estupendamente. Te quiero, mamá.

Me abrazó con fuerza durante un minuto; luego, subí al avión y ella se marchó.

Para llegar a Forks tenía por delante un vuelo de cuatro horas de Phoenix a Seattle, y desde allí a Port Angeles una hora más en avioneta y otra más en coche. No me desagrada volar, pero me preocupaba un poco pasar una hora en el coche con Charlie.

Lo cierto es que Charlie había llevado bastante bien todo aquello. Parecía realmente complacido de que por primera vez fuera a vivir con él de forma más o menos permanente. Ya me había matriculado en el instituto y me iba a ayudar a comprar un coche.

Pero estaba convencido de que iba a sentirme incómodo en su compañía. Ninguno de los dos éramos muy habladores que se diga, y, de todos modos, tampoco tenía nada que contarle.

Sabía que mi decisión lo hacía sentirse un poco confuso, ya que, al igual que mi madre, yo nunca había ocultado mi aversión hacia Forks.

Estaba lloviendo cuando el avión aterrizó en Port Angeles. No lo consideré un presagio, simplemente era inevitable. Ya me había despedido del sol.

Charlie me esperaba en el coche patrulla, lo cual no me extrañó. Para las buenas gentes de Forks, Charlie es el jefe de policía Swan. La principal razón de querer comprarme un coche, a pesar de lo escaso de mis ahorros, era que me negaba en redondo a que me llevara por todo el pueblo en un coche con luces rojas y azules en el techo. No hay nada que ralentice más la velocidad del tráfico que un poli.

Charlie me abrazó torpemente con un solo brazo cuando bajaba a trompicones la escalerilla del avión.

—Me alegro de verte, Dylan —dijo con una sonrisa al mismo tiempo que me sostenía firmemente—. Apenas has cambiado. ¿Cómo está Renée?

—Mamá está bien. Yo también me alegro de verte, papa, no le podía llamar Charlie a la cara.

Traía pocas maletas. La mayoría de mi ropa de Arizona era demasiado ligera para llevarla en Washington. Mi madre y yo habíamos hecho un fondo común con nuestros recursos para complementar mi ropa de invierno, pero, a pesar de todo, era escaso. Todas cupieron fácilmente en el maletero del coche patrulla.

—He localizado un coche perfecto para ti, y muy barato. Anunció una vez que nos abrochamos los cinturones de seguridad. ¿Qué tipo de coche?

Desconfié de la manera en que había dicho «un coche perfecto para ti» en lugar de simplemente «un coche perfecto».

—Bueno, es un monovolumen, un Chevy para ser exactos.

— ¿Dónde lo encontraste?

— ¿Te acuerdas de Billy Black, el que vivía en La Push?

La Push es una pequeña reserva india situada en la costa.

—No.

—Solía venir de pesca con nosotros durante el verano —me explicó.

Por eso no me acordaba de él. Se me da bien olvidar las cosas dolorosas e innecesarias.

—Ahora está en una silla de ruedas —continuó Charlie cuando no respondí—, por lo que no puede conducir y me propuso venderme su camión por una ganga.

— ¿De qué año es?

Por la forma en que le cambió la cara, supe que era la pregunta que no deseaba oír.

—Bueno, Billy ha realizado muchos arreglos en el motor. En realidad, tampoco tiene tantos años.

Esperaba que no me tuviera en tan poca estima como para creer que iba a dejar pasar el tema así como así.

— ¿Cuándo lo compró?

—En 1984… Creo.

— ¿Y era nuevo entonces?

—En realidad, no. Creo que era nuevo a principios de los sesenta, o a lo mejor a finales de los cincuenta —confesó con timidez.

— ¡Papá, por favor! ¡No sé nada de coches! No podría arreglarlo si se estropeara y no me puedo permitir pagar un taller.

—Nada de eso, Dylan, el trasto funciona a las mil maravillas. Hoy en día no los fabrican tan buenos.

El trasto, repetí en mi fuero interno. Al menos tenía posibilidades como apodo.

— ¿Y qué entiendes por barato?

Después de todo, ése era el punto en el que yo no iba a ceder.

—Bueno, hijo, ya te lo he comprado como regalo de bienvenida.

Charlie me miró de reojo con rostro expectante.

Vaya. Gratis.

—No tenías que hacerlo, papá. Iba a comprarme un coche.

—No me importa. Quiero que te encuentres a gusto aquí.

Charlie mantenía la vista fija en la carretera mientras hablaba. Se sentía incómodo al expresar sus emociones en voz alta. Yo lo había heredado de él, de ahí que también mirara hacia la carretera cuando le respondí:

—Es estupendo, papá. Gracias. Te lo agradezco de veras.

Resultaba innecesario añadir que era imposible estar a gusto en Forks, pero él no tenía por qué sufrir conmigo. Y a caballo regalado no le mires el diente, ni el motor.

—Bueno, de nada. Eres bienvenido —masculló, avergonzado por mis palabras de agradecimiento.

Intercambiamos unos pocos comentarios más sobre el tiempo, que era húmedo, y básicamente ésa fue toda la conversación. Miramos a través de las ventanillas en silencio.

El paisaje era hermoso, por supuesto, no podía negarlo. Todo era de color verde: los árboles, los troncos cubiertos de musgo, el dosel de ramas que colgaba de los mismos, el suelo cubierto de helechos. Incluso el aire que se filtraba entre las hojas tenía un matiz de verdor.

Era demasiado verde, un planeta alienígena.

Finalmente llegamos al hogar de Charlie. Vivía en una casa pequeña de dos dormitorios que compró con mi madre durante los primeros días de su matrimonio. Ésos fueron los únicos días de su matrimonio, los primeros. Allí, aparcado en la calle delante de una casa que nunca cambiaba, estaba mi nuevo monovolumen, bueno, nuevo para mí. El vehículo era de un rojo desvaído, con guardabarros grandes y redondos y una cabina de aspecto bulboso. Para mi enorme sorpresa, me encantó. No sabía si funcionaría, pero podía imaginarme al volante.

Además, era uno de esos modelos de hierro sólido que jamás sufren daños, la clase de coches que ves en un accidente de tráfico con la pintura intacta y rodeado de los trozos del coche extranjero que acaba de destrozar.

— ¡Caramba, papá! ¡Me encanta! ¡Gracias!

Ahora, el día de mañana parecía bastante menos terrorífico. No me vería en la tesitura de elegir entre andar tres kilómetros bajo la lluvia hasta el instituto o dejar que el jefe de policía me llevara en el coche patrulla.

—Me alegra que te guste —dijo Charlie con voz áspera, nuevamente avergonzado.

Subir todas mis cosas hasta el primer piso requirió un solo viaje escaleras arriba. Tenía el dormitorio de la cara oeste, el que daba al patio delantero. Conocía bien la habitación; había sido la mía desde que nací. El suelo de madera, las paredes pintadas de azul claro, el techo a dos aguas, las cortinas de encaje ya amarillentas flanqueando las ventanas… Todo aquello formaba parte de mi infancia. Los únicos cambios que había introducido Charlie se limitaron a sustituir la cuna por una cama y añadir un escritorio cuando crecí. Encima de éste había ahora un ordenador de segunda mano con el cable del módem grapado al suelo hasta la toma de teléfono más próxima. Mi madre lo había estipulado de ese modo para que estuviéramos en contacto con facilidad. La mecedora que tenía desde niño aún seguía en el rincón.

Sólo había un pequeño cuarto de baño en lo alto de las escaleras que debería compartir con Charlie. Intenté no darle muchas vueltas al asunto.

Una de las cosas buenas que tiene Charlie es que no se queda revoloteando a tu alrededor. Me dejó solo para que deshiciera mis maletas y me instalara, una hazaña que hubiera sido del todo imposible para mi madre. Resultaba estupendo estar solo, no tener que sonreír ni poner buena cara; fue un respiro que me permitió contemplar a través del cristal la cortina de lluvia con desaliento y derramar algunas lágrimas. No estaba de humor para una gran llantina. Eso podía esperar hasta que me acostara y me pusiera a reflexionar sobre lo que me aguardaba al día siguiente.

El aterrador cómputo de estudiantes del instituto de Forks era de tan sólo trescientos cincuenta y siete, ahora trescientos cincuenta y ocho. Solamente en mi clase de tercer año en Phoenix había más de setecientos alumnos. Todos los jóvenes de por aquí se habían criado juntos y sus abuelos habían aprendido a andar juntos. Yo sería el chico nuevo de la gran ciudad, una curiosidad, un bicho raro.

Tal vez podría utilizar eso a mi favor si tuviera el aspecto que se espera de un chico de

Phoenix, pero físicamente no encajaba en modo alguno. Debería ser alto, rubio, de tez bronceada, un jugador de, todas esas cosas propias de quienes viven en el Valle del Sol.

Por el contrario, mi piel era blanca como el marfil a pesar de las muchas horas de sol de Arizona, sin tener siquiera la excusa de unos ojos azules. Siempre he sido delgado, o más bien normal y desde luego no una atleta. Me faltaba la coordinación suficiente para practicar deportes sin hacer el ridículo o dañar a alguien, a mí mismo o a cualquiera que estuviera demasiado cerca.

Después de colocar mi ropa en el viejo tocador de madera de pino, me llevé el neceser al cuarto de baño para asearme tras un día de viaje. Contemplé mi rostro en el espejo mientras me cepillaba los dientes. Tal vez se debiera a la luz, pero ya tenía un aspecto más cetrino y menos saludable. Puede que tenga una piel bonita, pero es muy clara, casi traslúcida, por lo que su apariencia depende del color del lugar y en Forks no había color alguno.

Mientras me enfrentaba a mi pálida imagen en el espejo, tuve que admitir que me engañaba a mí mismo. Jamás encajaría, y no sólo por mis carencias físicas. Si no me había hecho un huequecito en una escuela de tres mil alumnos, ¿qué posibilidades iba a tener aquí?

No sintonizaba bien con la gente de mi edad. Bueno, lo cierto es que no sintonizaba bien con la gente. Punto. Ni siquiera mi madre, la persona con quien mantenía mayor proximidad, estaba en armonía conmigo; no íbamos por el mismo carril. A veces me preguntaba si veía las cosas igual que el resto del mundo. Tal vez la cabeza no me funcionara como es debido.

Pero la causa no importaba, sólo contaba el efecto. Y mañana no sería más que el comienzo.

Aquella noche no dormí bien. El siseo constante de la lluvia y el viento sobre el techo no aminoraba jamás, hasta convertirse en un ruido de fondo.

Me tapé la cabeza con la vieja y descolorida colcha y luego añadí la almohada, pero no conseguí conciliar el sueño antes de medianoche, cuando al fin la lluvia se convirtió en un fino sirimiri.

A la mañana siguiente, lo único que veía a través de la ventana era una densa niebla y sentí que la claustrofobia se apoderaba de mí. Aquí nunca se podía ver el cielo, parecía una jaula.

El desayuno con Charlie se desarrolló en silencio. Me deseó suerte en la escuela y le di las gracias, aun sabiendo que sus esperanzas eran vanas. La buena suerte solía esquivarme.

Charlie se marchó primero, directo a la comisaría, que era su esposa y su familia. Examiné la cocina después de que se fuera, todavía sentado en una de las tres sillas, ninguna de ellas a juego, junto a la vieja mesa cuadrada de roble. La cocina era pequeña, con paneles oscuros en las paredes, armarios amarillo chillón y un suelo de linóleo blanco. Nada había cambiado.

Hacía dieciocho años, mi madre había pintado los armarios con la esperanza de introducir un poco de luz solar en la casa. Había una hilera de fotos encima del pequeño hogar del cuarto de estar, que colindaba con la cocina y era del tamaño de una caja de zapatos. La primera foto era de la boda de Charlie con mi madre en Las Vegas, y luego la que nos tomó a los tres una amable enfermera del hospital donde nací, seguida por una sucesión de mis fotografías escolares hasta el año pasado. Verlas me resultaba muy embarazoso. Tenía que convencer a Charlie de que las pusiera en otro sitio, al menos mientras yo viviera aquí.

Era imposible permanecer en aquella casa y no darse cuenta de que Charlie no se había repuesto de la marcha de mi madre. Eso me hizo sentir incómodo.

No quería llegar demasiado pronto al instituto, pero no podía permanecer en la casa más tiempo, por lo que me puse el anorak, tan grueso que recordaba a uno de esos trajes empleados en caso de peligro biológico, y me encaminé hacia la llovizna.

Aún chispeaba, pero no lo bastante para que me calara mientras buscaba la llave de la casa, que siempre estaba escondida debajo del alero que había junto a la puerta, y cerrara. El ruido de mis zapatos nuevos resultaba enervante. Añoraba el crujido habitual de la grava al andar. No pude detenerme a admirar de nuevo el vehículo, como deseaba, y me apresuré a escapar de la húmeda neblina que se arremolinaba sobre mi cabeza y se agarraba al pelo por debajo de la capucha.

Dentro del monovolumen estaba cómodo y a cubierto. Era obvio que Charlie o Billy debían de haberlo limpiado, pero la tapicería marrón de los asientos aún olía tenuemente a tabaco, gasolina y menta. El coche arrancó a la primera, con gran alivio por mi parte, aunque en medio de un gran estruendo, y luego hizo mucho ruido mientras avanzaba al ralentí.

Bueno, un monovolumen tan antiguo debía de tener algún defecto. La anticuada radio funcionaba, un añadido que no me esperaba.

Fue fácil localizar el instituto pese a no haber estado antes. El edificio se hallaba, como casi todo lo demás en el pueblo, junto a la carretera. No resultaba obvio que fuera una escuela, sólo me detuve gracias al cartel que indicaba que se trataba del instituto de Forks. Se parecía a un conjunto de esas casas de intercambio en época de vacaciones construidas con ladrillos de color granate. Había tantos árboles y arbustos que a primera vista no podía verlo en su totalidad. ¿Dónde estaba el ambiente de un instituto?, me pregunté con nostalgia. ¿Dónde estaban las alambradas y los detectores de metales?

Aparqué frente al primer edificio, encima de cuya entrada había un cartelito que rezaba «Oficina principal». No vi otros coches aparcados allí, por lo que estuve segura de que estaba en zona prohibida, pero decidí que iba a pedir indicaciones en lugar de dar vueltas bajo la lluvia como una tonta. De mala gana salí de la cabina calentita del monovolumen y recorrí un sendero de piedra flanqueado por setos oscuros. Respiré hondo antes de abrir la puerta.

En el interior había más luz y se estaba más caliente de lo que esperaba. La oficina era pequeña: una salita de espera con sillas plegables acolchadas, una basta alfombra con motas anaranjadas, noticias y premios pegados sin orden ni concierto en las paredes y un gran reloj que hacía tictac de forma ostensible. Las plantas crecían por doquier en sus macetas de plástico, por si no hubiera suficiente vegetación fuera.

Un mostrador alargado dividía la habitación en dos, con cestas metálicas llenas de papeles sobre la encimera y anuncios de colores chillones pegados en el frontal. Detrás del mostrador había tres escritorios. Una pelirroja regordeta con gafas se sentaba en uno de ellos.

La mujer pelirroja alzó la vista.

— ¿Te puedo ayudar en algo?

—Soy Dylan Swan —le informé, y de inmediato advertí en su mirada un atisbo de reconocimiento. Me esperaban. Sin duda, había sido el centro de los cotilleos. El hijo de la caprichosa ex mujer del jefe de policía al fin regresaba a casa.

—Por supuesto —dijo.

Rebuscó entre los documentos precariamente apilados hasta encontrar los que buscaba.

—Precisamente aquí tengo el horario de tus clases y un plano de la escuela.

Trajo varias cuartillas al mostrador para enseñármelas. Repasó todas mis clases y marcó el camino más idóneo para cada una en el plano; luego, me entregó el comprobante de asistencia para que lo firmara cada profesor y se lo devolviera al finalizar las clases. Me dedicó una sonrisa y, al igual que Charlie, me dijo que esperaba que me gustara Forks. Le devolví la sonrisa más convincente posible.

Los demás estudiantes comenzaban a llegar cuando regresé al monovolumen. Los seguí, me uní a la cola de coches y conduje hasta el otro lado de la escuela. Supuso un alivio comprobar que casi todos los vehículos tenían aún más años que el mío, ninguno era ostentoso. En Phoenix, vivía en uno de los pocos barrios pobres del distrito Paradise Valley.

Era habitual ver un Mercedes nuevo o un Porsche en el aparcamiento de los estudiantes. El mejor coche de los que allí había era un flamante Volvo, y destacaba. Aun así, apagué el motor en cuanto aparqué en una plaza libre para que el estruendo no atrajera la atención de los demás sobre mí.

Examiné el plano en el monovolumen, intentando memorizarlo con la esperanza de no tener que andar consultándolo todo el día. Lo guardé en la mochila, me la eché al hombro y respiré hondo. Puedo hacerlo, me mentí sin mucha convicción. Nadie me va a morder. Al final, suspiré y salí del coche.

Mantuve la cara escondida bajo la capucha y anduve hasta la acera abarrotada de jóvenes. Observé con alivio que mi sencilla chaqueta negra no llamaba la atención.

Una vez pasada la cafetería, el edificio número tres resultaba fácil de localizar, ya que había un gran «3» pintado en negro sobre un fondo blanco con forma de cuadrado en la esquina del lado este. Noté que mi respiración se acercaba a hiperventilación al aproximarme a la puerta. Para paliarla, contuve el aliento y entré detrás de dos personas que llevaban impermeables de estilo unisex.

El aula era pequeña. Los alumnos que tenía delante se detenían en la entrada para colgar sus abrigos en unas perchas; había varias. Los imité. Se trataba de dos chicas, una rubia de tez clara como la porcelana y otra, también pálida, de pelo castaño claro. Al menos, mi piel no sería nada excepcional aquí.

Entregué el comprobante al profesor, un hombre alto y calvo al que la placa que descansaba sobre su escritorio lo identificaba como Sr. Masón. Se quedó mirándome embobado al ver mi nombre, pero no me dedicó ninguna palabra de aliento, y yo, por supuesto, me puse colorado como un tomate. Pero al menos me envió a un pupitre vacío al fondo de la clase sin presentarme al resto de los compañeros. A éstos les resultaba difícil mirarme al estar sentada en la última fila, pero se las arreglaron para conseguirlo. Mantuve la vista clavada en la lista de lecturas que me había entregado el profesor. Era bastante básica:

Bronté, Shakespeare, Chaucer, Faulkner. Los había leído a todos, lo cual era cómodo… y aburrido. Me pregunté si mi madre me enviaría la carpeta con los antiguos trabajos de clase o si creería que la estaba engañando. Recreé nuestra discusión mientras el profesor continuaba con su perorata.

Cuando sonó el zumbido casi nasal del timbre, una chica flacucha, de pelo grasiento, se ladeó desde un pupitre al otro lado del pasillo para hablar conmigo.

—Tú eres Dylan Swan, ¿verdad?

Parecía demasiado amable, la típica miembro de un club de ajedrez.

—Dylan, solo Dylan—le corregí. En un radio de tres sillas, todos se volvieron para mirarme.

— ¿Dónde tienes la siguiente clase? —preguntó. Tuve que comprobarlo con el programa que tenía en la mochila.

—Eh… Historia, con Jefferson, en el edificio seis.

Mirase donde mirase, había ojos curiosos por doquier.

—Voy al edificio cuatro, podría mostrarte el camino —demasiado amable, sin duda—.

Me llamo Érica —añadió.

Sonreí con timidez.

—Gracias.

Recogimos nuestros abrigos y nos adentramos en la lluvia, que caía con más fuerza.

Hubiera jurado que varias personas nos seguían lo bastante cerca para escuchar a hurtadillas.

Esperaba no estar volviéndome paranoico.

—Bueno, es muy distinto de Phoenix, ¿eh? —preguntó.

—Mucho.

—Allí no llueve a menudo, ¿verdad?

—Tres o cuatro veces al año.

—Vaya, no me lo puedo ni imaginar.

—Hace mucho sol —le expliqué.

—No se te ve muy bronceada.

—Es la sangre albina de mi madre.

Me miró con aprensión. Suspiré. No parecía que las nubes y el sentido del humor encajaran demasiado bien. Después de estar varios meses aquí, habría olvidado cómo emplear el sarcasmo.

Pasamos junto a la cafetería de camino hacia los edificios de la zona sur, cerca del gimnasio. Érica me acompañó hasta la puerta, aunque la podía identificar perfectamente.

—En fin, suerte —dijo cuando rocé el picaporte—. Tal vez coincidamos en alguna otra clase.

Parecía esperanzado. Le dediqué una sonrisa que no comprometía a nada y entré.

El resto de la mañana transcurrió de forma similar. Mi profesor de Trigonometría, el señor Varner, a quien habría odiado de todos modos por la asignatura que enseñaba, fue el único que me obligó a permanecer delante de toda la clase para presentarme a mis compañeros. Balbuceé, me sonrojé y tropecé con mis propios zapatos al volver a mi pupitre.

Después de dos clases, empecé a reconocer varias caras en cada asignatura. Siempre había alguien con más coraje que los demás que se presentaba y me preguntaba si me gustaba Forks. Procuré actuar con diplomacia, pero por lo general mentí mucho. Al menos, no necesité el plano.

Un chico se sentó a mi lado tanto en clase de Trigonometría como de español, y me acompañó a la cafetería para almorzar. Era muy pequeño, varios centímetros por debajo de mi uno sesenta, pero casi alcanzaba mi estatura.

No me acordaba de su nombre, por lo que me limité a sonreír mientras parloteaba sobre los profesores y las clases. Tampoco intenté comprenderlo todo.

Nos sentamos al final de una larga mesa con varias de sus amigas a quienes me presentó. Se me olvidaron los nombres de todas en cuanto los pronunció. Parecían orgullosas por tener el coraje de hablar conmigo. La chica de la clase de Lengua y Literatura, Érica, me saludó desde el otro lado de la sala.

Y allí estaba, sentada en el comedor, intentando entablar conversación con siete desconocidos llenos de curiosidad, cuando los vi por primera vez.

Se sentaban en un rincón de la cafetería, en la otra punta de donde yo me encontraba.

Eran cinco. No conversaban ni comían pese a que todos tenían delante una bandeja de comida. No me miraban de forma estúpida como casi todos los demás, por lo que no había peligro: podía estudiarlos sin temor a encontrarme con un par de ojos excesivamente interesados. Pero no fue eso lo que atrajo mi atención.

No se parecían lo más mínimo a ningún otro estudiante. De los tres chicos, uno era fuerte, tan musculoso que parecía un verdadero levantador de pesas, y de pelo oscuro y rizado. Otro, más alto y delgado, era igualmente musculoso y tenía el cabello del color de la miel. El último era desgarbado, menos corpulento, y llevaba despeinado el pelo castaño dorado. Tenía un aspecto más juvenil que los otros dos, que podrían estar en la universidad o incluso ser profesores aquí en vez de estudiantes.

Las chicas eran dos polos opuestos. La más alta era escultural. Tenía una figura preciosa, del tipo que se ve en la portada del número dedicado a trajes de baño de la revista Sports Illustrated, y con el que todas las chicas pierden buena parte de su autoestima sólo por estar cerca. Su pelo rubio caía en cascada hasta la mitad de la espalda. La chica baja tenía aspecto de duendecillo de facciones finas, un fideo. Su pelo corto era rebelde, con cada punta señalando en una dirección, y de un negro intenso.

Aun así, todos se parecían muchísimo. Eran blancos como la cal, los estudiantes más pálidos de cuantos vivían en aquel pueblo sin sol. Más pálidos que yo, que soy albino. Todos tenían ojos muy oscuros, a pesar de la diferente gama de colores de los cabellos, y ojeras malvas, similares al morado de los hematomas. Era como si todos padecieran de insomnio o se estuvieran recuperando de una rotura de nariz, aunque sus narices, al igual que el resto de sus facciones, eran rectas, perfectas, simétricas.

Pero nada de eso era el motivo por el que no conseguía apartar la mirada.

Continué mirándolos porque sus rostros, tan diferentes y tan similares al mismo tiempo, eran de una belleza inhumana y devastadora. Eran rostros como nunca esperas ver, excepto tal vez en las páginas retocadas de una revista de moda. O pintadas por un artista antiguo, como el semblante de un ángel. Resultaba difícil decidir quién era más bello, tal vez la chica rubia perfecta o el joven de pelo castaño dorado.

Los cinco desviaban la mirada los unos de los otros, también del resto de los estudiantes y de cualquier cosa hasta donde pude colegir. La chica más pequeña se levantó con la bandeja

—El refresco sin abrir, la manzana sin morder— y se alejó con un trote grácil, veloz, propio de un corcel desbocado. Asombrado por sus pasos de ágil bailarina, la contemplé vaciar su bandeja y deslizarse por la puerta trasera a una velocidad superior a lo que habría considerado posible. Miré rápidamente a los otros, que permanecían sentados, inmóviles.

— ¿Quiénes son ésos?—pregunté al chico de la clase de Español, cuyo nombre se me había olvidado.

Y de repente, mientras ella alzaba los ojos para ver a quiénes me refería, aunque probablemente ya lo supiera por la entonación de mi voz, el más delgado y de aspecto más juvenil, la miró. Durante una fracción de segundo se fijó en mi vecina, y después sus ojos oscuros se posaron sobre los míos.

Él desvió la mirada rápidamente, aún más deprisa que yo, ruborizado de vergüenza. Su rostro no denotaba interés alguno en esa mirada furtiva, era como si mi compañera hubiera pronunciado su nombre y él, pese a haber decidido no reaccionar previamente, hubiera levantado los ojos en una involuntaria respuesta.

Avergonzado, el chico que estaba a mi lado se rió tontamente y fijó la vista en la mesa, igual que yo.

—Son Edward y Emmett Cullen, y Rosalie y Jasper Hale. La que se acaba de marchar se llama Alice Cullen; todos viven con el doctor Cullen y su esposa —me respondió con un hilo de voz.

Miré de soslayo al chico guapo, que ahora contemplaba su bandeja mientras desmigajaba una rosquilla con sus largos y níveos dedos. Movía la boca muy deprisa, sin abrir apenas sus labios perfectos. Los otros tres continuaron con la mirada perdida, y, aun así, creí que hablaba en voz baja con ellos.

¡Qué nombres tan raros y anticuados!, pensé. Era la clase de nombres que tenían nuestros abuelos, pero tal vez estuvieran de moda aquí, quizá fueran los nombres propios de un pueblo pequeño. Entonces recordé que mi vecino se llamaba Jessie, un nombre perfectamente normal. Había dos chicos con ese nombre en mi clase de Historia en Phoenix.

—Son… guapas – dije tratando de enfocarme en las chicas y no en ellos.

Me costó encontrar un término mesurado.

— ¡Ya te digo! —Jessie asintió mientras soltaba otra risita tonta—. Pero están juntos.

Me refiero a Emmett y Rosalie, y a Jasper y Alice, y viven juntos.

Su voz resonó con toda la conmoción y reprobación de un pueblo pequeño, pero, para ser sincera, he de confesar que aquello daría pie a grandes cotilleos incluso en Phoenix.

— ¿Quiénes son los Cullen? —pregunté—. No parecen parientes…

—Claro que no. El doctor Cullen es muy joven, tendrá entre veinte y muchos y treinta y pocos. Todos son adoptados. Los Hale, los rubios, son hermanos gemelos, y los Cullen son su familia de acogida.

—Parecen un poco mayores para estar con una familia de acogida.

—Ahora sí, Jasper y Rosalie tienen dieciocho años, pero han vivido con la señora Cullen desde los ocho. Es su tía o algo parecido.

—Es muy generoso por parte de los Cullen cuidar de todos esos niños siendo tan jóvenes.

—Supongo que sí —admitió Jessie muy a su pesar. Me dio la impresión de que, por algún motivo, el médico y su mujer no le caían bien. Por las miradas que lanzaba en dirección a sus hijos adoptivos, supuse que eran celos; luego, como si con eso disminuyera la bondad del matrimonio, agregó—: Aunque tengo entendido que la señora Cullen no puede tener hijos.

Mientras manteníamos esta conversación, dirigía miradas furtivas una y otra vez hacia donde se sentaba aquella extraña familia. Continuaban mirando las paredes y no habían probado bocado.

— ¿Siempre han vivido en Forks? —pregunté. De ser así, seguro que los habría visto en alguna de mis visitas durante las vacaciones de verano.

—No —dijo con una voz que daba a entender que tenía que ser obvio, incluso para una recién llegada como yo—. Se mudaron aquí hace dos años, vinieron desde algún lugar de Alaska.

Experimenté una punzada de compasión y alivio. Compasión porque, a pesar de su belleza, eran extranjeros y resultaba evidente que no se les admitía. Alivio por no ser la única recién llegada y, desde luego, no la más interesante.

Uno de los Cullen, el más joven, levantó la vista mientras yo los estudiaba y nuestras miradas se encontraron, en esta ocasión con una manifiesta curiosidad. Cuando desvié los ojos, me pareció que en los suyos brillaba una expectación insatisfecha.

— ¿Quién es el chico de pelo cobrizo? —pregunté simulando una pregunta sin importancia.

Lo miré de refilón. Seguía observándome, pero no con la boca abierta, a diferencia del resto de los estudiantes. Su rostro reflejó una ligera contrariedad. Volví a desviar la vista.

—Se llama Edward. Es el rompe corazones del instituto, por supuesto. Sin embargo no sale con nadie. Quizá ninguna de las chicas del instituto le parece lo bastante guapa —dijo con desdén, en una muestra clara de envidia. Me mordí el labio para ocultar una sonrisa. Entonces lo miré de nuevo. Había vuelto el rostro, pero me pareció ver estirada la piel de sus mejillas, como si también estuviera sonriendo.

Los cuatro abandonaron la mesa al mismo tiempo, escasos minutos después. Todos se movían con mucha elegancia, incluso el forzudo. Me desconcertó verlos. El que respondía al nombre de Edward no me miró de nuevo.

Permanecí en la mesa con Jessie y sus amigos más tiempo del que me hubiera quedado de haber estado sola. No quería llegar tarde a mis clases el primer día. Uno de mis nuevos amigos, que tuvo la consideración de recordarme que se llamaba Ángel, tenía, como yo, clase de segundo de Biología a la hora siguiente. Nos dirigimos juntas al aula en silencio. También era tímido.

Nada más entrar en clase, Ángel fue a sentarse a una mesa con dos sillas y un tablero de laboratorio con la parte superior de color negro, exactamente igual a las de Phoenix. Ya compartía la mesa con otro estudiante. De hecho, todas las mesas estaban ocupadas, salvo una. Reconocí a Edward Cullen, que estaba sentado cerca del pasillo central junto a la única silla vacante, por lo poco común de su cabello.

Lo miré de forma furtiva mientras avanzaba por el pasillo para presentarme al profesor y que éste me firmara el comprobante de asistencia. Entonces, justo cuando yo pasaba, se puso rígido en la silla. Volvió a mirarme fijamente y nuestras miradas se encontraron. La expresión de su rostro era de lo más extraña, hostil, airada. Pasmado, aparté la vista y me sonrojé otra vez. Tropecé con un libro que había en el suelo y me tuve que aferrar al borde de una mesa. La chica que se sentaba allí soltó una risita.

Me había dado cuenta de que tenía los ojos negros, negros como carbón.

El señor Banner me firmó el comprobante y me entregó un libro, ahorrándose toda esa tontería de la presentación. Supe que íbamos a caernos bien. Por supuesto, no le quedaba otro remedio que mandarme a la única silla vacante en el centro del aula. Mantuve la mirada fija en el suelo mientras iba a sentarme junto a él, ya que la hostilidad de su mirada aún me tenía aturdido.

No alcé la vista cuando deposité el libro sobre la mesa y me senté, pero lo vi cambiar de postura al mirar de reojo. Se inclinó en la dirección opuesta, sentándose al borde de la silla.

Apartó el rostro como si algo apestara. Olí mi pelo con disimulo. Olía bien. Me pareció un aroma bastante inocente. Solo me centré en tomar atención a lo que el profe explicaba.

Por desgracia, la clase versó sobre la anatomía celular, un tema que ya había estudiado.

De todos modos, tomé apuntes con cuidado, sin apartar la vista del cuaderno.

No me podía controlar y de vez en cuando echaba un vistazo al extraño chico que tenía a mi lado. Éste no relajó aquella postura envarada —sentado al borde de la silla, lo más lejos posible de mí— durante toda la clase. La mano izquierda, crispada en un puño, descansaba sobre el muslo. Se había arremangado la camisa hasta los codos. Debajo de su piel clara podía verle el antebrazo, sorprendentemente duro y musculoso. No era de complexión tan liviana como parecía al lado del más fornido de sus hermanos.

La lección parecía prolongarse mucho más que las otras. ¿Se debía a que las clases estaban a punto de acabar o porque estaba esperando a que abriera el puño que cerraba con tanta fuerza? No lo abrió. Continuó sentado, tan inmóvil que parecía no respirar.

¿Qué le pasaba? ¿Se comportaba de esa forma habitualmente? Cuestioné mi opinión sobre la acritud de Jessie durante el almuerzo. Quizá no era tan envidioso como había pensado.

No podía tener nada que ver conmigo. No me conocía de nada.

Me atreví a mirarle a hurtadillas una vez más y lo lamenté. Me estaba mirando otra vez con esos ojos negros suyos llenos de repugnancia. Mientras me apartaba de él, cruzó por mi mente una frase: «Si las miradas matasen…».

El timbre sonó en ese momento. Yo di un salto al oírlo y Edward Cullen abandonó su asiento. Se levantó con garbo de espaldas a mí —era mucho más alto de lo que pensaba— y cruzó la puerta del aula antes de que nadie se hubiera levantado de su silla.

Me quedé petrificado en la silla, contemplando con la mirada perdida cómo se iba. Era realmente mezquino. No había derecho. Empecé a recoger los bártulos muy despacio mientras intentaba reprimir la ira que me embargaba.

—Eres Dylan Swan, ¿no? —me preguntó una voz masculina.

Al alzar la vista me encontré con un chico guapo, de rostro aniñado y el pelo rubio en punta cuidadosamente arreglado con gel. Me dirigió una sonrisa amable. Obviamente, no parecía creer que yo oliera mal como cierta persona.

—Dylan, solo Dylan —le corregí, con una sonrisa.

—Me llamo Mike.

—Hola, Mike.

— ¿Necesitas que te ayude a encontrar la siguiente clase?

—Voy al gimnasio, y creo que lo puedo encontrar.

—Es también mi siguiente clase.

Parecía emocionado, aunque no era una gran coincidencia en una escuela tan pequeña.

Fuimos juntos. Hablaba por los codos e hizo el gasto de casi toda la conversación, lo cual fue un alivio. Había vivido en California hasta los diez años, por eso entendía cómo me sentía ante la ausencia del sol. Resultó ser la persona más agradable que había conocido aquel día.

Pero cuando íbamos a entrar al gimnasio me preguntó:

—Oye, ¿le clavaste un lápiz a Edward Cullen, o qué? Jamás lo había visto comportarse de ese modo.

Tierra, trágame, pensé. Al menos no era la única persona que lo había notado y, al parecer, aquél no era el comportamiento habitual de Edward Cullen. Decidí hacerme el tonto.

— ¿Te refieres al chico que se sentaba a mi lado en Biología? pregunté sin malicia.

—Sí —respondió—. Tenía cara de dolor o algo parecido. —No lo sé —le respondí— No he hablado con él. —Es un tipo raro —Mike se demoró a mi lado en lugar de dirigirse al vestuario—. Si hubiera tenido la suerte de sentarme a tu lado, yo sí hubiera hablado contigo.

Le sonreí antes de cruzar la puerta del vestuario de los chicos donde dejamos de hablar. Era amable e incluso un poco gracioso, pero eso no bastó para disminuir mi enfado.

El entrenador Clapp, el profesor de Educación física, me consiguió un uniforme, pero no me obligó a vestirlo para la clase de aquel día. En Phoenix, sólo teníamos que asistir dos años a Educación física. Aquí era una asignatura obligatoria los cuatro años. Forks era mi infierno personal en la tierra en el más literal de los sentidos.

Contemplé los cuatro partidillos de voleibol que se jugaban de forma simultánea. Me dieron náuseas al verlos y recordar los muchos golpes que había dado, y recibido, cuando jugaba al voleibol.

Al fin sonó la campana que indicaba el final de las clases. Me dirigí lentamente a la oficina para entregar el comprobante con las firmas. Había dejado de llover, pero el viento era más frío y soplaba con fuerza. Me envolví con mis propios brazos para protegerme.

Estuve a punto de dar media vuelta e irme cuando entré en la cálida oficina. Edward Cullen se encontraba de pie, enfrente del escritorio. Lo reconocí de nuevo por el desgreñado pelo castaño dorado. Al parecer, no me había oído entrar. Me apoyé contra la pared del fondo, a la espera de que la recepcionista pudiera atenderme.

Estaba discutiendo con ella con voz profunda y agradable. Intentaba cambiar la clase de

Biología de la sexta hora a otra hora, a cualquier otra.

No me podía creer que eso fuera por mi culpa. Debía de ser otra cosa, algo que había sucedido antes de que yo entrara en el laboratorio de Biología. La causa de su aspecto contrariado debía de ser otro lío totalmente diferente. Era imposible que aquel desconocido sintiera una aversión tan intensa y repentina hacia mí.

La puerta se abrió de nuevo y una súbita corriente de viento helado hizo susurrar los papeles que había sobre la mesa y me alborotó los cabellos sobre la cara. La recién llegada se limitó a andar hasta el escritorio, depositó una nota sobre el cesto de papeles y salió, pero

Edward Cullen se envaró y se giró —su agraciado rostro parecía ridículo— para traspasarme con sus penetrantes ojos llenos de odio. Durante un instante sentí un estremecimiento de verdadero pánico, hasta se me erizó el vello de los brazos. La mirada no duró más de un segundo, pero me heló la sangre en las venas más que el gélido viento. Se giró hacia la recepcionista y rápidamente dijo con voz aterciopelada:

—Bueno, no importa. Ya veo que es imposible. Muchas gracias por su ayuda.

Giró sobre sí mismo sin mirarme y desapareció por la puerta.

Me dirigí con timidez hacia el escritorio —por una vez con el rostro lívido en lugar de colorado— y le entregué el comprobante de asistencia con todas las firmas.

— ¿Cómo te ha ido el primer día, hijo? —me preguntó Charlie de forma maternal.

—Bien —mentí con voz débil.

No pareció muy convencido.

Comenten cualquier falla, falta o algo mal explicado. Sus comentarios son los que animan.

Viewing all 127 articles
Browse latest View live